PAISAJE DE VERANO
Luz: delgada, filosa, amarilla.
Aire: fresco, de red, ululante.
Verde: en todos lados.
Lluvia: ritmo nocturno.
Xinantecatl: nevado.
--crg
Monday, July 25, 2005
EL DIANA MORÁN LO HACE OTRA VEZ
Si les interesa saber qué acontece en el vasto mundo de las escrituras mexicanas contemporáneas, ya está en librerías la entrega más reciente del Taller de teoría y crítica literaria Diana Morán--un libro colectivo que incluye ensayos novedosos, profundos, críticos sobre autores tales como Carmen Boullosa, David Toscana, Daniel Sada, Mónica Lavín, Juan Villoro, Mario Bellatin, Enrique Serna, Sabina Berman, Pedro Angel Palou, y Su Segura Servidora, entre tantos otros.
Demostrando que los estudios de género no se limitan únicamente al análisis de obras escritas por mujeres, este nuevo libro incluye ahora los trabajos de escritoras y escritores como objeto de estudio y, para revolucionarlo todo de una vez, también hay ensayistas y ensayistos en sus páginas--publican con el Diana Morán por primera vez, por ejemplo, Robert Irwin y Jesús Eduardo García Castillo. Esto no quiere decir, por supuesto, que el libro no cuente con las acostumbradas (y brillantes!) aportaciones de Gutiérrez de Velasco, Martínez-Zalce, Prado, Domenella, Castro Ricalde, Seydel, Ansoleaga, Zsurmuk, entre otras.
Nora Pasternac, ed., Territorio de escrituras. Narrativa mexicana del fin del milenio (México: UAM Iztapalapa, 2005), 244.
--crg
Si les interesa saber qué acontece en el vasto mundo de las escrituras mexicanas contemporáneas, ya está en librerías la entrega más reciente del Taller de teoría y crítica literaria Diana Morán--un libro colectivo que incluye ensayos novedosos, profundos, críticos sobre autores tales como Carmen Boullosa, David Toscana, Daniel Sada, Mónica Lavín, Juan Villoro, Mario Bellatin, Enrique Serna, Sabina Berman, Pedro Angel Palou, y Su Segura Servidora, entre tantos otros.
Demostrando que los estudios de género no se limitan únicamente al análisis de obras escritas por mujeres, este nuevo libro incluye ahora los trabajos de escritoras y escritores como objeto de estudio y, para revolucionarlo todo de una vez, también hay ensayistas y ensayistos en sus páginas--publican con el Diana Morán por primera vez, por ejemplo, Robert Irwin y Jesús Eduardo García Castillo. Esto no quiere decir, por supuesto, que el libro no cuente con las acostumbradas (y brillantes!) aportaciones de Gutiérrez de Velasco, Martínez-Zalce, Prado, Domenella, Castro Ricalde, Seydel, Ansoleaga, Zsurmuk, entre otras.
Nora Pasternac, ed., Territorio de escrituras. Narrativa mexicana del fin del milenio (México: UAM Iztapalapa, 2005), 244.
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CORTA-(AL)-AZAR UN AÑO DESPUÉS
Hay pruebas: vean los archivos del mes de febrero del 2004.
Hubo escándalo. Hubo opiniones. Hubo dimes y dieretes. Hubo interpretaciones. Hubo diálogo. Hubo desacuerdo. Hubo jolgorio.
Y todo eso, resumido y aumentado, ahora está en papel. Vean:
"Corta-(al)-Azar: Lecturas de Julio Cortázar a inicios del siglo XXI", por Cristina Rivera Garza con Ana Clavel, Amaranta Caballero Prado y Heriberto Yépez, en Maricruz Castro, ed., Puerta al tiempo: Literatura latinoamericana del silgo XX (México: Porrúa/ITESM-Campus Estado de Méxicof, 2005), 293-314.
El libro incluye artículos interesantes sobre diversos autores latinoamericanos (de Guillén a Bombal, de Valenzuela a Onetti, de Rodó a Vargas Llosa, entre tantos otros) y cierra con un artículo de Raymond Williams sobre el post-boom y la generación del 90.
--crg
Hay pruebas: vean los archivos del mes de febrero del 2004.
Hubo escándalo. Hubo opiniones. Hubo dimes y dieretes. Hubo interpretaciones. Hubo diálogo. Hubo desacuerdo. Hubo jolgorio.
Y todo eso, resumido y aumentado, ahora está en papel. Vean:
"Corta-(al)-Azar: Lecturas de Julio Cortázar a inicios del siglo XXI", por Cristina Rivera Garza con Ana Clavel, Amaranta Caballero Prado y Heriberto Yépez, en Maricruz Castro, ed., Puerta al tiempo: Literatura latinoamericana del silgo XX (México: Porrúa/ITESM-Campus Estado de Méxicof, 2005), 293-314.
El libro incluye artículos interesantes sobre diversos autores latinoamericanos (de Guillén a Bombal, de Valenzuela a Onetti, de Rodó a Vargas Llosa, entre tantos otros) y cierra con un artículo de Raymond Williams sobre el post-boom y la generación del 90.
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LA CASTAÑEDA
A los que les intriguen los misteriosos asuntos de la mente--sus padecimientos, sus arrebatos, sus historias--de seguro les va a interesar el programa que pasará canall 11 este miércoles 27 de julio a las 8 de la noche sobre el Manicomio General La Castañeda. El programa forma parte de la miniserie Cárceles, producida por Eduardo González, que también incluye documentales sobre Lecumberri (este programa ya pasó el 20 de julio), y San Juan De Ulúa (programado para el 3 de agosto a la misma hora).
Los programas se retransmiten, por cierto, los jueves a las 12 del día y los sábados a las 6 de la tarde. Todo esto por el canal 11 de la Ciudad de México.
--crg
A los que les intriguen los misteriosos asuntos de la mente--sus padecimientos, sus arrebatos, sus historias--de seguro les va a interesar el programa que pasará canall 11 este miércoles 27 de julio a las 8 de la noche sobre el Manicomio General La Castañeda. El programa forma parte de la miniserie Cárceles, producida por Eduardo González, que también incluye documentales sobre Lecumberri (este programa ya pasó el 20 de julio), y San Juan De Ulúa (programado para el 3 de agosto a la misma hora).
Los programas se retransmiten, por cierto, los jueves a las 12 del día y los sábados a las 6 de la tarde. Todo esto por el canal 11 de la Ciudad de México.
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Tuesday, July 19, 2005
TRUTH AND BEAUTY
La primera vez que verdaderamente leí a Ann Patchett, Bel Canto, su tercera novela, destruyó mis planes de lectura para el verano. Entonces yo vivía en El Otro País y, en lugar de planear mis veranos alrededor de los lugares a los que quería ir, lo hacia siempre, y con gran ansiedad y anticipación, alrededor de los libros que leería. El libro era el destino, el medio de transporte, la companía, el paisaje, la moneda de cambio, el idioma. De ahí que recuerde con gran precision el verano que Ann Patchett hizo pedazos.
La habia leído con anterioridad, pero no me había gustado lo suficiente como para incluirla en mi muy selecta lista veraniega. Recuerdo haber pensado que era una autora y una escritura demasiado blanca, demasiado bien comportada, dúctil incluso. Para colmo de males, la cuarta de forros indicaba que vivía en Nashville y, por razones que desconozco, esto me había dado mala espina. Algo, sin embargo, debió haber sucedido cuando me detuve en las hileras de libros cuyos autores iniciaban con P. Buscaba, eso logro recordar, algo de Michael Ondaatje y pronto me entretuve con algo de Pamuck. En ese trayecto, entre una y otra cosa, se apareció Ann Patchett. Por mas que intenté recordar la anecdota de The Magician's assistant, la novela que le habia leído, ésta me eludía, pero algo del tono de su escritura, algo en la sutileza y, creo que esta fue la palabra que utilice entonces, en la compasión con la que contaba su historia, me hizo detenerme. Tomé el libro, pues, con toda inocencia. Y continué adquiriendo los otros libros de mi lista.
Supongo que decidí iniciar el verano con Patchett por la misma razón por la que, en un buffet, siempre empiezo con mi plato menos favorito. Años enteros de una educación espartana-norteña, enfocada en el valor del trabajo y el peligro de la diversión, todavía me obligan a ver el placer como un premio que hay que ganar a pulso. Así, con toda esta ideología a cuestas, abrí las páginas de Bel Canto y, conforme los subrayados aumentaban y mis deseos de seguir leyendo sus páginas para siempre iban en crecendo, comprendí que, contrario a todas mis predicciones, la novela me gustaba. Miento: la novela me encantaba.
Bel canto no era, y no es, mi tipo de libro y, por eso, el que me descubriera hablando de él con conocidos y desconocidos, a diestra y siniestra, me resultaba más exultante, más gozoso. Tramposamente ligero, bien comportado pero con hondura, con esa, y volví a repetir la palabra, compasión que era un tono y no un concepto, una manera de dejar caer el lenguaje sobre la hoja, una cierta forma de discreción, Bel Canto no me dejó gozar nada más ese verano. Tal vez por eso después me dediqué a leer sólo gruesos tratados de filosofía, a saber.
Años después supe que Patchett había publicado un nuevo libro pero yo andaba de un lado para otro, cambiando mi vida, de hecho, así que no tuve tiempo para Truth and Beatuy. A Friendship. No tuve tiempo sino hasta ahora, de regreso al lugar donde todo cambió, incluyendo el pavoroso hecho de que ya no preparo largas listas de lectura de verano. Me ahorro el engorroso asunto del tema y transcribo la sinopsis que vende la editorial:
"Novelist Ann Patchett writes movingly about her longtime friend and fellow writer Lucy Grealy, author of AUTOBIOGRAPHY OF A FACE, who died at the age of 39. Disfigured as a child by a rare form of cancer known as Ewing's Sarcoma, Grealy grew up to be difficult, needy, depressed, volatile, drug-addicted, chronically hard-up--and a completely rewarding individual. Patchett quotes from her friend's letters and poetry to construct a warm and rounded picture of an amazing, heartbreaking woman. But what's most extraordinary about her book, aside from the appealing lucidity of Patchett's writing, is the light it sheds on what ideal friendship can be--in this case, passionate, committed, and admirably non-judgmental."
En Verdad y Belleza, la historia de su amistad de toda la vida con Lucy Grealy, Patchett no sólo construye un admirable, compasivo, sutil, complicado retrato de una autora a la que admira y una amiga a la que ama, sino que también deconstruye estereotipos, muy a la moda en estos días, sobre la naturaleza de las amistades femeninas. Muy lejos del cliché que pinta a mujeres reunidas para hablar, y mal o histéricamente, de los hombres en turno, lo que Patchett compone aquí es una red de interrelaciones que van desde la más íntima descripción de las verdades del cuerpo a las más íntimas disquisiciones sobre las experiencias creativas y las prácticas cotidianas de la escritura. Alertas e inteligentes, protectoras pero también desiguales, injustas incluso, estas dos mujeres, estas dos autoras, comparten una vida que, a su vez, es compartida, apasionadamente también, con otros. Tanto como el gusto de sus presencias y la admiración mutua, las ideas las cruzan y las entrelazan, la velada competencia profesional, los no-velados celos personales, los disgustos, los límites puestos a destiempo, los hospitales, las universidades, los libros.
En sus papeles de la cigarra extravagante y la discreta hormiga, Lucy y Ann construyen una de las historias de amor más hondas y ciertas y sólidas que haya leído en los últimos tiempos.
[Si tuviera tiempo ahora mismo diría más, pero heme aquí teniendo que interrumpir esto porque estos veranos también están llenos de hechos.
En todo caso: to be continued].
--crg
La primera vez que verdaderamente leí a Ann Patchett, Bel Canto, su tercera novela, destruyó mis planes de lectura para el verano. Entonces yo vivía en El Otro País y, en lugar de planear mis veranos alrededor de los lugares a los que quería ir, lo hacia siempre, y con gran ansiedad y anticipación, alrededor de los libros que leería. El libro era el destino, el medio de transporte, la companía, el paisaje, la moneda de cambio, el idioma. De ahí que recuerde con gran precision el verano que Ann Patchett hizo pedazos.
La habia leído con anterioridad, pero no me había gustado lo suficiente como para incluirla en mi muy selecta lista veraniega. Recuerdo haber pensado que era una autora y una escritura demasiado blanca, demasiado bien comportada, dúctil incluso. Para colmo de males, la cuarta de forros indicaba que vivía en Nashville y, por razones que desconozco, esto me había dado mala espina. Algo, sin embargo, debió haber sucedido cuando me detuve en las hileras de libros cuyos autores iniciaban con P. Buscaba, eso logro recordar, algo de Michael Ondaatje y pronto me entretuve con algo de Pamuck. En ese trayecto, entre una y otra cosa, se apareció Ann Patchett. Por mas que intenté recordar la anecdota de The Magician's assistant, la novela que le habia leído, ésta me eludía, pero algo del tono de su escritura, algo en la sutileza y, creo que esta fue la palabra que utilice entonces, en la compasión con la que contaba su historia, me hizo detenerme. Tomé el libro, pues, con toda inocencia. Y continué adquiriendo los otros libros de mi lista.
Supongo que decidí iniciar el verano con Patchett por la misma razón por la que, en un buffet, siempre empiezo con mi plato menos favorito. Años enteros de una educación espartana-norteña, enfocada en el valor del trabajo y el peligro de la diversión, todavía me obligan a ver el placer como un premio que hay que ganar a pulso. Así, con toda esta ideología a cuestas, abrí las páginas de Bel Canto y, conforme los subrayados aumentaban y mis deseos de seguir leyendo sus páginas para siempre iban en crecendo, comprendí que, contrario a todas mis predicciones, la novela me gustaba. Miento: la novela me encantaba.
Bel canto no era, y no es, mi tipo de libro y, por eso, el que me descubriera hablando de él con conocidos y desconocidos, a diestra y siniestra, me resultaba más exultante, más gozoso. Tramposamente ligero, bien comportado pero con hondura, con esa, y volví a repetir la palabra, compasión que era un tono y no un concepto, una manera de dejar caer el lenguaje sobre la hoja, una cierta forma de discreción, Bel Canto no me dejó gozar nada más ese verano. Tal vez por eso después me dediqué a leer sólo gruesos tratados de filosofía, a saber.
Años después supe que Patchett había publicado un nuevo libro pero yo andaba de un lado para otro, cambiando mi vida, de hecho, así que no tuve tiempo para Truth and Beatuy. A Friendship. No tuve tiempo sino hasta ahora, de regreso al lugar donde todo cambió, incluyendo el pavoroso hecho de que ya no preparo largas listas de lectura de verano. Me ahorro el engorroso asunto del tema y transcribo la sinopsis que vende la editorial:
"Novelist Ann Patchett writes movingly about her longtime friend and fellow writer Lucy Grealy, author of AUTOBIOGRAPHY OF A FACE, who died at the age of 39. Disfigured as a child by a rare form of cancer known as Ewing's Sarcoma, Grealy grew up to be difficult, needy, depressed, volatile, drug-addicted, chronically hard-up--and a completely rewarding individual. Patchett quotes from her friend's letters and poetry to construct a warm and rounded picture of an amazing, heartbreaking woman. But what's most extraordinary about her book, aside from the appealing lucidity of Patchett's writing, is the light it sheds on what ideal friendship can be--in this case, passionate, committed, and admirably non-judgmental."
En Verdad y Belleza, la historia de su amistad de toda la vida con Lucy Grealy, Patchett no sólo construye un admirable, compasivo, sutil, complicado retrato de una autora a la que admira y una amiga a la que ama, sino que también deconstruye estereotipos, muy a la moda en estos días, sobre la naturaleza de las amistades femeninas. Muy lejos del cliché que pinta a mujeres reunidas para hablar, y mal o histéricamente, de los hombres en turno, lo que Patchett compone aquí es una red de interrelaciones que van desde la más íntima descripción de las verdades del cuerpo a las más íntimas disquisiciones sobre las experiencias creativas y las prácticas cotidianas de la escritura. Alertas e inteligentes, protectoras pero también desiguales, injustas incluso, estas dos mujeres, estas dos autoras, comparten una vida que, a su vez, es compartida, apasionadamente también, con otros. Tanto como el gusto de sus presencias y la admiración mutua, las ideas las cruzan y las entrelazan, la velada competencia profesional, los no-velados celos personales, los disgustos, los límites puestos a destiempo, los hospitales, las universidades, los libros.
En sus papeles de la cigarra extravagante y la discreta hormiga, Lucy y Ann construyen una de las historias de amor más hondas y ciertas y sólidas que haya leído en los últimos tiempos.
[Si tuviera tiempo ahora mismo diría más, pero heme aquí teniendo que interrumpir esto porque estos veranos también están llenos de hechos.
En todo caso: to be continued].
--crg
Sunday, July 10, 2005
MELINA/TIJUANA
(En la rocola del Dandy del Sur)
"Has vuelto Tijuana
Tu vida, tus razones y tu país
(en la mismísima voz de Camilo Sesto)
donde el mar se hizo gris
donde el llanto ahora es canto
(acompañada de pasos extrañamente greco-fronterizos)
La huella de tu canto echó raíces, Melina".
(tra la ra la ra la ra la lá lá)
--crg
(En la rocola del Dandy del Sur)
"Has vuelto Tijuana
Tu vida, tus razones y tu país
(en la mismísima voz de Camilo Sesto)
donde el mar se hizo gris
donde el llanto ahora es canto
(acompañada de pasos extrañamente greco-fronterizos)
La huella de tu canto echó raíces, Melina".
(tra la ra la ra la ra la lá lá)
--crg