Thursday, February 28, 2013

TALLER DE RE-ESCRITURAS: CICLO DE PLÁTICAS POÉTICAS DE LA DESAPROPIACIÓN


Javier Raya (Ciudad de México, 1985)
Plática/Lectura: Los Di/sentimientos de la Nación
Sábado, 2 de marzo, 7:00 pm
IAGO

Javier Raya es un palabrero ninja. Escribió El libro de Pixie (Torre de Babel Ediciones, 2010, reed. 2012), Por los rasgos una bayoneta (Col. La Ceibita, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2011) y Ordalía (Col. Limón Partido, 2011). Editor en Proyecto Literal y Mutante.mx. Hace spoken word y trabaja en su obra póstuma. Mantiene el blog Cuaderno de Raya (http://cuadernoderaya.blogspot.mx ) y la cuenta de Twitter @javier_raya. Detesta a los escritores que hablan de sí mismos en 3a persona.

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Juan Pablo Anaya (Ciudad de México, 1980)
Taller: Del Cyborg and Homo Sampler: Estrategias de la escritura ensayística hoy
Jueves y Viernes, 7-8 Marzo, 5:00-8:00 pm
IAGO

Juan Pablo Anaya es estudiante del Doctorado en Filosofía de la UNAM, Maestro en Filosofía y Literatura por la Universidad de Warwick. Ha trabajado como profesor en distintas universidades. Escribe ensayo literario, ha publicado en distintos medios y trabaja como colaborador del blog de Letras Libres y de la revista Casa del tiempo (UAM). Obtuvo la Beca de apoyo a la Producción e Investigación en Arte y Medios, con la que escribió el ensayo El camarógrafo como cirujano de la ciudad, en la obra de Walter Benjamin (2007). Realizó la investigación curatorial “Desbordamientos” para el proyecto ready(Media) del Museo Laboratorio Arte Alameda (2008-2009). Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el periodo 2009-2010. En 2012 obtuvo el Premio nacional de ensayo joven, José Vasconcelos, por  Kant y los extraterrestres (Tierra Adentro, 2012), su primer libro.  


¡No se los pierdan!

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Tuesday, February 26, 2013

ANGELUS NOVUS SOBRE EL PAPALOAPAN

[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]

“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus,” decía Walter Benjamin en las ahora famosas Tesis sobre filosofía de la historia. Con el fin de acentuar su visión crítica sobre el progreso en tanto desdoblamiento lineal siempre en pos de un mundo mejor, Benjamin eligió enfatizar tanto la postura retrógrada del ángel, que ve hacia el pasado, así como el catastrófico paisaje que ve a su alrededor. “Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas”.

Las fotografías de Juan Rulfo, especialmente las 50 imágenes que curaron Andrew Dempsey y Francisco Toledo entre 2007 y 2009 para la exposición organizada por el museo Álvarez Bravo y para el libro Juan Rulfo: Oaxaca, me hicieron pensar en Rulfo como ese ángel de Benjamin que, acaso melancólico o lleno de rabia, mira hacia atrás para dejar evidencia de la ruina y la soledad, la indiferencia y la catástrofe de la modernidad mexicana de mediados de siglo XX:

Sus fotografías, en efecto, retratan la miseria proverbial de las comunidades indígenas en las sierras y los valles de Oaxaca. Ahí quedan señas también de los distintos trabajos ejercidos por hombres y mujeres en bien de la comunidad. Sus vestidos, sus gestos, sus costumbres familiares forman parte de una galería en la que queda plasmada la humanidad de ese México profundo que marcara su trabajo y su obra de manera tan permanente. Además de los cuerpos y semblantes de los habitantes de estas comunidades, Rulfo también puso atención a las soberbias construcciones de antaño, tanto las que se mantenían en pie a pesar de todo, como las que habían cedido de manera dramática ante el paso del tiempo y la indiferencia gubernamental.

¿Cómo fue posible que Rulfo, quien desde 1946 se había asentado en la Ciudad de México, accediera a estos lugares remotos de la república mexicana? ¿Cómo fue posible que esos hombres y mujeres y niños, supuestamente temerosos a perder su alma al contacto con el flash, lo dejaran fotografiarlos?

Es sabido que Juan Rulfo tomaba fotografías desde adolescente. Es sabido, también que, como entusiasta del alpinismo, no dejó pasar la oportunidad de captar vistas singulares del Popocatépetl y, en su momento, del cráter del Nevado de Toluca. Lo que todavía ocasiona cierto debate es, sin embargo, la relación entre su empleo, entre 1947 y 1952, como agente de ventas de la compañía llantera Goodrich-Euskadi y las imágenes, tanto visuales como textuales, que produjo en papel de albúmina y en los libros que publicó entre 1953 y 1955: El llano en llamas y Pedro Páramo, respectivamente.

Enrique G de la G publicó no hace mucho “Rulfo para turistas”, un artículo en la revista Letras Libres de abril de 2012, en el que analizó las seis fotografías del autor jaliciense que ilustraron el número de Caminos de México, una guía de viajes producida por la compañía llantera con el fin de popularizar el uso del automóvil y ganarle, así, la competencia al tren en asuntos de turismo. Rulfo ya no trabajaba ahí para ese entonces, pero había sido redactor y tal vez también editor de la revista Mapas, una publicación de la Goodrich-Euskadi para colocar al automóvil, y al turismo realizado sobre ruedas, en un lugar privilegiado entre las costumbres de recreo de las nuevas clases medias.

En 1956, después del paréntesis laboral del que gozó gracias a la beca del Centro Mexicano de Escritores entre 1954 y 1955, Rulfo encontró trabajó como asesor e investigador de campo en un gran proyecto modernizador de la cuenca del Papaloapan, comúnmente conocido como la Comisión del Papaloapan. Asentado en Ciudad Alemán, en la región de Cosamaloapan, dentro del estado de Veracruz, Rulfo continuó con su tradición viajera, recorriendo de nueva cuenta o descubriendo nuevos recovecos de la Oaxaca profunda.

Rulfo llegó a todas esas comunidades remotas, pues, no sólo como un observador empático e interesado, sino como un activo agente de la modernidad. Tal vez, como el ángel de Benjamin, Rulfo hubiera querido detenerse, pero a la par del ángel de la historia, tampoco podía dejar de ser arrastrado por el viento del progreso que le enredaba las alas. Rulfo no fue sólo el testigo melancólico del atrás que la modernidad arrasaba a su paso, sino también, en tanto empleado de empresas y proyectos que terminaron cambiando la faz del país, como punta de lanza de la modernidad corrupta y voraz que, en nombre del bien nacional, saqueaba pueblos para dejarlos convertidos en limbos poblado de murmullos.

“Este huracán”, continuaba Benjamin en su pequeña parábola del Angelus Novus, “le empuja irremediablemente hacia el futuro, al cual le da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso”, concluía lúgubremente el pensador alemán. Ese huracán pasó por Comala y por un llano en pleno incendio dejando sólo los murmullos sin cuerpo y las ruinas que pudo rescatar Juan Rulfo.

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Saturday, February 23, 2013

HOY EN LA FIL-MINERÍA


FIL-Minería
Auditorio Bernardo Quintana
8:00 pm
con comentarios de la narradora Norma Lazo y el poeta Eduardo de Gortari.

¡Nos vemos por allá!

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Thursday, February 21, 2013

RAE ARMANTROUT EN OAXACA

La poeta californiana Rae Armantrout estará en Oaxaca este viernes 22 de febrero, a las 7:00 pm, en el IAGO.
¡No se la pierdan!

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Tuesday, February 19, 2013

PENDER DE UN HILO

[en La Mano Oblicua, columna de los martes el periódico mexicano Milenio, sección de cultura]


Hay un hilo. Ese hilo negro entra y sale del papel nepalés, horadándolo. El hilo da vueltas alrededor de sí muchas veces, una y otra vez. Y otra. De cerca, el resultado final podría parecer una bola de estambre. De lejos, da la apariencia de ser la redondez de un planeta en movimiento. El universo blanco alrededor. En el segundo cuadro también hay un hilo, pero éste avanza, pespunteando, sobre líneas que bien podrían ser las fronteras que, de manera por demás frágil, demarcan los límites de una ciudad, o los bordes de los patrones de costura con los que, antaño, se confeccionaban ropajes a la medida. Un amasijo de hilos en el tercer cuadro dan la apariencia de ser medusas flotando en un mar de papel blanco. De cerca, sin embargo, son notorios los bordes de las redes del cabello que, sobrepuestas unas a las otras, forman una unidad dúctil, también en movimiento. Dice Patricia Álvarez, reconocida museógrafa y la autora, en efecto, de Línea Continúa I, II y III, una pieza que incluye el uso de hilo, transfer, tinta y collage sobre papel nepalés, que alguna vez una trabajadora de restaurante le comentó que las redes que las obligaban a usar sobre el cabello demarcaban fronteras. Ponérselas sobre la cabeza denotaba, claramente, una posición de clase con frecuencia infranqueable. El ojo que busca la conexión entre las tres piezas, esa línea continúa que anuncia el título, se encuentra así con las largas puntadas de un planeta, el pespunte de los bordes de una ciudad borrosa, acaso a punto de desaparecer o aparecer, y con el objeto concreto que ha estado en contacto directo con el cuerpo.

De una sutileza escandalosa, la obra de Patricia Álvarez investiga la frágil conexión entre el cuerpo y el mundo, las topografías domésticas de los pequeños objetos cotidianos, y las fronteras, también porosas y dúctiles, que nos señalan como seres sociales y como entes planetarios. El universo pende, en efecto, de un hilo. El cuerpo. El significado que construye un puente entre ambos. Y las pequeñas manos de Álvarez, hábiles en los viejos asuntos del corte y la confección, ensartan el hilo en la aguja que unirá, horadándolo, el papel del mundo. Conseguir mucho con poco es una regla básica del arte minimalista. Álvarez, además, se vale de materiales humildes para cuestionar, y en su caso subvertir, la relación del punto concreto del cuerpo o del objeto con el contexto geopolítico y planetario en el que tienen sentido. De ahí el hijo y la aguja; de ahí las bolsitas de té que, pasadas bajo la plancha, producen paisajes de colores inquietantes; de ahí los pañuelos y los abanicos sobre los cuales desaparecen lenguajes en extinción como el nushu o la taquigrafía; de ahí el uso de los envoltorios de pócimas mágicas o los viejos patrones de costura que evocan las medidas de un cuerpo. Cuidadosa y obsesiva, de una destreza manual y una paciencia envidiables, Álvarez cose, corta, traza, pega, y así conforma materialidades privadas con base en un principio de elipsis y yuxtaposición.


Por ejemplo, explotando el transfer, el monotipo, el collage y la tinta, Álvarez se vale de las formas típicas de los patrones de costura, y de los signos que aparecen a menudo sobre la frágil consistencia del papel manila, para producir mapas que son del mundo, pero también, acaso sobre todo, del cuerpo. En la serie Mapas Privados I al IX, 2010, las yuxtaposiciones producen súbitos alebrijes inquietantes: ¿es eso una manga-montaña?, ¿es esto una pretina-cordillera?, ¿de qué talla es, en realidad, la cuenca del océano o el promontorio de una península? Hábilmente mezcladas, confundidas incluso, las topografías íntimas del cuerpo y las medidas corporales de la tierra generan así un cuestionamiento a la vez personal y geopolítico sobre la relación que las mantiene juntas. El patrón para confeccionar ropajes para el cuerpo bien podría, sí, cubrir apropiadamente una ciudad. De la misma manera, pero al contrario, acaso el mapa de un continente ignoto sea, en efecto, el mejor vestido para ese cuerpo frágil que pende del hilo del significado sobre el papel nepalés. No es lo pequeño lo que cuenta, sino lo concreto. Es más, lo que cuenta aquí es la relación que va del concreto-cuerpo al concreto-tierra pasando por las mediaciones sociopolíticas y naturales de las fronteras y los bordes de nuestra convivencia.


Encuadernadora legendaria, Álvarez, además, confecciona libros singulares. Se trata, sobre todo, de libros que existen para no ser leídos. Son libros que se mueven en otro tipo de complicidad. A manera de los escritores conceptuales de hoy, Álvarez se vale de texto encontrado —ya en las viejas ediciones de libros remotos o ya en el mecanografiado personal de textos queridos— así como de estrategias de excavación y tachadura para producir libros en soportes inesperados. Sí, su Libro de los mártires, la pieza de 2012 en que utilizó tubos perfumeros para mostrar, ocultándolos al mismo tiempo, pedazos donde queda huella de su lectura del Libro de los mártires, se encuentra dentro de un rectángulo transparente y vertical. Su pieza Corazón de león, que incluye las tiras de papel en que se convirtieron las páginas en que mecanografió el capítulo de una novela favorita, también están, rizadas, dentro de un rectángulo transparente que permite verlas y, a la vez, no verlas. Se trata, pues, de libros hechos para los ojos, pero no para ser leídos (o no, al menos, a la manera tradicional en que el ojo se mueve, horizontal y rectilíneamente, sobre las líneas de un párrafo). Están hechos, también, para el mundo evocado de la nariz y el tacto. Y, justo como las piezas elaboradas con hilo, su significado pende, también, de la relación que el cuerpo y la memoria del cuerpo genere a su contacto.



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Tuesday, February 12, 2013

JUANITA Y KAREN

[en La Mano Oblicua, columna semanal del periódico mexicano Milenio, sección de cultura. Fragmento del texto que se presentará hoy martes 12 de febrero a las 7:00 pm, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, dentro del ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana, dedicado a Sabina Berman]


Existe un mundo lleno de seres humanos estándar. Porque sirven como tipo o modelo, norma, patrón o referencia —y estos son los términos que la RAE asocia al anglicismo estándar en español— las conductas de los seres humanos estándar no solo dan la apariencia de ser la forma dominante de existir e interactuar en el planeta sino, sobre todo, y muy peligrosamente, de ser la única. Así, la manera de hablar, comer, dormir, negociar, callar, entender o renegar de los seres humanos estándar logra pasar con apabullante frecuencia como la manera normal en que los seres humanos se conducen por el mundo. Su conducta, en otras palabras, parece natural. Así iba a ser: ésta era la forma correcta o la más eficiente o, en todo caso, la mejor.
Acaso una de las astucias de ese mundo de seres humanos estándar consista en ocultar la serie de rigurosos entrenamientos y los cotidianos crímenes que se llevan a cabo para producir ese estándar al que, por costumbre o por falta de otro nombre, denominamos como “normalidad”. Y acaso una de las astucias de la escritura, muy especialmente la escritura de Sabina Berman, consista en hurgar y develar con un estilete a la vez preciso y emotivo, cuidadoso y feroz, las múltiples estratagemas de las que se valen los seres humanos estándar para crear un mundo a su gusto y semejanza. Spoiler: No es un mundo ni inocente ni amable. Spoiler: Se trata, sin duda, de nuestro mundo.
Karen, la entrañable autista de La mujer que buceó dentro del corazón del mundo, sabe que convertirse en un ser humano estándar no es un proceso natural sino un “trabajo extenuante” que involucra una gimnasia cultural donde hasta el movimiento de los párpados, las cejas y los labios está normado. Karen, por ejemplo, está al tanto de que su capacidad expresiva tiene un rango más bien corto. Ella se expresa, sobre todo, en cuatro caras: la de pánico, la de la alegría, la neutral, y la de haberse ido de sí misma. Para convivir con otros, Karen tiene que estudiar videos y copiar expresiones a través de la mímica. “Yo debía aprender a mostrar: enojo, ira, hostilidad, tristeza, asco, felicidad, sorpresa, vergüenza, celos, envidia, desprecio, desesperación, aburrimiento, desconfianza. Pero sobre todo: placer, amistad, curiosidad, sorpresa, deseo, adoración, orgullos. Y todo eso debía lograrlo combinado la acción de los músculos de los párpados, las cejas, los labios. Era un trabajo extenuante que me empapaba la camiseta de sudor”.
¿Qué sucede si no lo hace? ¿Qué sucede si falla o si, en un caso más extremo, se rebela contra los modos del ser humano estándar? Karen lo sabe bien. Karen sabe que, detrás del Pienso luego existo que rige tanto de lo que se vive y cómo se vive en el mundo de los seres humanos estándar se esconde un trato que, no por simple, deja de ser descarnado. Si no puedes o si fallas en el adiestramiento entonces pasas a una segunda categoría de existencia. Así de simple. “Los árboles, el mar, los peces dentro del mar, el Sol, la Luna, un cerro o una enorme cordillera: no, no existen del todo, existen con un segundo nivel de existencia, una existencia menor. Por lo tanto merecen ser mercancía o alimento o paisaje de los humanos, nada más” (41)
Ser mercancía. Ser alimento. Ser paisaje.
Juanita Sánchez, la mujer indígena que se trasporta desde Cintalapa, Chiapas, hasta Ciudad Juárez, Chihuahua, para convertirse, a los 17 años, en una trabajadora más de las maquilas fronterizas, también lo sabe. A diferencia de Karen, la heredera de un planta productora de atún en el puerto de Mazatlán, amada y protegida por una tía sin igual, la Juanita de Backyard, la película dirigida por Carlos Carrera y cuyo guión fue escrito por Sabina Berman, se enfrenta al nuevo adiestramiento de ser humano estándar sin protección alguna. En la intemperie del capitalismogore fronterizo, sola como las migrantes que viajan sin su comunidad, Juanita en realidad no se enfrenta a su nuevo adiestramiento. Más bien, se expone ante él. Aún mejor: resulta expuesta. Incluso en circunstancias de una explotación brutal, Juanita pronto aprende a procurarse una vida autónoma después de unos cuantos meses de generar y administrar sus propios recursos. Y aquí, por vida autónoma, se entiende no solo la capacidad de satisfacer sus necesidades básicas sino también de consecuentar su deseo. A su novio conservador, que es un ser humano estándar, eso no solo le resulta escandaloso sino también digno de castigo. El castigo por hablar, comer, desear, amar, negociar o rechazar de una manera no estándar en una sociedad estándar es el más alto: la muerte violenta.
Ser mercancía. Ser alimento. Ser paisaje. Ser una cifra. Estar muerta.
El lúcido autismo de Karen le permite a Berman explorar con singular precisión crítica, aunque también con bastante humor, con ternura incluso, el proceso a través del cual los seres humanos estándar se gestan, se reproducen, matan y mueren. Es un ciclo voraz, ciertamente; pero no es un ciclo lineal ni terso ni de una sola dimensión. Porque el punto de vista que construye Berman es el de una autista de 41 años que, en su ir y venir por el mundo ha asistido a la universidad y logrado patentar una manera singular de producir atún de aleta amarilla, el lector puede adentrarse en los contrapuntos de ese ciclo de estandarización a través de los actos de resistencia propios del que no quiere ser ni mercancía ni alimento ni paisaje.

[el texto completo hoy, en Bellas Artes, a las 7:00 pm. Por ahí nos vemos. ]
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Saturday, February 09, 2013

AQUÍ SE TRAUMATIZA


[de la serie INTERPRETACIONES CATASTRÓFICAS DE LOS SIGNOS DEL CUERPO, en revista La Tempestad, Febrero 2013]


a. DEL TÚNEL, A TRAVÉS DE ESTE TÚNEL

Es un pasadizo estrecho y rígido
es el ligamento
y los huesos en la base
es la mano
contiene el nervio
los tendones
el nervio mediano
(viene desde el antebrazo).

En su parte proximal: los huesos
pisiforme, semilunar, piramidal y escafoides.
En su parte distal: el trapecio
el trapezoide, el grande y el ganchoso.

El ligamento retináculo flexor en el techo
del túnel. A través de este túnel
cuatro tendones del músculo
flexor común superficial de los dedos de la mano
cuatro tendones del músculo flexor
común profundo de los dedos de la mano

cuatro tendones del músculo
flexor común
superficial profundo
de los dedos de la mano

y el tendón del músculo
flexor
largo
del pulgar.


:::
Los poemas completos en La Tempestad.

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Friday, February 08, 2013

POÉTICAS DE LA DESAPROPIACIÓN: TALLER DE RE-ESCRITURAS, OAXACA 2013


La traductora y poeta Jen Hofer en Oaxaca. IAGO, Febrero 11, 7:00pm. ¡No se la pierdan!

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Tuesday, February 05, 2013

CACALUTA

[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]

Estamos sobre las hojas. Caminamos sobre las hojas amarillas y verdes y color café. Hemos dejado el pavimento atrás. El ruido atrás. Los asentamientos humanos atrás. Ahora caminamos sobre las hojas de la selva baja. La selva caducifolia. Nuestros pies hacen ruido contra las hojas. Contra las ramas que caen, nuestros pies provocan el sonido de cosa que se rompe. Cosa que se quiebra. Vamos por la vereda. Avanzamos poco a poco por la vereda que se llama Sicarú en zapoteco y que quiere decir hermosa en español. Este es el lugar donde se reverencia el árbol. Aquí hay una inclinación frente al árbol. Huatulco, eso quieres decir.

Vamos caminando sobre las hojas húmedas que cubren a Sicarú. Paso a paso, avanzamos. Hacia la laguna, avanzamos. Con la respiración acompasada, avanzamos. Hacia el olor de tierra combinada con agua de siglos. Ese lodo. Ese barro. Hacia la orilla, tan tersa. El aleteo de una garza rompe la calma en dos. El aleteo de una garceta. Las monjas de largas patas rojas y los diablos de plumaje marrón avanzan en el agua, picoteando. Un cardenal mosquero parece una flor o una flama a lo lejos. Rojo contra verde oscuro. Rojo contra verde esmeralda. Esta es la laguna del zanate. Este es un humedal. Una espátula color rosa se posa sobre las aguas. Otra garceta. Una urraca. Una cigüeña. Los picos delgados y curvos de las avocetas van a la caza de invertebrados.
El ruido de los pasos sobre las hojas. El ruido de la rama, que se quiebra. El aleteo de un oriol. Un ala amarilla se agarra a la fronda de los manglares. Otra urraca. Un cacique. El canto o el gemido. La manera en que se llaman. Estamos frente al pochote, el árbol. De su tronco, donde brotan pequeñas pústulas de agua, se alimenta el venado. De su fruto, tan dulce. De sus semillas, que caen también como las hojas sobre Sicarú, es posible fabricar almohadas. Posar una oreja sobre ellas y soñar con la selva húmeda. Con la vereda. Avanzamos bajos los termiteros. Bajo las lianas. Bajo las ramas que, vistas de abajo hacia arriba, transfiguran el mapa de los cielos. Un falcón. Un zopilote. El ruidazal de las chachalacas.
Estamos frente al huanacaxtle. Frente al tallo inmenso del huanacaxtle. Frente a las raíces del huanacaxtle que salen de la tierra y vuelven a enterrarse bajo la tierra buscando el agua de la laguna. Estamos bajo la fronda del huanacaxtle. Y tocamos su piel. De esta corteza, machacada, ha salido jabón para lavar ropa o para curtir piel. De entre sus hojas que duran pegadas a la rama ocho meses, brotarán las vainas color café en forma de oreja. El árbol que oye: el huanacaxtle. El árbol ancestral. Aquí, abajo, en el debajo que es la vereda, están los hoyos que han elaborado los zorrillos. Aquí, en otra temporada, está lleno de los huevos que depositan los reptiles. Este es el cuachalalate, el árbol cuya corteza, vuelta infusión en agua hervida, ha curado la gastritis. Nos detenemos. El ruido de nuestros pasos sobre las hojas se detiene.
Las aves rapaces llegan pronto, en noviembre. La migración inicia. Las águilas pescadoras. Los gavilanes. Sus alas extendidas contra el cielo. Sus sombras contra el agave silvestre. Contra la vereda de Siracú. Luego vienen las otras aves. Las otras miles de aves. Los patos. Las alas. Las plumas. Sus patas entre el agua de la laguna de poca profundidad. Sus cantos entre los ficus amazquite y los ficus amate. Sus sombras también contra el huayacán, este árbol que se vuelve arbusto en la costa. Y se arrastra en la costa, sus ramas sobre la arena. Sus ramas de doscientos años sobre la arena. Avanzamos, ahora, sobre la arena. Un paso y, luego otro, hundiéndose entre la arena. La rosadía tiene espinas en las hojas. El árbol del copal tiene un liquen color amarillo que entinta su tallo, sus espinas gigantescas. Estas son las partes de un cactus que ya no es verde sino rojo, y que florece. Amarilla y rotunda y delicada, la flor del nopal sobre la arena. Como nuestros pasos, sobre la arena. Entre la arena. Hundiéndonos.
Estamos sobre la arena. Frente al agua color verde esmeralda y verde botella y verde delicado verde del agua del Pacífico. Frente al agua color azul marino y azul rey y azul más azul. Otros azules desconocidos. Bajo la bóveda celeste estamos. Allá van los oloropos sobre los cardúmenes de barriletes o de atún o de sardinas. Este es el vuelo del zopilote. Aquélla, presurosa, es un águila pescadora. Alguien seguramente capturará un pez vela o un marlín este año. Alguien tirará el anzuelo como los otros, como los tantos, pero en lugar del pez de todos los días, saldrá un enorme pescado iridiscente del agua del Pacífico. Vemos todo eso. Podemos ver y caminar por entre todo eso. Respiramos. Lo agradecemos.
Huatulco quiere decir lugar donde se le rinde reverencia al árbol.
Todo eso, que es la selva baja caducifolia que se forma alrededor de la bahía de Cacaluta, justo donde se extiende el corazón de agua dulce de la selva, está bajo la amenaza que representa la construcción de una subplanta eléctrica de la CFE. Todas esas aves, todas esas hojas, todos esos troncos, todos esos años vueltos savia y clorofila y aire, todas esas migraciones, todos esos pasos sobre las hojas, todo bajo el ruido de las máquinas que talan los árboles y parten la tierra en dos, en muchos pedazos.
--crg

Monday, February 04, 2013