DICIEMBRE ME GUSTÓ PARA LEERTE
co-ediciones La Línea/Pressless. Ediciones de la Esquina.
Tres libros tres.
Bravísimas Bravérrimas
Amaranta Caballero (Guanajuato Guanajuato 1973, como a las 5:32 p.m.). Llegó a Tijuana buscando una mejor vida –como tanto migrante– y se encontró con un muro que se ahogaba. Ha probado diferentes trabajos para poder sobrevivir en la frontera: traficante y vendedora a menudeo de líneas, copilota del taxi del amor, vendedora ambulante de poemales, diseñadora editorial. Actualmente es poeta empírica y madre soltera de la gata-tigra más sádica del norte. amaranoia@hotmail.com www.amarantacaballero.blogspot.com
Primera Persona: Ella
Omar Pimienta (Tijuana, B.C. 1978). Herrero ilegal. Jugador de basketball. Fotógrafo. Booklegger irredento. Joyero. Siempre a punto de llorar. Instalador. Vegetariano. Estudiante. Zurdo. Omar Pimienta ve bailar las bolsitas del té de damiana mientras se inunda de letras. Vive en la Liber. Armadillo. omarpimienta@hotmail.com www.omarpimienta.blogspot.com
Jueves Fausto
Margarita Valencia Triana (Tijuana, B.C. 1980). Filósofa. Metralla. Bala y gancho al hígado. Miss Violence en fuga la mira atónita. Cuando Margarita Valencia se pone la mano en la sien como si fuera un revólver, Medusa vuelve. En rojo. sayakyetel@hotmail.com www.sayak.blogspot.com
Desde la mismísima Tiyei, puesn!
--crg
MENSAJES DE OTROS MUNDOS
SE VENDEN TAPAS PARA MUERTOS
Las primeras dos o tres veces pensé que se trataba de un restaurante español con cierta posmoderna proclividad por lo extremo. Luego ya me di cuenta que era un negocio de criptas y monumentos.
CLINICAMENTE COMPROBADO. SIN LÁGRIMAS. SIN ENREDOS
Debería haber aparecido alrededor del cuello de Alguien, pero sólo vino en una botella de shampoo para niños.
EL PULPO MANCO
Nombre de bar definitivamente preposmoderno.
--crg
SE VENDEN TAPAS PARA MUERTOS
Las primeras dos o tres veces pensé que se trataba de un restaurante español con cierta posmoderna proclividad por lo extremo. Luego ya me di cuenta que era un negocio de criptas y monumentos.
CLINICAMENTE COMPROBADO. SIN LÁGRIMAS. SIN ENREDOS
Debería haber aparecido alrededor del cuello de Alguien, pero sólo vino en una botella de shampoo para niños.
EL PULPO MANCO
Nombre de bar definitivamente preposmoderno.
--crg
Tuesday, December 14, 2004
CHOCAR, DIFERIR, DIALOGAR
(Publicado en Día Siete, revista del periódico El Universal, el 12 de diciembre del 2004)
Se trata de una mesa rectangular. Se trata de 20 años. Se trata de 25 investigadoras alrededor. Todo esto sucede en Coyoacán, junto a la sombra de las buganvillas y las jacarandas. Cada viernes de los últimos 20 años, el grupo Diana Morán (llamado así en homenaje a una de sus fundadoras, quién falleció tempranamente) se reúne para analizar, de manera por demás detallada, la producción literaria hecha por mujeres y, más recientemente, por hombres y mujeres, de México y Latinoamérica. Con apoyo de becas grupales tanto del CNCA como del CONACYT, este grupo ha leído con singular esmero, con pasión crítica y con una gran diversidad de herramientas teóricas, desde textos de autoras poco estudiadas, como es el caso de la zacatecana Amparo Dávila, hasta las narraciones neo-fantásticas de escritoras como Ana García Bergua o Adriana González Mateos. Rescatando y proponiendo al mismo tiempo, estas investigadoras de la UNAM, del Colegio de México, la Universidad Autónoma Metroplitana, la Universidad Iberoamericana o el ITESM-Campus Toluca no sólo nos han ofrecido una manera distinta, más inclusiva, de visitar la historia literaria de esta región del mundo, sino también, y acaso de manera más fundamental, una manera distinta de experimentar su presente y de avizorar su futuro. Las actividades intelectuales del grupo Diana Morán nos recuerdan que la historia de la literatura no es necesariamente la historia de la literatura escrita por varones, es decir, que la historia de la literatura no tiene porque ser sexista, sino que esta historia incluye a participantes de variados géneros. Al hacer esto, las investigadoras del Diana Morán también ponen de manifiesto--y a las pruebas se remiten--que tanto nuestras historias como nuestros presentes literarios son territorios amplios, flexibles, lúdicos, inesperados. En suma, cada uno de los libros editados por el grupo Diana Morán--y ya llevan cinco--nos recuerda que la literatura es en realidad las literaturas y que así, en plural, esas literaturas resultan más complejas y, por lo tanto, más interesantes.
Todo esto a colación de Escrituras en contraste. Femenino/masculino en la literatura mexicana del siglo XX, el más reciente libro del colectivo editado, esta vez, por Maricruz Castro, Laura Cázares y Gloria Prado. Aquí, utilizando la categoría de género no sólo para resaltar a las producciones culturales de mujeres sino para explorar las estrategias narrativas que tanto hombres como mujeres ponen a funcionar en el momento de construir sus universos novelísticos, las investigadoras contraponen y comparan el trabajo de “parejas” literarias--algunas un tanto esperadas, como es el caso de Elena Garro y sus Recuerdos del Porvenir y el Pedro Páramo de Juan Rulfo, y otras verdaderamente intrigantes, como las formadas por Inés Arredondo y Sergio Pitol, Julieta Campos y Salvador Elizondo o Susana Pagano y Alvaro Enrigue, entre tantos otros. Provocando el choque, la diferencia o la amalgamación, las autoras crean un mapa literario que es en realidad un diálogo dinámico e incluyente--y todos sabemos que nada como el diálogo para incentivar la crítica. Por eso también habría que celebrar la decisión de la UAM y Aldus--la mancuerna editorial gracias a la cual el público lector puede adentrarse ahora en el territorio movedizo, enigmático, inquietante, que produce la conjunción entre género y la literatura.
--crg
(Publicado en Día Siete, revista del periódico El Universal, el 12 de diciembre del 2004)
Se trata de una mesa rectangular. Se trata de 20 años. Se trata de 25 investigadoras alrededor. Todo esto sucede en Coyoacán, junto a la sombra de las buganvillas y las jacarandas. Cada viernes de los últimos 20 años, el grupo Diana Morán (llamado así en homenaje a una de sus fundadoras, quién falleció tempranamente) se reúne para analizar, de manera por demás detallada, la producción literaria hecha por mujeres y, más recientemente, por hombres y mujeres, de México y Latinoamérica. Con apoyo de becas grupales tanto del CNCA como del CONACYT, este grupo ha leído con singular esmero, con pasión crítica y con una gran diversidad de herramientas teóricas, desde textos de autoras poco estudiadas, como es el caso de la zacatecana Amparo Dávila, hasta las narraciones neo-fantásticas de escritoras como Ana García Bergua o Adriana González Mateos. Rescatando y proponiendo al mismo tiempo, estas investigadoras de la UNAM, del Colegio de México, la Universidad Autónoma Metroplitana, la Universidad Iberoamericana o el ITESM-Campus Toluca no sólo nos han ofrecido una manera distinta, más inclusiva, de visitar la historia literaria de esta región del mundo, sino también, y acaso de manera más fundamental, una manera distinta de experimentar su presente y de avizorar su futuro. Las actividades intelectuales del grupo Diana Morán nos recuerdan que la historia de la literatura no es necesariamente la historia de la literatura escrita por varones, es decir, que la historia de la literatura no tiene porque ser sexista, sino que esta historia incluye a participantes de variados géneros. Al hacer esto, las investigadoras del Diana Morán también ponen de manifiesto--y a las pruebas se remiten--que tanto nuestras historias como nuestros presentes literarios son territorios amplios, flexibles, lúdicos, inesperados. En suma, cada uno de los libros editados por el grupo Diana Morán--y ya llevan cinco--nos recuerda que la literatura es en realidad las literaturas y que así, en plural, esas literaturas resultan más complejas y, por lo tanto, más interesantes.
Todo esto a colación de Escrituras en contraste. Femenino/masculino en la literatura mexicana del siglo XX, el más reciente libro del colectivo editado, esta vez, por Maricruz Castro, Laura Cázares y Gloria Prado. Aquí, utilizando la categoría de género no sólo para resaltar a las producciones culturales de mujeres sino para explorar las estrategias narrativas que tanto hombres como mujeres ponen a funcionar en el momento de construir sus universos novelísticos, las investigadoras contraponen y comparan el trabajo de “parejas” literarias--algunas un tanto esperadas, como es el caso de Elena Garro y sus Recuerdos del Porvenir y el Pedro Páramo de Juan Rulfo, y otras verdaderamente intrigantes, como las formadas por Inés Arredondo y Sergio Pitol, Julieta Campos y Salvador Elizondo o Susana Pagano y Alvaro Enrigue, entre tantos otros. Provocando el choque, la diferencia o la amalgamación, las autoras crean un mapa literario que es en realidad un diálogo dinámico e incluyente--y todos sabemos que nada como el diálogo para incentivar la crítica. Por eso también habría que celebrar la decisión de la UAM y Aldus--la mancuerna editorial gracias a la cual el público lector puede adentrarse ahora en el territorio movedizo, enigmático, inquietante, que produce la conjunción entre género y la literatura.
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Monday, December 13, 2004
PELÍCANO EXTRAVIADO (BIS)
Sucede así: hay que mirar a lo lejos.
Y a-lo-lejos, que es todo volcán, todo es azul. Un azul casi marino.
Cosa como espejismo. Mapa equivocado. Motivo de su extravío.
Así debe verlo el pelícano que, errante, distraído, criatura de otro libro, se lanza en picada. Perfecta vertical. Vuelo en forma de caída. Absoluta velocidad.
Y ahí va: blanquísima su figura contra el azul que, de no ser sólo volcán, sería también océano. Aquí va.
En el último segundo, cuando ya creo que se estrellará contra la superficie--del mar o de la montaña, da lo mismo--el pelícano retoma el vuelo. Imperfecta horizontal. Vuelo como ascenso. A lo lejos.
El suave batir de las alas.
Eso.
Cosa sin vuelta atrás.
Sucede así: hay que mirar a lo lejos.
Y a-lo-lejos, que es todo volcán, todo es azul. Un azul casi marino.
Cosa como espejismo. Mapa equivocado. Motivo de su extravío.
Así debe verlo el pelícano que, errante, distraído, criatura de otro libro, se lanza en picada. Perfecta vertical. Vuelo en forma de caída. Absoluta velocidad.
Y ahí va: blanquísima su figura contra el azul que, de no ser sólo volcán, sería también océano. Aquí va.
En el último segundo, cuando ya creo que se estrellará contra la superficie--del mar o de la montaña, da lo mismo--el pelícano retoma el vuelo. Imperfecta horizontal. Vuelo como ascenso. A lo lejos.
El suave batir de las alas.
Eso.
Cosa sin vuelta atrás.
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Sunday, December 12, 2004
LA INCONFORMISTA: Elfriede Jelinek en nueve pausas.
(Presentado en el Homenaje a Jelinek que se llevó a cabo en Bellas Artes)
I.
No conozco a Elfriede Jelinek personalmente. No sé si me gustaría hacerlo.
Digo esto porque nada de lo que sé o creo saber o sé a medias o de plano no sé y sé que no sé es lo mismo mientras la leo.
Y digo lo que acabo de decir porque la palabra de Jelinek, como la poesía sobre el otoño de Rainer, uno de los cuatro jóvenes y violentos personajes de Los Excluidos, "apesta excesivamente a luz".
Y digo esto de lo que acabo de decir porque, como los libros anti-absorbentes de los que hablara el teórico norteamericano Charles Berstein, los de Jelinek no buscan gustar ni confirmar a ni congraciarse con sus lectores. Su encanto no está en la identificación. Me corrijo: No hay encanto en ellos. El desencanto, si por desencanto se entiende esta cosa crítica de suyo incómoda que no pacta con nada, es la forma de des-identificación que encanta desde sus libros. Me descorrijo entonces.
En resumen: su iluminación alumbra, es decir, quema. Su anti-absorbencia hiere, es decir, establece, como muchos de sus personajes, una relación sadomasoquista, en este caso con el lector que, en honor a la verdad, es lectora.
Confesión tristísima: Uno se queda con Jelinek a pesar de uno. Yo me quedo con ella porque me duele. Porque me irrita. Porque me hace mover la cabeza de arriba abajo, insistentemente, en forma de asentimiento. No quiero asentir. Asiento. Estoy con Elfriede Jelinek. No quiero. Estoy. Leo.
Cosa sin remedio.
Emily Dickinson lo decía mejor. Decía: no dejamos el puñal porque amamos la herida.
II.
Leía hace no mucho un artículo de Eve Gil aparecido en Arena, el suplemento cultural del periódico Excelsior, en el que relataba ciertos interesantes hechos acontecidos en el VI Congreso Internacional de Escritoras que se llevó a cabo entre el 23 y el 26 de septiembre de este año en Guadalajara, Jal. Motivada por las presentaciones de una mesa peculiar y tratando de mover el debate del más bien ingenuo y poco productivo concepto de "literatura femenina" hacia las dinámicas muy reales y muy complejas que informan la producción y circulación de escrituras en el mundo en que vivimos, Gil lanzó (al decir del citado artículo) la siguiente pregunta al aire:
--¿Puede alguno de ustedes decirme cómo es que, si bien William Faulkner y Carson McCullers triunfaron al unísono y gozaron del beneplácito de la crítica de su tiempo, que los consideraba igualmente buenos, hoy todo el mundo conoce a Faulkner y ha olvidado a Carson?... ¿Por qué si se considera que los mejores autores que ha dado Austria son Thomas Bernhard y Elfriede Jelinek, todos saben quién es Bernhard e ignoran quién es Jelinek?... ¿Por qué en más de cien años de Premios Nobel, solamente nueve mujeres han ganado el de literatura?...
Repito aquí la pregunta de Gil--lectora de Jelinek desde que se podían conseguir dos de sus libros, Los excluidos y La pianista, por 10 pesos en las mesas de saldo del metro--no sólo porque me parece que no es una pregunta retórica ni ideológica ni innecesaria sino también porque creo que los libros de Jelinek se aproximan una y otra vez, peligrosamente en cada ocasión, a ella. Los libros de Jelinek la vuelven, quiero decir, contemporánea.
No sé Jelinek se describa a sí misma como feminista pero su acerada, inclemente, feroz crítica contra el sistema de jerarquías patriarcales de una Austria que bien podría ser el mundo entero es del tipo de feminismo que no deja en paz ni a hombres ni a mujeres. Sin complacencia alguna, sin guiños cómplices, sin ganas de hermanarse en un abrazo de falsa humanidad, Jelinek insiste en quitarle las ropas, las carnes, los músculos, cualquier cosa que no sea el hueso mismo, a términos tan pomposos como descarados tales como "amor", "relación sexual", "patria", "pertenencia", "realidad". En Las Amantes hay, por ejemplo, una mujer de nombre brigitte que sólo posee su presente y su cuerpo (poseído a su vez por la industria de la belleza poseída a su vez por el capitalismo rampante). Esa brigitte decide invertir tal presente y tal cuerpo en un hombre, heinz. Heinz tiene pene y, por lo tanto, futuro. Heinz podría conseguirse una mejor inversión pero brigitte, que tiene todos los pelos de tonta, es suficientemente segura. A brigitte no le molesta, por ejemplo, limpiar la mierda del excusado de la madre de Heinz y la madre se venga así de las humillaciones que le costó conseguir el pene del padre de Heinz. Una bella historia de amor: no. Una historia de amor: no. Amor: sí. Su médula. Por algo escribe Jelinek que: "la historia de b. y h. no es algo que se desarrolla, es algo que de pronto está (fulgor) y se llama amor". ¿Cuántas toneladas de crítico sarcasmo caben en los paréntesis que rodean a la palabra fulgor en esta frase?
Y las cosas no mejoran, de ninguna manera, cuando la mujer, como en el caso de Ana de Los excluidos, no tiene los pelos de tonta que tiene brigitte. Ana, la hermana de Rainer, la que no le tiene miedo a nada, la intelectual, se enamora de Hans, el trabajador manual, el de los bíceps, el gracioso. Y el amor--esa maquinación, ese cálculo, esa inversión--no hace sino convertirlos a los dos en cuerpos. El amor los reduce a cuerpos. Así, "a pesar de haberle visto el juego, [Ana] quiere comprobar lo que hay detrás de todo ello. Y si finalmente todo se reduce a unos tendones, a unos músculos y a una piel, también es suficiente. Basta ya de hablar. Ella tiene un cerebro que ahora quiere dejar de lado y sólo ser un cuerpo para Hans, que tampoco debería aspirar a ser más que un cuerpo". El amor: esa degradación. Ese golpe. Esa penetración. Ese doblegarse. Ese duro reír. Ese quebrarse. Ese ineludible poder. Esa socialidad. Esa daño. Ese fulgor. Efectivamente: ese fulgor. Entre paréntesis.
III.
Pronunciaban la palabra. La escupían. La celebraban.
Corrían.
(Atrás de este vocablo debe oírse el pasar del viento).
Hablaban a contrapelo. Interrumpiéndose. Ah, tan descaradamente.
Vivían a la intemperie, que es el mismo lugar donde sentían.
Supongo que así nacieron.
No sabían de refugios, de techos, de amparos, de patrocinios.
Estaban heridas de todo (y todo aquí quiere decir la historia, el aire, el presente, el subjuntivo, el contexto, la fuga).
Agnósticas más que ateas. Impactantes más que hermosas. Vulnerables más que endebles. Vivas más que tú. Más que yo. Estoicas más que fuertes. Dichosas más que dichas.
Intolerantes. Sí. A veces.
¿Mencioné ya que eran brutales?
IV.
Y no sé si Jelinek se diga comunista (aunque sí sé que perteneció al partido comunista) pero su comunismo es de la estirpe vitrólica ésa que ataca por igual a la estúpida brutalidad de la clase media como a la estúpida brutalidad del proletariado como a la estúpida brutalidad del intelectual como a la estúpida brutalidad del convertido como a la estúpida brutalidad del rebelde y la estúpida brutalidad del nihilista. Con inusuales frases pequeñísimas (y peculiarmente musicales, explican los que hablan leen entienden comprenden alemán) y con una polifónica voz narrativa que está siempre en un nervioso e inesperado plural, Jelinek obliga a cada uno de sus personajes a increparse y a mostrar sus más íntimas humillaciones y a caer de rodillas y a fallar. ¿Será por eso que casi todos sus hombres terminan llorando después de la violencia del robo o del amor? Nada en todo caso más lejano de cualquier asomo de trasnochado realismo o de convencional Tradición (así, en singular y con mayúsculas) en sus libros. La inconformista es, habrá que decirlo de todas las maneras posibles, una experimentalista.
Tú no me has de querer, declara Jelinek en cada una de sus líneas.
V.
Supongo que sólo con el tiempo se volvieron así.
Con hombres o, a veces, sin ellos, besaban labiodentalmente.
Y se mudaban de casa y se cambiaban los calcetines y preparaban arroz.
Y bajaban las escaleras y tomaban taxis y no sentían compasión.
Decían: Este es el viento que todo lo limpia.
Y pronunciaban la palabra. Enfáticas. Tenaces. Pre-humanas.
Tajantes. Sí. Con frecuencia.
Conmovedoras más que alucinadas. Sibilinas más que conscientes. Subrepticias más que críticas. Hipertextuales. Claridosas.
Estoy segura de que ya mencioné que eran brutales.
VI.
En el eterno juego de las desidentificaciones, el lector de Jelinek tiene que desear No ser tal o cual personaje, No parecerse a ninguno de ellos. Y cada uno de estos NO van con mayúsculas, digo esto para los que escuchan. A diferencia de los puristas que la costumbre vuelve rígidos y más papistas que el papa, a diferencia de los fiscales que legislan para todos excepto el Sí-Mismo y Sus Amigos Más Fervientes, Jelinek tampoco pide identificación alguna con el autor.
Tú no me has de querer, demanda Jelinek por debajo de cada una de sus líneas.
VII.
¿Mencioné ya que eran brutales?
VIII.
Helene Cixious lo dijo de esta manera en Fotos de Raíces: Siempre tenemos miedo de vernos sufrir. Es como cuando tenemos una herida abierta: tenemos un miedo terrible de mirarla, pero al mismo tiempo somos quizá la única persona que es capaz de mirarla.
IX.
No sé si deseo conocerla personalmente.
Todavía no lo sé.
Tú no me has de querer.
--crg
(Presentado en el Homenaje a Jelinek que se llevó a cabo en Bellas Artes)
I.
No conozco a Elfriede Jelinek personalmente. No sé si me gustaría hacerlo.
Digo esto porque nada de lo que sé o creo saber o sé a medias o de plano no sé y sé que no sé es lo mismo mientras la leo.
Y digo lo que acabo de decir porque la palabra de Jelinek, como la poesía sobre el otoño de Rainer, uno de los cuatro jóvenes y violentos personajes de Los Excluidos, "apesta excesivamente a luz".
Y digo esto de lo que acabo de decir porque, como los libros anti-absorbentes de los que hablara el teórico norteamericano Charles Berstein, los de Jelinek no buscan gustar ni confirmar a ni congraciarse con sus lectores. Su encanto no está en la identificación. Me corrijo: No hay encanto en ellos. El desencanto, si por desencanto se entiende esta cosa crítica de suyo incómoda que no pacta con nada, es la forma de des-identificación que encanta desde sus libros. Me descorrijo entonces.
En resumen: su iluminación alumbra, es decir, quema. Su anti-absorbencia hiere, es decir, establece, como muchos de sus personajes, una relación sadomasoquista, en este caso con el lector que, en honor a la verdad, es lectora.
Confesión tristísima: Uno se queda con Jelinek a pesar de uno. Yo me quedo con ella porque me duele. Porque me irrita. Porque me hace mover la cabeza de arriba abajo, insistentemente, en forma de asentimiento. No quiero asentir. Asiento. Estoy con Elfriede Jelinek. No quiero. Estoy. Leo.
Cosa sin remedio.
Emily Dickinson lo decía mejor. Decía: no dejamos el puñal porque amamos la herida.
II.
Leía hace no mucho un artículo de Eve Gil aparecido en Arena, el suplemento cultural del periódico Excelsior, en el que relataba ciertos interesantes hechos acontecidos en el VI Congreso Internacional de Escritoras que se llevó a cabo entre el 23 y el 26 de septiembre de este año en Guadalajara, Jal. Motivada por las presentaciones de una mesa peculiar y tratando de mover el debate del más bien ingenuo y poco productivo concepto de "literatura femenina" hacia las dinámicas muy reales y muy complejas que informan la producción y circulación de escrituras en el mundo en que vivimos, Gil lanzó (al decir del citado artículo) la siguiente pregunta al aire:
--¿Puede alguno de ustedes decirme cómo es que, si bien William Faulkner y Carson McCullers triunfaron al unísono y gozaron del beneplácito de la crítica de su tiempo, que los consideraba igualmente buenos, hoy todo el mundo conoce a Faulkner y ha olvidado a Carson?... ¿Por qué si se considera que los mejores autores que ha dado Austria son Thomas Bernhard y Elfriede Jelinek, todos saben quién es Bernhard e ignoran quién es Jelinek?... ¿Por qué en más de cien años de Premios Nobel, solamente nueve mujeres han ganado el de literatura?...
Repito aquí la pregunta de Gil--lectora de Jelinek desde que se podían conseguir dos de sus libros, Los excluidos y La pianista, por 10 pesos en las mesas de saldo del metro--no sólo porque me parece que no es una pregunta retórica ni ideológica ni innecesaria sino también porque creo que los libros de Jelinek se aproximan una y otra vez, peligrosamente en cada ocasión, a ella. Los libros de Jelinek la vuelven, quiero decir, contemporánea.
No sé Jelinek se describa a sí misma como feminista pero su acerada, inclemente, feroz crítica contra el sistema de jerarquías patriarcales de una Austria que bien podría ser el mundo entero es del tipo de feminismo que no deja en paz ni a hombres ni a mujeres. Sin complacencia alguna, sin guiños cómplices, sin ganas de hermanarse en un abrazo de falsa humanidad, Jelinek insiste en quitarle las ropas, las carnes, los músculos, cualquier cosa que no sea el hueso mismo, a términos tan pomposos como descarados tales como "amor", "relación sexual", "patria", "pertenencia", "realidad". En Las Amantes hay, por ejemplo, una mujer de nombre brigitte que sólo posee su presente y su cuerpo (poseído a su vez por la industria de la belleza poseída a su vez por el capitalismo rampante). Esa brigitte decide invertir tal presente y tal cuerpo en un hombre, heinz. Heinz tiene pene y, por lo tanto, futuro. Heinz podría conseguirse una mejor inversión pero brigitte, que tiene todos los pelos de tonta, es suficientemente segura. A brigitte no le molesta, por ejemplo, limpiar la mierda del excusado de la madre de Heinz y la madre se venga así de las humillaciones que le costó conseguir el pene del padre de Heinz. Una bella historia de amor: no. Una historia de amor: no. Amor: sí. Su médula. Por algo escribe Jelinek que: "la historia de b. y h. no es algo que se desarrolla, es algo que de pronto está (fulgor) y se llama amor". ¿Cuántas toneladas de crítico sarcasmo caben en los paréntesis que rodean a la palabra fulgor en esta frase?
Y las cosas no mejoran, de ninguna manera, cuando la mujer, como en el caso de Ana de Los excluidos, no tiene los pelos de tonta que tiene brigitte. Ana, la hermana de Rainer, la que no le tiene miedo a nada, la intelectual, se enamora de Hans, el trabajador manual, el de los bíceps, el gracioso. Y el amor--esa maquinación, ese cálculo, esa inversión--no hace sino convertirlos a los dos en cuerpos. El amor los reduce a cuerpos. Así, "a pesar de haberle visto el juego, [Ana] quiere comprobar lo que hay detrás de todo ello. Y si finalmente todo se reduce a unos tendones, a unos músculos y a una piel, también es suficiente. Basta ya de hablar. Ella tiene un cerebro que ahora quiere dejar de lado y sólo ser un cuerpo para Hans, que tampoco debería aspirar a ser más que un cuerpo". El amor: esa degradación. Ese golpe. Esa penetración. Ese doblegarse. Ese duro reír. Ese quebrarse. Ese ineludible poder. Esa socialidad. Esa daño. Ese fulgor. Efectivamente: ese fulgor. Entre paréntesis.
III.
Pronunciaban la palabra. La escupían. La celebraban.
Corrían.
(Atrás de este vocablo debe oírse el pasar del viento).
Hablaban a contrapelo. Interrumpiéndose. Ah, tan descaradamente.
Vivían a la intemperie, que es el mismo lugar donde sentían.
Supongo que así nacieron.
No sabían de refugios, de techos, de amparos, de patrocinios.
Estaban heridas de todo (y todo aquí quiere decir la historia, el aire, el presente, el subjuntivo, el contexto, la fuga).
Agnósticas más que ateas. Impactantes más que hermosas. Vulnerables más que endebles. Vivas más que tú. Más que yo. Estoicas más que fuertes. Dichosas más que dichas.
Intolerantes. Sí. A veces.
¿Mencioné ya que eran brutales?
IV.
Y no sé si Jelinek se diga comunista (aunque sí sé que perteneció al partido comunista) pero su comunismo es de la estirpe vitrólica ésa que ataca por igual a la estúpida brutalidad de la clase media como a la estúpida brutalidad del proletariado como a la estúpida brutalidad del intelectual como a la estúpida brutalidad del convertido como a la estúpida brutalidad del rebelde y la estúpida brutalidad del nihilista. Con inusuales frases pequeñísimas (y peculiarmente musicales, explican los que hablan leen entienden comprenden alemán) y con una polifónica voz narrativa que está siempre en un nervioso e inesperado plural, Jelinek obliga a cada uno de sus personajes a increparse y a mostrar sus más íntimas humillaciones y a caer de rodillas y a fallar. ¿Será por eso que casi todos sus hombres terminan llorando después de la violencia del robo o del amor? Nada en todo caso más lejano de cualquier asomo de trasnochado realismo o de convencional Tradición (así, en singular y con mayúsculas) en sus libros. La inconformista es, habrá que decirlo de todas las maneras posibles, una experimentalista.
Tú no me has de querer, declara Jelinek en cada una de sus líneas.
V.
Supongo que sólo con el tiempo se volvieron así.
Con hombres o, a veces, sin ellos, besaban labiodentalmente.
Y se mudaban de casa y se cambiaban los calcetines y preparaban arroz.
Y bajaban las escaleras y tomaban taxis y no sentían compasión.
Decían: Este es el viento que todo lo limpia.
Y pronunciaban la palabra. Enfáticas. Tenaces. Pre-humanas.
Tajantes. Sí. Con frecuencia.
Conmovedoras más que alucinadas. Sibilinas más que conscientes. Subrepticias más que críticas. Hipertextuales. Claridosas.
Estoy segura de que ya mencioné que eran brutales.
VI.
En el eterno juego de las desidentificaciones, el lector de Jelinek tiene que desear No ser tal o cual personaje, No parecerse a ninguno de ellos. Y cada uno de estos NO van con mayúsculas, digo esto para los que escuchan. A diferencia de los puristas que la costumbre vuelve rígidos y más papistas que el papa, a diferencia de los fiscales que legislan para todos excepto el Sí-Mismo y Sus Amigos Más Fervientes, Jelinek tampoco pide identificación alguna con el autor.
Tú no me has de querer, demanda Jelinek por debajo de cada una de sus líneas.
VII.
¿Mencioné ya que eran brutales?
VIII.
Helene Cixious lo dijo de esta manera en Fotos de Raíces: Siempre tenemos miedo de vernos sufrir. Es como cuando tenemos una herida abierta: tenemos un miedo terrible de mirarla, pero al mismo tiempo somos quizá la única persona que es capaz de mirarla.
IX.
No sé si deseo conocerla personalmente.
Todavía no lo sé.
Tú no me has de querer.
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Thursday, December 09, 2004
Tuesday, December 07, 2004
Wednesday, November 24, 2004
Monday, November 22, 2004
Saturday, November 20, 2004
Thursday, November 18, 2004
BROTHER AX-525
Utilizo (por cuestiones que no vienen al caso) un procesador de palabras (Brother AX-525) en sus funciones más básicas de máquina eléctrica. Tecelo, ahí, con una timidez inusitada. Tecleo, tal vez por lo mismo, con furia de primeriza. Tecleo con un terrible dolor de muñecas. Una alumna se asoma a la puerta de mi oficina--cara y torso casi adentro del cuarto, cadera y piernas defintivamente afuera. Visión guillotinesca.
--Me preguntaba --dice con la sonrisa ésa de quién-sabe-más-- qué era este ruidazal.
Y es entonces que me doy cuenta. La máquina contesta--escandalosa, definitiva, peleonera--cada una de las presiones de las yemas de mis dedos. La máquina no sabe quedarse callada--no puede, no sabe, seguramente no debe. Iracunda y rápida de reflejos, la máquina de escribir lanza un balazo por cada letra que logra manchar la página en blanco. Como en el viejo oeste, cada una detrás de su roca o herramienta preferida, estamos enfrascadas en una lucha que parece ser, como se dice, de vida o muerte.
Yo me equivoco y, mientras me veo forzada a devolverle la blancura a la página con la ayuda del corrector líquido, podría jurar que el silencio que llena momentáneamente la oficina no es más que el silencio ése del que sabe que ha vencido. Pero luego regreso y, ya dispuesta a continuar la contienda, coloco los dedos sobre las teclas. Esta imposibilidad de ver las letras antes de que las letras se vuelvan letras sobre una página antes en blanco me hace entender qué es la ceguera. Desorientada, con el titubeo característico del extranjero, con ese arrojo, presiono de cualquier manera y el ruidazal, la violencia veloz del ruidazal, vuelve. Lo escucho con atención. Me abismo. Huyo. Todo eso me recuerda que, al inicio, esto era escribir. Esta cosa de cuerpo contra cuerpo. Esta cosa llena de sentidos--la vista, el tacto, el oído. Este escándalo. Este gozo. Este alto.
Cuando libero a la hoja del rodillo y desconecto la máquina con parsimonia más bien fingida, tengo la extraña sensación de que algo--algo concreto y súbito e irreversible, algo sin vuelta atrás, algo frágil y roto y lleno de huesos--acaba de pasar. Cosa de vida o muerte, le susurro a la hoja y sus letras. Aparente son de paz.
--crg
Utilizo (por cuestiones que no vienen al caso) un procesador de palabras (Brother AX-525) en sus funciones más básicas de máquina eléctrica. Tecelo, ahí, con una timidez inusitada. Tecleo, tal vez por lo mismo, con furia de primeriza. Tecleo con un terrible dolor de muñecas. Una alumna se asoma a la puerta de mi oficina--cara y torso casi adentro del cuarto, cadera y piernas defintivamente afuera. Visión guillotinesca.
--Me preguntaba --dice con la sonrisa ésa de quién-sabe-más-- qué era este ruidazal.
Y es entonces que me doy cuenta. La máquina contesta--escandalosa, definitiva, peleonera--cada una de las presiones de las yemas de mis dedos. La máquina no sabe quedarse callada--no puede, no sabe, seguramente no debe. Iracunda y rápida de reflejos, la máquina de escribir lanza un balazo por cada letra que logra manchar la página en blanco. Como en el viejo oeste, cada una detrás de su roca o herramienta preferida, estamos enfrascadas en una lucha que parece ser, como se dice, de vida o muerte.
Yo me equivoco y, mientras me veo forzada a devolverle la blancura a la página con la ayuda del corrector líquido, podría jurar que el silencio que llena momentáneamente la oficina no es más que el silencio ése del que sabe que ha vencido. Pero luego regreso y, ya dispuesta a continuar la contienda, coloco los dedos sobre las teclas. Esta imposibilidad de ver las letras antes de que las letras se vuelvan letras sobre una página antes en blanco me hace entender qué es la ceguera. Desorientada, con el titubeo característico del extranjero, con ese arrojo, presiono de cualquier manera y el ruidazal, la violencia veloz del ruidazal, vuelve. Lo escucho con atención. Me abismo. Huyo. Todo eso me recuerda que, al inicio, esto era escribir. Esta cosa de cuerpo contra cuerpo. Esta cosa llena de sentidos--la vista, el tacto, el oído. Este escándalo. Este gozo. Este alto.
Cuando libero a la hoja del rodillo y desconecto la máquina con parsimonia más bien fingida, tengo la extraña sensación de que algo--algo concreto y súbito e irreversible, algo sin vuelta atrás, algo frágil y roto y lleno de huesos--acaba de pasar. Cosa de vida o muerte, le susurro a la hoja y sus letras. Aparente son de paz.
--crg
ALLÁ VOY
Sin Puertas Visibles en pleno!
Hofer, Castillero, Nepote, Faesler, Rivera Garza, Gelinas, Pérez Sepúlveda, Dorantes, Solórzano, Tornero, López + Moscona (en papel de presentadora esta vez).
FESTIVAL CULTURAL MAZATLÁN 2004
Viernes 19 de noviembre, 20:00 hrs.
Auditorio Ángela Peralta
Allá nos vemos puesn.
--crg
Sin Puertas Visibles en pleno!
Hofer, Castillero, Nepote, Faesler, Rivera Garza, Gelinas, Pérez Sepúlveda, Dorantes, Solórzano, Tornero, López + Moscona (en papel de presentadora esta vez).
FESTIVAL CULTURAL MAZATLÁN 2004
Viernes 19 de noviembre, 20:00 hrs.
Auditorio Ángela Peralta
Allá nos vemos puesn.
--crg
Wednesday, November 10, 2004
ANNECARSONISTA DECLARADA
Leí a Anne Carson por primera vez hace años. Recuerdo el estado de estupor y de celebración con que cerré las páginas de Glass, Irony and God--un libro que llamó mi atención porque mostraba una frase de Michael Ondaatje, otro de mis canadienses favoritos, en la portada: "The most exciting poet writing in English today"; porque en la introducción de Guy Davenport se decía que "she is among those who are returning poetry to good strong narrative (as we might except of a classicist). She shifts attention from repeating stanzaic form (which came about when all poems were songs) to well-contoured blocks of phrases: analogues of paragraphs in prose. Prose will not accommodate Carson´s syncopations, her terseness, her deft changes of scene"; y porque la numeración de The Glass Essay, un poema alrededor de Emily Brontë, iba más o menos así: I, SHE, THREE, FOUR, etc. Después de eso ya no pude dejar de leerla. Sólo una muestra:
Pitiless too are the Heights, which Emily called Wuthering
because of their "bracing ventilation"
and "a north wind over the edge."
Whaching a north wind grind the moor
that surrounded her father´s house on every side,
formed of a kind of rock called millstone grit,
taught Emily all she new about love and its necessities--"
En todo caso, desde entonces me doy a la tarea de mencionar su nombre con el consabido tono bajo y la mirada alucinada de los integrantes de sectas. La menciono y, con una teatralidad más bien estudiada, extraigo de mi bolsa, tan lentamente como puedo, algún ejemplar de Autobiography of Red o de Men in the Off Hours. Lo coloco entonces en manos del futuro annecarsonista y me despido sabiendo, y sabiéndolo con toda certeza, que pronto tendré noticias--alborozadas, sedientas, escandalosas--suyas. Ahora la menciono aquí--y el lector está en total libertad de imaginarse el ritual de la bolsa y la mirada y la artrera lentitud--porque ayer, sin advertencia alguna, salió toda Anne Carson de una caja de libros. No pude evitarlo (y me encanta no poder evitar este tipo de cosas) y la leí una vez más y, por supuesto, caí. O, como lo dice Anne Carson en The Fall of Rome: A Traveller´s Guide:
And what do they want?
So too a friendship
begins before the first meeting
an empire
before the first conquest.
--crg
Leí a Anne Carson por primera vez hace años. Recuerdo el estado de estupor y de celebración con que cerré las páginas de Glass, Irony and God--un libro que llamó mi atención porque mostraba una frase de Michael Ondaatje, otro de mis canadienses favoritos, en la portada: "The most exciting poet writing in English today"; porque en la introducción de Guy Davenport se decía que "she is among those who are returning poetry to good strong narrative (as we might except of a classicist). She shifts attention from repeating stanzaic form (which came about when all poems were songs) to well-contoured blocks of phrases: analogues of paragraphs in prose. Prose will not accommodate Carson´s syncopations, her terseness, her deft changes of scene"; y porque la numeración de The Glass Essay, un poema alrededor de Emily Brontë, iba más o menos así: I, SHE, THREE, FOUR, etc. Después de eso ya no pude dejar de leerla. Sólo una muestra:
Pitiless too are the Heights, which Emily called Wuthering
because of their "bracing ventilation"
and "a north wind over the edge."
Whaching a north wind grind the moor
that surrounded her father´s house on every side,
formed of a kind of rock called millstone grit,
taught Emily all she new about love and its necessities--"
En todo caso, desde entonces me doy a la tarea de mencionar su nombre con el consabido tono bajo y la mirada alucinada de los integrantes de sectas. La menciono y, con una teatralidad más bien estudiada, extraigo de mi bolsa, tan lentamente como puedo, algún ejemplar de Autobiography of Red o de Men in the Off Hours. Lo coloco entonces en manos del futuro annecarsonista y me despido sabiendo, y sabiéndolo con toda certeza, que pronto tendré noticias--alborozadas, sedientas, escandalosas--suyas. Ahora la menciono aquí--y el lector está en total libertad de imaginarse el ritual de la bolsa y la mirada y la artrera lentitud--porque ayer, sin advertencia alguna, salió toda Anne Carson de una caja de libros. No pude evitarlo (y me encanta no poder evitar este tipo de cosas) y la leí una vez más y, por supuesto, caí. O, como lo dice Anne Carson en The Fall of Rome: A Traveller´s Guide:
And what do they want?
So too a friendship
begins before the first meeting
an empire
before the first conquest.
--crg
Tuesday, November 09, 2004
DE OFICIO EPIGRAFISTA
Pocas cosas menos inocentes en el mundo que colocar la escritura de otro al inicio de un texto. Por obra y gracia del epígrafe, el texto, que es sólo aparantemente monológico, se manifiesta en su plena realidad de diálogo o de griterío. A través del epígrafe el autor acepta, ya consciente o ya inconscientemente, que el texto, en sentido estricto, le pertenece a otro. Extremista siempre, el epígrafe cuestiona la mismísima necesidad del texto. Para el epigrafista radical, de hecho, el texto no es más que un mero apéndice, una execrecencia opcional.
Sospecho que los epigrafistas son transcriptores de corto aliento o plagiarios sin ambición o caníbales gramaticales. El verdadero epigrafista, en todo caso, sabe de la devoción--esa cosa con dientes, esa máquina con filo.
Un epígrafe es una cita (en los dos sentidos más literales del término).
--crg
Pocas cosas menos inocentes en el mundo que colocar la escritura de otro al inicio de un texto. Por obra y gracia del epígrafe, el texto, que es sólo aparantemente monológico, se manifiesta en su plena realidad de diálogo o de griterío. A través del epígrafe el autor acepta, ya consciente o ya inconscientemente, que el texto, en sentido estricto, le pertenece a otro. Extremista siempre, el epígrafe cuestiona la mismísima necesidad del texto. Para el epigrafista radical, de hecho, el texto no es más que un mero apéndice, una execrecencia opcional.
Sospecho que los epigrafistas son transcriptores de corto aliento o plagiarios sin ambición o caníbales gramaticales. El verdadero epigrafista, en todo caso, sabe de la devoción--esa cosa con dientes, esa máquina con filo.
Un epígrafe es una cita (en los dos sentidos más literales del término).
--crg
Monday, November 08, 2004
ESCRITURAS, MUJERES, DINEROS
Leo con sumo interés un artículo de Eve Gil aparecido en Arena, el suplemento cultural del periódico Excelsior, en el que relata ciertos interesantes hechos acontecidos en el VI Congreso Internacional de Escritoras que se llevó a cabo entre el 23 y el 26 de septiembre de este año en Guadalajara, Jal. Motivada por las presentaciones de una mesa peculiar y tratando de mover el debate del más bien ingenuo y poco productivo concepto de "literatura femenina" hacia las dinámicas muy reales y muy complejas que informan la producción y circulación de escrituras en el mundo en que vivimos, Gil lanzó (al decir del citado artículo) la siguiente pregunta al aire:
-¿Puede alguno de ustedes decirme cómo es que, si bien William Faulkner y Carson McCullers triunfaron al unísono y gozaron del beneplácito de la crítica de su tiempo, que los consideraba igualmente buenos, hoy todo el mundo conoce a Faulkner y ha olvidado a Carson?... ¿Por qué si se considera que los mejores autores que ha dado Austria son Thomas Bernhard y Elfriede Jelinek, todos saben quién es Bernhard e ignoran quién es Jelinek?... ¿Por qué en más de cien años de Premios Nobel, solamente nueve mujeres han ganado el de literatura?...
Debo confesar que preguntas de este tipo han ocupado mi cabeza de tiempo en tiempo. Y todavía no creo que este tipo de preguntas sea ni intrascendente ni superfluo ni impostado. Es más: me parecen preguntas urgentes, preguntas indispensables, preguntas-no-retóicas, preguntas-preguntas puesn. De hecho, este tipo de preguntas me hacía preguntarme no hace mucho, por ejemplo, cómo era posible que el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que se otorga a una obra escrita por mujeres, careciera, al contrario del Juan Rulfo, que han recibido tanto autores como autoras, de estímulo económico. Incluiría aquí la larga lista de respuestas posibles e imposibles que me daba a mí misma cada que esta incómoda pregunta me salía al paso, pero no lo hago ahora porque también leo con sumo interés y con más gusto que la ganadora del Sor Juana de este año, la española Cristina Sánchez, recibirá, con toda justicia, la cantidad de 100 mil pesos.
Espero que sean más bien pocos y pocas las y los que crean que es una impostura histérica pedir igual retribución económica por igual trabajo realizado. Y espero que los muchos y muchas para quienes la susodicha ecuación resulte más o menos racional tengan a bien recordar que ésta es una demanda básica de los múltiples feminismos que también informan nuestro mundo contemporáneo.
Faltaba más. Puesn.
--crg
Leo con sumo interés un artículo de Eve Gil aparecido en Arena, el suplemento cultural del periódico Excelsior, en el que relata ciertos interesantes hechos acontecidos en el VI Congreso Internacional de Escritoras que se llevó a cabo entre el 23 y el 26 de septiembre de este año en Guadalajara, Jal. Motivada por las presentaciones de una mesa peculiar y tratando de mover el debate del más bien ingenuo y poco productivo concepto de "literatura femenina" hacia las dinámicas muy reales y muy complejas que informan la producción y circulación de escrituras en el mundo en que vivimos, Gil lanzó (al decir del citado artículo) la siguiente pregunta al aire:
-¿Puede alguno de ustedes decirme cómo es que, si bien William Faulkner y Carson McCullers triunfaron al unísono y gozaron del beneplácito de la crítica de su tiempo, que los consideraba igualmente buenos, hoy todo el mundo conoce a Faulkner y ha olvidado a Carson?... ¿Por qué si se considera que los mejores autores que ha dado Austria son Thomas Bernhard y Elfriede Jelinek, todos saben quién es Bernhard e ignoran quién es Jelinek?... ¿Por qué en más de cien años de Premios Nobel, solamente nueve mujeres han ganado el de literatura?...
Debo confesar que preguntas de este tipo han ocupado mi cabeza de tiempo en tiempo. Y todavía no creo que este tipo de preguntas sea ni intrascendente ni superfluo ni impostado. Es más: me parecen preguntas urgentes, preguntas indispensables, preguntas-no-retóicas, preguntas-preguntas puesn. De hecho, este tipo de preguntas me hacía preguntarme no hace mucho, por ejemplo, cómo era posible que el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que se otorga a una obra escrita por mujeres, careciera, al contrario del Juan Rulfo, que han recibido tanto autores como autoras, de estímulo económico. Incluiría aquí la larga lista de respuestas posibles e imposibles que me daba a mí misma cada que esta incómoda pregunta me salía al paso, pero no lo hago ahora porque también leo con sumo interés y con más gusto que la ganadora del Sor Juana de este año, la española Cristina Sánchez, recibirá, con toda justicia, la cantidad de 100 mil pesos.
Espero que sean más bien pocos y pocas las y los que crean que es una impostura histérica pedir igual retribución económica por igual trabajo realizado. Y espero que los muchos y muchas para quienes la susodicha ecuación resulte más o menos racional tengan a bien recordar que ésta es una demanda básica de los múltiples feminismos que también informan nuestro mundo contemporáneo.
Faltaba más. Puesn.
--crg
EL LIBRO PROCESUAL
Leí Translated Woman. Crossing the Border with Esperanza´s Story hace muchos años y en estado de puro fervor. Me preparaba entonces para los exámenes comprensivos del doctorado y, consecuentemente, revisaba, más por obligación que por placer, al menos tres libros a la semana sobre el tema que me ocupaba: la historia de México. Leía, por supuesto, todo lo que se hubiera publicado sobre historia, pero como los comprensivos son por definición comprensivos, también revisaba las publicaciones de antropología, crítica literaria, sociología, ciencia política y cualquier otra cosa que se atravesara por mi camino. Así llegó a mi casa Esperanza, la marchanta de San Luis Potosí y, con ella, Ruth Behar, la antropóloga cubano-americana-judía-sefaradita de Michigan. Eran como las 9 de la noche cuando tomé el libro y algo así como las tres de la mañana cuando, en estado de perplejidad y gusto y total incredulidad, prendí el procesdor de palabras que utilizaba entonces y me dispuse a escribir una carta emocionada, tartamuda, gustosa, celebratoria, larguísima, es decir, típicamente madruguesca. Nunca, por supuesto, envié la misiva, pero recuerdo haber visto ese amanecer con otros ojos. Ruth y Esperanza me enseñaron en esas cuantas horas nocturnas que la investigación académica no tenía que ser ni rígida ni solemne ni aburrida. Me dijeron, sin la jerga posmoderna que vuelve incomprensible a casi cualquier cosa, que los libros o son dialógicos o no son o son otra cosa. Me gritaron en todos los tonos posibles que el yo (ese yo tan vilipendiado por los académicos, aunque no sólo por ellos, más puros y convencionales) tenía su lugar, un lugar riguroso y no sentimental, un lugar cognoscente y cognitivo, en páginas destinadas a investigar el presente y el pasado mexicano. Con capítulos que partían de la historia misma de Esperanza (dividida en secciones dedicadas al coraje y a la redención) y luego llevaban al lector a la antropóloga reflexiva que supo, y quiso, dar la cara, las dos me mostraron lo que es un libro procesual. Esperanza y Ruth pusieron de manifiesto lo que la inteligencia abierta-al-otro puede hacer: abrir ventanas.
Beacon press ha re-editado Translated Woman diez años después, algo más bien raro en textos "académicos", y el libro, según cuenta una de sus autoras, no sólo ha encontrado su camino fuera de las universidades y hacia lugares tan impensables como las celdas de ciertas cárceles norteamericanas, sino que también ha sido adaptado al teatro, viajando así del Bronx hasta Puerto Rico. Ahora falta que el libro realice su viaje de regreso de Estados Unidos a México y del inglés, al que fue traducido, hacia el español, la lengua "original". Supongo que se tratará de una retro-traducción. Y, al igual que hace más años de los que me gustaría admitir, espero su regreso al español con gusto y fervor entremezclados. Ahora, por cuestiones de que el tiempo sí pasa, la carta larguísima y celebratoria tendrá que ser escrita a horas un poco más decentes de la mañana.
--crg
Leí Translated Woman. Crossing the Border with Esperanza´s Story hace muchos años y en estado de puro fervor. Me preparaba entonces para los exámenes comprensivos del doctorado y, consecuentemente, revisaba, más por obligación que por placer, al menos tres libros a la semana sobre el tema que me ocupaba: la historia de México. Leía, por supuesto, todo lo que se hubiera publicado sobre historia, pero como los comprensivos son por definición comprensivos, también revisaba las publicaciones de antropología, crítica literaria, sociología, ciencia política y cualquier otra cosa que se atravesara por mi camino. Así llegó a mi casa Esperanza, la marchanta de San Luis Potosí y, con ella, Ruth Behar, la antropóloga cubano-americana-judía-sefaradita de Michigan. Eran como las 9 de la noche cuando tomé el libro y algo así como las tres de la mañana cuando, en estado de perplejidad y gusto y total incredulidad, prendí el procesdor de palabras que utilizaba entonces y me dispuse a escribir una carta emocionada, tartamuda, gustosa, celebratoria, larguísima, es decir, típicamente madruguesca. Nunca, por supuesto, envié la misiva, pero recuerdo haber visto ese amanecer con otros ojos. Ruth y Esperanza me enseñaron en esas cuantas horas nocturnas que la investigación académica no tenía que ser ni rígida ni solemne ni aburrida. Me dijeron, sin la jerga posmoderna que vuelve incomprensible a casi cualquier cosa, que los libros o son dialógicos o no son o son otra cosa. Me gritaron en todos los tonos posibles que el yo (ese yo tan vilipendiado por los académicos, aunque no sólo por ellos, más puros y convencionales) tenía su lugar, un lugar riguroso y no sentimental, un lugar cognoscente y cognitivo, en páginas destinadas a investigar el presente y el pasado mexicano. Con capítulos que partían de la historia misma de Esperanza (dividida en secciones dedicadas al coraje y a la redención) y luego llevaban al lector a la antropóloga reflexiva que supo, y quiso, dar la cara, las dos me mostraron lo que es un libro procesual. Esperanza y Ruth pusieron de manifiesto lo que la inteligencia abierta-al-otro puede hacer: abrir ventanas.
Beacon press ha re-editado Translated Woman diez años después, algo más bien raro en textos "académicos", y el libro, según cuenta una de sus autoras, no sólo ha encontrado su camino fuera de las universidades y hacia lugares tan impensables como las celdas de ciertas cárceles norteamericanas, sino que también ha sido adaptado al teatro, viajando así del Bronx hasta Puerto Rico. Ahora falta que el libro realice su viaje de regreso de Estados Unidos a México y del inglés, al que fue traducido, hacia el español, la lengua "original". Supongo que se tratará de una retro-traducción. Y, al igual que hace más años de los que me gustaría admitir, espero su regreso al español con gusto y fervor entremezclados. Ahora, por cuestiones de que el tiempo sí pasa, la carta larguísima y celebratoria tendrá que ser escrita a horas un poco más decentes de la mañana.
--crg
Thursday, November 04, 2004
LO QUE NO CONOCEMOS SE CONOCE COMO X
Leo Sign After de X________ de Marina Roy. Leo: "The writer has broken down language into one of its elementary components, a particular letter, or grapheme, and has mapped out an itinerary for this letter, with multiple entrances, connections, divergences, dead ends. This is not a genealogy. More a sustained language game that multiple players can play."
Leo un libro acerca de la equis, ni más ni menos. Esa letra tan otra, tan mexicana, tan de tumbas o generaciones muertas y, en ese momento, justo cuando llego a "it approaches the end, but never quite reaches it. It is not even penultimate, but antepenultimate. It is always belated", me doy cuenta de que hay Alguien bajo el dintel de la puerta. X. Levanto la cabeza. Intento fijar la mirada, pero la mirada continua fugándose en dirección al libro. Finalmente concentro la mirada en el a-lo-lejos de la puerta de entrada. Observo y, a escondidillas, todavía sin quitar del todo el ojo de "exoticized as it were. A stranger in its own language" recuerdo que anoche soñé a la Alguien-X que se asoma por la puerta. "It conveys a life force (and death force) unto itself". Alguien-X, a quien rara vez veo y con quien platico sólo en muy contadas ocasiones, se acerca.
--¿Y qué tal anoche? --pregunta.
"The discourse of otherness (xeno), youth culture (Generation X), UFOS (X-Files), comix (X-Men), sexuality, genetics, and cyberculture".
Por minutos que parecen más bien horas y, ya entrados en exageraciones, siglos enteros, temo, pero verdaderamente temo, que la Alguien-X sea capaz de leerme la mente y que me esté preguntando sobre su aparición, más bien súbita y sin consecuencias, en mis sueños.
"What we do not know, what we cannot know, because of the limits of our language, is known as X".
--Ibas a ir al cine, ¿no? --murmura con una voz tan, o tal vez aún más llena de terror, si eso es del todo posible, que la mía. La voz de alguien que sabe que no sabe. La voz de alguien que sabe que nadie sabe.
--Ah --suspiro--. Eso.
Y, sin más explicación que el movimiento pendular de la cabeza, derecha, izquierda, derecha, izquierda, y la discreta carcajada con la que se anuncia el regreso, acaso lleno de alivio, de esa Gran Nada que son los mundos imposibles, voy hacia la serenidad de las páginas.
"X approaches the muteness of the world again. But it is never neutral".
Ditto.
--crg
Leo Sign After de X________ de Marina Roy. Leo: "The writer has broken down language into one of its elementary components, a particular letter, or grapheme, and has mapped out an itinerary for this letter, with multiple entrances, connections, divergences, dead ends. This is not a genealogy. More a sustained language game that multiple players can play."
Leo un libro acerca de la equis, ni más ni menos. Esa letra tan otra, tan mexicana, tan de tumbas o generaciones muertas y, en ese momento, justo cuando llego a "it approaches the end, but never quite reaches it. It is not even penultimate, but antepenultimate. It is always belated", me doy cuenta de que hay Alguien bajo el dintel de la puerta. X. Levanto la cabeza. Intento fijar la mirada, pero la mirada continua fugándose en dirección al libro. Finalmente concentro la mirada en el a-lo-lejos de la puerta de entrada. Observo y, a escondidillas, todavía sin quitar del todo el ojo de "exoticized as it were. A stranger in its own language" recuerdo que anoche soñé a la Alguien-X que se asoma por la puerta. "It conveys a life force (and death force) unto itself". Alguien-X, a quien rara vez veo y con quien platico sólo en muy contadas ocasiones, se acerca.
--¿Y qué tal anoche? --pregunta.
"The discourse of otherness (xeno), youth culture (Generation X), UFOS (X-Files), comix (X-Men), sexuality, genetics, and cyberculture".
Por minutos que parecen más bien horas y, ya entrados en exageraciones, siglos enteros, temo, pero verdaderamente temo, que la Alguien-X sea capaz de leerme la mente y que me esté preguntando sobre su aparición, más bien súbita y sin consecuencias, en mis sueños.
"What we do not know, what we cannot know, because of the limits of our language, is known as X".
--Ibas a ir al cine, ¿no? --murmura con una voz tan, o tal vez aún más llena de terror, si eso es del todo posible, que la mía. La voz de alguien que sabe que no sabe. La voz de alguien que sabe que nadie sabe.
--Ah --suspiro--. Eso.
Y, sin más explicación que el movimiento pendular de la cabeza, derecha, izquierda, derecha, izquierda, y la discreta carcajada con la que se anuncia el regreso, acaso lleno de alivio, de esa Gran Nada que son los mundos imposibles, voy hacia la serenidad de las páginas.
"X approaches the muteness of the world again. But it is never neutral".
Ditto.
--crg
EL TEC ANTROPOLÓGICO
La Cátedra de Humanidades del ITESM-Campus Toluca presenta a Ruth Behar, autora de, entre otros libros, Translated Woman. Crossing the Border with Esperanza´s Story y profesora de la Universidad de Michigan.
Proyección: Adio Kerida (documental de Ruth Behar sobre judíos sefaraditas con raíces en Cuba)
Jueves 4 de noviembre del 2004. 18:30 hrs.
Auditorio I
Seminario: Autoetnografía, Género, Escritura.
5 y 6 de noviembre, 10:00 hrs.
Auditorio I y Aulas 302.
Entrada libre.
--crg
La Cátedra de Humanidades del ITESM-Campus Toluca presenta a Ruth Behar, autora de, entre otros libros, Translated Woman. Crossing the Border with Esperanza´s Story y profesora de la Universidad de Michigan.
Proyección: Adio Kerida (documental de Ruth Behar sobre judíos sefaraditas con raíces en Cuba)
Jueves 4 de noviembre del 2004. 18:30 hrs.
Auditorio I
Seminario: Autoetnografía, Género, Escritura.
5 y 6 de noviembre, 10:00 hrs.
Auditorio I y Aulas 302.
Entrada libre.
--crg
Wednesday, November 03, 2004
Tuesday, November 02, 2004
Y USTED ¿DECIDIRÍA MORIR?
Madeline Gins y Arakawa dedican su libro Architectural Body a un cierto tipo de seres humanos, aquellos que "han querido continuar/ viviendo y no han podido// y por lo tanto/ aún más/ a los trans-humanos". Gran parte del trabajo colaborativo que han realizado ya por muchos años se basa en y llega al mismo tiempo a la conclusión de que morir no es un destino ineludible de la especie, sino que es más bien una decisión derrotista, una caludicación de aquellos que no han logrado entender, y ni siquiera imaginar, que abogar por la vida es abogar por la vida siempre. Sin respiro. Sin cuartel. Proponiendo una arquitectura del cuerpo, si por eso se entiende la combinación de campos que van de la auto-organización, autopoesis, vida artificial y estudios de la conciencia, Gins y Arakawa han desarrollado un proyecto a favor de la vida bajo el muy sugerente título de "destino reversible" y le han anunciado al mundo, como reza otro de sus títulos, que han decidido no morir. Los autores, como señalan varios comentaristas con una alarma descreída que comparto, no hacen esta declaración para escandalizar al público o para hacer un uso expresivo de la metáfora o para llamar la atención en día de muertos. Al contrario, sin rebuscamiento alguno, los dos se aseguran, cada cual a su manera, que la declaración es austera y es en serio. Así, cuando dicen, "hemos decidido no morir" no tienen empacho alguno a mirarlo a uno directamente a los ojos.
Yo sigo leyendo, francamente interesada, pero en realidad no sé. No sé si, en caso de poder decidir, decidiría no morir. No sé si estoy del lado de la vida a tal grado. O en ese grado. No me molesta la idea de un fin (un fin-transición o un fin-punto y aparte, da lo mismo) y me gusta, de hecho, vivir en un mundo que comparto a diario con presencias inexplicables--las cuales, gracias a la escritura, o sólo en la escritura, se vuelven, efectivamente, presencias y, además, inexplicables.
Por si hiciera falta algo más: el cempazuchitl huele bien y una tumba, por su forma rectangular y la profundidad de su historia, parece una página. El cadáver como letra. El difunto como oración. Eso.
--crg
Madeline Gins y Arakawa dedican su libro Architectural Body a un cierto tipo de seres humanos, aquellos que "han querido continuar/ viviendo y no han podido// y por lo tanto/ aún más/ a los trans-humanos". Gran parte del trabajo colaborativo que han realizado ya por muchos años se basa en y llega al mismo tiempo a la conclusión de que morir no es un destino ineludible de la especie, sino que es más bien una decisión derrotista, una caludicación de aquellos que no han logrado entender, y ni siquiera imaginar, que abogar por la vida es abogar por la vida siempre. Sin respiro. Sin cuartel. Proponiendo una arquitectura del cuerpo, si por eso se entiende la combinación de campos que van de la auto-organización, autopoesis, vida artificial y estudios de la conciencia, Gins y Arakawa han desarrollado un proyecto a favor de la vida bajo el muy sugerente título de "destino reversible" y le han anunciado al mundo, como reza otro de sus títulos, que han decidido no morir. Los autores, como señalan varios comentaristas con una alarma descreída que comparto, no hacen esta declaración para escandalizar al público o para hacer un uso expresivo de la metáfora o para llamar la atención en día de muertos. Al contrario, sin rebuscamiento alguno, los dos se aseguran, cada cual a su manera, que la declaración es austera y es en serio. Así, cuando dicen, "hemos decidido no morir" no tienen empacho alguno a mirarlo a uno directamente a los ojos.
Yo sigo leyendo, francamente interesada, pero en realidad no sé. No sé si, en caso de poder decidir, decidiría no morir. No sé si estoy del lado de la vida a tal grado. O en ese grado. No me molesta la idea de un fin (un fin-transición o un fin-punto y aparte, da lo mismo) y me gusta, de hecho, vivir en un mundo que comparto a diario con presencias inexplicables--las cuales, gracias a la escritura, o sólo en la escritura, se vuelven, efectivamente, presencias y, además, inexplicables.
Por si hiciera falta algo más: el cempazuchitl huele bien y una tumba, por su forma rectangular y la profundidad de su historia, parece una página. El cadáver como letra. El difunto como oración. Eso.
--crg
Monday, November 01, 2004
LA NULA DIFERENCIA
Anuncio que crg ha desaparecido. En su lugar queda crg.
Aunque una es La Verdadera y otra La Falsa, la diferencia entre crg y crg es nula.
En la nulidad que es la diferencia entre crg y crg se encuentra, verídicamente, crg.
En otras palabras: todo es otras palabras.
O nada es verídico.
--crg
Anuncio que crg ha desaparecido. En su lugar queda crg.
Aunque una es La Verdadera y otra La Falsa, la diferencia entre crg y crg es nula.
En la nulidad que es la diferencia entre crg y crg se encuentra, verídicamente, crg.
En otras palabras: todo es otras palabras.
O nada es verídico.
--crg
ESCRITORES Y TARTAMUDOS
Señala Shelly Jackson, la hipertextualista creadora de Vocational School for Ghost Speakers and Hearing-Mouth algunas similitudes interesantes entre escritores y tartamudos: ambos comparten una sospecha fundamental hacia y por el lenguaje; ambos saben que el tiempo es tiempo-de-habla; ambos se la pasan revisando una y otra vez cualquier tipo de enfrentamiento con la palabra.
Shelly Jackson, la hipertextualista creadora de Vocational School for Ghost Speakers and Hearing-Mouth, señala algunas similitudes entre escritores y tartamudos: ambos comparten una sospecha fundamental hacia el lenguaje; ambos saben que el tiempo es tiempo-de-habla; ambos se la pasan revisando una y otra vez cualquier tipo de [enfrentamiento] interacción con la palabra.
La hipertextualista Shelly Jackson señala, en relación a su Vocational School for Ghost Speakers and Hearing-Mouth, algunas similitudes entre escritores y tartamudos: ambos comparten una sospecha fundamental por el lenguaje; ambos saben que el tiempo es tiempo-de-habla: ambos se la pasan revisando una y otra vez cualquier tipo de interacción con la palabra.
La hipertextualista...ad infinitum.
--crg
Señala Shelly Jackson, la hipertextualista creadora de Vocational School for Ghost Speakers and Hearing-Mouth algunas similitudes interesantes entre escritores y tartamudos: ambos comparten una sospecha fundamental hacia y por el lenguaje; ambos saben que el tiempo es tiempo-de-habla; ambos se la pasan revisando una y otra vez cualquier tipo de enfrentamiento con la palabra.
Shelly Jackson, la hipertextualista creadora de Vocational School for Ghost Speakers and Hearing-Mouth, señala algunas similitudes entre escritores y tartamudos: ambos comparten una sospecha fundamental hacia el lenguaje; ambos saben que el tiempo es tiempo-de-habla; ambos se la pasan revisando una y otra vez cualquier tipo de [enfrentamiento] interacción con la palabra.
La hipertextualista Shelly Jackson señala, en relación a su Vocational School for Ghost Speakers and Hearing-Mouth, algunas similitudes entre escritores y tartamudos: ambos comparten una sospecha fundamental por el lenguaje; ambos saben que el tiempo es tiempo-de-habla: ambos se la pasan revisando una y otra vez cualquier tipo de interacción con la palabra.
La hipertextualista...ad infinitum.
--crg
PERSONA-MÁQUINA-DEL-TIEMPO
Solemne, aunque inacabada, introducción:
Vivimos en una sociedad trans-humana, se sabe. Pero no ha sido hasta hace poco que me he percatado de la presencia, entre sospechosa y apabullante, además de natural, de una interesante especie de neo-persona. Me refiero, por supuesto, a la Persona-Máquina-del-Tiempo. Esos. Todo en ellos parece humano, en ese sentido humano que las personas solían manifestar en el siglo pasado. Quiero decir que tienen piernas y cabeza y cabello y ojos y todo lo demás. Quiero decir que si se les ve caminando por la calle sería del todo posible creer que se trata de animales-humanos y no de máquinas--y esto no estrictamente en el sentido deleuze-guattariano del término.
Segundo Párrafo:
Como suele ocurrir con todo lo importante, la revelación se lleva a cabo siempre en el contacto, que no es más que un choque, con Lo Otro. Esa trayectoria. Esa colindancia. Quiero decir que, aunque los mecanismos concretos de encendido varían de máquina a máquina--ya la identificación clarísima en el iris, ya el roce de mano contra mano, ya un buen chiste--, el fenómeno no es ni auto-generado ni individual. Una vez iniciado el proceso, eso sí, ni el Animal-Humano ni la Persona-Máqina-del-Tiempo saben bien a bien la dirección del viaje o su duración. O su peligro.
Somera Tipología de PMTs:
1) Hay PMTs que, sin saberlo o a sabiendas más bien artreras, nos llevan siempre a paseos poco memorables a los años 50s, por ejemplo. De eso habla la rigidez de los músculos, la contracción de la mente, y los restaurantes donde señores con puro y mujeres de amplias crinolinas siguen tomando el famoso martini de las 7. La música de fondo le corresponde por lo regular a la voz de ese otro PMT que fue Sinatra.
2) Hay PMTs con los que invariablemente se viaja hacia futuro, y esto a velocidades demenciales, en cuyo recorrido todo lo "encontrado" no es en realidad "encontrado" por la sencilla razón de que es irreconocible. De estos viajes se regresa, si es que se regresa, con la mirada alucinada y unas tremendas ganas de dormir por doce horas continuas.
3) Hay PMTs que nos llevan irremediablemente a la adolescencia. Esa felicidad. Esa melancolía.
4) Hay PMTs que evitan el contacto con otras PMTs para ahorrarse la confusión de tiempos que o lleva a la locura o al desastre, lo que tenga a bien, o más bien a mal, ocurrir primero.
5) Hay PMTs que intentan, de maneras posibles y también de maneras imposibles, ser contemporáneas de sí mismas y del Otro. Todo el tiempo. Todos los Otros. Esos PMTs escriben.
Arriesgada Parvada de Hipótesis:
El Otro es, sobre todo, Otro-Tiempo: Otra-Velocidad: Otra-Contemporaneidad (en el sentido steiniano del término).
La Colindancia, que es un choque, no es más que un viaje (emprendido en todas las direcciones; todas, por supuesto, a la vez).
En el viaje, las PMTs y las no-PMTs se salen del camino establecido (en el sentido Bradburiano del término) y pisan mariposas, y de regreso, si es que hay regreso, nada es lo mismo.
Puntada Posdática:
Los PMTs le llaman "amor" a ciertos choques-de-tiempo incluidos en la Somera Tipología debido, fundamentalmente, a una (so)mera falta de léxico.
--crg
Solemne, aunque inacabada, introducción:
Vivimos en una sociedad trans-humana, se sabe. Pero no ha sido hasta hace poco que me he percatado de la presencia, entre sospechosa y apabullante, además de natural, de una interesante especie de neo-persona. Me refiero, por supuesto, a la Persona-Máquina-del-Tiempo. Esos. Todo en ellos parece humano, en ese sentido humano que las personas solían manifestar en el siglo pasado. Quiero decir que tienen piernas y cabeza y cabello y ojos y todo lo demás. Quiero decir que si se les ve caminando por la calle sería del todo posible creer que se trata de animales-humanos y no de máquinas--y esto no estrictamente en el sentido deleuze-guattariano del término.
Segundo Párrafo:
Como suele ocurrir con todo lo importante, la revelación se lleva a cabo siempre en el contacto, que no es más que un choque, con Lo Otro. Esa trayectoria. Esa colindancia. Quiero decir que, aunque los mecanismos concretos de encendido varían de máquina a máquina--ya la identificación clarísima en el iris, ya el roce de mano contra mano, ya un buen chiste--, el fenómeno no es ni auto-generado ni individual. Una vez iniciado el proceso, eso sí, ni el Animal-Humano ni la Persona-Máqina-del-Tiempo saben bien a bien la dirección del viaje o su duración. O su peligro.
Somera Tipología de PMTs:
1) Hay PMTs que, sin saberlo o a sabiendas más bien artreras, nos llevan siempre a paseos poco memorables a los años 50s, por ejemplo. De eso habla la rigidez de los músculos, la contracción de la mente, y los restaurantes donde señores con puro y mujeres de amplias crinolinas siguen tomando el famoso martini de las 7. La música de fondo le corresponde por lo regular a la voz de ese otro PMT que fue Sinatra.
2) Hay PMTs con los que invariablemente se viaja hacia futuro, y esto a velocidades demenciales, en cuyo recorrido todo lo "encontrado" no es en realidad "encontrado" por la sencilla razón de que es irreconocible. De estos viajes se regresa, si es que se regresa, con la mirada alucinada y unas tremendas ganas de dormir por doce horas continuas.
3) Hay PMTs que nos llevan irremediablemente a la adolescencia. Esa felicidad. Esa melancolía.
4) Hay PMTs que evitan el contacto con otras PMTs para ahorrarse la confusión de tiempos que o lleva a la locura o al desastre, lo que tenga a bien, o más bien a mal, ocurrir primero.
5) Hay PMTs que intentan, de maneras posibles y también de maneras imposibles, ser contemporáneas de sí mismas y del Otro. Todo el tiempo. Todos los Otros. Esos PMTs escriben.
Arriesgada Parvada de Hipótesis:
El Otro es, sobre todo, Otro-Tiempo: Otra-Velocidad: Otra-Contemporaneidad (en el sentido steiniano del término).
La Colindancia, que es un choque, no es más que un viaje (emprendido en todas las direcciones; todas, por supuesto, a la vez).
En el viaje, las PMTs y las no-PMTs se salen del camino establecido (en el sentido Bradburiano del término) y pisan mariposas, y de regreso, si es que hay regreso, nada es lo mismo.
Puntada Posdática:
Los PMTs le llaman "amor" a ciertos choques-de-tiempo incluidos en la Somera Tipología debido, fundamentalmente, a una (so)mera falta de léxico.
--crg
Thursday, October 28, 2004
ALLÁ VOY
The Séance In Experimental Writing
A two-day public meditation on the condition of language and narrative in contemporary writing.
The Séance in Experimental Writing gathers new and established writers to speculate on the boundaries of structural and linguistic experiments today. Participants include novelists, short-story writers, poets and hypertextualists from Canada, the U.S., and Europe, including Dodie Bellamy, Charles Bernstein, Jaap Blonk, Christian Bök, Dennis Cooper, Madeline Gins, Robert Glück, Kenneth Goldsmith, Shelley Jackson, Kevin Killian, Ben Marcus, Eileen Myles, Joan Retallack, Cristina Rivera Garza, Steven Shaviro, Janet Sternburg, and Lidia Yuknavitch.
REDCAT--The Roy and Edna Disney Cal Arts Theater
Downtown Los Angeles, CA
Octubre 29-30, 2004
Panels include:
1) Pataphysics: Science, Fiction and Imaginary Solutions
Fiction often proposes imaginary solutions to problems that vex both the social and the scientific world. For every rule there seems to be an exception, and to every episteme an extreme. Imagine the impossible. Can the world be re-written? If science is metaphysical is poetry a form of math?
2) Egoplasm: The Ghost of the Author Returns
Event though the author is dead, anyone can tell the difference between a poem by Jackson MacLow and Stepehen McCaffery. Is the writing machine always hunted by its author? Need it bear repeating that just when women and non-white writeres establish their literary self, straight white men declare to them that the subject is dead. Can the author really be made to disappear? Should he or she disappear? Are new subjectivities being created?
3) What´s Love Got to Do With It? Sex & Desire in Narrative
For more than a generation, sex and sexual desire have been the sine qua non of experimental writing. Is desire still relevant? Is sex obsolete? Can lust create identity? Do readers want to be aroused and can writers still arouse them? Why has the urgency of the human body been so fertile for writers, and where will this excitement lead us next?
4) Absolutely Ordinary: Writing the Everyday
The onthological question: What is there? The usual answer: the desk, my chair, the air, everything. Writers have a dual relation to the everyday. It is everywhere, in their work and its making, yet it also always evades them. From Flaubert´s housewife fantasies to Kenneth Goldsmisth´s transcription of every movement in his day, the everyday never goes away. What is quotidian today? Is there a secret life of objects? How do/can/will writeres represent the ordinary?
5) Ethernity: To Infinity and Beyond!
From the chemistry of letters to the double-helix and the periodic table elements. Is there structure beyond structuralism? Are structures of language and narrative more real than "reality"? Do extreme patterns lead away from or toward paranoia? Intricate lattices of poetry: the inter-, pata-, and the trans-.
Por allá nos vemos, puesn.
--crg
The Séance In Experimental Writing
A two-day public meditation on the condition of language and narrative in contemporary writing.
The Séance in Experimental Writing gathers new and established writers to speculate on the boundaries of structural and linguistic experiments today. Participants include novelists, short-story writers, poets and hypertextualists from Canada, the U.S., and Europe, including Dodie Bellamy, Charles Bernstein, Jaap Blonk, Christian Bök, Dennis Cooper, Madeline Gins, Robert Glück, Kenneth Goldsmith, Shelley Jackson, Kevin Killian, Ben Marcus, Eileen Myles, Joan Retallack, Cristina Rivera Garza, Steven Shaviro, Janet Sternburg, and Lidia Yuknavitch.
REDCAT--The Roy and Edna Disney Cal Arts Theater
Downtown Los Angeles, CA
Octubre 29-30, 2004
Panels include:
1) Pataphysics: Science, Fiction and Imaginary Solutions
Fiction often proposes imaginary solutions to problems that vex both the social and the scientific world. For every rule there seems to be an exception, and to every episteme an extreme. Imagine the impossible. Can the world be re-written? If science is metaphysical is poetry a form of math?
2) Egoplasm: The Ghost of the Author Returns
Event though the author is dead, anyone can tell the difference between a poem by Jackson MacLow and Stepehen McCaffery. Is the writing machine always hunted by its author? Need it bear repeating that just when women and non-white writeres establish their literary self, straight white men declare to them that the subject is dead. Can the author really be made to disappear? Should he or she disappear? Are new subjectivities being created?
3) What´s Love Got to Do With It? Sex & Desire in Narrative
For more than a generation, sex and sexual desire have been the sine qua non of experimental writing. Is desire still relevant? Is sex obsolete? Can lust create identity? Do readers want to be aroused and can writers still arouse them? Why has the urgency of the human body been so fertile for writers, and where will this excitement lead us next?
4) Absolutely Ordinary: Writing the Everyday
The onthological question: What is there? The usual answer: the desk, my chair, the air, everything. Writers have a dual relation to the everyday. It is everywhere, in their work and its making, yet it also always evades them. From Flaubert´s housewife fantasies to Kenneth Goldsmisth´s transcription of every movement in his day, the everyday never goes away. What is quotidian today? Is there a secret life of objects? How do/can/will writeres represent the ordinary?
5) Ethernity: To Infinity and Beyond!
From the chemistry of letters to the double-helix and the periodic table elements. Is there structure beyond structuralism? Are structures of language and narrative more real than "reality"? Do extreme patterns lead away from or toward paranoia? Intricate lattices of poetry: the inter-, pata-, and the trans-.
Por allá nos vemos, puesn.
--crg
Tuesday, October 26, 2004
Thursday, October 21, 2004
Tuesday, October 19, 2004
EL LUGAR MÁS INCÓMODO
Un libro, que es dos libros incluyendo a su contrario, siempre hallará la manera de quedarse en el lugar más incómodo del cuerpo. Como piedra en el zapato o astilla en la yema del dedo o pestaña en el blanco de los ojos, el libro no deja en paz. No puede. No sabe. Una anti-brújula que desorienta: el libro. Lo contrario a estilo. Lo que siempre está a punto de ser. La inmaterialidad concreta. La inmaterialidad en sí.
--crg
Un libro, que es dos libros incluyendo a su contrario, siempre hallará la manera de quedarse en el lugar más incómodo del cuerpo. Como piedra en el zapato o astilla en la yema del dedo o pestaña en el blanco de los ojos, el libro no deja en paz. No puede. No sabe. Una anti-brújula que desorienta: el libro. Lo contrario a estilo. Lo que siempre está a punto de ser. La inmaterialidad concreta. La inmaterialidad en sí.
--crg
Y SI LO MALDIGO
¿Y qué digo exactamente si digo yo y me señalo, en ese justo instante, la rodilla?
¿Y qué digo cuando digo yo y señalo, como al descuido, tu rodilla?
Y si digo política y digo yo al mismo tiempo ¿digo yo verídicamente?
(¿Y es necesario que algo sea, en realidad, verídico?)
(¿Y es del todo posible, físicamente posible, realmente posible, posiblemente posible, decir política y decir yo al mismo tiempo?)
¿Digo, luego entonces, que la rodilla es política?
¿Digo que la rodilla, y por extensión el cuerpo, es una mera mediación del yo que es, en realidad y verídicamente, toda política?
(Y si te pregunto si ésta es tu rodilla, ¿qué digo?)
¿Y qué digo exactamente si escribo todo lo que digo?
¿Y si lo pregunto?
¿Y si lo maldigo?
--crg
¿Y qué digo exactamente si digo yo y me señalo, en ese justo instante, la rodilla?
¿Y qué digo cuando digo yo y señalo, como al descuido, tu rodilla?
Y si digo política y digo yo al mismo tiempo ¿digo yo verídicamente?
(¿Y es necesario que algo sea, en realidad, verídico?)
(¿Y es del todo posible, físicamente posible, realmente posible, posiblemente posible, decir política y decir yo al mismo tiempo?)
¿Digo, luego entonces, que la rodilla es política?
¿Digo que la rodilla, y por extensión el cuerpo, es una mera mediación del yo que es, en realidad y verídicamente, toda política?
(Y si te pregunto si ésta es tu rodilla, ¿qué digo?)
¿Y qué digo exactamente si escribo todo lo que digo?
¿Y si lo pregunto?
¿Y si lo maldigo?
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LA VENGANZA DEL YO LÍRICO
Es por todos sabido que estos no son buenos tiempos para el yo, especialmente para el yo lírico. Nada más sencillo en épocas de radicales subjetividades negativas o de identificaciones abismales o de fragmentarias alteraciones que vituperear al yo lírico como lastre de decimonónico romanticismo o reflejo de autoritarias ficciones de unidad o, cuando menos, de mera ingenuidad epistemológica. Nada más fácil que sumarse a las filas de los no-yos para, desde ese anonimato que da el ejército o la poética, señalar la vulgaridad de la experiencia o la ñoñez de los hechos con énfaticos índices ingrávidos. Nada más básico.
Tal vez es por eso, porque no hay nada más sencillo-básico-fácil que sacarle la vuelta al yo en estos días, que me pregunto si todo esto no será más que cosa de horror. Cosa de dar la espalda. Cosa de renuncia.
Aclaro: no lo digo yo. Lo dice el yo lírico.
--crg
Es por todos sabido que estos no son buenos tiempos para el yo, especialmente para el yo lírico. Nada más sencillo en épocas de radicales subjetividades negativas o de identificaciones abismales o de fragmentarias alteraciones que vituperear al yo lírico como lastre de decimonónico romanticismo o reflejo de autoritarias ficciones de unidad o, cuando menos, de mera ingenuidad epistemológica. Nada más fácil que sumarse a las filas de los no-yos para, desde ese anonimato que da el ejército o la poética, señalar la vulgaridad de la experiencia o la ñoñez de los hechos con énfaticos índices ingrávidos. Nada más básico.
Tal vez es por eso, porque no hay nada más sencillo-básico-fácil que sacarle la vuelta al yo en estos días, que me pregunto si todo esto no será más que cosa de horror. Cosa de dar la espalda. Cosa de renuncia.
Aclaro: no lo digo yo. Lo dice el yo lírico.
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LA VOZ ALTA
La expresión "hablar en voz alta" usualmente se asocia con el que conversa, a solas, consigo mismo--constituyendo, por lo tanto, una especie de código no muy secreto que describe estados cercanos a la locura. Al desasimiento de sí. A la alteración que produce la alteridad (o viceversa). Después de todo, sólo los alterados (¿los hados de lo otro?) hablan con la pluralidad de sus yos como si éstos, en realidad, fueran ajenos. Sólo los alterados producen ésa realidad.
Alguien normal habla no conisgo sino con otros en una voz, por así decirlo, sin adjetivos. Alguien normal habla consigo mismo en voz baja o, mejor aún, en el anonimato de su propio silencio. En resumen: alguien normal no habla. Alguien normal piensa.
Escribir es sólo una versión gráfica de esa voz alta.
Escribo y hablo. Escribo y enuncio. Escribo y oigo la escritura.
Escribir altera.
--crg
La expresión "hablar en voz alta" usualmente se asocia con el que conversa, a solas, consigo mismo--constituyendo, por lo tanto, una especie de código no muy secreto que describe estados cercanos a la locura. Al desasimiento de sí. A la alteración que produce la alteridad (o viceversa). Después de todo, sólo los alterados (¿los hados de lo otro?) hablan con la pluralidad de sus yos como si éstos, en realidad, fueran ajenos. Sólo los alterados producen ésa realidad.
Alguien normal habla no conisgo sino con otros en una voz, por así decirlo, sin adjetivos. Alguien normal habla consigo mismo en voz baja o, mejor aún, en el anonimato de su propio silencio. En resumen: alguien normal no habla. Alguien normal piensa.
Escribir es sólo una versión gráfica de esa voz alta.
Escribo y hablo. Escribo y enuncio. Escribo y oigo la escritura.
Escribir altera.
--crg
Monday, October 18, 2004
DESMATERIALIZACIÓN
Quien escribe, por definición, no está.
Quien escribe, de hecho, no quiere estar.
Un súbito deseo de desmaterialización: escribir. Un deseo cumplido.
Palabras como parapetos. La materialización del en-lugar-de.
Quien escribe construye esquinas por las que alguien que está a punto de ser y de no ser da la vuelta. El ruido de los pasos. El fulgor de los talones.
Quien escribe vive tras la niebla.
--crg
Quien escribe, por definición, no está.
Quien escribe, de hecho, no quiere estar.
Un súbito deseo de desmaterialización: escribir. Un deseo cumplido.
Palabras como parapetos. La materialización del en-lugar-de.
Quien escribe construye esquinas por las que alguien que está a punto de ser y de no ser da la vuelta. El ruido de los pasos. El fulgor de los talones.
Quien escribe vive tras la niebla.
--crg
Tuesday, October 12, 2004
Saturday, October 09, 2004
Wednesday, October 06, 2004
LIGERAMENTE EXAGERADO
Uno (que, como todo libro, es al menos dos, incluyendo a su contrario) camina por la calle de la Amargura (y, por única vez, no se trata de metáfora alguna sino del mismísimo nombre de esta callecita mololiente y bulliciosa donde jóvenes de todas las calañas sonríen con una facilidad diríase que atroz) y, justo al dar vuelta a la derecha (por equivocación, lo puedo asegurar, porque Uno, que es varios, jamás daría vuelta alguna a la derecha de las cosas), se encuentra con la siguiente promesa:
Se reparan zapatos, maletas, bolsos, jackets, suelas, tenis, toldos. Le reparamos hasta el mundo partido en dos.
Y Uno se sonríe torvamente, felizmente, ávidamente y, mientras el lado izquierdo, que es sólo uno de los lados de Uno, entra un poco antes que el derecho, que es otro de los muchos lados del Otro que es Uno como quiera, a la Zapatería Estrella, Uno piensa, con esa ligereza como de champán a mediodía que le regala a Uno el buen humor, que el mundo, francamente, es una ligera exageración.
O no será.
--crg
Uno (que, como todo libro, es al menos dos, incluyendo a su contrario) camina por la calle de la Amargura (y, por única vez, no se trata de metáfora alguna sino del mismísimo nombre de esta callecita mololiente y bulliciosa donde jóvenes de todas las calañas sonríen con una facilidad diríase que atroz) y, justo al dar vuelta a la derecha (por equivocación, lo puedo asegurar, porque Uno, que es varios, jamás daría vuelta alguna a la derecha de las cosas), se encuentra con la siguiente promesa:
Se reparan zapatos, maletas, bolsos, jackets, suelas, tenis, toldos. Le reparamos hasta el mundo partido en dos.
Y Uno se sonríe torvamente, felizmente, ávidamente y, mientras el lado izquierdo, que es sólo uno de los lados de Uno, entra un poco antes que el derecho, que es otro de los muchos lados del Otro que es Uno como quiera, a la Zapatería Estrella, Uno piensa, con esa ligereza como de champán a mediodía que le regala a Uno el buen humor, que el mundo, francamente, es una ligera exageración.
O no será.
--crg
Tuesday, October 05, 2004
Monday, October 04, 2004
Wednesday, September 29, 2004
VELARDE Y EL SINDROME DE CARPO
[Publicado originalmente en Día Siete 220, Septiembre 26, 2004]
Me llamó la atención el color rojo encendido de sus pastas duras y, luego, el tamaño oficio de cada una de sus páginas. Taquimecanografía 2o. Año. Supuse que ahí se encontraba el origen de mi síndrome de Carpo y, por supuesto, lo abrí. Maestra: María Concepción Montes de Martínez. Alumna: Cristina Rivera Garza.
El libro (porque se trata de un objeto con esa denodada aspiración) está dividido en cinco secciones, cada una de un color diferente. En la sección de digitación, en un intenso amarillo canario, hay 100 ejercicios--de la repetición trepidante de 65432 en bloques de cinco líneas a "....por todo lo expuesto comprenderá que damos por terminado el asunto", también en los bloques proverbiales. La sección de Taquigrafía, en sereno azul celeste, está llena de garabatos ahora y, a decir verdad, desde entonces, inentendibles para mí. En la rosa sección de Dictado es posible leer lecciones sobre la alegría del deber cumplido hasta la sugerencia, un tanto violenta, de "abatir tu miedo, tu encogimiento, tu irresoulción". La sección de Velocidad, de color verde, demuestra que en un minuto pude escribir 52 palabras, con 234 pulsaciones totales y tres errores, repitiendo la frase "La honradez y la lealtad ganan la estimación y la confianza". De manera por demás sintomática, la repetición de la frase "Más iniciativa, más velocidad, traen consigo mayor sueldo" sólo rindió 28 palabras por minuto, con un total de 182 pulsaciones y la cantidad enorme de cinco errores. Todo esto, debo aclarar, en medio del más furibundo de los ruidos producido por la presión, aunque bien podría ser la batalla, de dedo contra tecla en aquellas máquinas de escribir negras, pesadas y amplias como muebles. Finalmente, en la sección de Copiado, conformada por 20 páginas en el más puro y neutro color blanco, encontré lo que no andaba buscando: poemas, poemas copiados una y otra vez, diríase que hasta el hartazgo, de Ramón López Velarde.
De "Tus otoños me arrullan/ en coro de quimeras obstinadas" a "Fuensanta: las finezas del amado,/ las finezas más finas,/ han de ser para ti menguada cosa,/ porque el honor a ti resulta honrado", ahí apareció, medrosa y rapaz, inmacualada y atávica y lauretana, la conexión, hasta ese momento ignota aunque no por ello menos diamantina, que vinculaba a esta hinchazón de las muñecas y el dolor de dedos--una condición a la que ya varios doctores han denominado como síndrome de Carpo que se agudiza, dicen ellos, con la repetición continua de ciertos movimientos muy pequeños--y al poeta zacatecano López Velarde.
La poesía, todo parece confirmarlo ahora, tiene consecuencias. La poesía, efectivmaente, marca el cuerpo. La poesía daña.
De todo esto, sin embargo, hace mucho. Corría, como se dice, el año 1976, firmaba mis ejercicios de taquimecanografía con un escueto "crg", y era ya, tal vez sin saberlo a ciencia cierta, seguramente sin sospecharlo de ninguna manera, una velardicta y una precarposiana. Las dos cosas al mismo tiempo.
Por supuesto que volvería a hacerlo.
--crg
[Publicado originalmente en Día Siete 220, Septiembre 26, 2004]
Me llamó la atención el color rojo encendido de sus pastas duras y, luego, el tamaño oficio de cada una de sus páginas. Taquimecanografía 2o. Año. Supuse que ahí se encontraba el origen de mi síndrome de Carpo y, por supuesto, lo abrí. Maestra: María Concepción Montes de Martínez. Alumna: Cristina Rivera Garza.
El libro (porque se trata de un objeto con esa denodada aspiración) está dividido en cinco secciones, cada una de un color diferente. En la sección de digitación, en un intenso amarillo canario, hay 100 ejercicios--de la repetición trepidante de 65432 en bloques de cinco líneas a "....por todo lo expuesto comprenderá que damos por terminado el asunto", también en los bloques proverbiales. La sección de Taquigrafía, en sereno azul celeste, está llena de garabatos ahora y, a decir verdad, desde entonces, inentendibles para mí. En la rosa sección de Dictado es posible leer lecciones sobre la alegría del deber cumplido hasta la sugerencia, un tanto violenta, de "abatir tu miedo, tu encogimiento, tu irresoulción". La sección de Velocidad, de color verde, demuestra que en un minuto pude escribir 52 palabras, con 234 pulsaciones totales y tres errores, repitiendo la frase "La honradez y la lealtad ganan la estimación y la confianza". De manera por demás sintomática, la repetición de la frase "Más iniciativa, más velocidad, traen consigo mayor sueldo" sólo rindió 28 palabras por minuto, con un total de 182 pulsaciones y la cantidad enorme de cinco errores. Todo esto, debo aclarar, en medio del más furibundo de los ruidos producido por la presión, aunque bien podría ser la batalla, de dedo contra tecla en aquellas máquinas de escribir negras, pesadas y amplias como muebles. Finalmente, en la sección de Copiado, conformada por 20 páginas en el más puro y neutro color blanco, encontré lo que no andaba buscando: poemas, poemas copiados una y otra vez, diríase que hasta el hartazgo, de Ramón López Velarde.
De "Tus otoños me arrullan/ en coro de quimeras obstinadas" a "Fuensanta: las finezas del amado,/ las finezas más finas,/ han de ser para ti menguada cosa,/ porque el honor a ti resulta honrado", ahí apareció, medrosa y rapaz, inmacualada y atávica y lauretana, la conexión, hasta ese momento ignota aunque no por ello menos diamantina, que vinculaba a esta hinchazón de las muñecas y el dolor de dedos--una condición a la que ya varios doctores han denominado como síndrome de Carpo que se agudiza, dicen ellos, con la repetición continua de ciertos movimientos muy pequeños--y al poeta zacatecano López Velarde.
La poesía, todo parece confirmarlo ahora, tiene consecuencias. La poesía, efectivmaente, marca el cuerpo. La poesía daña.
De todo esto, sin embargo, hace mucho. Corría, como se dice, el año 1976, firmaba mis ejercicios de taquimecanografía con un escueto "crg", y era ya, tal vez sin saberlo a ciencia cierta, seguramente sin sospecharlo de ninguna manera, una velardicta y una precarposiana. Las dos cosas al mismo tiempo.
Por supuesto que volvería a hacerlo.
--crg
Tuesday, September 28, 2004
SEEING UNSEEN BLUE (skyspace by James Turrell at the Mattress Factory, Pittsburgh, PA)
James Turrell says: I have always involved time. There are several ways of doing that: one is to have that come with how the eyes open, and the other is in the glazed-eyes staring overall sameness; the third is change. In the Skyspaces there is change.
So we went into the skyspace and, laying down on our backs, saw the opening that was the un-ceiling turned into sky. A blue sky, suddenly unseen.
A hawk flew by.
A cloud turned cloud and then turned nothing. White.
Two planes.
Noise. Words. Sentences.
A conversational piece.
Traces.
On my back, seeing the unseen, I saw the framing we have come to know as narrative. I am seeing a novel, I thought. This is what a novel does. And then, without thinking, I saw the de-framing. And that, that which is unthinkable and yet seen, is what experimental narrative is all about.
Turrell was born in 1943.
--crg
James Turrell says: I have always involved time. There are several ways of doing that: one is to have that come with how the eyes open, and the other is in the glazed-eyes staring overall sameness; the third is change. In the Skyspaces there is change.
So we went into the skyspace and, laying down on our backs, saw the opening that was the un-ceiling turned into sky. A blue sky, suddenly unseen.
A hawk flew by.
A cloud turned cloud and then turned nothing. White.
Two planes.
Noise. Words. Sentences.
A conversational piece.
Traces.
On my back, seeing the unseen, I saw the framing we have come to know as narrative. I am seeing a novel, I thought. This is what a novel does. And then, without thinking, I saw the de-framing. And that, that which is unthinkable and yet seen, is what experimental narrative is all about.
Turrell was born in 1943.
--crg
Thursday, September 23, 2004
LAS PREGUNTAS QUE AQUEJARON A LAS POETAS DURANTE LA LECTURA EN LA UNIVERSIDAD DE PITTSBURGH (escritas, apropiadamente, en cartulina color verde perico).
¿Quieres leerlos todos o estamos bien con tres?
¿Tengo tiempo de ir al baño?
¿Qué tanto escribe la muchacha de la primera columna/tercera fila?
--crg
¿Quieres leerlos todos o estamos bien con tres?
¿Tengo tiempo de ir al baño?
¿Qué tanto escribe la muchacha de la primera columna/tercera fila?
--crg
Monday, September 20, 2004
Tuesday, September 14, 2004
EL CENTRO EN EL CENTRO (AUNQUE A UN LADITO)
El Departamento de Comunicación y Humanidades se complace en presentar a la narradora mexicana Ana Clavel en el ITESM-Campus Toluca este martes 14 de septiembre a las 12:00 hrs, en el salón 312 del edificio Aulas III.
La autora hablará sobre Marcel Duchamp y los objetos náufragos.
Los esperamos.
--crg
El Departamento de Comunicación y Humanidades se complace en presentar a la narradora mexicana Ana Clavel en el ITESM-Campus Toluca este martes 14 de septiembre a las 12:00 hrs, en el salón 312 del edificio Aulas III.
La autora hablará sobre Marcel Duchamp y los objetos náufragos.
Los esperamos.
--crg
Monday, September 13, 2004
Friday, September 10, 2004
Thursday, September 09, 2004
LAS NO-NOVELAS (QUE ES OTRA FORMA DE DECIR SÍ-VELAS)
Podría tratarse de una plaga, pero sé bien que se trata un alarmante estado de buena salud: todos los libros que abro quieren ser no-libros. En Agua Viva, Clarice Lispector dice: "Quiero lo no conlcuido. Quiero el profundo desorden orgánico que sin embargo deja presentir un orden subyacente. La gran potencia de la potencialidad. Quiero la experiencia de una falta de construcción". En Practicalities, Marguerite Duras dice: "In this sort-of-a-book which isn´t really a book at all I´d have liked to talk about his and that, as one does all the time on an ordinary day just like any other. To drive along the motorway of the word, slowing down or stopping as I felt inclined, for no particular reason." En la antesala de Rielar, Leticia Herrera Álvarez dice: "He querido hacer de cada uno de los personajes de Rielar, crónica de un relato de novela cuenteada escrita en forma poética a manera de pinturas literarias muy cercanas al abstracto, un sólo personaje: el misterio".
Lo dicho: todo libro que no es, al menos, dos libros (incluido el libro que no es), no es libro.
Lo dicho: la sí-vela vela.
Lo dicho: el verdadero amor de todo amante del libro es, por supuesto, el no-libro. Los otros son en realidad amantes del orden o de una cierta idea del libro, pero no del libro.
--crg
Podría tratarse de una plaga, pero sé bien que se trata un alarmante estado de buena salud: todos los libros que abro quieren ser no-libros. En Agua Viva, Clarice Lispector dice: "Quiero lo no conlcuido. Quiero el profundo desorden orgánico que sin embargo deja presentir un orden subyacente. La gran potencia de la potencialidad. Quiero la experiencia de una falta de construcción". En Practicalities, Marguerite Duras dice: "In this sort-of-a-book which isn´t really a book at all I´d have liked to talk about his and that, as one does all the time on an ordinary day just like any other. To drive along the motorway of the word, slowing down or stopping as I felt inclined, for no particular reason." En la antesala de Rielar, Leticia Herrera Álvarez dice: "He querido hacer de cada uno de los personajes de Rielar, crónica de un relato de novela cuenteada escrita en forma poética a manera de pinturas literarias muy cercanas al abstracto, un sólo personaje: el misterio".
Lo dicho: todo libro que no es, al menos, dos libros (incluido el libro que no es), no es libro.
Lo dicho: la sí-vela vela.
Lo dicho: el verdadero amor de todo amante del libro es, por supuesto, el no-libro. Los otros son en realidad amantes del orden o de una cierta idea del libro, pero no del libro.
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Wednesday, September 08, 2004
EL NORTE EN EL CENTRO EN EL NORTE
La Cátedra de Humanidades del ITESM-Campus Toluca presenta al narrador regimontano David Toscana y su más reciente novela El último lector este próximo lunes 13 de septiembre a las 18:00 hrs. en el Auditorio 1. Con comentarios de Jaime Romero, narrador y guionista de Shihuahua.
Marquen sus calendarios!
--crg
La Cátedra de Humanidades del ITESM-Campus Toluca presenta al narrador regimontano David Toscana y su más reciente novela El último lector este próximo lunes 13 de septiembre a las 18:00 hrs. en el Auditorio 1. Con comentarios de Jaime Romero, narrador y guionista de Shihuahua.
Marquen sus calendarios!
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Tuesday, September 07, 2004
INNENARRABLE
Uno ve La supremacía Bourne por razones innenarrables pero en la oscuridad, mientras observa esas dos largas, tumultuosas, inestables escenas en que el héroe se enfrenta al anti-héroe (hay, sobre todo, movimiento, y una cámara nerviosa, una cámara que ve como si no supiera quién es el héroe y quién el anti-héroe y, por ello, nos invita o nos obliga a verlo todo sin jerarquía, sin seguridad, sin asidero), uno no puede sino sonreírse, con ese cansino horror que en nada sugiere o evoca la serena labialidad de la Mona Lisa, porque hasta una película hecha en Hollywood, y con galán de moda incluido, toma más riesgos con el concepto de narración (el significado sobre el tiempo) que muchos de los libros que leo (o, mejor aún, para ser sincera, que no leo).
Mientras La Narrativa continue entendiéndose a sí misma como el lugar de la anécdota y, al hacerlo, continue privilegiando el desarrollo de la misma, uno no tiene otra más que entender por qué los lectores prefieren el cine, incluso el hecho en Hollywood, a ese predecible y timorato desdoblamiento lineal que, al ratificar la idea misma del desarrollo de lo narrado, termina afirmando el status quo con todas sus jerarquías y sus vicios y sus pequeños poderes infames.
Uno ve la supremacía Bourne por razones, ya lo decía yo y espero que ahora quede más claro, por razones innenarrables.
--crg
Uno ve La supremacía Bourne por razones innenarrables pero en la oscuridad, mientras observa esas dos largas, tumultuosas, inestables escenas en que el héroe se enfrenta al anti-héroe (hay, sobre todo, movimiento, y una cámara nerviosa, una cámara que ve como si no supiera quién es el héroe y quién el anti-héroe y, por ello, nos invita o nos obliga a verlo todo sin jerarquía, sin seguridad, sin asidero), uno no puede sino sonreírse, con ese cansino horror que en nada sugiere o evoca la serena labialidad de la Mona Lisa, porque hasta una película hecha en Hollywood, y con galán de moda incluido, toma más riesgos con el concepto de narración (el significado sobre el tiempo) que muchos de los libros que leo (o, mejor aún, para ser sincera, que no leo).
Mientras La Narrativa continue entendiéndose a sí misma como el lugar de la anécdota y, al hacerlo, continue privilegiando el desarrollo de la misma, uno no tiene otra más que entender por qué los lectores prefieren el cine, incluso el hecho en Hollywood, a ese predecible y timorato desdoblamiento lineal que, al ratificar la idea misma del desarrollo de lo narrado, termina afirmando el status quo con todas sus jerarquías y sus vicios y sus pequeños poderes infames.
Uno ve la supremacía Bourne por razones, ya lo decía yo y espero que ahora quede más claro, por razones innenarrables.
--crg
Monday, September 06, 2004
EL AIRE FRESCO QUE ES, ENTRE OTRAS COSAS, IMPOSIBLE
Hace un par de días leía, en un número atrasado de la revista regimontana PD., una entrevista en la que el fotógrafo Josef Koudelka declaraba, aparentemente sin titubeo alguno: "A mí no me gusta ver las imitaciones. Me interesa ver lo original. Sean éstas personas o cosas. Me interesa lo auténtico. Pienso que cada vez es más y más raro encontrar a la gente auténtica".
Pensé, en ese entonces en que se ha convertido ahora el par-de-días, que el escandalo que me provocaba la palabra "original" o la palabra "auténtico" se debía únicamente a lo imprevisto del encuentro. Pensé que con el paso de las horas y bajo la influencia de otras lecturas terminaría por dejar de darle vueltas a tan singular terminología. Pensé, pues, en resumen, tantas cosas--todas, a principio o final de cuentas, que a veces eso da lo mismo, totalmente inútiles porque heme aquí, justo después de ese famoso par-de-días oyendo todavía el zumbido que siguen produciendo esas pre-posmodernas palabras con una fascinación que en mucho se acerca al hechizo o a la hipnosis.
Original. Auténtico.
Tenía tanto tiempo de no verlas así, sin entrecomillado, sin itálicas, como si. Esas palabras.
Tenía tal vez años sin atreverme a pronunciarlas sin culpa o rubor o ambas cosas.
Tenía una eternidad, vale decir, sin enfrentarlas como quien enfrenta por primera vez una bocanada de aire fresco.
Tenía, en definitiva, mucho más que un par-de-días sin escuchar ese eco de cosa-del-pasado y, sin embargo, provocadora, que todavía me obliga a enunciar, original, auténtico, ese dúo como mantra incluso ahora.
Si fueran posibles, serían tan hermosas.
--crg
Hace un par de días leía, en un número atrasado de la revista regimontana PD., una entrevista en la que el fotógrafo Josef Koudelka declaraba, aparentemente sin titubeo alguno: "A mí no me gusta ver las imitaciones. Me interesa ver lo original. Sean éstas personas o cosas. Me interesa lo auténtico. Pienso que cada vez es más y más raro encontrar a la gente auténtica".
Pensé, en ese entonces en que se ha convertido ahora el par-de-días, que el escandalo que me provocaba la palabra "original" o la palabra "auténtico" se debía únicamente a lo imprevisto del encuentro. Pensé que con el paso de las horas y bajo la influencia de otras lecturas terminaría por dejar de darle vueltas a tan singular terminología. Pensé, pues, en resumen, tantas cosas--todas, a principio o final de cuentas, que a veces eso da lo mismo, totalmente inútiles porque heme aquí, justo después de ese famoso par-de-días oyendo todavía el zumbido que siguen produciendo esas pre-posmodernas palabras con una fascinación que en mucho se acerca al hechizo o a la hipnosis.
Original. Auténtico.
Tenía tanto tiempo de no verlas así, sin entrecomillado, sin itálicas, como si. Esas palabras.
Tenía tal vez años sin atreverme a pronunciarlas sin culpa o rubor o ambas cosas.
Tenía una eternidad, vale decir, sin enfrentarlas como quien enfrenta por primera vez una bocanada de aire fresco.
Tenía, en definitiva, mucho más que un par-de-días sin escuchar ese eco de cosa-del-pasado y, sin embargo, provocadora, que todavía me obliga a enunciar, original, auténtico, ese dúo como mantra incluso ahora.
Si fueran posibles, serían tan hermosas.
--crg
Friday, September 03, 2004
EL LIBRO TITULAR
Que el título invita a un cierto tipo de lectura del libro, limitando tanto la lectura como los cauces del libro mismo, es tan cierto que, algunos, en un acto de libertaria interpretación, optan por borrarlo.
Los entiendo, es cierto, pero hoy me apasiona el movimiento contrario. Quiero decir: Insisto en el título.
Insisto tanto, de hecho, que imagino, por principio de cuentas, un libro compuesto únicamente por títulos de obras o inexistentes o por escribirse o ya perdidas. Este libro titular--acaso uno de esos libros vacíos que produjo Josefina Vicens, acaso uno de los libros experimentales de David Markson--no podría ser sino la provocación que el lector precisa para convertirse en el verdadero autor de la obra. El libro verdaderamente interactivo; el libro apenas señalado; el libro como inauguración total.
El libro que, de existir, no existirá.
El libro útil.
El libro titular, habrá que decirlo para que nada de esto se preste a engaño, no sería un libro de cabecera. Nunca lo será.
--crg
Que el título invita a un cierto tipo de lectura del libro, limitando tanto la lectura como los cauces del libro mismo, es tan cierto que, algunos, en un acto de libertaria interpretación, optan por borrarlo.
Los entiendo, es cierto, pero hoy me apasiona el movimiento contrario. Quiero decir: Insisto en el título.
Insisto tanto, de hecho, que imagino, por principio de cuentas, un libro compuesto únicamente por títulos de obras o inexistentes o por escribirse o ya perdidas. Este libro titular--acaso uno de esos libros vacíos que produjo Josefina Vicens, acaso uno de los libros experimentales de David Markson--no podría ser sino la provocación que el lector precisa para convertirse en el verdadero autor de la obra. El libro verdaderamente interactivo; el libro apenas señalado; el libro como inauguración total.
El libro que, de existir, no existirá.
El libro útil.
El libro titular, habrá que decirlo para que nada de esto se preste a engaño, no sería un libro de cabecera. Nunca lo será.
--crg
Tuesday, August 31, 2004
DIE GOTTER GRIECHENLANDS
Todo parece indicar que Heine escribió su poema sobre el Mar del Norte entre 1825 y 1826. Una pista más. El atisbo de una genealogía en traducción de Max Aub:
"Para Heine el sueño perdió esa aura sagrada que había adquirido con el romanticismo y no es más que una potencia añadida a la riqueza del hombre, un elemento que puede utilizarse para un mundo mejor. Vivir es lo primordial, el cuerpo cuenta lo que contó antes de que el cristianismo viniera a detuparlo, "razón vital" que anuncia -si queremos- a Ortega. Esto le hizo enfrentarse duramente, con el catolicismo, al que acusó no pocas veces de responsable del triste estado de la humanidad hasta surgir de la filosofía de las luces: "Una nueva generación que se acerca -escribió en el prólogo de su Salón- ha comprendido que mis palabras y mis cantos eran emanación de una gozosa y primaveral idea, si no mejor tan respetable por lo menos como esa idea tristona y gris del Miércoles de Ceniza que marchitó lúgubremente las flores de nuestra bella Europa, poblándola de espectros y de tartufos.
De su Mar del Norte son estos versos:
Nunca os quise dioses
griegos y romanos
sin embargo anida en mi corazón
cuando os veo, dioses olvidados,
muertas sombras nocturnas,
imágenes nebulosas que el viento
deshace; y cuando pienso
en lo cobardes e hipócritas que son
los que os vencieron,
los nuevos horrendos dioses
que reinan ahora en los cielos,
zorros ávidos bajo
la piel del cordero...
Es cierto que antaño, viejos dioses,
en las batallas humanas
siempre estuvisteis de parte
de los vencedores,
pero el hombre es más generoso
que vosotros y, ahora, en el combate
de los dioses, tomo partido
de los vencidos."
Max Aub, Pruebas (Madrid: Ciencia Nueva, 1967), 14-16.
--crg
Todo parece indicar que Heine escribió su poema sobre el Mar del Norte entre 1825 y 1826. Una pista más. El atisbo de una genealogía en traducción de Max Aub:
"Para Heine el sueño perdió esa aura sagrada que había adquirido con el romanticismo y no es más que una potencia añadida a la riqueza del hombre, un elemento que puede utilizarse para un mundo mejor. Vivir es lo primordial, el cuerpo cuenta lo que contó antes de que el cristianismo viniera a detuparlo, "razón vital" que anuncia -si queremos- a Ortega. Esto le hizo enfrentarse duramente, con el catolicismo, al que acusó no pocas veces de responsable del triste estado de la humanidad hasta surgir de la filosofía de las luces: "Una nueva generación que se acerca -escribió en el prólogo de su Salón- ha comprendido que mis palabras y mis cantos eran emanación de una gozosa y primaveral idea, si no mejor tan respetable por lo menos como esa idea tristona y gris del Miércoles de Ceniza que marchitó lúgubremente las flores de nuestra bella Europa, poblándola de espectros y de tartufos.
De su Mar del Norte son estos versos:
Nunca os quise dioses
griegos y romanos
sin embargo anida en mi corazón
cuando os veo, dioses olvidados,
muertas sombras nocturnas,
imágenes nebulosas que el viento
deshace; y cuando pienso
en lo cobardes e hipócritas que son
los que os vencieron,
los nuevos horrendos dioses
que reinan ahora en los cielos,
zorros ávidos bajo
la piel del cordero...
Es cierto que antaño, viejos dioses,
en las batallas humanas
siempre estuvisteis de parte
de los vencedores,
pero el hombre es más generoso
que vosotros y, ahora, en el combate
de los dioses, tomo partido
de los vencidos."
Max Aub, Pruebas (Madrid: Ciencia Nueva, 1967), 14-16.
--crg
Monday, August 30, 2004
DELICIOSA
Uno nunca regresa, se sabe. Uno, creyendo que va de regreso, en realidad se desvía o inventa otro lugar. Cuando uno piensa, azorada: "estoy otra vez en Delicias, Chihuahua, depués de tantos años", debería decir, en honor a la verdad: "estoy en Delicias, Chihuahua, por primera vez". Donde el segundo enunciado es, por supuesto, una mentira.
A orillas de la carretera, en ese más-allá que es toda distancia, sigue cayendo esa cortina de lluvia, azul, difusa. Cuando la veo (¿o porque la veo?) la atraviesa el relámpago que convierte el pasado en presente. Una súbita conjugación. Donde el último enunciado es una confesión verídica.
Para esto sirve regresar: ahora ya sé que se trataba de nogales. Donde la única premisa es El Árbol.
El regreso es el trayecto fantasmático que produce la nostalgia--esa narrativa elíptica cuya razón de ser consiste en llevarnos siempre al mismo lugar. Creándolo en el acto.
La ilusión (óptica, emocional, olfatoria, tactil) que provoca este Movimiento-Hacia-el-Pasado que uno asocia con el regreso es tan poderosa que casi siempre termina por convencer al cuerpo.
Pocas cosas tan deliciosas como pasar por Delicias (como quien pasa por un lugar).
--crg
Uno nunca regresa, se sabe. Uno, creyendo que va de regreso, en realidad se desvía o inventa otro lugar. Cuando uno piensa, azorada: "estoy otra vez en Delicias, Chihuahua, depués de tantos años", debería decir, en honor a la verdad: "estoy en Delicias, Chihuahua, por primera vez". Donde el segundo enunciado es, por supuesto, una mentira.
A orillas de la carretera, en ese más-allá que es toda distancia, sigue cayendo esa cortina de lluvia, azul, difusa. Cuando la veo (¿o porque la veo?) la atraviesa el relámpago que convierte el pasado en presente. Una súbita conjugación. Donde el último enunciado es una confesión verídica.
Para esto sirve regresar: ahora ya sé que se trataba de nogales. Donde la única premisa es El Árbol.
El regreso es el trayecto fantasmático que produce la nostalgia--esa narrativa elíptica cuya razón de ser consiste en llevarnos siempre al mismo lugar. Creándolo en el acto.
La ilusión (óptica, emocional, olfatoria, tactil) que provoca este Movimiento-Hacia-el-Pasado que uno asocia con el regreso es tan poderosa que casi siempre termina por convencer al cuerpo.
Pocas cosas tan deliciosas como pasar por Delicias (como quien pasa por un lugar).
--crg
LA VIGILANCIA Y LA CREACIÓN
El que cierra las puertas olvida con frecuencia que, una vez que desaparece el último sonido del cerrojo, tendrá que enfrentar la oscuridad de su propio sótano. A solas. El sonido de su corazón aterrado alrededor.
La que abre ventanas sabe que la vida, como la escritura, es cuestión de afuera. Cosa de alteridad y alteración. Aire.
--crg
El que cierra las puertas olvida con frecuencia que, una vez que desaparece el último sonido del cerrojo, tendrá que enfrentar la oscuridad de su propio sótano. A solas. El sonido de su corazón aterrado alrededor.
La que abre ventanas sabe que la vida, como la escritura, es cuestión de afuera. Cosa de alteridad y alteración. Aire.
--crg
Thursday, August 26, 2004
Wednesday, August 25, 2004
TERCERA LLAMADA, TERCERA
La Cátedra de Humanidades del ITESM-Campus Toluca se complace en presentar al poeta y ensayista Eduardo Milán hoy, 25 de agosto, a las 18:00 hrs, en el Auditorio II. Lo acompañarán la poeta de Guadalajara Laura Solórzano y Luis Felipe Fabre. Entrada libre. No falten!
pd. A La Distraída se le olvidó la segunda llamada, por cierto.
--crg
La Cátedra de Humanidades del ITESM-Campus Toluca se complace en presentar al poeta y ensayista Eduardo Milán hoy, 25 de agosto, a las 18:00 hrs, en el Auditorio II. Lo acompañarán la poeta de Guadalajara Laura Solórzano y Luis Felipe Fabre. Entrada libre. No falten!
pd. A La Distraída se le olvidó la segunda llamada, por cierto.
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Tuesday, August 24, 2004
EL SUBRAYADOR VOUYERISTA
Desde la mismísima Tijuana, Abril Castro dice:
"Ayer estaba leyendo en WOW (No. 17, 2004), un artículo que pretendía ser chistoso y donde se hablaba de unos premios de ciencias (Ig Nobel) que entrega Harvad cada año a las investigaciones más descabellados e inverosímiles. Ponen como ejemplo el caso del biólogo que hizo un estudio sobre el primer caso de homosexualidad necrófila entre patos (sic) y mencionan que, en el 2002, se premió a una investigadora en el área de literatura por un trabajo intitulado "Efectos de los subrayados preexistentes en la comprensión de la lectura”. Esto no es nada descabellado, pensé. De hecho sentí que no estaba sola en el mundo, que seguramente, como lo he sospechado siempre, subrayar los libros es construir un mensaje cifrado tanto como para el que lee (en el tiempo que se conoce como presente) como para los potenciales lectores venideros. Cuántas veces me ha sucedido que el subrayado en un libro adquirido en una tienda de viejo me ha hecho desear conocer a ese lector/a previo/a. Una vez incluso leí un libro de segunda mano que aún conservaba el nombre del primer dueño, la fecha y el lugar de compra original (datos que yo suelo escribir en el costado posterior de la primera página de mis libros) y ese libro no se convirtió en uno nuevo, se convirtió en muchos (era "así hablaba Zaratustra"). Ese libro se transformó en el espacio en el que aquel primer dueño, cuyo nombre yacía en elegante letra manuscrita en tinta azul, justo al lado del mío, escrito con descuidada y asimétrica letra de molde, y yo debatíamos. Leer ese libro era una especie de sesión espiritista. Sus páginas se convirtieron en una suerte de arcoiris en donde los subrayados en azul se diferenciaban de los míos, en rojo, cuando "las líneas esenciales" nos parecían distintas. Luego aparecía un bellísimo color morado que resaltaba los párrafos que a ambos lectores nos parecieron verdaderamente indispensables, iluminadores. Desde entonces, cuando salgo a las librerías de viejo escrutino los libros en busca de subrayados; si encuentro algunos me detengo a leerlos, si esas líneas bajo Las Otras líneas me invitan a seguir leyendo, me llevo el libro. No hay mejor epílogo que un subrayado. De hecho, tampoco hay mejor sinopsis que un subrayado y más para una que odia las sinopsis.
Una de las cosas que me resultan más íntimas es leer los subrayados de otros; es casi un acto vouyerista."
--crg
Desde la mismísima Tijuana, Abril Castro dice:
"Ayer estaba leyendo en WOW (No. 17, 2004), un artículo que pretendía ser chistoso y donde se hablaba de unos premios de ciencias (Ig Nobel) que entrega Harvad cada año a las investigaciones más descabellados e inverosímiles. Ponen como ejemplo el caso del biólogo que hizo un estudio sobre el primer caso de homosexualidad necrófila entre patos (sic) y mencionan que, en el 2002, se premió a una investigadora en el área de literatura por un trabajo intitulado "Efectos de los subrayados preexistentes en la comprensión de la lectura”. Esto no es nada descabellado, pensé. De hecho sentí que no estaba sola en el mundo, que seguramente, como lo he sospechado siempre, subrayar los libros es construir un mensaje cifrado tanto como para el que lee (en el tiempo que se conoce como presente) como para los potenciales lectores venideros. Cuántas veces me ha sucedido que el subrayado en un libro adquirido en una tienda de viejo me ha hecho desear conocer a ese lector/a previo/a. Una vez incluso leí un libro de segunda mano que aún conservaba el nombre del primer dueño, la fecha y el lugar de compra original (datos que yo suelo escribir en el costado posterior de la primera página de mis libros) y ese libro no se convirtió en uno nuevo, se convirtió en muchos (era "así hablaba Zaratustra"). Ese libro se transformó en el espacio en el que aquel primer dueño, cuyo nombre yacía en elegante letra manuscrita en tinta azul, justo al lado del mío, escrito con descuidada y asimétrica letra de molde, y yo debatíamos. Leer ese libro era una especie de sesión espiritista. Sus páginas se convirtieron en una suerte de arcoiris en donde los subrayados en azul se diferenciaban de los míos, en rojo, cuando "las líneas esenciales" nos parecían distintas. Luego aparecía un bellísimo color morado que resaltaba los párrafos que a ambos lectores nos parecieron verdaderamente indispensables, iluminadores. Desde entonces, cuando salgo a las librerías de viejo escrutino los libros en busca de subrayados; si encuentro algunos me detengo a leerlos, si esas líneas bajo Las Otras líneas me invitan a seguir leyendo, me llevo el libro. No hay mejor epílogo que un subrayado. De hecho, tampoco hay mejor sinopsis que un subrayado y más para una que odia las sinopsis.
Una de las cosas que me resultan más íntimas es leer los subrayados de otros; es casi un acto vouyerista."
--crg