ALLÁ VOY
The Séance In Experimental Writing
A two-day public meditation on the condition of language and narrative in contemporary writing.
The Séance in Experimental Writing gathers new and established writers to speculate on the boundaries of structural and linguistic experiments today. Participants include novelists, short-story writers, poets and hypertextualists from Canada, the U.S., and Europe, including Dodie Bellamy, Charles Bernstein, Jaap Blonk, Christian Bök, Dennis Cooper, Madeline Gins, Robert Glück, Kenneth Goldsmith, Shelley Jackson, Kevin Killian, Ben Marcus, Eileen Myles, Joan Retallack, Cristina Rivera Garza, Steven Shaviro, Janet Sternburg, and Lidia Yuknavitch.
REDCAT--The Roy and Edna Disney Cal Arts Theater
Downtown Los Angeles, CA
Octubre 29-30, 2004
Panels include:
1) Pataphysics: Science, Fiction and Imaginary Solutions
Fiction often proposes imaginary solutions to problems that vex both the social and the scientific world. For every rule there seems to be an exception, and to every episteme an extreme. Imagine the impossible. Can the world be re-written? If science is metaphysical is poetry a form of math?
2) Egoplasm: The Ghost of the Author Returns
Event though the author is dead, anyone can tell the difference between a poem by Jackson MacLow and Stepehen McCaffery. Is the writing machine always hunted by its author? Need it bear repeating that just when women and non-white writeres establish their literary self, straight white men declare to them that the subject is dead. Can the author really be made to disappear? Should he or she disappear? Are new subjectivities being created?
3) What´s Love Got to Do With It? Sex & Desire in Narrative
For more than a generation, sex and sexual desire have been the sine qua non of experimental writing. Is desire still relevant? Is sex obsolete? Can lust create identity? Do readers want to be aroused and can writers still arouse them? Why has the urgency of the human body been so fertile for writers, and where will this excitement lead us next?
4) Absolutely Ordinary: Writing the Everyday
The onthological question: What is there? The usual answer: the desk, my chair, the air, everything. Writers have a dual relation to the everyday. It is everywhere, in their work and its making, yet it also always evades them. From Flaubert´s housewife fantasies to Kenneth Goldsmisth´s transcription of every movement in his day, the everyday never goes away. What is quotidian today? Is there a secret life of objects? How do/can/will writeres represent the ordinary?
5) Ethernity: To Infinity and Beyond!
From the chemistry of letters to the double-helix and the periodic table elements. Is there structure beyond structuralism? Are structures of language and narrative more real than "reality"? Do extreme patterns lead away from or toward paranoia? Intricate lattices of poetry: the inter-, pata-, and the trans-.
Por allá nos vemos, puesn.
--crg
Tuesday, October 26, 2004
Thursday, October 21, 2004
Tuesday, October 19, 2004
EL LUGAR MÁS INCÓMODO
Un libro, que es dos libros incluyendo a su contrario, siempre hallará la manera de quedarse en el lugar más incómodo del cuerpo. Como piedra en el zapato o astilla en la yema del dedo o pestaña en el blanco de los ojos, el libro no deja en paz. No puede. No sabe. Una anti-brújula que desorienta: el libro. Lo contrario a estilo. Lo que siempre está a punto de ser. La inmaterialidad concreta. La inmaterialidad en sí.
--crg
Un libro, que es dos libros incluyendo a su contrario, siempre hallará la manera de quedarse en el lugar más incómodo del cuerpo. Como piedra en el zapato o astilla en la yema del dedo o pestaña en el blanco de los ojos, el libro no deja en paz. No puede. No sabe. Una anti-brújula que desorienta: el libro. Lo contrario a estilo. Lo que siempre está a punto de ser. La inmaterialidad concreta. La inmaterialidad en sí.
--crg
Y SI LO MALDIGO
¿Y qué digo exactamente si digo yo y me señalo, en ese justo instante, la rodilla?
¿Y qué digo cuando digo yo y señalo, como al descuido, tu rodilla?
Y si digo política y digo yo al mismo tiempo ¿digo yo verídicamente?
(¿Y es necesario que algo sea, en realidad, verídico?)
(¿Y es del todo posible, físicamente posible, realmente posible, posiblemente posible, decir política y decir yo al mismo tiempo?)
¿Digo, luego entonces, que la rodilla es política?
¿Digo que la rodilla, y por extensión el cuerpo, es una mera mediación del yo que es, en realidad y verídicamente, toda política?
(Y si te pregunto si ésta es tu rodilla, ¿qué digo?)
¿Y qué digo exactamente si escribo todo lo que digo?
¿Y si lo pregunto?
¿Y si lo maldigo?
--crg
¿Y qué digo exactamente si digo yo y me señalo, en ese justo instante, la rodilla?
¿Y qué digo cuando digo yo y señalo, como al descuido, tu rodilla?
Y si digo política y digo yo al mismo tiempo ¿digo yo verídicamente?
(¿Y es necesario que algo sea, en realidad, verídico?)
(¿Y es del todo posible, físicamente posible, realmente posible, posiblemente posible, decir política y decir yo al mismo tiempo?)
¿Digo, luego entonces, que la rodilla es política?
¿Digo que la rodilla, y por extensión el cuerpo, es una mera mediación del yo que es, en realidad y verídicamente, toda política?
(Y si te pregunto si ésta es tu rodilla, ¿qué digo?)
¿Y qué digo exactamente si escribo todo lo que digo?
¿Y si lo pregunto?
¿Y si lo maldigo?
--crg
LA VENGANZA DEL YO LÍRICO
Es por todos sabido que estos no son buenos tiempos para el yo, especialmente para el yo lírico. Nada más sencillo en épocas de radicales subjetividades negativas o de identificaciones abismales o de fragmentarias alteraciones que vituperear al yo lírico como lastre de decimonónico romanticismo o reflejo de autoritarias ficciones de unidad o, cuando menos, de mera ingenuidad epistemológica. Nada más fácil que sumarse a las filas de los no-yos para, desde ese anonimato que da el ejército o la poética, señalar la vulgaridad de la experiencia o la ñoñez de los hechos con énfaticos índices ingrávidos. Nada más básico.
Tal vez es por eso, porque no hay nada más sencillo-básico-fácil que sacarle la vuelta al yo en estos días, que me pregunto si todo esto no será más que cosa de horror. Cosa de dar la espalda. Cosa de renuncia.
Aclaro: no lo digo yo. Lo dice el yo lírico.
--crg
Es por todos sabido que estos no son buenos tiempos para el yo, especialmente para el yo lírico. Nada más sencillo en épocas de radicales subjetividades negativas o de identificaciones abismales o de fragmentarias alteraciones que vituperear al yo lírico como lastre de decimonónico romanticismo o reflejo de autoritarias ficciones de unidad o, cuando menos, de mera ingenuidad epistemológica. Nada más fácil que sumarse a las filas de los no-yos para, desde ese anonimato que da el ejército o la poética, señalar la vulgaridad de la experiencia o la ñoñez de los hechos con énfaticos índices ingrávidos. Nada más básico.
Tal vez es por eso, porque no hay nada más sencillo-básico-fácil que sacarle la vuelta al yo en estos días, que me pregunto si todo esto no será más que cosa de horror. Cosa de dar la espalda. Cosa de renuncia.
Aclaro: no lo digo yo. Lo dice el yo lírico.
--crg
LA VOZ ALTA
La expresión "hablar en voz alta" usualmente se asocia con el que conversa, a solas, consigo mismo--constituyendo, por lo tanto, una especie de código no muy secreto que describe estados cercanos a la locura. Al desasimiento de sí. A la alteración que produce la alteridad (o viceversa). Después de todo, sólo los alterados (¿los hados de lo otro?) hablan con la pluralidad de sus yos como si éstos, en realidad, fueran ajenos. Sólo los alterados producen ésa realidad.
Alguien normal habla no conisgo sino con otros en una voz, por así decirlo, sin adjetivos. Alguien normal habla consigo mismo en voz baja o, mejor aún, en el anonimato de su propio silencio. En resumen: alguien normal no habla. Alguien normal piensa.
Escribir es sólo una versión gráfica de esa voz alta.
Escribo y hablo. Escribo y enuncio. Escribo y oigo la escritura.
Escribir altera.
--crg
La expresión "hablar en voz alta" usualmente se asocia con el que conversa, a solas, consigo mismo--constituyendo, por lo tanto, una especie de código no muy secreto que describe estados cercanos a la locura. Al desasimiento de sí. A la alteración que produce la alteridad (o viceversa). Después de todo, sólo los alterados (¿los hados de lo otro?) hablan con la pluralidad de sus yos como si éstos, en realidad, fueran ajenos. Sólo los alterados producen ésa realidad.
Alguien normal habla no conisgo sino con otros en una voz, por así decirlo, sin adjetivos. Alguien normal habla consigo mismo en voz baja o, mejor aún, en el anonimato de su propio silencio. En resumen: alguien normal no habla. Alguien normal piensa.
Escribir es sólo una versión gráfica de esa voz alta.
Escribo y hablo. Escribo y enuncio. Escribo y oigo la escritura.
Escribir altera.
--crg
Monday, October 18, 2004
DESMATERIALIZACIÓN
Quien escribe, por definición, no está.
Quien escribe, de hecho, no quiere estar.
Un súbito deseo de desmaterialización: escribir. Un deseo cumplido.
Palabras como parapetos. La materialización del en-lugar-de.
Quien escribe construye esquinas por las que alguien que está a punto de ser y de no ser da la vuelta. El ruido de los pasos. El fulgor de los talones.
Quien escribe vive tras la niebla.
--crg
Quien escribe, por definición, no está.
Quien escribe, de hecho, no quiere estar.
Un súbito deseo de desmaterialización: escribir. Un deseo cumplido.
Palabras como parapetos. La materialización del en-lugar-de.
Quien escribe construye esquinas por las que alguien que está a punto de ser y de no ser da la vuelta. El ruido de los pasos. El fulgor de los talones.
Quien escribe vive tras la niebla.
--crg
Tuesday, October 12, 2004
Saturday, October 09, 2004
Wednesday, October 06, 2004
LIGERAMENTE EXAGERADO
Uno (que, como todo libro, es al menos dos, incluyendo a su contrario) camina por la calle de la Amargura (y, por única vez, no se trata de metáfora alguna sino del mismísimo nombre de esta callecita mololiente y bulliciosa donde jóvenes de todas las calañas sonríen con una facilidad diríase que atroz) y, justo al dar vuelta a la derecha (por equivocación, lo puedo asegurar, porque Uno, que es varios, jamás daría vuelta alguna a la derecha de las cosas), se encuentra con la siguiente promesa:
Se reparan zapatos, maletas, bolsos, jackets, suelas, tenis, toldos. Le reparamos hasta el mundo partido en dos.
Y Uno se sonríe torvamente, felizmente, ávidamente y, mientras el lado izquierdo, que es sólo uno de los lados de Uno, entra un poco antes que el derecho, que es otro de los muchos lados del Otro que es Uno como quiera, a la Zapatería Estrella, Uno piensa, con esa ligereza como de champán a mediodía que le regala a Uno el buen humor, que el mundo, francamente, es una ligera exageración.
O no será.
--crg
Uno (que, como todo libro, es al menos dos, incluyendo a su contrario) camina por la calle de la Amargura (y, por única vez, no se trata de metáfora alguna sino del mismísimo nombre de esta callecita mololiente y bulliciosa donde jóvenes de todas las calañas sonríen con una facilidad diríase que atroz) y, justo al dar vuelta a la derecha (por equivocación, lo puedo asegurar, porque Uno, que es varios, jamás daría vuelta alguna a la derecha de las cosas), se encuentra con la siguiente promesa:
Se reparan zapatos, maletas, bolsos, jackets, suelas, tenis, toldos. Le reparamos hasta el mundo partido en dos.
Y Uno se sonríe torvamente, felizmente, ávidamente y, mientras el lado izquierdo, que es sólo uno de los lados de Uno, entra un poco antes que el derecho, que es otro de los muchos lados del Otro que es Uno como quiera, a la Zapatería Estrella, Uno piensa, con esa ligereza como de champán a mediodía que le regala a Uno el buen humor, que el mundo, francamente, es una ligera exageración.
O no será.
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