BOGOTÁIGAREMIX
[los textos]
TODOS LOS DEDOS HICIERON CONTACTO CON LA
CADERA
Para esta remezcla textual introduje en la lazaruscorporation.com algunos fragmentos de “Teoría del
baile”, capítulo de El mal de la taiga, y secciones de Viajes interplanetarios en zepelines, que tendrán lugar el año 2009,
de MF Sliger V (Laguna Fantástica, 2011). Medida: cortes de 7 palabras. Trabajo de post-producción.
@
La envoltura de la atmósfera planetaria:
la sutileza
el cuello, las muñecas, el pantalón o las mallas.
Los labios, también, repitiendo:
sudor. El sudor.
Los murmullos habían saltado entre
computadoras varias.
El sonido; el sudor.
Seguramente hablaban. Seguramente pareció
que entraban
al otro mundo. La luz baja que tocaba,
primero
la punta del cuándo, las ganas
de orinar eran muchas. Habían bailado
sí. Juntos.
A la par, habían.
Esto es local.
Seguramente se encontraron desde inicios
del invierno
hasta mediados de la mujer y del hombre.
Las notas de la actividad eran sumamente
lentas, casi
tocaba, al mismo tiempo, las paredes
las quiénes somos, o cómo.
Sus sitios: se preparaban para
salir del cuándo.
Tomar las decisiones más fuertes o tomar esos
meses.
Decía esto en voz baja:
¿La había tomado él del codo para estaño,
para peltre?
Ninguno de esos mí. Ninguno de esos tú.
La colosal línea de dirigibles. La
alguien
dijo que al abrir las ventanas de lo
imperceptible.
Sabía bailar: habían vivido
aquí, sí
desde el vacío, entre
los planetas
hermanos.
El cuándo lanzó su mano hacia la mano.
El deleite de los cielos claros y el sol
¡algunos medían como cuarenta
superficies!
De la mesa, las cucharas: lo ciertamente
bello
llevarla de la pista de baile hacia
alguno
de esos momentos: nadie en realidad sabe
¿iban creciendo en número
y en sí mismo?
Seguramente miraron el hielo, seguramente los raros
arbolillos sin raíces, los tantos.
Nadie sabe, ¿habrá radiante?
¿habrá plantas alrededor nuestro
sudorosas? Y cuando todos regresen a.
Sabía que era más joven que ella y que Alvión era
un tipo nuevo de barco lleno de humo
una pista de baile, la superficie de la
melodía.
Habían movido los sintetizadores, había
dicho el hombre de la costa entre sus
piernas y sus brazos.
Su cabello, enredado o no. ¿Su sudor?
Aquí,
sin duda, su salida hacia la pista que un
músico
hacia la casucha y la noria y la letrina en
la noria
para beber o para lavarse, en efecto
hacia ese otro hombre del que sólo estáticos
y sorprendidos
del que sin poder ni recuerdo
las cortinas de
lino, la uniformidad
del tráfico y el orden en
el día
el tanque de plantas lentísimas
la cosa pútrida.
Así que aquí.
Dentro del set, sonrientes, distraídos.
Este espacio. Sobre esta cama, aquí
sus objetos no transmitían secreto
alguno.
De par en par, la sal
nos ayuda a recordar estribillos,
palabras
frases enteras inundándolo todo.
El sudor. Otra vez los pies
en alto, tan aglomerados.
La espesura.
Salían en las mañanas por agua:
aquel restaurante rodeado de ventanas
ese continuo apilamiento de nubes.
¿Había imaginado esto? ¿Había hecho eso
bailar hasta el final de la flotilla
hasta la Tierra,
hasta Marte, o Venus o el verano? Tal
vez.
Así que aquí. Todos los dedos
hicieron
contacto con los cadera. Los brazos
en alto; las manos, qué coxis
y sólo después las notas que seguramente
caminaban
juntos hacia el así que aquí
había retozado con él, en la terraza
seguramente sí. Seguramente daban
hacia el mar.
Recuerdo la sal. Una risa
nerviosa. Sí, es eso; sí.
Esto es interplanetario: qué cuerpo
la fría superficie de la madera, el olor
a mujer
había bailado con él, eso
la letrina y, luego de cerrar la puerta
sin siquiera despedirse, mirándote.
¿Es eso abastecedor?
Alguien lo llama apacible; alguien lo
llama
luego entonces o la parte posterior de los muslos
tocaba limpiar el excedente, la materia
fecal, el excremento, las moscas negras.
Seguramente la forma del viento que venía
del océano.
Utilizaban el agua de la noria, no
nos podían hacer daño alguno porque su
decirlo:
qué decisiones toma.
Las veces, allá abajo, al final del túnel
más densa la arboleda, más denso
el par de las rodillas, el tiempo
telúrico, el autocrático
responsable de la columna vertebral.
Había dedos masculinos, recuerda:
todos los dedos hicieron contacto
con la cadera ¿Había
visto el bosque? Esperaba
suspendida en el aire rancio.
Así que aquí
había vivido la mujer.
En el verano.
Sí.
--crg