EL PLURAL QUE CRUZA: dos inoportunas preguntillas
I.
Cruzamos todos los días, o casi. Una caravana bajo un sol al que sólo puedo calificar de blistering. No hay pases especiales. No hay privilegio. Cruzamos como cruza todo mundo: lentamente, a regañadientes, cuidándose de que nadie, jugando a la distracción, se meta en la fila. Cruzamos para ir a trabajar (en los textos). El cruce como un lento estado de alerta. El cruce como un arresto. ¿Quién que haya cruzado así, todos los días, para ir a trabajar o para regresar de trabajar pudo haber pensado que las palabras "fluir", "movedizo", "combinatoria" le pertenecían a estos pasos?
Este es, por supuesto, un pensamiento insolado y anti-cool. Estoy de acuerdo.
II.
Antes, cuando cruzaba sola, utilizaba el par de horas que me tomaba ir de un lado al otro para pensar en la inmortalidad del cangrejo, los tres pies del gato o el punto de fuga de la hipotenusa. Cruzar era meditar. Un viaje hacia adentro. El lujo de estar en silencio. Ahora que cruzo en plural, platico. Platicamos. Sobre el cruce. Sobre lo que dejamos atrás. Sobre lo que avizoramos adelante. Una forma extraña de la socialidad. Esta conversación. Este otro cruce.
--crg
Monday, June 26, 2006
BORDER WATCH: LAB CASUALTIES (segunda semana)
Domingo 25 de junio del 2006: John Pluecker y Pepe Vazquez confiesan escribir short-stoetry.
Lunes 26 de junio del 2006: Reynaldo Jiménez pasa de revisión en revisión migratoria, sale, regresa, vuelve a pasar, hasta que obtiene, tiempo después como dicen los narradores, el permiso que le permitirá cruzar. El coche de Lorena Mancilla se queda sin luz cuando regresa (esto a causa, sin duda alguna, de la envidia universal) del concierto de radiohead. Abraham Morales Moreno stranded in Tijuana´s airport.
Martes 27 de junio del 2006: Jenny Donovan, Paloma Gonzalez, Abril Castro, Lorena Mancilla, y Sylvia Aguilar se enfrentan a un migra cuyo apellido es Loveless. da.
Miercoles 28 de junio del 2006: Roman Lujan pierde tarjeta de debito en hambriento banquero automatico fronterizo. Computadora fronteriza borra archivo de escritura de Paloma Gonzalez.
Jueves 29 de junio del 2006: Jenny Donovan y Cristina Rivera Garza se reúnen en Tijuana para hablar del proyecto. Hablan. Hablan mucho. Cuando salen de la cenaduría donde almorzaron (sic) ven la instalación que ha dejado sobre sus parabrisas el policía de tránsito: multa por exceder el tiempo del parquímetro. Costo MUY nacional: 14 dólares (7 por pagarla a tiempo). Luego, en otro lado de la ciudad, Arcadio Leos al volante, de este lado, y con dirección al CECUT. Arcadio Leos se aproxima, casi llega. Pero termina, oh no, en la línea. !Mira que tener que cruzar cuando no hay que cruzar!
Viernes 30 d ejunio 2006: si hubo casualties, yo no me enteré.
--crg
Domingo 25 de junio del 2006: John Pluecker y Pepe Vazquez confiesan escribir short-stoetry.
Lunes 26 de junio del 2006: Reynaldo Jiménez pasa de revisión en revisión migratoria, sale, regresa, vuelve a pasar, hasta que obtiene, tiempo después como dicen los narradores, el permiso que le permitirá cruzar. El coche de Lorena Mancilla se queda sin luz cuando regresa (esto a causa, sin duda alguna, de la envidia universal) del concierto de radiohead. Abraham Morales Moreno stranded in Tijuana´s airport.
Martes 27 de junio del 2006: Jenny Donovan, Paloma Gonzalez, Abril Castro, Lorena Mancilla, y Sylvia Aguilar se enfrentan a un migra cuyo apellido es Loveless. da.
Miercoles 28 de junio del 2006: Roman Lujan pierde tarjeta de debito en hambriento banquero automatico fronterizo. Computadora fronteriza borra archivo de escritura de Paloma Gonzalez.
Jueves 29 de junio del 2006: Jenny Donovan y Cristina Rivera Garza se reúnen en Tijuana para hablar del proyecto. Hablan. Hablan mucho. Cuando salen de la cenaduría donde almorzaron (sic) ven la instalación que ha dejado sobre sus parabrisas el policía de tránsito: multa por exceder el tiempo del parquímetro. Costo MUY nacional: 14 dólares (7 por pagarla a tiempo). Luego, en otro lado de la ciudad, Arcadio Leos al volante, de este lado, y con dirección al CECUT. Arcadio Leos se aproxima, casi llega. Pero termina, oh no, en la línea. !Mira que tener que cruzar cuando no hay que cruzar!
Viernes 30 d ejunio 2006: si hubo casualties, yo no me enteré.
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Wednesday, June 21, 2006
BORDER WATCH: LAB CASUALTIES (primera semana)
Domingo 18 de junio 2006: Román Luján perdido por dos horas en distintas zonas de Playas de Tijuana. Noé Morales Muñoz stranded in Tijuana´s airport.
Lunes 19 de junio 2006: Lorena Mancilla olvida su visa en Rosarito. Amaranta Caballero stranded in Palm Ave. trolley station without a map.
Martes 20 de junio 2006: Cristna Rivera Garza y Pepe Porcayo perdidos por dos horas entre Imperial Beach y Chula Vista.
Miércoles 21 de junio 2006: Cristina Rivera Garza, Pepe Porcayo, y Paty Blake sobre carro súbitamente desclochado justo en la línea de cruce fronterizo. Costo de grúa binacional: 100 dólares. Diálogo entre migra-en-plan-de-feroz-crítico-literario y van llena de laboratoristas fronterizos: ¿y pertenecen a una congregación o secta? ¿y ustedes qué escriben? Imaginación radical requerida para poder escuchar los titubeos (y las mentiras a medias) de los que cruzan géneros. Jaime Romero y Arcadio Leos stranded in orange line.
Jueves 22 de junio 2006: casualty-free day.
Viernes 23 de junio 2006: Pepe Porcayo, John Pluecker, Cristina Rivera Garza, Pepe Vázquez y Amaranta Caballero impávidos frente a las puertas MUY cerradas del Zaca.
--crg
Domingo 18 de junio 2006: Román Luján perdido por dos horas en distintas zonas de Playas de Tijuana. Noé Morales Muñoz stranded in Tijuana´s airport.
Lunes 19 de junio 2006: Lorena Mancilla olvida su visa en Rosarito. Amaranta Caballero stranded in Palm Ave. trolley station without a map.
Martes 20 de junio 2006: Cristna Rivera Garza y Pepe Porcayo perdidos por dos horas entre Imperial Beach y Chula Vista.
Miércoles 21 de junio 2006: Cristina Rivera Garza, Pepe Porcayo, y Paty Blake sobre carro súbitamente desclochado justo en la línea de cruce fronterizo. Costo de grúa binacional: 100 dólares. Diálogo entre migra-en-plan-de-feroz-crítico-literario y van llena de laboratoristas fronterizos: ¿y pertenecen a una congregación o secta? ¿y ustedes qué escriben? Imaginación radical requerida para poder escuchar los titubeos (y las mentiras a medias) de los que cruzan géneros. Jaime Romero y Arcadio Leos stranded in orange line.
Jueves 22 de junio 2006: casualty-free day.
Viernes 23 de junio 2006: Pepe Porcayo, John Pluecker, Cristina Rivera Garza, Pepe Vázquez y Amaranta Caballero impávidos frente a las puertas MUY cerradas del Zaca.
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Friday, June 16, 2006
LA PRIMERA DAMA
El UniversalViernes 09 de junio de 2006
Sección Cultural, pág. 3
EL SUEÑO DE DERECHAS
AGM
Hace poco, una amiga mía anhelaba encontrar al hombre de su vida: un Pedro Armendáriz que la domine. Habla tres idiomas, tiene un doctorado y una prometedora profesión transnacional, es muy bonita. Le pregunté por qué necesita soñar ese sueño de derecha. Y en los últimos días no he dejado de preguntarme si todos nosotros, como sociedad, no estamos atrapados en una fantasía patética y muy similar. ¿Quién es el Pedro Armendáriz que merece nuestro suspiro y nuestro voto para dominarnos durante seis años?
(Adelantándose o respondiendo a esta fantasía, algunas fuerzas políticas se han asegurado de producir y llevar a los medios el espectáculo de muchas mujeres golpeadas, violadas, expulsadas del país. ¿Eso queremos? ¿Un Pedro Armendáriz que nos dé de toletazos, con todas las posibilidades metafóricas de tan bella frase? Sin duda eso quisieron los votantes hace seis años: un señor altote, de sombrero y botas, de humor populachero. ¿A quién echarle la culpa si no colmaron nuestros más íntimos anhelos?)
Debo reconocer que el paralelismo entre mi amiga y la Patria no es muy original: pasé mi infancia leyendo los libros de texto gratuitos, que me infundieron la certeza de que la Patria es una mestiza guapota, digna coestelar de cualquier producción de la Edad de Oro del Cine Nacional. ¿Cuáles serían sus fantasías eróticas? ¿Se limitaría a ceñirle las cananas a su Pedro Armendáriz, o tendría deseos más audaces? ¿Quién ha soñado otros sueños? ¿Cómo es un sueño de izquierda, o un sueño que pueda salir de esas limitadas direcciones binarias y merezca ser soñado en estos días?
Quizás existan en algunos lugares remotos de este país algunos votantes ilusionados, capaces de entregar sus esperanzas a alguno de los candidatos que se esmeran por pasar inadvertidos mientras llega el gran día. A mí lo que me queda claro es que ninguno quiere arriesgarse ni a levantar la voz, ni a salirse de lo permitido. No lo vaya a oír alguien que altere las encuestas o pueda organizar otro numerito no previsto en sus planes de campaña. Nosotros, sus votantes que esperamos la serenata en el balcón, somos lo último que les interesa. Apenas si alguno se ha dado un paseíto a caballo para convencernos de que es sexy.
Que ellos no puedan soñar un sueño digno del momento me parece normal en un burócrata. Pero la desilusión que escucho en todas partes, el hartazgo, el deseo de incinerar la credencial del IFE, ¿querrá decir que nos cansamos del sueño de derecha? ¿Alguno de nosotros estará a punto de soñar algo que nos inspire, nos excite, nos permita comprometernos durante seis años?
¿DE QUÉ COLOR ES TU TRAJE, PEDRO ARMENDÁRIZ?
GHD
¿Un superhéroe electoral? ¿Un Superman mexicano vestido de urna con todo y capa? ¿Acaso aquel hermano desconocido del Zorro (The Gay Blade ) interpretado por George Hamilton en los 80?
Pareciera el guión de un cómic que aun no acaba de dibujarse, pues no se puede retratar lo invisible. Para muchas de las personas integrantes de la disidencia a la heterosexualidad LGBT (Lesbianas Gays Bisexuales y Transexuales o Transgenéricas mexicanas) nuestra visibilidad política equivale a lo mismo: a la del vapor.
Como mujer transexual veo muy difícil que un Pedro Armendáriz venga cabalgando con su traje de charro y me ofrezca defender mis derechos ciudadanos en una pelea de seis años contra los malvados.
No lo creo, pues el recuerdo de Pedro Armendáriz que tengo está en blanco y negro. En este momento el multicolor panorama electoral es todo menos el arco iris que nos representa.
¿Podrá venir Pedro vestido de azul combinado con las blancas páginas de una Biblia abierta a asegurarme que peleará por la salvación de mi alma? Sin duda no por mis derechos, pese a que los pago con los impuestos de mis pantimedias.
¿Podrá venir vestido de sandía a mostrarme su testosterónica fuerza para garantizar que su machismo me hará sentir segura?
¿O quizá se pondrá su traje color yema de huevo y, con la bravura de un pez fuera del agua, saldrá dando coletazos hacia aquellos que aún me dicen que no existo, pese a que uno de los más importantes ideólogos de la izquierda española haya dicho que la homofobia en la izquierda es un acto contra natura?
¿Y si cambiamos a los tres Pedros, con todo y sus pistolas y sus trajes de charro camaleónico, por un sencillo ser humano con la sensibilidad de Rodríguez Zapatero?
En unos días España aprobará la Ley de Identidad de Género que permitirá a las mujeres transexuales como yo obtener su identidad legal. Pedro Zerolo, Miguel Fernández y Carla Antonelli lo lograrán, al igual que se ha logrado que todas las personas homosexuales tengan los mismos derechos que las heterosexuales, incluso la posibilidad de casarse y adoptar hijos. En Inglaterra el gobierno de Blair ya otorga la identidad femenina a las mujeres transexuales y permite las bodas homosexuales.
¿Y si sentamos a nuestro Pedro Armendáriz y lo ponemos a escuchar durante horas discos de Elton John y a ver películas de Almodóvar?
¿Y si le quitamos el complejo de machista Chapulín Colorado electoral listo para que lo invoque un votante heterosexual en problemas y en busca de una despensa o de un crédito en el Fobaproa? ¡Oh!, y ahora, ¿quién podrá defenderme?
El buen superhéroe armado de su urna justiciera me ofrece una cómoda invisibilidad, la transparencia decolorada. Ofrece ser mi fantasía sexual, hacerme sentirme mujer en una credencial oficial sólo si estoy dormida. Pero de alguna forma coincidimos: ambos queremos cambiar nuestros nombres legalmente.
Yo sueño con una credencial con mi nombre: Gloria, y él con el suyo: Peter.
Pero mientras él se acerca a lograrlo, yo espero con tedio la madrugada, abrazada a mi gato de peluche y viendo aquellas películas blanconegras de Pedro Armendáriz. Con un nada culpable dejo de imaginación puedo verlo filmarlas vestido de un flamante traje de charro color rosa.
Primera Dama es un colectivo formado por: Vizania Amezcua, Ishtar Cardona, Alberto Chimal, Juan Carlos Bautista, Adriana González Mateos, Saúl Gutiérrez, Noé Morales Muñoz y Cristina Rivera-Garza.
--crg
El UniversalViernes 09 de junio de 2006
Sección Cultural, pág. 3
EL SUEÑO DE DERECHAS
AGM
Hace poco, una amiga mía anhelaba encontrar al hombre de su vida: un Pedro Armendáriz que la domine. Habla tres idiomas, tiene un doctorado y una prometedora profesión transnacional, es muy bonita. Le pregunté por qué necesita soñar ese sueño de derecha. Y en los últimos días no he dejado de preguntarme si todos nosotros, como sociedad, no estamos atrapados en una fantasía patética y muy similar. ¿Quién es el Pedro Armendáriz que merece nuestro suspiro y nuestro voto para dominarnos durante seis años?
(Adelantándose o respondiendo a esta fantasía, algunas fuerzas políticas se han asegurado de producir y llevar a los medios el espectáculo de muchas mujeres golpeadas, violadas, expulsadas del país. ¿Eso queremos? ¿Un Pedro Armendáriz que nos dé de toletazos, con todas las posibilidades metafóricas de tan bella frase? Sin duda eso quisieron los votantes hace seis años: un señor altote, de sombrero y botas, de humor populachero. ¿A quién echarle la culpa si no colmaron nuestros más íntimos anhelos?)
Debo reconocer que el paralelismo entre mi amiga y la Patria no es muy original: pasé mi infancia leyendo los libros de texto gratuitos, que me infundieron la certeza de que la Patria es una mestiza guapota, digna coestelar de cualquier producción de la Edad de Oro del Cine Nacional. ¿Cuáles serían sus fantasías eróticas? ¿Se limitaría a ceñirle las cananas a su Pedro Armendáriz, o tendría deseos más audaces? ¿Quién ha soñado otros sueños? ¿Cómo es un sueño de izquierda, o un sueño que pueda salir de esas limitadas direcciones binarias y merezca ser soñado en estos días?
Quizás existan en algunos lugares remotos de este país algunos votantes ilusionados, capaces de entregar sus esperanzas a alguno de los candidatos que se esmeran por pasar inadvertidos mientras llega el gran día. A mí lo que me queda claro es que ninguno quiere arriesgarse ni a levantar la voz, ni a salirse de lo permitido. No lo vaya a oír alguien que altere las encuestas o pueda organizar otro numerito no previsto en sus planes de campaña. Nosotros, sus votantes que esperamos la serenata en el balcón, somos lo último que les interesa. Apenas si alguno se ha dado un paseíto a caballo para convencernos de que es sexy.
Que ellos no puedan soñar un sueño digno del momento me parece normal en un burócrata. Pero la desilusión que escucho en todas partes, el hartazgo, el deseo de incinerar la credencial del IFE, ¿querrá decir que nos cansamos del sueño de derecha? ¿Alguno de nosotros estará a punto de soñar algo que nos inspire, nos excite, nos permita comprometernos durante seis años?
¿DE QUÉ COLOR ES TU TRAJE, PEDRO ARMENDÁRIZ?
GHD
¿Un superhéroe electoral? ¿Un Superman mexicano vestido de urna con todo y capa? ¿Acaso aquel hermano desconocido del Zorro (The Gay Blade ) interpretado por George Hamilton en los 80?
Pareciera el guión de un cómic que aun no acaba de dibujarse, pues no se puede retratar lo invisible. Para muchas de las personas integrantes de la disidencia a la heterosexualidad LGBT (Lesbianas Gays Bisexuales y Transexuales o Transgenéricas mexicanas) nuestra visibilidad política equivale a lo mismo: a la del vapor.
Como mujer transexual veo muy difícil que un Pedro Armendáriz venga cabalgando con su traje de charro y me ofrezca defender mis derechos ciudadanos en una pelea de seis años contra los malvados.
No lo creo, pues el recuerdo de Pedro Armendáriz que tengo está en blanco y negro. En este momento el multicolor panorama electoral es todo menos el arco iris que nos representa.
¿Podrá venir Pedro vestido de azul combinado con las blancas páginas de una Biblia abierta a asegurarme que peleará por la salvación de mi alma? Sin duda no por mis derechos, pese a que los pago con los impuestos de mis pantimedias.
¿Podrá venir vestido de sandía a mostrarme su testosterónica fuerza para garantizar que su machismo me hará sentir segura?
¿O quizá se pondrá su traje color yema de huevo y, con la bravura de un pez fuera del agua, saldrá dando coletazos hacia aquellos que aún me dicen que no existo, pese a que uno de los más importantes ideólogos de la izquierda española haya dicho que la homofobia en la izquierda es un acto contra natura?
¿Y si cambiamos a los tres Pedros, con todo y sus pistolas y sus trajes de charro camaleónico, por un sencillo ser humano con la sensibilidad de Rodríguez Zapatero?
En unos días España aprobará la Ley de Identidad de Género que permitirá a las mujeres transexuales como yo obtener su identidad legal. Pedro Zerolo, Miguel Fernández y Carla Antonelli lo lograrán, al igual que se ha logrado que todas las personas homosexuales tengan los mismos derechos que las heterosexuales, incluso la posibilidad de casarse y adoptar hijos. En Inglaterra el gobierno de Blair ya otorga la identidad femenina a las mujeres transexuales y permite las bodas homosexuales.
¿Y si sentamos a nuestro Pedro Armendáriz y lo ponemos a escuchar durante horas discos de Elton John y a ver películas de Almodóvar?
¿Y si le quitamos el complejo de machista Chapulín Colorado electoral listo para que lo invoque un votante heterosexual en problemas y en busca de una despensa o de un crédito en el Fobaproa? ¡Oh!, y ahora, ¿quién podrá defenderme?
El buen superhéroe armado de su urna justiciera me ofrece una cómoda invisibilidad, la transparencia decolorada. Ofrece ser mi fantasía sexual, hacerme sentirme mujer en una credencial oficial sólo si estoy dormida. Pero de alguna forma coincidimos: ambos queremos cambiar nuestros nombres legalmente.
Yo sueño con una credencial con mi nombre: Gloria, y él con el suyo: Peter.
Pero mientras él se acerca a lograrlo, yo espero con tedio la madrugada, abrazada a mi gato de peluche y viendo aquellas películas blanconegras de Pedro Armendáriz. Con un nada culpable dejo de imaginación puedo verlo filmarlas vestido de un flamante traje de charro color rosa.
Primera Dama es un colectivo formado por: Vizania Amezcua, Ishtar Cardona, Alberto Chimal, Juan Carlos Bautista, Adriana González Mateos, Saúl Gutiérrez, Noé Morales Muñoz y Cristina Rivera-Garza.
--crg
Tuesday, June 13, 2006
EVE DICE:
Los invito a leer esta nota de mi blog referente a la Semana de la Mujer Invisible:
AQUÍ
Gracias, besos
ev
Puedes leerla en:
www.evetrenzas.blogspot.com
www.evegil.blogspot.com
Por segundo año consecutivo, Cristina Rivera Garza monta un evento que bajo un tamiz divertido logra su real propósito de invitar a la reflexión a sus participantes. La Internacional Semana de la Mujer Invisible reunió a un grupo de mujeres artistas de diversas disciplinas que echaron a volar su imaginación para manifestar su respectiva experiencia con la invisibilidad, pues de hecho la de la invisibilidad es una experiencia prácticamente inherente a la condición femenina, como dejaron asentado Virginia Woolf en Mrs. Dalloway, o Rosario Castellanos en Balún Canán; fenómeno, aclaremos, más cultural que físico -aunque evidentemente la mayoría de nosotras recurrió, para su representación, a los símiles de la Sue Storm de Los cuatro fantásticos y el referente novelístico de H.G Wells-, que las obras antes citadas abordan no sin ironía: por un lado, la invisibilidad de la esposa del hombre importante en relación con este, y la de una niña pequeña respecto a su hermanito varón. Se trata, por supuesto, de una circunstancia relativa, pues la presencia corpórea de estas personajes en advertida por quienes las rodean. Lo que definitivamente pasa desapercibido para todo mundo, es la importancia de ese ser, es decir, su calidad de ser humano, al grado de que a la madre de la niña narradora de Balún Canán la presencia de esta no la frena para lamentarse, en el lecho de muerte de su hijo, que sea el varón y no la hembra quien haya muerto.
La mayoría de nosotras tiene experiencias de invisibilidad qué contar. Me viene a la mente una que me contó mi madre, que en su juventud fue muy acosada por tenorios callejeros debido a su gran belleza. "Un día, de repente, dejaron de voltearse en la calle para mirarme; prácticamente se estrellaban contra mí cuando caminaba sobre la acera. Cesaron abruptamente los piropos y los dependientes ya no me sonreían. Supe, de un momento a otro, que había dejado de ser joven, y fue el día más horrible de mi vida." La mujer, pareciera ser, se transforma en un ser transparente apenas se aleja de los estereotipos vigentes de belleza, y por supuesto no faltan las que, buscando desesperadamente recuperar presencia, recurren a soluciones verdaderamente extremas como, por ejemplo, ropa llamativa o implantes de silicona; esfuerzos que llegan a resultar patéticos, sobre todo cuando estas mujeres invisibles se transforman en una prótesis que camina. Otra experiencia de invisibilidad es la que cotidianamente lidian las mujeres que anteponen el cerebro a la apariencia física. Ejemplo: Patricia Mercado es una candidata presidencial invisible. Si fuera un requisito medir el coeficiente intelectual de los cinco presidenciables -sí, son cinco y no cuatro-, es un hecho que la candidata invisible superaría con creces a sus contrincantes, sin embargo nadie la ve, ni la oye. En este tenor, la académica Maricruz Castro Ricalde sorprendió a los asistentes a la Internacional Semana de la Mujer Invisible con una instalación en la que se exhibían las portadas de todas las antologías en lengua castellana que han omitido a las escritoras. Salvo las dos o tres féminas incluidas como de cajón, pudiéramos enumerar entre las más ilustres invisibles de la literatura mexicana a la mismísima Elena Garro (de esa especie de invisible chocarrera que nadie ve pero todos oyen), seguida de Nellie Campobello, Guadalupe Dueñas, Ámparo Dávila, Emma Dolujanoff, Aurora Reyes, Josefina Vicens, Luisa Josefina Hernández, María Luisa Mendoza, María Elvia Bermúdez, Vilma Fuentes, Gabriela Rábago Palafox, Emma Godoy, María Luisa Puga y un etcétera interminable que debiera incluir asimismo a otras tantas extraordinarias escritoras latinoamericanas poco conocidas, no obstante su genialidad, entre otras la argentina Luisa Valenzuela, la uruguaya Cristina Peri Rossi, la chilena Diamela Eltit, la peruana Patricia de Souza, la ecuatoriana Alicia Yanez Cossio, la costarricense Carmen Naranjo, la venezolana Victoria Stefano, la puertorriqueña Mayra Santos Febres, la colombiana Alba Lucía Angel, y otro larguísimo etcétera.
Por supuesto, no falta el ingenuo (a) que considere que es un problema de ausencia; que la razón de la escasez de nombres femeninos en la historia del arte, de la política, de la ciencia y de la religión se debe a la falta de coraje de las propias mujeres, peor aún, a la falta de talento e inteligencia, y si bien debe ser cierto que muchas mujeres optaron por doblar las manos (pienso, por ejemplo, en Alma Mahler que eligió no eclipsar a su célebre marido y de motu propio guardó sus partituras en un baúl), pero muchas otras, no obstante no haber cejado en el empeño y haber sorteado toda clase de vejaciones (pienso en la pintora Artemisia... en la escultora Camille Claudel... en la compositora Fanny Mendlesshon... en la dramaturga contemporánea de Shakespeare, Aphra Behn... en la mismísima Sor Juana). Invisibles permanecen precursoras de géneros literarios como Ann Radcliffe, iniciadora de la novela negra a finales del siglo XVIII; Mary Shelley, la ignorada autora de Frankenstein, a quien apenas Isaac Asimov le concede la gracia de reconocerla como creadora de la ciencia ficción; Josephina Niggli, la primera escritora mexicana que escribió una novela que puede calificarse de "tema fronterizo", cuarenta años antes que Crosrhwaite, Parra y anexas; Fanny Burney, autora de la primera novela epistolar, Evelina; Madame de Stäel, la iniciadora del romanticismo... todas permanecen invisibles en sus respectivos campos de acción, salvadas acaso por biógrafos y biógrafas sinceramente conmovidos por las dolorosas circunstancias en que estas artistas ejercieron su vocación sin esperar nada a cambio como no fuera la satisfacción de su propio arte. La lista continuaría si revisamos los libros de historia: le fue más fácil pasar a la posteridad a la reina María Antonieta, gracias a la inmolación con la que cierra una biografía surcada de aventuras galantes, que a la valerosa Madame, que virtualmente se jugó la cabeza escribiendo incendiarios artículos contra Robespierre. Quizá porque a los historiadores machistas les importa más resaltar los aspectos negativos de las mujeres que los negativos.
Por todo lo anterior, la convocatoria de Cristina Rivera Garza adquiere una relevancia por encima de un divertido reto de ingenio: invita, inevitablemente, a la reflexión respecto a una injusticia de suyo histórica.
Los invito a leer esta nota de mi blog referente a la Semana de la Mujer Invisible:
AQUÍ
Gracias, besos
ev
Puedes leerla en:
www.evetrenzas.blogspot.com
www.evegil.blogspot.com
Por segundo año consecutivo, Cristina Rivera Garza monta un evento que bajo un tamiz divertido logra su real propósito de invitar a la reflexión a sus participantes. La Internacional Semana de la Mujer Invisible reunió a un grupo de mujeres artistas de diversas disciplinas que echaron a volar su imaginación para manifestar su respectiva experiencia con la invisibilidad, pues de hecho la de la invisibilidad es una experiencia prácticamente inherente a la condición femenina, como dejaron asentado Virginia Woolf en Mrs. Dalloway, o Rosario Castellanos en Balún Canán; fenómeno, aclaremos, más cultural que físico -aunque evidentemente la mayoría de nosotras recurrió, para su representación, a los símiles de la Sue Storm de Los cuatro fantásticos y el referente novelístico de H.G Wells-, que las obras antes citadas abordan no sin ironía: por un lado, la invisibilidad de la esposa del hombre importante en relación con este, y la de una niña pequeña respecto a su hermanito varón. Se trata, por supuesto, de una circunstancia relativa, pues la presencia corpórea de estas personajes en advertida por quienes las rodean. Lo que definitivamente pasa desapercibido para todo mundo, es la importancia de ese ser, es decir, su calidad de ser humano, al grado de que a la madre de la niña narradora de Balún Canán la presencia de esta no la frena para lamentarse, en el lecho de muerte de su hijo, que sea el varón y no la hembra quien haya muerto.
La mayoría de nosotras tiene experiencias de invisibilidad qué contar. Me viene a la mente una que me contó mi madre, que en su juventud fue muy acosada por tenorios callejeros debido a su gran belleza. "Un día, de repente, dejaron de voltearse en la calle para mirarme; prácticamente se estrellaban contra mí cuando caminaba sobre la acera. Cesaron abruptamente los piropos y los dependientes ya no me sonreían. Supe, de un momento a otro, que había dejado de ser joven, y fue el día más horrible de mi vida." La mujer, pareciera ser, se transforma en un ser transparente apenas se aleja de los estereotipos vigentes de belleza, y por supuesto no faltan las que, buscando desesperadamente recuperar presencia, recurren a soluciones verdaderamente extremas como, por ejemplo, ropa llamativa o implantes de silicona; esfuerzos que llegan a resultar patéticos, sobre todo cuando estas mujeres invisibles se transforman en una prótesis que camina. Otra experiencia de invisibilidad es la que cotidianamente lidian las mujeres que anteponen el cerebro a la apariencia física. Ejemplo: Patricia Mercado es una candidata presidencial invisible. Si fuera un requisito medir el coeficiente intelectual de los cinco presidenciables -sí, son cinco y no cuatro-, es un hecho que la candidata invisible superaría con creces a sus contrincantes, sin embargo nadie la ve, ni la oye. En este tenor, la académica Maricruz Castro Ricalde sorprendió a los asistentes a la Internacional Semana de la Mujer Invisible con una instalación en la que se exhibían las portadas de todas las antologías en lengua castellana que han omitido a las escritoras. Salvo las dos o tres féminas incluidas como de cajón, pudiéramos enumerar entre las más ilustres invisibles de la literatura mexicana a la mismísima Elena Garro (de esa especie de invisible chocarrera que nadie ve pero todos oyen), seguida de Nellie Campobello, Guadalupe Dueñas, Ámparo Dávila, Emma Dolujanoff, Aurora Reyes, Josefina Vicens, Luisa Josefina Hernández, María Luisa Mendoza, María Elvia Bermúdez, Vilma Fuentes, Gabriela Rábago Palafox, Emma Godoy, María Luisa Puga y un etcétera interminable que debiera incluir asimismo a otras tantas extraordinarias escritoras latinoamericanas poco conocidas, no obstante su genialidad, entre otras la argentina Luisa Valenzuela, la uruguaya Cristina Peri Rossi, la chilena Diamela Eltit, la peruana Patricia de Souza, la ecuatoriana Alicia Yanez Cossio, la costarricense Carmen Naranjo, la venezolana Victoria Stefano, la puertorriqueña Mayra Santos Febres, la colombiana Alba Lucía Angel, y otro larguísimo etcétera.
Por supuesto, no falta el ingenuo (a) que considere que es un problema de ausencia; que la razón de la escasez de nombres femeninos en la historia del arte, de la política, de la ciencia y de la religión se debe a la falta de coraje de las propias mujeres, peor aún, a la falta de talento e inteligencia, y si bien debe ser cierto que muchas mujeres optaron por doblar las manos (pienso, por ejemplo, en Alma Mahler que eligió no eclipsar a su célebre marido y de motu propio guardó sus partituras en un baúl), pero muchas otras, no obstante no haber cejado en el empeño y haber sorteado toda clase de vejaciones (pienso en la pintora Artemisia... en la escultora Camille Claudel... en la compositora Fanny Mendlesshon... en la dramaturga contemporánea de Shakespeare, Aphra Behn... en la mismísima Sor Juana). Invisibles permanecen precursoras de géneros literarios como Ann Radcliffe, iniciadora de la novela negra a finales del siglo XVIII; Mary Shelley, la ignorada autora de Frankenstein, a quien apenas Isaac Asimov le concede la gracia de reconocerla como creadora de la ciencia ficción; Josephina Niggli, la primera escritora mexicana que escribió una novela que puede calificarse de "tema fronterizo", cuarenta años antes que Crosrhwaite, Parra y anexas; Fanny Burney, autora de la primera novela epistolar, Evelina; Madame de Stäel, la iniciadora del romanticismo... todas permanecen invisibles en sus respectivos campos de acción, salvadas acaso por biógrafos y biógrafas sinceramente conmovidos por las dolorosas circunstancias en que estas artistas ejercieron su vocación sin esperar nada a cambio como no fuera la satisfacción de su propio arte. La lista continuaría si revisamos los libros de historia: le fue más fácil pasar a la posteridad a la reina María Antonieta, gracias a la inmolación con la que cierra una biografía surcada de aventuras galantes, que a la valerosa Madame, que virtualmente se jugó la cabeza escribiendo incendiarios artículos contra Robespierre. Quizá porque a los historiadores machistas les importa más resaltar los aspectos negativos de las mujeres que los negativos.
Por todo lo anterior, la convocatoria de Cristina Rivera Garza adquiere una relevancia por encima de un divertido reto de ingenio: invita, inevitablemente, a la reflexión respecto a una injusticia de suyo histórica.
Monday, June 05, 2006
LA PRIMERA DAMA
El Universal
Viernes 2 de junio de 2006
Sección Cultura, pagina 3
Irreverente exploración de las prácticas contemporáneas desde nuestros cuerpos diversos, fragmentados, reunificados, inventados. Teatro, masculinidades, literatura, queernes, sociología, feminidades y no poco de frivolidad involucrados.
Las inciales son de Vizania Amezcua (narradora), Juan Carlos Bautista (poeta), Ishtar Cardona (doctora en sociología), Alberto Chimal (narrador), Adriana González Mateos (narradora y doctora en literatura), Saúl Gutiérrez (doctor en sociología), Noé Morales Muñoz (dramaturgo) y Cristina Rivera-Garza (narradora y doctora en historia).
Invasiones al territorio del cuerpo
V. A.
No es casualidad que a mayor grado de violencia de una imagen, mayor sea el número de veces que cualquier canal de televisión está dispuesto a exhibirla, bajo el consabido lema que dicta: “el miedo —entiéndase también como impacto del más explícito morbo o simulado “encausamiento” de la conciencia social— vende, y vende bien”. Como tampoco resulta casual que, más allá de su inicial impacto visual y la racional indignación, el miedo o la más visceral furia que pueda provocar, esa suerte de dejá vú y entusiasmo casi infantil que lleva a las televisoras a repetirla ad infinitum, permita a los espectadores generar para sí la idea de que por el simple hecho de verla en repetidas ocasiones, ya están enterados, ya forman parte de la “realidad”.
En días recientes, imágenes cargadas de una buena dosis de violencia, que en cada golpe, patada o palazo, dejaban escuchar el nombre de San Salvador Atenco, inundaron las pantallas chicas con una oleada de retransmisiones que se antojaba tan inagotable como la propia marea.
Pero poco tiempo después, los medios impresos, seguidos después por los electrónicos, se encargaron de darle una nueva vuelta de tuerca a lo sucedido en Atenco: más allá de los mamporros en cámara, otro tipo de agresiones se dieron en “lo oscurito”. Y si bien, en el caso de los textos que pudimos leer al respecto, la imagen y su repetición no fueron el motor encargado de generar el impacto, sino la imaginación que ante lo que “no ve”, potencializa —quizá de forma más siniestra— lo que apenas las palabras esbozan, con dos tipos de lenguaje informativo, el espectador se vio, aparte de otras múltiples aristas de lectura, frente a un común denominador: el cuerpo como espacio para la violencia, como territorio en que es posible la invasión y en que el muro que debería dividir lo público de lo privado se derrumba.
En efecto, la violencia hacia el cuerpo ha pasado de ser un secreto ignominioso, siempre insuficientemente guardado y regulado, a un aspecto que ocupa en nuestros días un lugar destacado entre los fenómenos de intervención mediática. Golpes en el rostro por televisión, invasiones a la intimidad del cuerpo descritas en la página, pero al final, ambas agresiones que vuelven a retomar la vulnerabilidad del cuerpo y a ponerla en un primer plano, bajo ese microscopio que parece arrojar: si el individuo se reconoce primero por su cuerpo, la violentación del mismo cuestiona su propia identidad. Una pregunta que quizá no apareció impresa o en voz en off acompañando las imágenes, pero que permanece suspendida: ¿todavía considera, querido lector, que su cuerpo es un espacio seguro?
Temer el cuerpo
NMM
Our bodies are our gardens,
to the which our wills are gardeners
Othello, I-III
La puesta en delirio emplazada por los medios de comunicación a raíz de los sucesos de Atenco resulta fácilmente descifrable: por un efecto de acumulación, se exacerban nuestros temores más acendrados respecto a un posible escenario de violencia generalizada, multitudinaria, a campo abierto. El temor, entonces, debía encausarse hacia una eventual balcanización del entorno cotidiano, algo que la metrópoli no alberga desde tiempos de la Decena Trágica o, a otra escala, desde el ocaso del diazordazismo.
Empero, las conciencias se perturban más ante la exposición de otra forma de violencia: la de un cuerpo avasallado por la fuerza en la intimidad. El relato de Valentina Palma (por nombrar el más conspicuo) opera en sentido contrario a la imagen una y mil veces vista: configuramos, a partir de su palabra, los episodios de una lucha privada, cara a cara, sin cámaras ni reflectores. Una lucha, además, desigual por necesidad. Asistimos a la degradación de lo poco que de nosotros mismos tenemos por cierto: nuestro cuerpo, continente de todo cuanto somos, representación concreta de nuestra identidad, puede reducirse, por la acción de otro, a un embalaje oprobioso, a los despojos de un conjunto que, al sernos arrebatado, ya no puede pertenecernos del todo. Somos, a partir de ello, cautivos de nuestros miedos, con el cuerpo como celda. Con el cuerpo como prisionero.
No sólo vemos surgir el temor lógico de la mujer que, sabiendo de sus desventajas físicas respecto al hombre, ve reflejada en el testimonio de otra mujer su propia vulnerabilidad. La cuestión tampoco se reduce a que algún hombre pueda identificar en la del verdugo la vertiente ominosa de su propia libido. Se trata de la revelación, como dejó dicho Deleuze antes de arrojarse por la ventana, del deseo como voluntad de poder, como generador activo de realidad. ¿Y se puede desear con el cuerpo alterado? ¿Qué porción de realidad podemos emanar en tal estado sino nuestra contribución a la espiral? Acallado y sometido, resaltada su fragilidad, nuestro instrumento deseante se ve amenazado ante la posibilidad de insertarse, activa o pasivamente, en una realidad signada por la brutalidad. Entonces, el cuerpo sufre su silencio. Lo han atemorizado.
Ante ello, ¿qué camino elegir? ¿El salto al vacío del filósofo? ¿El cultivo meticuloso de las obsesiones, como el del poeta? Yo, amable lector, ya he elegido mi ruta: dejaré que mi cuerpo, y yo con él, siga deseando. Así habré librado mi propia batalla.
--crg
El Universal
Viernes 2 de junio de 2006
Sección Cultura, pagina 3
Irreverente exploración de las prácticas contemporáneas desde nuestros cuerpos diversos, fragmentados, reunificados, inventados. Teatro, masculinidades, literatura, queernes, sociología, feminidades y no poco de frivolidad involucrados.
Las inciales son de Vizania Amezcua (narradora), Juan Carlos Bautista (poeta), Ishtar Cardona (doctora en sociología), Alberto Chimal (narrador), Adriana González Mateos (narradora y doctora en literatura), Saúl Gutiérrez (doctor en sociología), Noé Morales Muñoz (dramaturgo) y Cristina Rivera-Garza (narradora y doctora en historia).
Invasiones al territorio del cuerpo
V. A.
No es casualidad que a mayor grado de violencia de una imagen, mayor sea el número de veces que cualquier canal de televisión está dispuesto a exhibirla, bajo el consabido lema que dicta: “el miedo —entiéndase también como impacto del más explícito morbo o simulado “encausamiento” de la conciencia social— vende, y vende bien”. Como tampoco resulta casual que, más allá de su inicial impacto visual y la racional indignación, el miedo o la más visceral furia que pueda provocar, esa suerte de dejá vú y entusiasmo casi infantil que lleva a las televisoras a repetirla ad infinitum, permita a los espectadores generar para sí la idea de que por el simple hecho de verla en repetidas ocasiones, ya están enterados, ya forman parte de la “realidad”.
En días recientes, imágenes cargadas de una buena dosis de violencia, que en cada golpe, patada o palazo, dejaban escuchar el nombre de San Salvador Atenco, inundaron las pantallas chicas con una oleada de retransmisiones que se antojaba tan inagotable como la propia marea.
Pero poco tiempo después, los medios impresos, seguidos después por los electrónicos, se encargaron de darle una nueva vuelta de tuerca a lo sucedido en Atenco: más allá de los mamporros en cámara, otro tipo de agresiones se dieron en “lo oscurito”. Y si bien, en el caso de los textos que pudimos leer al respecto, la imagen y su repetición no fueron el motor encargado de generar el impacto, sino la imaginación que ante lo que “no ve”, potencializa —quizá de forma más siniestra— lo que apenas las palabras esbozan, con dos tipos de lenguaje informativo, el espectador se vio, aparte de otras múltiples aristas de lectura, frente a un común denominador: el cuerpo como espacio para la violencia, como territorio en que es posible la invasión y en que el muro que debería dividir lo público de lo privado se derrumba.
En efecto, la violencia hacia el cuerpo ha pasado de ser un secreto ignominioso, siempre insuficientemente guardado y regulado, a un aspecto que ocupa en nuestros días un lugar destacado entre los fenómenos de intervención mediática. Golpes en el rostro por televisión, invasiones a la intimidad del cuerpo descritas en la página, pero al final, ambas agresiones que vuelven a retomar la vulnerabilidad del cuerpo y a ponerla en un primer plano, bajo ese microscopio que parece arrojar: si el individuo se reconoce primero por su cuerpo, la violentación del mismo cuestiona su propia identidad. Una pregunta que quizá no apareció impresa o en voz en off acompañando las imágenes, pero que permanece suspendida: ¿todavía considera, querido lector, que su cuerpo es un espacio seguro?
Temer el cuerpo
NMM
Our bodies are our gardens,
to the which our wills are gardeners
Othello, I-III
La puesta en delirio emplazada por los medios de comunicación a raíz de los sucesos de Atenco resulta fácilmente descifrable: por un efecto de acumulación, se exacerban nuestros temores más acendrados respecto a un posible escenario de violencia generalizada, multitudinaria, a campo abierto. El temor, entonces, debía encausarse hacia una eventual balcanización del entorno cotidiano, algo que la metrópoli no alberga desde tiempos de la Decena Trágica o, a otra escala, desde el ocaso del diazordazismo.
Empero, las conciencias se perturban más ante la exposición de otra forma de violencia: la de un cuerpo avasallado por la fuerza en la intimidad. El relato de Valentina Palma (por nombrar el más conspicuo) opera en sentido contrario a la imagen una y mil veces vista: configuramos, a partir de su palabra, los episodios de una lucha privada, cara a cara, sin cámaras ni reflectores. Una lucha, además, desigual por necesidad. Asistimos a la degradación de lo poco que de nosotros mismos tenemos por cierto: nuestro cuerpo, continente de todo cuanto somos, representación concreta de nuestra identidad, puede reducirse, por la acción de otro, a un embalaje oprobioso, a los despojos de un conjunto que, al sernos arrebatado, ya no puede pertenecernos del todo. Somos, a partir de ello, cautivos de nuestros miedos, con el cuerpo como celda. Con el cuerpo como prisionero.
No sólo vemos surgir el temor lógico de la mujer que, sabiendo de sus desventajas físicas respecto al hombre, ve reflejada en el testimonio de otra mujer su propia vulnerabilidad. La cuestión tampoco se reduce a que algún hombre pueda identificar en la del verdugo la vertiente ominosa de su propia libido. Se trata de la revelación, como dejó dicho Deleuze antes de arrojarse por la ventana, del deseo como voluntad de poder, como generador activo de realidad. ¿Y se puede desear con el cuerpo alterado? ¿Qué porción de realidad podemos emanar en tal estado sino nuestra contribución a la espiral? Acallado y sometido, resaltada su fragilidad, nuestro instrumento deseante se ve amenazado ante la posibilidad de insertarse, activa o pasivamente, en una realidad signada por la brutalidad. Entonces, el cuerpo sufre su silencio. Lo han atemorizado.
Ante ello, ¿qué camino elegir? ¿El salto al vacío del filósofo? ¿El cultivo meticuloso de las obsesiones, como el del poeta? Yo, amable lector, ya he elegido mi ruta: dejaré que mi cuerpo, y yo con él, siga deseando. Así habré librado mi propia batalla.
--crg
Friday, June 02, 2006
TARDE PERO A TIEMPO: LA MUJER INVISIBLE: EURYDITH
Tanya Huntington
In her flight, she scarcely felt the sting that
firmly shut the windows of her senses
one by one and left her twitching on the grass.
She fell endless as we fall in dreams
into the creek, which claimed her soluble soul
and flowed with her upriver underground.
The second time she died it was the same
in terms of fear, the only difference was
the source.
Orpheus looked back and lost her,
Lot's wife looked back and was lost.
The closeof day leaned hard against the plains of sand,
pressing out the lives of men much like grapes
are flattened underneath a calloused heel.
Perhaps her mind wandered back through the streets
of Sodom, in search of something left behind.
She alone stands upright where the horizontal
slab of heaven meets the earth.
Her salt is that of tears, or sweat, or dirt.
--crg
Tanya Huntington
In her flight, she scarcely felt the sting that
firmly shut the windows of her senses
one by one and left her twitching on the grass.
She fell endless as we fall in dreams
into the creek, which claimed her soluble soul
and flowed with her upriver underground.
The second time she died it was the same
in terms of fear, the only difference was
the source.
Orpheus looked back and lost her,
Lot's wife looked back and was lost.
The closeof day leaned hard against the plains of sand,
pressing out the lives of men much like grapes
are flattened underneath a calloused heel.
Perhaps her mind wandered back through the streets
of Sodom, in search of something left behind.
She alone stands upright where the horizontal
slab of heaven meets the earth.
Her salt is that of tears, or sweat, or dirt.
--crg
Thursday, June 01, 2006
TEXTO JUSTO EN ESTE MOMENTO
(Leyéndolo Rosa Beltrán en la Casa Refugio Citlaltépetl de la ciudad de México)
Heme aquí
Por: Rosa Beltrán
Hace dos millones de años que surgió la presencia del hombre en la Tierra. La criatura que nosotros llamamos hombre apareció en África al principio de la época llamada Pleistoceno o período Glaciar. Desde su hogar africano aquel remoto fabricante de herramientas se desplazó gradualmente hacia Europa, el sur de Asia y finalmente América. Ahora bien, ¿qué factor permitió al hombre diferenciarse de sus antecesores animales? La primacía del hombre es el resultado de su capacidad cultural, de milenios de tradición y experiencia y no de sus características físicas que son en muchos aspectos inferiores a las de otros animales.El hombre ha tenido siempre un constante impulso de progreso.
El hombre es un primate, pero a diferencia de otros primates actuales, el hombre se orientó hacia el alimento animal, más difícil de obtener que el vegetal y esto hizo de él un cazador. El problema de encontrar alimento fue también un acicate para que los hombres se agruparan. Una vez agrupado, el hombre descubrió la palabra y a través de ésta, pudo transmitir sus ideas y sus técnicas para obtener alimentos a los más jóvenes. La existencia del cazador hubo de ser muy azarosa, pero garantizaba la libertad individual y ambas realidades, peligro y libertad de acción, debieron desempeñar un papel esencial en la aparición de los ideales religiosos, del arte y de la música producto de una evidente evolución del hombre. Con el surgimiento de la civilización urbana, la libertad personal del individuo continuó hasta la creación, por los griegos, de instituciones democráticas. El hombre ha tenido siempre curiosidad por explicarse el mundo. Al principio, tal conocimiento dependió de tradiciones orales, sustituidas más tarde por relatos escritos que llevaron finalmente a producir las grandes obras maestras de los grandes autores, la descripción del mundo que habitamos, la cura de enfermedades, el desarrollo tecnológico y los grandes descubrimientos del hombre que han dado como consecuencia lo que conocemos como civilización.
Pese a la deplorable realidad de la destrucción y la guerra, no cabe duda de que el paso del hombre por la Tierra es causa de un continuo asombro: domesticó animales, atravesó desiertos, migró hasta el último confín y se adueñó de su ambiente en las más adversas condiciones. En 1969 el hombre llegó a la luna. En definitiva, el despertar del hombre fue, en esencia, el hecho preliminar al desarrollo consciente de las ideas de libertad y de iniciativa personal que tanto contribuyeron luego al desarrollo de la humanidad.
*Tomado de Nueva Historia Universal, Barcelona y México, Promexa, 1984. Ed. original inglesa: The Hamlyn Publishing Group Limited.
(Leyéndolo Rosa Beltrán en la Casa Refugio Citlaltépetl de la ciudad de México)
Heme aquí
Por: Rosa Beltrán
Hace dos millones de años que surgió la presencia del hombre en la Tierra. La criatura que nosotros llamamos hombre apareció en África al principio de la época llamada Pleistoceno o período Glaciar. Desde su hogar africano aquel remoto fabricante de herramientas se desplazó gradualmente hacia Europa, el sur de Asia y finalmente América. Ahora bien, ¿qué factor permitió al hombre diferenciarse de sus antecesores animales? La primacía del hombre es el resultado de su capacidad cultural, de milenios de tradición y experiencia y no de sus características físicas que son en muchos aspectos inferiores a las de otros animales.El hombre ha tenido siempre un constante impulso de progreso.
El hombre es un primate, pero a diferencia de otros primates actuales, el hombre se orientó hacia el alimento animal, más difícil de obtener que el vegetal y esto hizo de él un cazador. El problema de encontrar alimento fue también un acicate para que los hombres se agruparan. Una vez agrupado, el hombre descubrió la palabra y a través de ésta, pudo transmitir sus ideas y sus técnicas para obtener alimentos a los más jóvenes. La existencia del cazador hubo de ser muy azarosa, pero garantizaba la libertad individual y ambas realidades, peligro y libertad de acción, debieron desempeñar un papel esencial en la aparición de los ideales religiosos, del arte y de la música producto de una evidente evolución del hombre. Con el surgimiento de la civilización urbana, la libertad personal del individuo continuó hasta la creación, por los griegos, de instituciones democráticas. El hombre ha tenido siempre curiosidad por explicarse el mundo. Al principio, tal conocimiento dependió de tradiciones orales, sustituidas más tarde por relatos escritos que llevaron finalmente a producir las grandes obras maestras de los grandes autores, la descripción del mundo que habitamos, la cura de enfermedades, el desarrollo tecnológico y los grandes descubrimientos del hombre que han dado como consecuencia lo que conocemos como civilización.
Pese a la deplorable realidad de la destrucción y la guerra, no cabe duda de que el paso del hombre por la Tierra es causa de un continuo asombro: domesticó animales, atravesó desiertos, migró hasta el último confín y se adueñó de su ambiente en las más adversas condiciones. En 1969 el hombre llegó a la luna. En definitiva, el despertar del hombre fue, en esencia, el hecho preliminar al desarrollo consciente de las ideas de libertad y de iniciativa personal que tanto contribuyeron luego al desarrollo de la humanidad.
*Tomado de Nueva Historia Universal, Barcelona y México, Promexa, 1984. Ed. original inglesa: The Hamlyn Publishing Group Limited.