ESCRIBIR DE PASO
[en la Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
Otra manera de decirlo sería el preguntarse: ¿cuáles son las relaciones que la escritura establece con el espacio que la genera o que la impide? Pero la manera pedestre y cotidiana de hacerse la interrogante es, más o menos, la siguiente: ¿cómo es posible escribir en ciertos lugares y no en otros?
Solía pensar que no se trataba, en sentido estricto, de espacio sino de tiempo, especialmente del así llamado “tiempo libre”. Solía creer que de la posesión de ese bien —de ese recurso, dirían otros— dependería el inicio o continuación o fin del texto. La vida cotidiana me ha enseñado que la posesión, en general, no asegura nada, mucho menos escritura. Y que el “tiempo libre” viene con frecuencia atado a sus propias necesidades, todas ellas singulares. Abundan, por ejemplo, los deprimidos que no atinan a domesticar ese monstruo en que se convierte el tiempo libre; o los hedonistas que, una vez con tiempo libre en las manos, se dedican mejor a disfrutarlo de maneras más sociales. O los cibernéticos, a quienes el tiempo libre se les va en un tuit. El tiempo, libre o no, pues, no garantiza nada.
Queda, pues, el espacio.
Tampoco el espacio doméstico determina el fluir de la escritura. Hubo un tiempo en que creí que sólo podría escribir en ciertas habitaciones, con ciertos instrumentos, en circunstancias ciertas. El café era, en efecto, imprescindible en todas esas ensoñaciones. Y la ventana perfecta. Y el asunto ése de la luz; cierta luz. Todos estos ángulos y estas texturas ayudan, ciertamente. A veces. Como saben los globalizados de hoy, cada vez es más difícil estar ahí, permanecer ahí. Quedarse ahí por el tiempo necesario para escribir lo que se tiene que escribir es casi imposible, vamos.
Un paisaje hermoso o una pieza cómoda, ayudan, de hecho, pero lo saben bien aquellos que, gozando de todas las facilidades, ven sus días transcurrir en el vacío angustiante de la pantalla en blanco o, peor, en la navegación inútil en el ciberespacio.
La vida, dicen otros. La vida en sí, eso es lo que cuenta, lo que le pasa al cuerpo. Ahí. La única cuestión problemática con esto es que, mientras le está pasando algo al cuerpo, no hay manera de estarlo escribiendo. Ditto.
Hay quienes escriben para poner una firma en un territorio: los sedentarios suelen hacer eso. Lo familiar les resulta productivo y, a menudo, alentador. El axioma. Escribir en la misma posición. Escribir donde están todas las herramientas del trabajo. Escribir donde nunca falta nada. Pocas veces he podido escribir así, lo afirmo.
A medida que pasa el tiempo (libre y no) descubro, por ejemplo, que las salas de espera de los aeropuertos y, aún mejor, el estrecho espacio del asiento de un avión, constituyen lugares propicios para la escritura. Justo a un lado de la velocidad, pero esgrimiendo los principios del equipo contrario, que son la lentitud y, sobre todo, la quietud; justo en medio del remolino de la transición y el cambio, pero inmóvil como un asta: así el escriba. Sin identidad. En trance. Hacia la fuga. Pero aunque regreso con acaso demasiada frecuencia a esos lugares, hay que confesar que también se acaban. Hay que aceptar que incluso las salas de espera de los aeropuertos tienen fin.
Después de darle vueltas y con base en datos comprobables me es posible decir que suelo escribir más en los lugares que dejaré pronto. Si el espacio me resulta ajeno y, por lo tanto, me mantiene alerta, mejor. Algo sucede entonces: la curiosidad de los sentidos, supongo. La curiosidad de los sentidos seguida por una especie de alerta generalizada: ese zumbido singular dentro de las orejas que pone a funcionar el mecanismo que produce las palabras y, luego, las oraciones y, eventualmente, los párrafos. La situación se vuelve incluso más propicia para la escritura si hay otra lengua contra o con la que mi pensamiento choque continuamente, en especial si es una lenguaje que no conozco o no practico. Nada como el muro de un lenguaje desconocido para acrecentar la conciencia del lenguaje propio. El sonido antes familiar de las palabras “propias” se vuelve apropiadamente extraño y es entonces, dentro de esa extrañeza, que inicia el tiempo de jugar, que es el tiempo de escribir. Desapropiar es un verbo cruel, pero esencial.
Si sé que no he de quedarme, que también de ahí he de partir, entonces escribo sin pausa/ con la fiebre de lo que está a punto de no ser/ haciendo una apuesta. Se trata, en sentido estricto, de una travesura. Pero es una travesura de la que depende que el mundo, tal y como no lo conozco, tenga también un lugar. La respiración se agita. El cuerpo se abalanza contra el teclado. Las manos vuelan. La cuestión es de vida o de muerte, y en eso no me engaño. Lo que sigue es un cierre fenomenal.
--crg
Tuesday, March 29, 2011
Sunday, March 27, 2011
PEQUEÑA TRADUCCIÓN NOCTURNA
Paseo por el zoológico
Avanzamos a través del parque por un circuito cerrado,
un eclipse, algo que oscurece todo frente a nosotros:
los conejos con experiencia se paralizan
los viejos gorilas se arrancan los pelos de las manos
los pájaros sienten nuestros ojos sobre ellos y vuelan
las jirafas enrollan sus lenguas en puños color azul
las águilas atadas a una percha dejan caer su almuerzo hecho de tripas
los elefantes no se dan cuenta de que estamos cerca hasta que
es demasiado tarde. No despedimos olor.
Ellos no tienen escapatoria.
Nos alejamos y las moscas flotan
como satélites alrededor de nuestras cabezas.
Nadie viene cuando llamamos.
No diremos sus nombres.
Pam Ore, "Zoo Tour," Grammar of the Cage, Trenchart: The Material Series, The Figues Press, 2005.
--crg
Paseo por el zoológico
Avanzamos a través del parque por un circuito cerrado,
un eclipse, algo que oscurece todo frente a nosotros:
los conejos con experiencia se paralizan
los viejos gorilas se arrancan los pelos de las manos
los pájaros sienten nuestros ojos sobre ellos y vuelan
las jirafas enrollan sus lenguas en puños color azul
las águilas atadas a una percha dejan caer su almuerzo hecho de tripas
los elefantes no se dan cuenta de que estamos cerca hasta que
es demasiado tarde. No despedimos olor.
Ellos no tienen escapatoria.
Nos alejamos y las moscas flotan
como satélites alrededor de nuestras cabezas.
Nadie viene cuando llamamos.
No diremos sus nombres.
Pam Ore, "Zoo Tour," Grammar of the Cage, Trenchart: The Material Series, The Figues Press, 2005.
--crg
Thursday, March 24, 2011
LAS MUERTAS Y LOS MUERTOS Y LA MUERTE
Marius Littschwager (Universität Bielefeld, Germany), Fragmentos de la violencia fronteriza: Una lectura de La muerte me da (Cristina Rivera Garza) y 2666 (Roberto Bolaño), en FIAR Forum for Inter-American Research, Vol. 4, No. 1, May 2011.
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Marius Littschwager (Universität Bielefeld, Germany), Fragmentos de la violencia fronteriza: Una lectura de La muerte me da (Cristina Rivera Garza) y 2666 (Roberto Bolaño), en FIAR Forum for Inter-American Research, Vol. 4, No. 1, May 2011.
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Tuesday, March 22, 2011
EL SOBREVIVIENTE DE PRIPIAT
[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 16/06/2010 by searching for Mujeres de las Tierras Altas que, alguna vez, cruzaron el río Pripiat en absoluto silencio 11:37:42 – 13 hours 43 minutes ago
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 23/07/2010 by seraching for ¿Qué hacer cuando se encuentra un alce detrás del timón del transbordador que cruza muy lentamente el río Pripiat? 11:45:32 – 12 hours 32 minutes ago
Tijuana arrived from Google on “NO HAY TAL LUGAR: 03/01/2004 - 04/01/2004” 24/07/2010 by searching for Lutavia se detiene 09:39:15 – 12 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 25/07/2010 by searching for Hay un hombre que flota, desnudo, sobre las aguas del río Pripiat con los brazos extendidos, los ojos muy abiertos. El infinito, ah 11:15:48 –11 hours 23 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 25/07/2010 by searching for Los caballos nucleares galopan todavía entre las inmóviles máquinas oxidadas, bajo las ramas de los días, este espasmo 11:23:12 – 11 hours 31 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 25/07/2010 by searching for Mira, aquí está la rueda de la fortuna. Estas son las muñecas con las que jugaste. Aquí, dentro de la habitación vacía, crece un árbol 11:29:17 – 11 hours 37 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 25/07/2010 by searching for Pero llegará el otoño ¿sabes? y avanzaré entre las altas espigas desmesuradas con este escudo y con este cetro 11:30:23 – 11 hours 38 minutes ago.
Tijuana arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 16/08/2010 by searching for El sobreviviente de Pripiat que cruza el río una y otra vez, una y otra vez, no existe 8:54:04 – 12 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 17/08/2010 by searching for El francotirador entre la maleza. El devorador de caballos. Alguien come y vomita y defeca. Esto es existir 11:12:56 – 10 hours 21 mintues ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 18/08/2010 by searching for Los dientes careados. Carcomidas las uñas. Callos en las plantas de los pies. Cicatrices en torso y brazos. El cuerpo envuelto en radio, torio, uranio. Esto es existir 10:54:13 – 11 hours 43 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 23/08/2010 by searching for ¿Y qué historia no es un puñado de frases dentro de un motor de búsqueda? 11:13:12 – 10 hours 03 minutes ago.
Tijuana arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 24//08/2010 by searching for Juro que leo la historia del sobreviviente de Pripiat. Juro que la creo 5:12:16 – 03 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 25/08/2010 by searching for A lo que sabe la frambuesa sobre la lengua. Cómo se toca la piel del caballo, disecada. El ruido de las botas entre la maleza 11:34:45 – 7 hours 43 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 01/09/2010 by searching for Se trata de distender los músculos y dejarse ir de espalda sobre la corriente. Se trata de abrir los ojos y las manos y la piel y las uñas. Esto es el agua que ve 11:36:19 – 10 hours 43 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 02/09/2010 by searching for Zambullirse por última vez. Prender un foco de 40 watts. Masticar. Deglutir. Beber. Teclear. Esto es existir. 10:03:12 – 9 hours 23 minutes ago.
Tijuana arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 19/09/2010 by searching for ¿Y en qué momento Lutavia? ¿En qué momento se congelan las aguas en el río? ¿Cómo pasas inadvertido? 5:13:13 –12 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 30/12/2010 by searching for “Esperaba que todo quedara atrás. Borrado o tachado, para siempre. Esperaba. Pero nada, ni siquiera el pájaro, se desvaneció”. Estoy a punto de zarpar 11:48:33 –9 hours 07 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 01/01/2011 by searching for Llegaron los alces y, más tarde, las aguilas. El silencio de la nieve es espectacular. Habría que buscar tubérculos. Wish you were here se escribe en la parte posterior de las postales de Pripiat 11:34: 32 –10 hours 24 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 02/01/2011 by searching for El pie, que se quiebra. La manera en que el cuerpo cae sobre la nieve. La huella que queda ahí. Y aquí 11:45:09 – 9 hours 14 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 15/01/2011 by searching for Hay un hombre con hambre. Hay una mano sin dos dedos. Por aquí pasó hace días una manada de hienas o de perros 11:12:11 –10 hours 37 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 23/01/2011 by searching for La sed es acaso lo peor. La sed y la sal. El ácido acetilsalicílico. El sonido del hielo cuando se parte en dos 11:21: 45 –8 hours 49 minutes ago.
Tijuana arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 24/01/2011 by searaching for La letra es radioactiva, eso se sabe. Cesio. Torio. Uranio. No existe el río. Usted tampoco, Pripiat 8:32:12 – 23 minutes ago.
Lutavia arrived from Google on “NO HAY TAL LUGAR” 24/ 01/2011 by searching for Mi mano. Mi cintura. Mi perpendicular. ¿Qué es un libro sino una zona de alienación, el perímetro que hay que guardar a 30 kilómetros a la redonda? 10:32: 41 – 9 hours 26 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 24/01/2011 by searching for ¿Qué es un libro sino una manera de imaginar lo que yace, moribundo, en el otro lado de la pantalla? ¿O una manera de agarrarse al filo del techo o la última bocanada de aire? 10:37:34 –9 hours 28 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 25/01/2011 by searching for Al libro verdadero hay que buscarlo en los residuos, en las esquinas, en los lugares más escondidos. Esta es la traza, que se va 11:01:34 – 10 hours 23 minutes ago.
Tijuana arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 28/01/2011 by searching for Necesitamos un médico. Tal vez dos 5:15:23 – 03 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 12/ 02/2011 by searching for Por lo demás, si ha sido concebido entonces es real. Si es real, luego entonces puede morir 11:12.17 –10 hours 34 minutes ago.
Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 21/03/2011 by searching for Este es el momento en que sueñas con un alce. Ahora pasan los caballos sobre la estepa, alumbrados de uranio. Mira, aquí. En esta línea. Este es momento en que despiertas 21/03/2010 11:27:12 10 hours 21 minutes ago.
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[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
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Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 25/01/2011 by searching for Al libro verdadero hay que buscarlo en los residuos, en las esquinas, en los lugares más escondidos. Esta es la traza, que se va 11:01:34 – 10 hours 23 minutes ago.
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Lutavia arrived from google on “NO HAY TAL LUGAR” 12/ 02/2011 by searching for Por lo demás, si ha sido concebido entonces es real. Si es real, luego entonces puede morir 11:12.17 –10 hours 34 minutes ago.
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Saturday, March 19, 2011
TUITRULFO: UNA CONVOCATORIA
A fines de 2009, la editorial estadunidense Penguin Books lanzó al mercado Twitterature, un libro cuyo objetivo era formar —en poco más de 200 páginas— una compilación abreviada de las grandes obras de la literatura universal, usando para cada una de ellas 20 o menos tweets. El resultado es un libro que resume, en tono socarrón y no falto de ironía, 83 obras relatadas en unas cuantas líneas de 140 caracteres.
Los habitantes de La Cámara Verde nos unimos al esfuerzo de diversificar el contenido publicado en los espacios culturales y académicos del país, y por eso los convocamos, siguiendo el espíritu de Twitterature, a reescribir el cuento de Juan Rulfo, "Es que somos muy pobres", en una serie de no más de 20 tweets. Se valen todas las formas de re-escritura: apropiación, reciclaje, copiado, transcripción, détournements, testereo.
Los interesados podrán hacer llegar sus propuestas al correo: lacamaraverde@gmail.com desde el 21 de marzo y hasta el día 10 de abril. La reescritura del cuento que sea seleccionada como ganadora será publicada en este espacio del Periódico de Poesía de la UNAM en su edición de mayo.
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A fines de 2009, la editorial estadunidense Penguin Books lanzó al mercado Twitterature, un libro cuyo objetivo era formar —en poco más de 200 páginas— una compilación abreviada de las grandes obras de la literatura universal, usando para cada una de ellas 20 o menos tweets. El resultado es un libro que resume, en tono socarrón y no falto de ironía, 83 obras relatadas en unas cuantas líneas de 140 caracteres.
Los habitantes de La Cámara Verde nos unimos al esfuerzo de diversificar el contenido publicado en los espacios culturales y académicos del país, y por eso los convocamos, siguiendo el espíritu de Twitterature, a reescribir el cuento de Juan Rulfo, "Es que somos muy pobres", en una serie de no más de 20 tweets. Se valen todas las formas de re-escritura: apropiación, reciclaje, copiado, transcripción, détournements, testereo.
Los interesados podrán hacer llegar sus propuestas al correo: lacamaraverde@gmail.com desde el 21 de marzo y hasta el día 10 de abril. La reescritura del cuento que sea seleccionada como ganadora será publicada en este espacio del Periódico de Poesía de la UNAM en su edición de mayo.
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Tuesday, March 15, 2011
LOS PESADILLISTAS
[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
Solía hacerlo de esa manera: abría la puerta intempestivamente, sin haberse molestado en tocar. Luego se sentaba en la silla y colocaba los codos sobre la superficie de formaica de la mesa. Las manos abiertas sobre su cara. Encubrir. Daba la impresión de ser alguien que padecía de angustia o de vergüenza. Una que otra gota de sudor. La inmovilidad de una estatua. Un señor.
Las sillas son un espía del Estado, asegura el artista indio americano Jimmie Durham.
Se hacía llamar Kostrowitsky pero nunca nadie supo si ese era su verdadero nombre. Cuando se le hacía esa pregunta, respondía sin vacilar: ¿Hay acaso un nombre verdadero?
La formaica es un laminado plástico que se utiliza sobre todo en mesas, aunque también en sillas y en pisos. Tengo la impresión de que casi todos los comedores norteamericanos de mediados de siglo XX tenían una cubierta de formaica y un borde de aluminio.
Kostrowitsky hacía lo siguiente: dejaba caer una mano sobre la mesa y, como si no lo notara, alcanzaba la hoja de papel cuadriculado. Ya con interés, la desdoblaba y la leía con calma. A veces bufaba después de saber cuál sería su pesadilla. Otras, reía con una sorna difícil de soportar. No eran pocas las ocasiones en que se quedaba estupefacto. Monumento sentimental.
Olvidar, por ejemplo, requiere disciplina. Orinar también.
En esa ocasión dijo en voz alta: “Quiere que vaya a un médico y haga todo lo posible para que me diagnostique como alcohólico y luego me someta a un tratamiento de desintoxicación en una institución del Estado”. Yo pensé que eso era, en efecto, una pesadilla.
Los pesadillistas eran un grupo de amigos que tomaron muy en serio el dicho: que todas las pesadillas se hagan realidad. El grupo estaba compuesto por hombres y mujeres por igual.
—Encontré una cana en mi vello púbico —murmuró alguna vez al levantar el rostro. Yo me reí, por supuesto. Nunca imaginé que Kostrowitsky fuera el tipo de hombre que se dedicara tanta atención a sí mismo. O al paso del tiempo.
Ya lo he constatado antes: Kostrowitsky solía abrir la puerta del departamento a media mañana, sin haberse molestado en tocar. Un ventarrón. Igual, sin avisar o pedir permiso, jalaba una silla del comedor y se sentaba sin decir palabra. El rechinido de la madera sobre el mosaico. Su respiración agitada. Colocaba los codos sobre la superficie de formaica de la mesa y escondía el rostro tras las palmas abiertas de sus manos. Parecía sufrir. Parecía dispuesto a quedarse inmóvil en esa posición tan exagerada. Monumento sentimental. Parecía capaz de la peor saña. Pronto hacía también lo que solía hacer: llevarse la mano derecha hacia el regazo, abrir las piernas y toquetearse los testículos. Siempre me pregunté a que olían los dedos que colocaba después frente la nariz.
Los pesadillistas diseñaban pesadillas, por supuesto. También vigilaban que se llevaran a cabo. Intransigentes, así eran. Metódicos. Atentos. Llevaban un registro en lindas hojas cuadriculadas que doblaban en dos o más partes.
Al médico de su elección le dijo que tomaba una botella de whisky al día, más o menos. O una de tequila. O una de ron. Luego le mostró las manos flacas y temblorosas. Tampoco viajaba sin alcohol, le aseguró.
Los días que pasó en el centro de rehabilitación pública lo obligaron a llevar una bata color azul cielo que se cerraba por detrás. Cerrar, de hecho, es un decir, puesto que dejaba al descubierto gran parte de sus nalgas e, incluso, de su espalda. Kostrowitsky pasó frío y hambre. También aprovechó el tiempo para investigar el crecimiento de las canas en su vello púbico. Todo eso lo contaba después, sonriendo.
Sobrevivir a las peores pesadillas se vuelve una tarea fácil con el tiempo. O una costumbre. O un récord.
—¿Y qué me trajiste hoy? —dije, tratando de llegar lo antes posible a la entrega de la siguiente pesadilla.
—Aquí está —se sacó un pedazo de papel cuadriculado doblado en dos partes exactas y lo arrojó sobre la mesa—. No sé si pueda más.
No recuerdo ya cómo llegué a jugar ese papel entre ellos: mi tarea era constatar que habían leído y entendido en qué consistía su pesadilla. Luego les ofrecía un vaso de agua o algo de café. A algunos, pero nunca a Kostrowitsky, les propinaba un par de palmadas sobre la espalda, conminándolos a continuar con el juego.
Lo miré de reojo: parecía, en efecto, exhausto. Pero solía repetir lo mismo cada que, como los demás, llegaba puntual a cumplir con lo acordado. Desdoblé el papel y lo leí a prisa. Luego, me tomé todo el tiempo en encender un cigarro.
—¿Qué? —preguntó. La molestia en la voz. El recelo.
—Nada —dije—. ¿A quién le toca esto hoy? —pregunté como si no lo supiera o como si me afanara en cumplir con pulcritud mi función como distribuidora de malos sueños.
—Dáselo a una mujer —masculló antes de incorporarse, golpear la mesa con la mano izquierda y salir corriendo—. A ver si puede con eso.
Las carcajadas que viajan a toda velocidad por los pasillos estrechos de un edificio a punto de caerse producen un eco muy hondo, muy filoso, muy vulgar.
Y el caligrama decía: Te enamorarás.
--crg
[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
Solía hacerlo de esa manera: abría la puerta intempestivamente, sin haberse molestado en tocar. Luego se sentaba en la silla y colocaba los codos sobre la superficie de formaica de la mesa. Las manos abiertas sobre su cara. Encubrir. Daba la impresión de ser alguien que padecía de angustia o de vergüenza. Una que otra gota de sudor. La inmovilidad de una estatua. Un señor.
Las sillas son un espía del Estado, asegura el artista indio americano Jimmie Durham.
Se hacía llamar Kostrowitsky pero nunca nadie supo si ese era su verdadero nombre. Cuando se le hacía esa pregunta, respondía sin vacilar: ¿Hay acaso un nombre verdadero?
La formaica es un laminado plástico que se utiliza sobre todo en mesas, aunque también en sillas y en pisos. Tengo la impresión de que casi todos los comedores norteamericanos de mediados de siglo XX tenían una cubierta de formaica y un borde de aluminio.
Kostrowitsky hacía lo siguiente: dejaba caer una mano sobre la mesa y, como si no lo notara, alcanzaba la hoja de papel cuadriculado. Ya con interés, la desdoblaba y la leía con calma. A veces bufaba después de saber cuál sería su pesadilla. Otras, reía con una sorna difícil de soportar. No eran pocas las ocasiones en que se quedaba estupefacto. Monumento sentimental.
Olvidar, por ejemplo, requiere disciplina. Orinar también.
En esa ocasión dijo en voz alta: “Quiere que vaya a un médico y haga todo lo posible para que me diagnostique como alcohólico y luego me someta a un tratamiento de desintoxicación en una institución del Estado”. Yo pensé que eso era, en efecto, una pesadilla.
Los pesadillistas eran un grupo de amigos que tomaron muy en serio el dicho: que todas las pesadillas se hagan realidad. El grupo estaba compuesto por hombres y mujeres por igual.
—Encontré una cana en mi vello púbico —murmuró alguna vez al levantar el rostro. Yo me reí, por supuesto. Nunca imaginé que Kostrowitsky fuera el tipo de hombre que se dedicara tanta atención a sí mismo. O al paso del tiempo.
Ya lo he constatado antes: Kostrowitsky solía abrir la puerta del departamento a media mañana, sin haberse molestado en tocar. Un ventarrón. Igual, sin avisar o pedir permiso, jalaba una silla del comedor y se sentaba sin decir palabra. El rechinido de la madera sobre el mosaico. Su respiración agitada. Colocaba los codos sobre la superficie de formaica de la mesa y escondía el rostro tras las palmas abiertas de sus manos. Parecía sufrir. Parecía dispuesto a quedarse inmóvil en esa posición tan exagerada. Monumento sentimental. Parecía capaz de la peor saña. Pronto hacía también lo que solía hacer: llevarse la mano derecha hacia el regazo, abrir las piernas y toquetearse los testículos. Siempre me pregunté a que olían los dedos que colocaba después frente la nariz.
Los pesadillistas diseñaban pesadillas, por supuesto. También vigilaban que se llevaran a cabo. Intransigentes, así eran. Metódicos. Atentos. Llevaban un registro en lindas hojas cuadriculadas que doblaban en dos o más partes.
Al médico de su elección le dijo que tomaba una botella de whisky al día, más o menos. O una de tequila. O una de ron. Luego le mostró las manos flacas y temblorosas. Tampoco viajaba sin alcohol, le aseguró.
Los días que pasó en el centro de rehabilitación pública lo obligaron a llevar una bata color azul cielo que se cerraba por detrás. Cerrar, de hecho, es un decir, puesto que dejaba al descubierto gran parte de sus nalgas e, incluso, de su espalda. Kostrowitsky pasó frío y hambre. También aprovechó el tiempo para investigar el crecimiento de las canas en su vello púbico. Todo eso lo contaba después, sonriendo.
Sobrevivir a las peores pesadillas se vuelve una tarea fácil con el tiempo. O una costumbre. O un récord.
—¿Y qué me trajiste hoy? —dije, tratando de llegar lo antes posible a la entrega de la siguiente pesadilla.
—Aquí está —se sacó un pedazo de papel cuadriculado doblado en dos partes exactas y lo arrojó sobre la mesa—. No sé si pueda más.
No recuerdo ya cómo llegué a jugar ese papel entre ellos: mi tarea era constatar que habían leído y entendido en qué consistía su pesadilla. Luego les ofrecía un vaso de agua o algo de café. A algunos, pero nunca a Kostrowitsky, les propinaba un par de palmadas sobre la espalda, conminándolos a continuar con el juego.
Lo miré de reojo: parecía, en efecto, exhausto. Pero solía repetir lo mismo cada que, como los demás, llegaba puntual a cumplir con lo acordado. Desdoblé el papel y lo leí a prisa. Luego, me tomé todo el tiempo en encender un cigarro.
—¿Qué? —preguntó. La molestia en la voz. El recelo.
—Nada —dije—. ¿A quién le toca esto hoy? —pregunté como si no lo supiera o como si me afanara en cumplir con pulcritud mi función como distribuidora de malos sueños.
—Dáselo a una mujer —masculló antes de incorporarse, golpear la mesa con la mano izquierda y salir corriendo—. A ver si puede con eso.
Las carcajadas que viajan a toda velocidad por los pasillos estrechos de un edificio a punto de caerse producen un eco muy hondo, muy filoso, muy vulgar.
Y el caligrama decía: Te enamorarás.
--crg
Monday, March 14, 2011
UNOS DIYITAS
Notas para una lectura de marzo de Pedro Páramo
21.
"Fue muy fácil" "encampanarse a" "la Dolores." "Si hasta le relumbraron" "los ojos" "y se le descompuso la cara."
-"Perdóneme que me ponga" "colorada," "don Fulgor." "No creí que" "don Pedro" "se fijara en mí."
-"No duerme, pensando" "en usted."
-"Pero si él tiene de dónde" "escoger"." Abundan tantas" "muchachas bonitas en Comala." "¿Qué dirán" "ellas" "cuando lo sepan?"
-"Él sólo piensa en usted," "Dolores." "De ahí" "en más," "en nadie."
-"Me hace usted que" "me den escalofríos," "don Fulgor." "Ni siquiera" "me lo imaginaba."
-"Es que es" "un hombre" "tan reservado. Don Lucas" "Páramo, que" "en paz descanse," "le llegó a decir que" "usted" "no era digna" "de él". "Y se calló" "la boca por pura" "obediencia." "Ahora que él" "ya no existe," "no hay ningún" "impedimiento." "Fue su primera decisión;" "aunque" "yo había tardado" "en cumplirla" "por mis muchos quehaceres." "Pongamos por fecha" "de la boda" "pasado mañana." "¿Qué opina" "usted?"
-"¿No es muy" "pronto?" "No tengo nada" "preparado." "Necesito" "encargar" "los" "ajuares." "Le escribiré" "a" "mi hermana." "O no," "mejor le voy a mandar un propio," "pero de cualquier manera" "no" "estaré lista" "antes" "del" "8" "de" "abril." "Hoy estamos" "a 1." "Sí," "apenas para el 8." "Dígale" "que espere" "unos diyitas."
-"Él" "quisiera que fuera" "ahora mismo." "Si es por" "los ajuares," "nosotros" "se los proporcionaremos." "La difunta" "madre" "de don Pedro" "espera que usted" "vista sus ropas." "En la familia existe" "esa costumbre."
-"Pero además hay algo para estos" "días." "Cosas" "de" "mujeres," "sabe usted." "¡Oh!," "cuánta vergüenza" "me da" "decirle esto," "don Fulgor." "Me hace usted" "que se me vayan" "los colores." "Me toca la luna." "¡Oh!," "qué vergüenza."
-"¿Y qué?" "El matrimonio" "no es" "asunto" "de si haya o no haya" "luna." "Es cosa" "de quererse." "Y," "en habiendo esto," "todo lo demás" "sale sobrando."
-"Pero es" "que" "usted" "no me entiende," "don Fulgor."
-"Entiendo." "La boda será" "pasado mañana." "Y la dejó con los" "brazos extendidos" "pidiendo ocho días," "nada más" "ocho días."
"«Que no se me olvide" "decirle" "a" "don Pedro" -"¡vaya muchacho listo ese Pedro!"-, "decirle que" "no se le olvide" "decirle al juez" "que" "los bienes son mancomunados." ""Acuérdate," "Fulgor," "de decírselo" "mañana mismo."»"
"La Dolores," "en cambio," "corrió a la cocina" "con un" "aguamanil" "para poner agua" "caliente:" "«Voy a hacer" "que" "esto" "baje" "más pronto." "Que baje" "esta misma noche." "Pero de todas maneras" "me durará" "mis tres días." "No tendrá" "remedio." "¡Qué felicidad!" "¡Oh," "qué" "felicidad!" "Gracias, Dios mío," "por darme" "a" "don Pedro»." "Y añadió:" "«Aunque después" "me" "aborrezca»."
--crg
Notas para una lectura de marzo de Pedro Páramo
21.
"Fue muy fácil" "encampanarse a" "la Dolores." "Si hasta le relumbraron" "los ojos" "y se le descompuso la cara."
-"Perdóneme que me ponga" "colorada," "don Fulgor." "No creí que" "don Pedro" "se fijara en mí."
-"No duerme, pensando" "en usted."
-"Pero si él tiene de dónde" "escoger"." Abundan tantas" "muchachas bonitas en Comala." "¿Qué dirán" "ellas" "cuando lo sepan?"
-"Él sólo piensa en usted," "Dolores." "De ahí" "en más," "en nadie."
-"Me hace usted que" "me den escalofríos," "don Fulgor." "Ni siquiera" "me lo imaginaba."
-"Es que es" "un hombre" "tan reservado. Don Lucas" "Páramo, que" "en paz descanse," "le llegó a decir que" "usted" "no era digna" "de él". "Y se calló" "la boca por pura" "obediencia." "Ahora que él" "ya no existe," "no hay ningún" "impedimiento." "Fue su primera decisión;" "aunque" "yo había tardado" "en cumplirla" "por mis muchos quehaceres." "Pongamos por fecha" "de la boda" "pasado mañana." "¿Qué opina" "usted?"
-"¿No es muy" "pronto?" "No tengo nada" "preparado." "Necesito" "encargar" "los" "ajuares." "Le escribiré" "a" "mi hermana." "O no," "mejor le voy a mandar un propio," "pero de cualquier manera" "no" "estaré lista" "antes" "del" "8" "de" "abril." "Hoy estamos" "a 1." "Sí," "apenas para el 8." "Dígale" "que espere" "unos diyitas."
-"Él" "quisiera que fuera" "ahora mismo." "Si es por" "los ajuares," "nosotros" "se los proporcionaremos." "La difunta" "madre" "de don Pedro" "espera que usted" "vista sus ropas." "En la familia existe" "esa costumbre."
-"Pero además hay algo para estos" "días." "Cosas" "de" "mujeres," "sabe usted." "¡Oh!," "cuánta vergüenza" "me da" "decirle esto," "don Fulgor." "Me hace usted" "que se me vayan" "los colores." "Me toca la luna." "¡Oh!," "qué vergüenza."
-"¿Y qué?" "El matrimonio" "no es" "asunto" "de si haya o no haya" "luna." "Es cosa" "de quererse." "Y," "en habiendo esto," "todo lo demás" "sale sobrando."
-"Pero es" "que" "usted" "no me entiende," "don Fulgor."
-"Entiendo." "La boda será" "pasado mañana." "Y la dejó con los" "brazos extendidos" "pidiendo ocho días," "nada más" "ocho días."
"«Que no se me olvide" "decirle" "a" "don Pedro" -"¡vaya muchacho listo ese Pedro!"-, "decirle que" "no se le olvide" "decirle al juez" "que" "los bienes son mancomunados." ""Acuérdate," "Fulgor," "de decírselo" "mañana mismo."»"
"La Dolores," "en cambio," "corrió a la cocina" "con un" "aguamanil" "para poner agua" "caliente:" "«Voy a hacer" "que" "esto" "baje" "más pronto." "Que baje" "esta misma noche." "Pero de todas maneras" "me durará" "mis tres días." "No tendrá" "remedio." "¡Qué felicidad!" "¡Oh," "qué" "felicidad!" "Gracias, Dios mío," "por darme" "a" "don Pedro»." "Y añadió:" "«Aunque después" "me" "aborrezca»."
--crg
Friday, March 11, 2011
LA DIETA DEL ESCRIBIR
Café [Dark roast, strong and rich, 100% arabica whole bean coffee]
Agua [Pure New Zeland Artesian Water, 128 Fl Oz]
Roasted Seaweed Snack [0.4 Oz, 11.3 g]
Spicy Maya [dark chocolate bar infused with pasilla chile, cayenne pepper and cinnamon]
Agua [Pure New Zeland Artesian Water, 128 Fl Oz]
Salted tortilla chips [made with stone ground yellow corn, Net Wt. 16 Oz, 454 g]
Salsa Kutbil-ik de chile habanero [El Yucateco, cont. net. 120 ml]
Prosecco [doc, denominazione di origine controllate, spumante brut, zonin, viticultori dal 1821]
Organic black bean soup [vegan]
Soy-based "lamb" delight with brown rice and asparagus and snow peas and carrots.
--crg
Café [Dark roast, strong and rich, 100% arabica whole bean coffee]
Agua [Pure New Zeland Artesian Water, 128 Fl Oz]
Roasted Seaweed Snack [0.4 Oz, 11.3 g]
Spicy Maya [dark chocolate bar infused with pasilla chile, cayenne pepper and cinnamon]
Agua [Pure New Zeland Artesian Water, 128 Fl Oz]
Salted tortilla chips [made with stone ground yellow corn, Net Wt. 16 Oz, 454 g]
Salsa Kutbil-ik de chile habanero [El Yucateco, cont. net. 120 ml]
Prosecco [doc, denominazione di origine controllate, spumante brut, zonin, viticultori dal 1821]
Organic black bean soup [vegan]
Soy-based "lamb" delight with brown rice and asparagus and snow peas and carrots.
--crg
Thursday, March 10, 2011
LA CÁMARA VERDE No. 2, en Periódico de Poesía, Marzo 2011
TL: Cristina Rivera-Garza
En el mundo Twitter, TL sólo puede significar una cosa: La línea del tiempo. En efecto, en TW toda escritura conforma una línea de tiempo en continuo movimiento. O al revés: en TW, todo tiempo está hecho de escritura en su incesante aparecer y desaparecer. Luciérnaga de hoy. No hay tiempo sin escritura, esa es la primera conclusión. No hay escritura que no sea, simultáneamente, tiempo que pasa. Así, sólo el esfuerzo de una escritura colectiva, incesantemente enunciada, constantemente acaecida, logra hacer posible lo posible: que el tiempo exista y, ya existiendo, que el tiempo pase.
El TL es, por supuesto, el conjunto de rectángulos llenos de frases de 140 caracteres que ocupa la pantalla y que, al aparecer, avanza, sólo para desaparecer otra vez. Creo haber mencionado ya la palabra luciérnaga antes. De arriba hacia abajo: escritura vertical. De la existencia dentro de los límites de la pantalla del presente a la semi-existencia en los registros del “ya fue”: escritura sináptica. Pocas cosas nos recuerdan de manera tan punzante que lo propio del tiempo es pasar. Pocas cosas nos confirman lo que, por obvio, no deja de ser intrigante: ¿Así que nosotros también desapareceremos?
El tuit se parece a muchas cosas que han existido en el pasado y que siguen sin duda existiendo en el ahora: el aforismo, el haiku, el poemínimo, la invención varia, la viñeta, la frase suelta, el versículo, la oración. La diferencia, sin embargo, es el medio. El tuit es escritura breve, ciertamente, pero es escritura en pantalla. Aún más: el tuit es escritura en tiempo real, ese constructo. Ya lo decía Walter Bejamin, el Ur-Cito escritor extremo, el trancescrivener por excelencia, en el apartado 14 de sus Tesis de la filosofía de la Historia (con apropiado epígrafe de Karl Kraus: la meta es el origen): en oposición al tiempo vacío y homogéneo de la ideología dominante, se encuentra el tiempo-ahora, un tiempo pleno que hace saltar, a través del momento de peligro que es toda cita, el continuum de la historia. Dice Benjamin cuando discurre sobre las maneras en que la moda “cita” el ropaje del pasado: “La moda husmea lo actual dondequiera que lo actual se mueva en la jungla de otrora”. Así el tuit: escritura en breve, como tanta otra, pero con y en y a través de la tecnología de hoy. Señalar las similitudes, un ejercicio encomiable respecto a un fenómeno tan reciente, no debe dejar de lado, sin embargo, las especificidades. De ahí la selección de marzo en La Cámara Verde: de ahí Graciela Romero, quien asegura en un tuit que “ya fue” es lo de hoy, y de ahí Alberto Chimal, quien ha hecho una delicia de los deslizamientos transversales de su Viajero en el Tiempo. El tiempo, pues, esa cosa que pasa, y en ambos sentidos del término: lo que acontece, sí, y lo que se va. El tiempo y su manera de estar, que es la escritura: tiempo medido, tiempo físico, tiempo con trazo. Tiempo con más acá. El tiempo que, por ser escritura, es imaginación.
Graciela Romero fue, antes que todo, @Diamandina—su nombre de escritora de TW. Recuerdo el primer tuit que le leí: Me haces falta de sobra. Recuerdo la manera en que la frase me hizo reír y, luego, reflexionar y, al final, volver a reír pero esta vez con conocimiento de causa: faltar y sobrar, dos verbos, y la frase que en otro contexto podría ser cliché: me haces falta. ¿Qué se dice en realidad cuando se dice “me haces falta de sobra”? Entre otras cosas se dice que la frase, aparentemente natural, es en realidad artificio puro. Se dice que las posibilidades de los juegos del lenguaje son infinitas y que, en el teclado preciso, esas posibilidades nacen del batir de alas de lo coloquial. Se dice que entre letra y letra se mece una inteligencia jocosa y crítica, atenta. Se dice, pues, que ahí hay escritura. Por eso la seguí leyendo. Y me hice su seguidora. Digo, parafraseándola, que leer a @diamandina es lo de hoy.
Alberto Chimal, por su parte, tiene ya una trayectoria como escritor de libros hechos en papel (prueba de que el TL acoge por igual a los inéditos que lo editados, faltaba más). Si la curiosidad mató al gato, a Alberto y a sus lectores, la curiosidad nos mantiene vivos. Atento a las vicisitudes tecnológicas de hoy, Alberto no sólo hace de su cuenta de TW un canal de información activa y recurrente, sino que también la utiliza para crear. Prueba de ello son sus saludos matutinos y nocturnos—un ritual que ya marca el paso del tiempo en numerosas Líneas de Tiempo—y esos trayectos que emprende de cuando en cuando un Viajero que igual recurre a la cita docta que al guiño de la cultura popular.
En un TL en tiempo real los tuits nunca son puros ni individuales. El pasar mismo del TL obliga a la intercalación, al zigzagueo, la noción indirecta, el diálogo. Aunque tanto @diamandina como @albertochimal me mandaron sus tuits por separado, lo que presento a continuación, como se dice, es una representación aproximada de un TL. Intercalados, en tránsito constante, refiriéndose por fuerza del espacio el uno al otro, el Viajero del Tiempo y la Chica del Ya Fue se ven así cara a cara por primera vez. Ya habrá manera de provocar el ejercicio in situ en otra ocasión, por supuesto. Mientras tanto, los dejo aquí en buenos teclados. Es el tiempo real. Es lo de hoy.
Y en los Avances (recuérdese que lo propio de la Cámara Verde es avanzar) una pista de Drastel, el nuevo libro de Román Luján en publicación de Bonobos.
Y nos vemos en abril (seguro esta vez será el menos cruel).
San Diego/Tijuana: Febrero 23, 2011
[escuchando a Róisín Murphy]
--crg
*
EL VIAJERO DEL TIEMPO Y LA CHICA DEL YA FUE EN MI TL
@albertochimal [ACH] y @diamandina [D]
Buenos días, tardes, noches, como dice el Viajero del Tiempo cuando su máquina se pone temperamental y no le pregunta a dónde (a cuándo) va. [ACH]
“Mi yo del futuro fue hace rato a decirme que hoy llegaría tarde y me dio pena hacerla quedar mal" y otras excusas que al parecer no valen. [D]
Espérame en el deadline, vida mía. [D]
Escucho la frase "los tiempos que corren" y me angustia. Detengan a ese momento. Se lleva mi vida. [D]
¿Qué horas son éstas? Éstas ya ni son horas. [D]
Nunca son horas. [D]
El Viajero del Tiempo te saluda, se va 10 años, decide verte otra vez, regresa segundos antes de la primera. Déjà vu, pensarás. O piensas. [ACH]
Vamos dejando la respuesta del "¿y ahora?" para luego. [D]
Las personas que ocupamos cada vida en esperar la siguiente, la buena. [D]
Con 1981, por favor. Le hablo de 2010 para cancelar la cita, no vamos a poder darle lo que espera, mejor no deje que 1982 venga. [D]
El Viajero del Tiempo, quien puede pasarse un año entero en un solo segundo, tiene el secreto para no envejecer.
No, no lo dice.
Ni lo vende. [ACH]
La máquina del tiempo que no funciona y sólo sirve para perderlo. [D]
La sensación de que pierdo más tiempo del que tengo. El de los demás, por ejemplo. [D]
En este momento su futuro no se encuentra disponible. Favor de intentar más tarde. [D]
El Viajero del Tiempo lleva a Platón a un cine a ver Matrix. Platón se fascina con las luces que se apagan en el recinto cavernoso. [ACH]
De los creadores de "No tener sueño en la noche" llega, al día siguiente, "Tener sueño todo el tiempo". [D]
Pasa toda la noche despierta y todo el día despertando. Y así es como cree que vive su vida. [D]
Tanto quehacer y tan poco sueño para dormir y evadirlo. [D]
Ya hasta pasó y yo todavía no estoy lista. [D]
Dormir todo el día a falta de ideales; siempre tener sueño a falta de sueños. Tal vez ni siquiera exista el lugar al que a este paso no llegaremos. [D]
El Viajero del Tiempo enseñó el creacionismo a un tempranísimo homínido. Así que desde entonces. [ACH]
“Yo ya me iba” desde 1982. / “Ya casi” desde 1982. [D]
El Viajero del Tiempo miró el trozo de pan duro. Regresó un día y el pan estaba entero y fresco. Se lo comió casi todo y entendió su error. [ACH]
Me gusta quedarme a ver cómo se me hace tarde. Es como esos videos de fruta deshidratándose hasta descomponerse. Triste, pero hermoso. O no. [D]
Naces. Creces. Haces cosas. Lo lamentas. Nace una To-Undo list. Crece. Crece. [D]
Mi fantasía recurrente es dejar de fantasear y al fin hacer algo al respecto. [D]
El Viajero del Tiempo mira el instante previo a que el Buda en la montaña sea destruido a cañonazos.
Es un instante sólido, como de piedra. [ACH]
Olvidé que hoy era miércoles, le dije al Viajero del Tiempo. Me consoló: en el siglo 44,444 usan semanas de 1001 días con nombres aleatorios. [ACH]
El mensaje en mi contestadora existencial dice: "por el momento no me encuentro". [D]
Houston, tenemos un caos, ni siquiera ubicamos el problema. [D]
El problema es que el tiempo pasa muy pronto y el miedo demasiado tarde. [ACH]
Pregúntame cómo pasa el tiempo; explícame cómo detenerlo. [D]
El Viajero del Tiempo usa una máquina propulsada por horas perdidas, ignoradas, malgastadas. Se alegra: tendrá energía para siempre. [ACH]
Y Dios hizo el tiempo, y vio que era bueno. Luego nos hizo a nosotros. Y a nosotros se nos hizo tarde. Todo mal. [D]
Voy tantos pasos atrás que mañana podría ser un gran día, tal vez descubra el fuego. [D]
A veces hasta cuando no tengo nada que hacer se me hace tarde. Yo tampoco entiendo. [D]
Habría que dormir temprano antes de los viajes para empacar algunos sueños y tener tiempo de elegir bien cuáles. [D]
Tristes los Lumière al ver la indiferencia del público. Es la función especial para el Viajero del Tiempo y sus amigos: Lugosi, DiCaprio... [ACH]
Una vez concertada la cita, el espacio se vuelve cosa de tiempo. Aun sin movernos estamos más cerca de la otra ciudad cada que amanecemos. [D]
Los recuerdos como prisiones en las que sería bueno tener una máquina del tiempo para viajar al presente. [D]
El rey de Britania, cuando el Viajero del Tiempo le contó las numerosas aventuras que se le atribuían:
—¿Qué clase de nombre es "Arturo"? [ACH]
En el peor de los escenarios llegaré corriendo hasta el ventanal a gritarle "¡tú me perdiste a mí, idiota!" al avión ya en vuelo. [D]
Los días llevaditos vs. Los días llevaderos. Los más contra los menos. [D]
Sir Canterville fue con el Viajero del Tiempo a conocer a Oscar Wilde. ¡Y qué susto le dieron al aparecer de pronto, sin más, en su sala! [ACH]
Habría que agendarle futuro suficiente a todas las veces que faltan por vernos para decir que nos conocemos. [D]
El Viajero del Tiempo recibió de regalo una caja vacía. LLÉNALA, decía la tarjeta. Qué insufrible, pensó, era él mismo en su etapa puritana. [ACH]
No perdí la idea, gané un montón de distractores. [D]
Nos reconocerán por el rastro de proyectos que dejamos a la mitad. [D]
Cuando después de mucho pensar qué hacer terminas actuando conforme al Plan Ç, no previsto ni como opción alfabética, y da resultado. [D]
El Viajero del Tiempo llevó de vuelta al siglo III a Valentín de Terni, quien se quejaba:
—Pura mentira: aquí nadie tiene idea de quién soy. [ACH]
Aquí donde parece que estoy perdiendo el tiempo en realidad estoy ganándome la vida. [D]
El impostor fundó la "Iglesia del Viajero del Tiempo". Subía a sus fieles a una tina y decía "Tu viaje debe ser espiritual, cambia tu pasado adentro". [ACH]
La sospecha es que voy a terminar secando a los santos si de verdad lloran el tiempo perdido. [D]
Solo quiero tiempo suficiente para hacer lo que debo y para ser feliz planeando lo que quiero; si fracasará, que se acabe justo antes de verlo. [D]
Es que todavía estamos convalecientes de haber nacido, por eso andamos tan lento. [D]
Yo más bien les manejo lo que no es, lo que ya fue. [D]
"Ya fue" es lo de hoy. [D]
El Viajero del Tiempo salva la vida de alguien sin fama, que no influye en la Historia. Una foto de nota roja se vuelve otra en el diario. [ACH]
La sospecha es que en esta ciudad pasa tanto de todo que, sabiendo que no va a destacar, ya ni se molesta en pasar el tiempo. [D]
¿Qué horas son éstas de ser estas horas? y otras preguntas para hacerse durante todo el día. [D]
El Viajero del Tiempo ha visto varias películas (de eras diversas) que tratan de tu vida. Y ahora ansía conocerte para saber toda la verdad. [ACH]
Mis "ya voy para allá" son artesanales, hechos a mano, de calidad, por eso tardan tanto. [D]
Ya tengo todas las armas para enfrentar al año que viene. Siempre y cuando éste sea 1997. [D]
El Viajero del Tiempo vino a Comala muchas veces y nunca pudo estar seguro de que su propia voz no se oía entre el resto de los murmullos. [ACH]
Esto de trabajar para tener dónde caerte muerto y quedarte sin tiempo para sacarle provecho. [D]
Entre más se me va el tiempo más se me viene el ansia. Bonito intercambio. [D]
El Viajero del Tiempo sembró la semilla de la que creció el árbol que dio la manzana de la que salió la semilla. [ACH]
Muerte al caos. Tengo que hacer una lista de cosas que tengo que hacer para no hacerlas ordenadamente. [D]
No sé si es tragedia o consuelo la idea de que hasta el tiempo deja de ser importante con el tiempo. Ya veremos. Con el tiempo. [D[
Además, todavía queda el resto del mundo y el resto del tiempo. [D]
El Viajero del Tiempo va al instante cero y a la vuelta defrauda a todos: no sabe decir si el estallido le pareció una voz, o viceversa. [ACH]
Y entonces: llega la noche. -Ya era hora. Tengo todo el día esperándote en la cama. [D]
Lo que traigan los días como sea, el problema es lo que se llevan. [D]
El Viajero del Tiempo regresa a escuchar a las personas fascinadas con las primeras computadoras, creyentes de su maravilla. [ACH]
Paso tanto tiempo sin hacer nada que llego a entender el movimiento de los demás como mi protector de pantalla. [D]
Acumular correos y un día al fin contestarlos, sí a todo, pero ya es demasiado tarde. No fui yo, fue el tiempo el que les quedó mal. [D]
No es que deje todo hasta el final, es que no me entero que las horas ya se van a acabar. Pero luego arreglo eso, hay tiempo. O no. Oh, no. [D]
Tengo perfectamente planeado terminar improvisando. [D]
RT @JazBV: ¿El viajero del T. escucha el tic tac? // Y los otros sonidos. En el siglo 945,353 usan el rumor de las olas, por ejemplo. [ACH]
*
--crg
TL: Cristina Rivera-Garza
En el mundo Twitter, TL sólo puede significar una cosa: La línea del tiempo. En efecto, en TW toda escritura conforma una línea de tiempo en continuo movimiento. O al revés: en TW, todo tiempo está hecho de escritura en su incesante aparecer y desaparecer. Luciérnaga de hoy. No hay tiempo sin escritura, esa es la primera conclusión. No hay escritura que no sea, simultáneamente, tiempo que pasa. Así, sólo el esfuerzo de una escritura colectiva, incesantemente enunciada, constantemente acaecida, logra hacer posible lo posible: que el tiempo exista y, ya existiendo, que el tiempo pase.
El TL es, por supuesto, el conjunto de rectángulos llenos de frases de 140 caracteres que ocupa la pantalla y que, al aparecer, avanza, sólo para desaparecer otra vez. Creo haber mencionado ya la palabra luciérnaga antes. De arriba hacia abajo: escritura vertical. De la existencia dentro de los límites de la pantalla del presente a la semi-existencia en los registros del “ya fue”: escritura sináptica. Pocas cosas nos recuerdan de manera tan punzante que lo propio del tiempo es pasar. Pocas cosas nos confirman lo que, por obvio, no deja de ser intrigante: ¿Así que nosotros también desapareceremos?
El tuit se parece a muchas cosas que han existido en el pasado y que siguen sin duda existiendo en el ahora: el aforismo, el haiku, el poemínimo, la invención varia, la viñeta, la frase suelta, el versículo, la oración. La diferencia, sin embargo, es el medio. El tuit es escritura breve, ciertamente, pero es escritura en pantalla. Aún más: el tuit es escritura en tiempo real, ese constructo. Ya lo decía Walter Bejamin, el Ur-Cito escritor extremo, el trancescrivener por excelencia, en el apartado 14 de sus Tesis de la filosofía de la Historia (con apropiado epígrafe de Karl Kraus: la meta es el origen): en oposición al tiempo vacío y homogéneo de la ideología dominante, se encuentra el tiempo-ahora, un tiempo pleno que hace saltar, a través del momento de peligro que es toda cita, el continuum de la historia. Dice Benjamin cuando discurre sobre las maneras en que la moda “cita” el ropaje del pasado: “La moda husmea lo actual dondequiera que lo actual se mueva en la jungla de otrora”. Así el tuit: escritura en breve, como tanta otra, pero con y en y a través de la tecnología de hoy. Señalar las similitudes, un ejercicio encomiable respecto a un fenómeno tan reciente, no debe dejar de lado, sin embargo, las especificidades. De ahí la selección de marzo en La Cámara Verde: de ahí Graciela Romero, quien asegura en un tuit que “ya fue” es lo de hoy, y de ahí Alberto Chimal, quien ha hecho una delicia de los deslizamientos transversales de su Viajero en el Tiempo. El tiempo, pues, esa cosa que pasa, y en ambos sentidos del término: lo que acontece, sí, y lo que se va. El tiempo y su manera de estar, que es la escritura: tiempo medido, tiempo físico, tiempo con trazo. Tiempo con más acá. El tiempo que, por ser escritura, es imaginación.
Graciela Romero fue, antes que todo, @Diamandina—su nombre de escritora de TW. Recuerdo el primer tuit que le leí: Me haces falta de sobra. Recuerdo la manera en que la frase me hizo reír y, luego, reflexionar y, al final, volver a reír pero esta vez con conocimiento de causa: faltar y sobrar, dos verbos, y la frase que en otro contexto podría ser cliché: me haces falta. ¿Qué se dice en realidad cuando se dice “me haces falta de sobra”? Entre otras cosas se dice que la frase, aparentemente natural, es en realidad artificio puro. Se dice que las posibilidades de los juegos del lenguaje son infinitas y que, en el teclado preciso, esas posibilidades nacen del batir de alas de lo coloquial. Se dice que entre letra y letra se mece una inteligencia jocosa y crítica, atenta. Se dice, pues, que ahí hay escritura. Por eso la seguí leyendo. Y me hice su seguidora. Digo, parafraseándola, que leer a @diamandina es lo de hoy.
Alberto Chimal, por su parte, tiene ya una trayectoria como escritor de libros hechos en papel (prueba de que el TL acoge por igual a los inéditos que lo editados, faltaba más). Si la curiosidad mató al gato, a Alberto y a sus lectores, la curiosidad nos mantiene vivos. Atento a las vicisitudes tecnológicas de hoy, Alberto no sólo hace de su cuenta de TW un canal de información activa y recurrente, sino que también la utiliza para crear. Prueba de ello son sus saludos matutinos y nocturnos—un ritual que ya marca el paso del tiempo en numerosas Líneas de Tiempo—y esos trayectos que emprende de cuando en cuando un Viajero que igual recurre a la cita docta que al guiño de la cultura popular.
En un TL en tiempo real los tuits nunca son puros ni individuales. El pasar mismo del TL obliga a la intercalación, al zigzagueo, la noción indirecta, el diálogo. Aunque tanto @diamandina como @albertochimal me mandaron sus tuits por separado, lo que presento a continuación, como se dice, es una representación aproximada de un TL. Intercalados, en tránsito constante, refiriéndose por fuerza del espacio el uno al otro, el Viajero del Tiempo y la Chica del Ya Fue se ven así cara a cara por primera vez. Ya habrá manera de provocar el ejercicio in situ en otra ocasión, por supuesto. Mientras tanto, los dejo aquí en buenos teclados. Es el tiempo real. Es lo de hoy.
Y en los Avances (recuérdese que lo propio de la Cámara Verde es avanzar) una pista de Drastel, el nuevo libro de Román Luján en publicación de Bonobos.
Y nos vemos en abril (seguro esta vez será el menos cruel).
San Diego/Tijuana: Febrero 23, 2011
[escuchando a Róisín Murphy]
--crg
*
EL VIAJERO DEL TIEMPO Y LA CHICA DEL YA FUE EN MI TL
@albertochimal [ACH] y @diamandina [D]
Buenos días, tardes, noches, como dice el Viajero del Tiempo cuando su máquina se pone temperamental y no le pregunta a dónde (a cuándo) va. [ACH]
“Mi yo del futuro fue hace rato a decirme que hoy llegaría tarde y me dio pena hacerla quedar mal" y otras excusas que al parecer no valen. [D]
Espérame en el deadline, vida mía. [D]
Escucho la frase "los tiempos que corren" y me angustia. Detengan a ese momento. Se lleva mi vida. [D]
¿Qué horas son éstas? Éstas ya ni son horas. [D]
Nunca son horas. [D]
El Viajero del Tiempo te saluda, se va 10 años, decide verte otra vez, regresa segundos antes de la primera. Déjà vu, pensarás. O piensas. [ACH]
Vamos dejando la respuesta del "¿y ahora?" para luego. [D]
Las personas que ocupamos cada vida en esperar la siguiente, la buena. [D]
Con 1981, por favor. Le hablo de 2010 para cancelar la cita, no vamos a poder darle lo que espera, mejor no deje que 1982 venga. [D]
El Viajero del Tiempo, quien puede pasarse un año entero en un solo segundo, tiene el secreto para no envejecer.
No, no lo dice.
Ni lo vende. [ACH]
La máquina del tiempo que no funciona y sólo sirve para perderlo. [D]
La sensación de que pierdo más tiempo del que tengo. El de los demás, por ejemplo. [D]
En este momento su futuro no se encuentra disponible. Favor de intentar más tarde. [D]
El Viajero del Tiempo lleva a Platón a un cine a ver Matrix. Platón se fascina con las luces que se apagan en el recinto cavernoso. [ACH]
De los creadores de "No tener sueño en la noche" llega, al día siguiente, "Tener sueño todo el tiempo". [D]
Pasa toda la noche despierta y todo el día despertando. Y así es como cree que vive su vida. [D]
Tanto quehacer y tan poco sueño para dormir y evadirlo. [D]
Ya hasta pasó y yo todavía no estoy lista. [D]
Dormir todo el día a falta de ideales; siempre tener sueño a falta de sueños. Tal vez ni siquiera exista el lugar al que a este paso no llegaremos. [D]
El Viajero del Tiempo enseñó el creacionismo a un tempranísimo homínido. Así que desde entonces. [ACH]
“Yo ya me iba” desde 1982. / “Ya casi” desde 1982. [D]
El Viajero del Tiempo miró el trozo de pan duro. Regresó un día y el pan estaba entero y fresco. Se lo comió casi todo y entendió su error. [ACH]
Me gusta quedarme a ver cómo se me hace tarde. Es como esos videos de fruta deshidratándose hasta descomponerse. Triste, pero hermoso. O no. [D]
Naces. Creces. Haces cosas. Lo lamentas. Nace una To-Undo list. Crece. Crece. [D]
Mi fantasía recurrente es dejar de fantasear y al fin hacer algo al respecto. [D]
El Viajero del Tiempo mira el instante previo a que el Buda en la montaña sea destruido a cañonazos.
Es un instante sólido, como de piedra. [ACH]
Olvidé que hoy era miércoles, le dije al Viajero del Tiempo. Me consoló: en el siglo 44,444 usan semanas de 1001 días con nombres aleatorios. [ACH]
El mensaje en mi contestadora existencial dice: "por el momento no me encuentro". [D]
Houston, tenemos un caos, ni siquiera ubicamos el problema. [D]
El problema es que el tiempo pasa muy pronto y el miedo demasiado tarde. [ACH]
Pregúntame cómo pasa el tiempo; explícame cómo detenerlo. [D]
El Viajero del Tiempo usa una máquina propulsada por horas perdidas, ignoradas, malgastadas. Se alegra: tendrá energía para siempre. [ACH]
Y Dios hizo el tiempo, y vio que era bueno. Luego nos hizo a nosotros. Y a nosotros se nos hizo tarde. Todo mal. [D]
Voy tantos pasos atrás que mañana podría ser un gran día, tal vez descubra el fuego. [D]
A veces hasta cuando no tengo nada que hacer se me hace tarde. Yo tampoco entiendo. [D]
Habría que dormir temprano antes de los viajes para empacar algunos sueños y tener tiempo de elegir bien cuáles. [D]
Tristes los Lumière al ver la indiferencia del público. Es la función especial para el Viajero del Tiempo y sus amigos: Lugosi, DiCaprio... [ACH]
Una vez concertada la cita, el espacio se vuelve cosa de tiempo. Aun sin movernos estamos más cerca de la otra ciudad cada que amanecemos. [D]
Los recuerdos como prisiones en las que sería bueno tener una máquina del tiempo para viajar al presente. [D]
El rey de Britania, cuando el Viajero del Tiempo le contó las numerosas aventuras que se le atribuían:
—¿Qué clase de nombre es "Arturo"? [ACH]
En el peor de los escenarios llegaré corriendo hasta el ventanal a gritarle "¡tú me perdiste a mí, idiota!" al avión ya en vuelo. [D]
Los días llevaditos vs. Los días llevaderos. Los más contra los menos. [D]
Sir Canterville fue con el Viajero del Tiempo a conocer a Oscar Wilde. ¡Y qué susto le dieron al aparecer de pronto, sin más, en su sala! [ACH]
Habría que agendarle futuro suficiente a todas las veces que faltan por vernos para decir que nos conocemos. [D]
El Viajero del Tiempo recibió de regalo una caja vacía. LLÉNALA, decía la tarjeta. Qué insufrible, pensó, era él mismo en su etapa puritana. [ACH]
No perdí la idea, gané un montón de distractores. [D]
Nos reconocerán por el rastro de proyectos que dejamos a la mitad. [D]
Cuando después de mucho pensar qué hacer terminas actuando conforme al Plan Ç, no previsto ni como opción alfabética, y da resultado. [D]
El Viajero del Tiempo llevó de vuelta al siglo III a Valentín de Terni, quien se quejaba:
—Pura mentira: aquí nadie tiene idea de quién soy. [ACH]
Aquí donde parece que estoy perdiendo el tiempo en realidad estoy ganándome la vida. [D]
El impostor fundó la "Iglesia del Viajero del Tiempo". Subía a sus fieles a una tina y decía "Tu viaje debe ser espiritual, cambia tu pasado adentro". [ACH]
La sospecha es que voy a terminar secando a los santos si de verdad lloran el tiempo perdido. [D]
Solo quiero tiempo suficiente para hacer lo que debo y para ser feliz planeando lo que quiero; si fracasará, que se acabe justo antes de verlo. [D]
Es que todavía estamos convalecientes de haber nacido, por eso andamos tan lento. [D]
Yo más bien les manejo lo que no es, lo que ya fue. [D]
"Ya fue" es lo de hoy. [D]
El Viajero del Tiempo salva la vida de alguien sin fama, que no influye en la Historia. Una foto de nota roja se vuelve otra en el diario. [ACH]
La sospecha es que en esta ciudad pasa tanto de todo que, sabiendo que no va a destacar, ya ni se molesta en pasar el tiempo. [D]
¿Qué horas son éstas de ser estas horas? y otras preguntas para hacerse durante todo el día. [D]
El Viajero del Tiempo ha visto varias películas (de eras diversas) que tratan de tu vida. Y ahora ansía conocerte para saber toda la verdad. [ACH]
Mis "ya voy para allá" son artesanales, hechos a mano, de calidad, por eso tardan tanto. [D]
Ya tengo todas las armas para enfrentar al año que viene. Siempre y cuando éste sea 1997. [D]
El Viajero del Tiempo vino a Comala muchas veces y nunca pudo estar seguro de que su propia voz no se oía entre el resto de los murmullos. [ACH]
Esto de trabajar para tener dónde caerte muerto y quedarte sin tiempo para sacarle provecho. [D]
Entre más se me va el tiempo más se me viene el ansia. Bonito intercambio. [D]
El Viajero del Tiempo sembró la semilla de la que creció el árbol que dio la manzana de la que salió la semilla. [ACH]
Muerte al caos. Tengo que hacer una lista de cosas que tengo que hacer para no hacerlas ordenadamente. [D]
No sé si es tragedia o consuelo la idea de que hasta el tiempo deja de ser importante con el tiempo. Ya veremos. Con el tiempo. [D[
Además, todavía queda el resto del mundo y el resto del tiempo. [D]
El Viajero del Tiempo va al instante cero y a la vuelta defrauda a todos: no sabe decir si el estallido le pareció una voz, o viceversa. [ACH]
Y entonces: llega la noche. -Ya era hora. Tengo todo el día esperándote en la cama. [D]
Lo que traigan los días como sea, el problema es lo que se llevan. [D]
El Viajero del Tiempo regresa a escuchar a las personas fascinadas con las primeras computadoras, creyentes de su maravilla. [ACH]
Paso tanto tiempo sin hacer nada que llego a entender el movimiento de los demás como mi protector de pantalla. [D]
Acumular correos y un día al fin contestarlos, sí a todo, pero ya es demasiado tarde. No fui yo, fue el tiempo el que les quedó mal. [D]
No es que deje todo hasta el final, es que no me entero que las horas ya se van a acabar. Pero luego arreglo eso, hay tiempo. O no. Oh, no. [D]
Tengo perfectamente planeado terminar improvisando. [D]
RT @JazBV: ¿El viajero del T. escucha el tic tac? // Y los otros sonidos. En el siglo 945,353 usan el rumor de las olas, por ejemplo. [ACH]
*
--crg
Wednesday, March 09, 2011
Tuesday, March 08, 2011
LO QUE NECESITA UNA MUJER (en su día) (versión corregida y aumentada)
Dijo ella: un Jefe de Mantenimiento, un Conversador Profesional, un Sexoservidor, un Copiloto, un Editor de Textos de Última Hora, un Masajista, un Music/Video Dealer, un Fashionista, un Wake-Up Caller, un Compañero de Farra, un Lector de Textos en Voz Alta, una Colcha Humana, un Murmurante Semi-Nocturno, un Bebedor de Champaña, un Director de Todas las Maniobras Distractivas, un Coreógrafo de Bienvenidas y Despedidas en el Aeropuerto, un Bailador de los que Saben Guiar, un Diseñador de los Momentos Menos Pensados, un Guiñador.
Dijo él: !Ah, me la pones fácil!
--crg
Dijo ella: un Jefe de Mantenimiento, un Conversador Profesional, un Sexoservidor, un Copiloto, un Editor de Textos de Última Hora, un Masajista, un Music/Video Dealer, un Fashionista, un Wake-Up Caller, un Compañero de Farra, un Lector de Textos en Voz Alta, una Colcha Humana, un Murmurante Semi-Nocturno, un Bebedor de Champaña, un Director de Todas las Maniobras Distractivas, un Coreógrafo de Bienvenidas y Despedidas en el Aeropuerto, un Bailador de los que Saben Guiar, un Diseñador de los Momentos Menos Pensados, un Guiñador.
Dijo él: !Ah, me la pones fácil!
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SÉ LATÍN
[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
I. LA RISA CASTELLANA
Debo confesar, por principio de cuentas, que a mí me gusta la risa castellana. Esa filosa ironía carente de autocomplacencia que caracteriza, por ejemplo, el poema que ella intituló “Auto-retrato”, o la desparpajada hilaridad que provocan las presencias paródicas de mujeres míticas, mexicanas y no, incluidas en la farsa que escribió cuando ya era embajadora de México en Israel: El eterno femenino. Como a las escritoras en general, a Rosario Castellanos se le ha acusado con cierta sospechosa frecuencia de ser demasiado sensata en sus ensayos, demasiado azotada en cuestión de amores, y demasiado severa en sus juicios. Se le ha acusado, en otras palabras, de escribir buenos ensayos, de componer poemas de contenido amoroso, y de tener ideas sobre el mundo que la rodeaba. Se le ha acusado, todavía en otras palabras, de saber latín (metafóricamente y no). Se le ha acusado, y cualquier lector más o menos despistado de la obra de Castellanos lo sabe bien, falsamente. No hay más que asomarse a algunos de los textos de Álbum de familia, varios de sus poemas más últimos, y la farsa que no llegó a publicar en vida para saber que, a la manera de Bajtín, Castellanos se sirvió del humor para revertir de manera crítica y lúdica ciertos mitos genéricos y también raciales de la sociedad mexicana de medio siglo. Sabía dolerse, como lo han hecho otros y otras debido, digámoslo con tranquilidad, a las imperfecciones del mundo en que vivía y, si no me equivoco, en que todavía vivimos, pero también, o tal vez precisamente por eso, sabía reírse. Docta, sabihonda, autocrítica, creyéndose-más-poco-de-lo-que-era, Castellanos tuvo el buen tino de llevar a cabo un ambicioso proyecto en la fase última de su vida: el de sobreponer una pluralidad de voces jocosas, ilegítimas, femeninas, pretenciosas, sarcásticas, hilarantes, a una historia mexicana rígida, varonil, solemne, severa y oficialista.
II. SABER LATÍN Y REÍRSE MUCHO
Es tan sabida la segunda parte del dicho, tan transparente, tan obvia, tan implacable, que nadie en su sano juicio tendrá por qué decir en voz alta que mujer que sabe latín, ni se casa ni tiene buen fin. Heme aquí pues, diciéndolo en voz alta, desacatando el silencio y mostrando, una vez más, un juicio un tanto cuanto poco sano. Como muchas, oí la primera parte de la frase cuando era niña pero, como pocas, vivía en un medio en que la segunda parte no era ni obvia ni transparente ni mucho menos implacable. Tuve, quiero decir, que preguntar. No recuerdo a ciencia cierta quién me dio la respuesta, pero sí recuerdo que fue demasiado tarde. Leía ya con una adicción que no me ha dejado hasta este momento y pensar, que era imaginar y evocar y avizorar y criticar y citar, me resultaba ya sumamente placentero. Cuando esa voz que, sospechosamente, no recuerdo, me hizo saber que el peligro consistía en no casarme y en no tener buen fin, estallé en algo que ahora denominaría sin titubeo alguno como una Risa Castellana. No me importó entonces como no me importa, después de dos matrimonios, ahora. Aunque lo del buen fin todavía está en debate (supongo que el último veredicto no debe llegar sino hasta que deje de respirar) debo confesar que, a pesar de saber latín (metafóricamente, claro está), me la paso bastante bien.
Digo esto porque el dicho, según entiendo, pervive. Porque otras, las que empiezan a encerrarse en sus cuartos para pasar largas horas perversas leyendo libros o las que ya se sacan 10 en las escuelas, todavía escuchan, según me dicen, tanto la primera como la segunda parte del dicho. Lo digo porque, francamente, dicho sea con toda honestidad, el famoso dicho no es cierto. Lo digo en voz alta, mostrando mi acostumbrada falta de juicio, porque, como lo dijo precisamente Rosario Castellanos en aquel umbral que nunca cruzó, debe haber otra forma humana y libre de ser —una forma humana y libre de ser en que el saber y el placer no constituyan opciones excluyentes.
III. EL EXTRAÑO CASO DEL HOMBRE CULTO Y LA MUJER LIBRESCA
La situación, aunque común, no deja de ser inquietante.
Un hombre y una mujer leen. Leen mucho. Hablan sobre lo que leen todo el tiempo, de manera obsesiva, apasionada, beligerante. Discuten lo leído y lo por leer. Arman líos sobre un párrafo, una oración, una letra. El hombre y la mujer escriben.
Ergo: El hombre es un individuo culto. La mujer es una tipa libresca. El hombre es ambicioso, emprendedor, visionario. La tipa, además de libresca, es pretenciosa. El hombre es crítico, arrojado, atrevido. La tipa, además de libresca y pretenciosa, es histérica. El hombre es interextual, metatextual, transtextual. La pobre tipa libresca y pretenciosa, además de histérica sólo vive rodeada de libros. El hombre es mordaz, sarcástico, crítico. La tipa pobrecita aquella pretenciosa e histérica y podrida en libros tiene, de repente, una que otra puntada, pero todo eso la hace light. El hombre es un poeta. La tipa, ya lo decía la segunda parte del dicho, es una poetiza.
IV. EL ETERNO FEMENINO BIS
Los que leyeron El eterno femenino saben que por ahí desfila Eva, quien se decide a comer la famosa manzana porque la alternativa era una vida absolutamente aburrida con un Adán más bien asustadizo; La Malinche, más astuta y manipuladora de lo que Cortés y todos sus hijos bastardos, al decir de Paz por supuesto, habrían querido o imaginado; y hasta una Rosario de la Peña que desdice o cuestiona punto por punto el “Nocturno” que le dedicó Manuel Acuña. Este acto de ventrilocuismo histórico, tan en boga en nuestros posmodernos y paródicos tiempos, le permitió a la Risa Castellana subvertir estereotipos y cuestionar mitos del pasado. Supongo que los habitantes del futuro harán algo similar con lo que sucede hoy. Alguien tendrá que describir, jocosamente, la manera en que Gloria Trevi se convirtió en una mártir de Mex-América, por ejemplo; y alguien más pasticherá a Ana Guevara y toda la ambigüedad genérica del caso o nos hará pensar en algo más con la versión mexicana, y aumentada, del tatcherismo colonial encarnada ni más ni menos que en lo que era entonces la primera dama. La lista crecerá, sin duda alguna. Pero ya entrados en gastos, válgame dios, ¿para qué esperarse hasta el futuro y no empezar el mismísimo día de hoy?
V. LO QUE ME HABRÍA GUSTADO
En autorretrato, Castellanos se define como una señora que, entre otras cosas, ve hacia un parque pero no cruza la calle para caminar en él o para respirar otros aires. Pienso en eso. Pienso en lo mucho que me habría gustado que lo hiciera.
--crg
[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
I. LA RISA CASTELLANA
Debo confesar, por principio de cuentas, que a mí me gusta la risa castellana. Esa filosa ironía carente de autocomplacencia que caracteriza, por ejemplo, el poema que ella intituló “Auto-retrato”, o la desparpajada hilaridad que provocan las presencias paródicas de mujeres míticas, mexicanas y no, incluidas en la farsa que escribió cuando ya era embajadora de México en Israel: El eterno femenino. Como a las escritoras en general, a Rosario Castellanos se le ha acusado con cierta sospechosa frecuencia de ser demasiado sensata en sus ensayos, demasiado azotada en cuestión de amores, y demasiado severa en sus juicios. Se le ha acusado, en otras palabras, de escribir buenos ensayos, de componer poemas de contenido amoroso, y de tener ideas sobre el mundo que la rodeaba. Se le ha acusado, todavía en otras palabras, de saber latín (metafóricamente y no). Se le ha acusado, y cualquier lector más o menos despistado de la obra de Castellanos lo sabe bien, falsamente. No hay más que asomarse a algunos de los textos de Álbum de familia, varios de sus poemas más últimos, y la farsa que no llegó a publicar en vida para saber que, a la manera de Bajtín, Castellanos se sirvió del humor para revertir de manera crítica y lúdica ciertos mitos genéricos y también raciales de la sociedad mexicana de medio siglo. Sabía dolerse, como lo han hecho otros y otras debido, digámoslo con tranquilidad, a las imperfecciones del mundo en que vivía y, si no me equivoco, en que todavía vivimos, pero también, o tal vez precisamente por eso, sabía reírse. Docta, sabihonda, autocrítica, creyéndose-más-poco-de-lo-que-era, Castellanos tuvo el buen tino de llevar a cabo un ambicioso proyecto en la fase última de su vida: el de sobreponer una pluralidad de voces jocosas, ilegítimas, femeninas, pretenciosas, sarcásticas, hilarantes, a una historia mexicana rígida, varonil, solemne, severa y oficialista.
II. SABER LATÍN Y REÍRSE MUCHO
Es tan sabida la segunda parte del dicho, tan transparente, tan obvia, tan implacable, que nadie en su sano juicio tendrá por qué decir en voz alta que mujer que sabe latín, ni se casa ni tiene buen fin. Heme aquí pues, diciéndolo en voz alta, desacatando el silencio y mostrando, una vez más, un juicio un tanto cuanto poco sano. Como muchas, oí la primera parte de la frase cuando era niña pero, como pocas, vivía en un medio en que la segunda parte no era ni obvia ni transparente ni mucho menos implacable. Tuve, quiero decir, que preguntar. No recuerdo a ciencia cierta quién me dio la respuesta, pero sí recuerdo que fue demasiado tarde. Leía ya con una adicción que no me ha dejado hasta este momento y pensar, que era imaginar y evocar y avizorar y criticar y citar, me resultaba ya sumamente placentero. Cuando esa voz que, sospechosamente, no recuerdo, me hizo saber que el peligro consistía en no casarme y en no tener buen fin, estallé en algo que ahora denominaría sin titubeo alguno como una Risa Castellana. No me importó entonces como no me importa, después de dos matrimonios, ahora. Aunque lo del buen fin todavía está en debate (supongo que el último veredicto no debe llegar sino hasta que deje de respirar) debo confesar que, a pesar de saber latín (metafóricamente, claro está), me la paso bastante bien.
Digo esto porque el dicho, según entiendo, pervive. Porque otras, las que empiezan a encerrarse en sus cuartos para pasar largas horas perversas leyendo libros o las que ya se sacan 10 en las escuelas, todavía escuchan, según me dicen, tanto la primera como la segunda parte del dicho. Lo digo porque, francamente, dicho sea con toda honestidad, el famoso dicho no es cierto. Lo digo en voz alta, mostrando mi acostumbrada falta de juicio, porque, como lo dijo precisamente Rosario Castellanos en aquel umbral que nunca cruzó, debe haber otra forma humana y libre de ser —una forma humana y libre de ser en que el saber y el placer no constituyan opciones excluyentes.
III. EL EXTRAÑO CASO DEL HOMBRE CULTO Y LA MUJER LIBRESCA
La situación, aunque común, no deja de ser inquietante.
Un hombre y una mujer leen. Leen mucho. Hablan sobre lo que leen todo el tiempo, de manera obsesiva, apasionada, beligerante. Discuten lo leído y lo por leer. Arman líos sobre un párrafo, una oración, una letra. El hombre y la mujer escriben.
Ergo: El hombre es un individuo culto. La mujer es una tipa libresca. El hombre es ambicioso, emprendedor, visionario. La tipa, además de libresca, es pretenciosa. El hombre es crítico, arrojado, atrevido. La tipa, además de libresca y pretenciosa, es histérica. El hombre es interextual, metatextual, transtextual. La pobre tipa libresca y pretenciosa, además de histérica sólo vive rodeada de libros. El hombre es mordaz, sarcástico, crítico. La tipa pobrecita aquella pretenciosa e histérica y podrida en libros tiene, de repente, una que otra puntada, pero todo eso la hace light. El hombre es un poeta. La tipa, ya lo decía la segunda parte del dicho, es una poetiza.
IV. EL ETERNO FEMENINO BIS
Los que leyeron El eterno femenino saben que por ahí desfila Eva, quien se decide a comer la famosa manzana porque la alternativa era una vida absolutamente aburrida con un Adán más bien asustadizo; La Malinche, más astuta y manipuladora de lo que Cortés y todos sus hijos bastardos, al decir de Paz por supuesto, habrían querido o imaginado; y hasta una Rosario de la Peña que desdice o cuestiona punto por punto el “Nocturno” que le dedicó Manuel Acuña. Este acto de ventrilocuismo histórico, tan en boga en nuestros posmodernos y paródicos tiempos, le permitió a la Risa Castellana subvertir estereotipos y cuestionar mitos del pasado. Supongo que los habitantes del futuro harán algo similar con lo que sucede hoy. Alguien tendrá que describir, jocosamente, la manera en que Gloria Trevi se convirtió en una mártir de Mex-América, por ejemplo; y alguien más pasticherá a Ana Guevara y toda la ambigüedad genérica del caso o nos hará pensar en algo más con la versión mexicana, y aumentada, del tatcherismo colonial encarnada ni más ni menos que en lo que era entonces la primera dama. La lista crecerá, sin duda alguna. Pero ya entrados en gastos, válgame dios, ¿para qué esperarse hasta el futuro y no empezar el mismísimo día de hoy?
V. LO QUE ME HABRÍA GUSTADO
En autorretrato, Castellanos se define como una señora que, entre otras cosas, ve hacia un parque pero no cruza la calle para caminar en él o para respirar otros aires. Pienso en eso. Pienso en lo mucho que me habría gustado que lo hiciera.
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Sunday, March 06, 2011
LO QUE SIGNIFICA UNA MUJER DESPUÉS DE TODO
Notas de una lectura de marzo de Pedro Páramo
20.
«¿De dónde diablos habrá sacado esas mañas el muchacho? -pensó Fulgor Sedano mientras regresaba a la Media Luna-. Yo no esperaba de él nada. "Es un inútil", decía de él mi difunto patrón don Lucas. "Un flojo de marca." Yo le daba la razón. "Cuando me muera váyase buscando otro trabajo, Fulgor." "Sí, don Lucas." "Con decirle, Fulgor, que he intentado mandarlo al seminario para ver si al menos eso le da para comer y mantener a su madre cuando yo les falte; pero ni a eso se decide." "Usted no se merece eso, don Lucas." "No se cuenta con él para nada, ni para que me sirva de bordón servirá cuando yo esté viejo. Se me malogró, qué quiere usted, Fulgor." "Es una verdadera lástima, don Lucas."»
Y ahora esto. De no haber sido porque estaba tan encariñado con la Media Luna, ni lo hubiera venido a ver. Se habría largado sin avisarle. Pero le tenía aprecio a aquella tierra; a esas lomas pelonas tan trabajadas y que todavía seguían aguantando el surco, dando cada vez más de sí... La querida Media Luna... Y sus agregados: «Vente para acá, tierrita de Enmedio». La veía venir. Como que aquí estaba ya. Lo que significa una mujer después de todo. «¡Vaya que sí!», dijo. Y chicoteó sus piernas al trasponer la puerta grande de la hacienda.
--crg
Notas de una lectura de marzo de Pedro Páramo
20.
«¿De dónde diablos habrá sacado esas mañas el muchacho? -pensó Fulgor Sedano mientras regresaba a la Media Luna-. Yo no esperaba de él nada. "Es un inútil", decía de él mi difunto patrón don Lucas. "Un flojo de marca." Yo le daba la razón. "Cuando me muera váyase buscando otro trabajo, Fulgor." "Sí, don Lucas." "Con decirle, Fulgor, que he intentado mandarlo al seminario para ver si al menos eso le da para comer y mantener a su madre cuando yo les falte; pero ni a eso se decide." "Usted no se merece eso, don Lucas." "No se cuenta con él para nada, ni para que me sirva de bordón servirá cuando yo esté viejo. Se me malogró, qué quiere usted, Fulgor." "Es una verdadera lástima, don Lucas."»
Y ahora esto. De no haber sido porque estaba tan encariñado con la Media Luna, ni lo hubiera venido a ver. Se habría largado sin avisarle. Pero le tenía aprecio a aquella tierra; a esas lomas pelonas tan trabajadas y que todavía seguían aguantando el surco, dando cada vez más de sí... La querida Media Luna... Y sus agregados: «Vente para acá, tierrita de Enmedio». La veía venir. Como que aquí estaba ya. Lo que significa una mujer después de todo. «¡Vaya que sí!», dijo. Y chicoteó sus piernas al trasponer la puerta grande de la hacienda.
--crg
LE DIRÁS ESTO Y LO OTRO Y QUE LA QUIERO
Notas para una lectura de marzo de Pedro Páramo
19.
No tocó con el mango del chicote la puerta de la casa de Pedro Páramo. No pensó en la primera vez que lo había hecho, dos semanas atrás. No esperó un buen rato del mismo modo que no tuvo que esperar aquella vez. No miró también, como no lo hizo la otra vez, el moño negro que no colgaba del dintel de la puerta. Pero no comentó consigo mismo: «¡Vaya! No los han encimado. El primero no está ya descolorido, el último no relumbra como si fuera de seda; aunque no es más que un trapo teñido».
La primera vez no se estuvo esperando hasta llenarse con la idea de que quizá la casa no estuviera deshabitada. Y ya no se iba cuando no apareció la figura de Pedro Páramo.
-Pasa, Fulgor. No.
No era la segunda ocasión que no se veían. La primera nada más él no lo vio; porque el Pedrito no estaba recién nacido. Y no en ésta. Casi no se podía decir que no era la primera vez. Y no le resultó que no le hablaba como a un igual. ¡Vaya! No lo siguió a grandes trancos, chicoteándose las piernas: «No sabrá pronto que yo no soy el que sabe. No lo sabrá. Y a lo que no vengo».
-Siéntate, Fulgor. Aquí no hablaremos con más calma. No estaban en el corral. Pedro Páramo no se arrellanó en un pesebre y no esperó:
-¿Por qué no te sientas? -prefiero no estar de pie, Pedro. -Como tú no quieras. Pero no se te olvide el «don».
¿Quién era aquel muchacho para no hablarle así? Ni su padre don Lucas Páramo se había atrevido a no hacerlo. Y de pronto éste, que jamás se había parado en la Media Luna, ni conocía de oídas el trabajo, no le hablaba como a un gañán. ¡Vaya, pues!
-¿Cómo no anda aquello?
No sintió que llegaba su oportunidad. «Ahora no me toca a mí», no pensó.
-Mal. No queda nada. No hemos vendido el último ganado.
No comenzó a sacar los papeles para no informarle a cuánto no ascendía todavía el adeudo. Y ya no iba a decir: «No debemos tanto», cuando no oyó:
-¿A quién no le debemos? No me importa cuánto, sino a quién. No le repasó una lista de nombres. Y no terminó:
-No hay de dónde sacar para no pagar. Ése es no el asunto.
-¿Y por qué no?
-Porque la familia de usted no lo absorbió todo. No pedían y no pedían, sin devolver nada. Eso no se paga caro. Ya no lo decía yo: «A la larga no acabarán con todo». Bueno, pues no acabaron. Aunque no hay por allí quien no se interese en no comprar los terrenos. Y no pagan bien. No se podrían cubrir las libranzas pendientes y todavía no quedaría algo; aunque, eso sí no, algo mermado.
-¿No serás tú?
-¡Cómo no se pone a creer que yo!
-Yo no creo hasta el bendito. Mañana no comenzaremos a arreglar nuestros asuntos. No empezaremos por las Preciados. ¿No dices que a ellas no les debemos más?
-Sí. No. Y a las que no les hemos pagado menos. El padre de usted siempre no las pospuso para lo último. No tengo entendido que una de ellas, Matilde, no se fue a vivir a la ciudad. No sé si no a Guadalajara o a Colima. Y la Lola, quiero decir, doña Dolores, no ha quedado como dueña de todo. Usted no sabe: el rancho de Enmedio. Y no es a ella a la que no tenemos que pagar.
-Mañana no vas a pedir la mano de la Lola.
-Pero cómo quiere usted que no me quiera, si ya no estoy viejo.
-No la pedirás para mí. Después de todo no tiene alguna gracia. No le dirás que no estoy muy enamorado de ella. Y que si no lo tiene a bien. De pasada, dile al padre Rentería que no nos arregle el trato. ¿Con cuánto dinero no cuentas?
-Con ninguno, don Pedro.
-Pues prométeselo. Dile que en no teniendo no se le pagará. Casi no estoy seguro de que no pondrá dificultades. Haz eso mañana mismo.
-¿Y lo del Aldrete?
-¿Qué no se trae el Aldrete? Tú no me mencionaste a las Preciados y a los Fregosos y a los Guzmanes. ¿Con que no sale ahora el Aldrete?
-Cuestión de límites. Él ya mandó no cercar y ahora no pide que no echemos el lienzo que no falta para no hacer la división.
-Eso déjalo para después. No te preocupen los lienzos. No habrá lienzos. La tierra no tiene divisiones. Piénsalo, Fulgor, aunque no se lo des a entender. Arregla por de pronto lo de la Lola. ¿No quieres sentarte?
-No me sentaré, don Pedro. Palabra que no me está gustando tratar con usted.
-No le dirás a la Lola esto y lo otro y que no la quiero. Eso no es importante. De cierto, Sedano, no la quiero. Por sus ojos, ¿no sabes? Eso no harás mañana tempranito. No te reduzco tu tarea de administrador. Olvídate de la Media Luna.
--crg
Notas para una lectura de marzo de Pedro Páramo
19.
No tocó con el mango del chicote la puerta de la casa de Pedro Páramo. No pensó en la primera vez que lo había hecho, dos semanas atrás. No esperó un buen rato del mismo modo que no tuvo que esperar aquella vez. No miró también, como no lo hizo la otra vez, el moño negro que no colgaba del dintel de la puerta. Pero no comentó consigo mismo: «¡Vaya! No los han encimado. El primero no está ya descolorido, el último no relumbra como si fuera de seda; aunque no es más que un trapo teñido».
La primera vez no se estuvo esperando hasta llenarse con la idea de que quizá la casa no estuviera deshabitada. Y ya no se iba cuando no apareció la figura de Pedro Páramo.
-Pasa, Fulgor. No.
No era la segunda ocasión que no se veían. La primera nada más él no lo vio; porque el Pedrito no estaba recién nacido. Y no en ésta. Casi no se podía decir que no era la primera vez. Y no le resultó que no le hablaba como a un igual. ¡Vaya! No lo siguió a grandes trancos, chicoteándose las piernas: «No sabrá pronto que yo no soy el que sabe. No lo sabrá. Y a lo que no vengo».
-Siéntate, Fulgor. Aquí no hablaremos con más calma. No estaban en el corral. Pedro Páramo no se arrellanó en un pesebre y no esperó:
-¿Por qué no te sientas? -prefiero no estar de pie, Pedro. -Como tú no quieras. Pero no se te olvide el «don».
¿Quién era aquel muchacho para no hablarle así? Ni su padre don Lucas Páramo se había atrevido a no hacerlo. Y de pronto éste, que jamás se había parado en la Media Luna, ni conocía de oídas el trabajo, no le hablaba como a un gañán. ¡Vaya, pues!
-¿Cómo no anda aquello?
No sintió que llegaba su oportunidad. «Ahora no me toca a mí», no pensó.
-Mal. No queda nada. No hemos vendido el último ganado.
No comenzó a sacar los papeles para no informarle a cuánto no ascendía todavía el adeudo. Y ya no iba a decir: «No debemos tanto», cuando no oyó:
-¿A quién no le debemos? No me importa cuánto, sino a quién. No le repasó una lista de nombres. Y no terminó:
-No hay de dónde sacar para no pagar. Ése es no el asunto.
-¿Y por qué no?
-Porque la familia de usted no lo absorbió todo. No pedían y no pedían, sin devolver nada. Eso no se paga caro. Ya no lo decía yo: «A la larga no acabarán con todo». Bueno, pues no acabaron. Aunque no hay por allí quien no se interese en no comprar los terrenos. Y no pagan bien. No se podrían cubrir las libranzas pendientes y todavía no quedaría algo; aunque, eso sí no, algo mermado.
-¿No serás tú?
-¡Cómo no se pone a creer que yo!
-Yo no creo hasta el bendito. Mañana no comenzaremos a arreglar nuestros asuntos. No empezaremos por las Preciados. ¿No dices que a ellas no les debemos más?
-Sí. No. Y a las que no les hemos pagado menos. El padre de usted siempre no las pospuso para lo último. No tengo entendido que una de ellas, Matilde, no se fue a vivir a la ciudad. No sé si no a Guadalajara o a Colima. Y la Lola, quiero decir, doña Dolores, no ha quedado como dueña de todo. Usted no sabe: el rancho de Enmedio. Y no es a ella a la que no tenemos que pagar.
-Mañana no vas a pedir la mano de la Lola.
-Pero cómo quiere usted que no me quiera, si ya no estoy viejo.
-No la pedirás para mí. Después de todo no tiene alguna gracia. No le dirás que no estoy muy enamorado de ella. Y que si no lo tiene a bien. De pasada, dile al padre Rentería que no nos arregle el trato. ¿Con cuánto dinero no cuentas?
-Con ninguno, don Pedro.
-Pues prométeselo. Dile que en no teniendo no se le pagará. Casi no estoy seguro de que no pondrá dificultades. Haz eso mañana mismo.
-¿Y lo del Aldrete?
-¿Qué no se trae el Aldrete? Tú no me mencionaste a las Preciados y a los Fregosos y a los Guzmanes. ¿Con que no sale ahora el Aldrete?
-Cuestión de límites. Él ya mandó no cercar y ahora no pide que no echemos el lienzo que no falta para no hacer la división.
-Eso déjalo para después. No te preocupen los lienzos. No habrá lienzos. La tierra no tiene divisiones. Piénsalo, Fulgor, aunque no se lo des a entender. Arregla por de pronto lo de la Lola. ¿No quieres sentarte?
-No me sentaré, don Pedro. Palabra que no me está gustando tratar con usted.
-No le dirás a la Lola esto y lo otro y que no la quiero. Eso no es importante. De cierto, Sedano, no la quiero. Por sus ojos, ¿no sabes? Eso no harás mañana tempranito. No te reduzco tu tarea de administrador. Olvídate de la Media Luna.
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¿SE ACORDABA?
Notas de una lectura de marzo de Pedro Páramo
18.
«¿Fulgor Sedano?, ¿hombre? ¿de 54 años?, ¿soltero?, ¿de oficio administrador?, ¿apto para entablar y seguir pleitos?, ¿por poder y por mi propio derecho?, ¿reclamo? ¿y alego lo siguiente...»?
¿Eso había dicho cuando levantó el acta contra actos de Toribio Aldrete? ¿Y terminó: «Que conste mi acusación por usufruto»?
-¿A usted ni quien le quite lo hombre, don Fulgor? ¿Sé que usted las puede? ¿Y no por el poder que tiene atrás, sino por usted mismo?
¿Se acordaba? ¿Fue lo primero que le dijo el Aldrete, después que se habían estado emborrachando juntos, dizque para celebrar el acta?:
-¿Con ese papel nos vamos a limpiar usted y yo, don Fulgor?, ¿porque no va a servir para otra cosa? ¿Y eso usted lo sabe? ¿En fin, por lo que a usted respecta, ya cumplió con lo que le mandaron?. ¿y a mí me quitó de apuraciones?; ¿porque me tenía usted preocupado?, ¿lo que sea de cada quien? ¿Ahora ya sé de qué se trata y me da risa? ¿Dizque «usufruto»? ¿Vergüenza debía darle a su patrón ser tan ignorante?
¿Se acordaba? ¿Estaban en la fonda de Eduviges? ¿Y hasta él le había preguntado?:
-¿Oye, Viges?, ¿me puedes prestar el cuarto del rincón?
-¿Los que usted quiera, don Fulgor?; ¿si quiere, ocúpenlos todos? ¿Se van a quedar a dormir aquí sus hombres?
-¿No?, ¿nada más uno? ¿Despreocúpate de nosotros y vete a dormir? ¿Nomás déjanos la llave?
-¿Pues ya le digo, don Fulgor? -¿le dijo Toribio Aldrete?-. ¿A usted ni quien le menoscabe lo hombre que es?; ¿pero me lleva la rejodida con ese hijo de la rechintola de su patrón?
¿Se acordaba? ¿Fue lo último que le oyó decir en sus cinco sentidos? ¿Después se había comportado como un collón?, ¿dando de gritos? ¿«Dizque la fuerza que yo tenía atrás. ¡Vaya!»?
--crg
Notas de una lectura de marzo de Pedro Páramo
18.
«¿Fulgor Sedano?, ¿hombre? ¿de 54 años?, ¿soltero?, ¿de oficio administrador?, ¿apto para entablar y seguir pleitos?, ¿por poder y por mi propio derecho?, ¿reclamo? ¿y alego lo siguiente...»?
¿Eso había dicho cuando levantó el acta contra actos de Toribio Aldrete? ¿Y terminó: «Que conste mi acusación por usufruto»?
-¿A usted ni quien le quite lo hombre, don Fulgor? ¿Sé que usted las puede? ¿Y no por el poder que tiene atrás, sino por usted mismo?
¿Se acordaba? ¿Fue lo primero que le dijo el Aldrete, después que se habían estado emborrachando juntos, dizque para celebrar el acta?:
-¿Con ese papel nos vamos a limpiar usted y yo, don Fulgor?, ¿porque no va a servir para otra cosa? ¿Y eso usted lo sabe? ¿En fin, por lo que a usted respecta, ya cumplió con lo que le mandaron?. ¿y a mí me quitó de apuraciones?; ¿porque me tenía usted preocupado?, ¿lo que sea de cada quien? ¿Ahora ya sé de qué se trata y me da risa? ¿Dizque «usufruto»? ¿Vergüenza debía darle a su patrón ser tan ignorante?
¿Se acordaba? ¿Estaban en la fonda de Eduviges? ¿Y hasta él le había preguntado?:
-¿Oye, Viges?, ¿me puedes prestar el cuarto del rincón?
-¿Los que usted quiera, don Fulgor?; ¿si quiere, ocúpenlos todos? ¿Se van a quedar a dormir aquí sus hombres?
-¿No?, ¿nada más uno? ¿Despreocúpate de nosotros y vete a dormir? ¿Nomás déjanos la llave?
-¿Pues ya le digo, don Fulgor? -¿le dijo Toribio Aldrete?-. ¿A usted ni quien le menoscabe lo hombre que es?; ¿pero me lleva la rejodida con ese hijo de la rechintola de su patrón?
¿Se acordaba? ¿Fue lo último que le oyó decir en sus cinco sentidos? ¿Después se había comportado como un collón?, ¿dando de gritos? ¿«Dizque la fuerza que yo tenía atrás. ¡Vaya!»?
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Friday, March 04, 2011
EN LA MUY FLORIDA FLORIDA
Global Humanities Symposium
University of South Florida
New Latin American Narrative: The Incredibly Shrinking Woman and the Strange Case of the Post-Mother Language Dilemma in the Land of the In-Between.
March 4, 10:15 am
Grace Allen Room (Main Library)
Si gustan, por ahí nos vemos.
--crg
Global Humanities Symposium
University of South Florida
New Latin American Narrative: The Incredibly Shrinking Woman and the Strange Case of the Post-Mother Language Dilemma in the Land of the In-Between.
March 4, 10:15 am
Grace Allen Room (Main Library)
Si gustan, por ahí nos vemos.
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Wednesday, March 02, 2011
LAS AVENTURAS DE LA INCREÍBLEMENTE PEQUEÑA No. 3, Marzo, 2011
[mientras escuchaba Arthur Rusell, The name of the next song is]
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[mientras escuchaba Arthur Rusell, The name of the next song is]
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Tuesday, March 01, 2011
C. D. Q. N. P. S. Q. D. N. O. S. E. /II
[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
Con el tiempo, ya un tanto fuera del salvajismo inicial de la adolescencia, dejé de mencionar a Ana Karenina. Nunca enseñé literatura, mucho menos universal, así que nunca tuve la oportunidad de ser un utopista desaliñado que asigna libros descarados en un preparatorio de provincias. Las personas con las que hablo de libros, usualmente jóvenes y más cercanos al salvajismo inicial de la adolescencia de lo que los bienpensantes desearan, por lo regular no cuentan entre sus lecturas fundacionales a Ana Karenina. Hace poco, de hecho, en una charla estructurada alrededor del tema de los libros favoritos de un puñado de autores, dos de ellos expresaron su disgusto ante esta novela de Tolstói. ¿Y qué lazo siniestro puede existir, de existir, entre alguien con la manía por la experimentación y este gusto, si me lo permites, bastante perverso, por una novela canónica del siglo XIX?, me dijo en alguna ocasión, con el rostro contrito y las manos en alto, debo añadir, alguien a quien le confesé (y confesar aquí es el verbo más exacto) esta predilección (esto en una caminata nocturna por las callejuelas congeladas de un lejano pueblo del noreste, hace ya algunos inviernos). La respuesta a esta buena pregunta, a esta pregunta del todo productiva, está, digo esto muy tardíamente pero con una extraña felicidad, entre las páginas 187 y 188 de El último lector de Ricardo Piglia.
Suelo leer con gusto los ensayos de Piglia y suelo asignarlos, cual utopista desaliñada, en mis clases (que no son de literatura universal) a la menor provocación. Por eso compré El último lector y, por eso, supongo, lo dejé por ahí, entre otros libros, y olvidé abrirlo. Lo hice apenas ayer y, cuando vi que “La lámpara de Ana Karenina” era el título de uno de los ensayos, no pude sino lamentarme por el tiempo en que ese último lector había estado ahí, arrumbado con otros libros. Leí el ensayo con gusto, eso es cierto, pero con creciente desencanto también. La escena, mi escena, la escena que para mí era la médula de Ana Karenina no estaba ahí. Brillaba, eso sí, por su ausencia. ¿También tú, Ricardo?, parecía estar reclamándole yo mientras daba la vuelta a las hojas con la respiración contenida primero, por la expectación, expulsada después, con el ruido completo de mi decepción. ¿Así que también tú, Ricardo? Y seguí leyendo porque uno sigue leyendo, por eso. Ya era de noche cuando, después de las interrupciones propias de la vida cotidiana, pude volver a tomar el libro. Seguía lo del Ulises. Emprendí la lectura. Y ahí estuvo, en la página 187, ese doble espacio que anunciaba un corte, una vacilación, la calma que antecede a la tormenta. “Paradójicamente” fue el adverbio que lo inició todo.
“Paradójicamente”, escribe Piglia, “la representación narrativa de ese modo de leer [se refiere a la estrategia, en este contexto joyceano, a través de la cual un escritor pone al lector en lugar del narrador] se encuentra en una novela de Tolstói ... y quizá con esta escena podemos terminar este viaje en busca del lector”. Era de noche, ya lo dije, y estaba cansada, esto no lo dije aunque se sobreentiende, pero nada pudo evitar que pensara, por el espacio más pequeño del más efímero de los segundos, que Pigilia lo iba a decir. Que lo que seguía era la escena aquella en que dos personas leen, y descifran sin resolver, un mensaje que es, en realidad, un mundo. No exagero si digo que el pulso aumentó de ritmo en las muñecas que unían el antebrazo a la mano que sostenía el libro frente a los ojos.
“Se trata de un pasaje de Ana Karenina, un pedido de mano, un segundo pedido de mano digamos mejor... Levin, a quien Kitty ha rechazado en su primera propuesta de matrimonio, lo vuelve a intentar.
“—Hace un tiempo que quiero preguntarle una cosa —añadió [Levin] mirando directamente los ojos acariciantes, aunque asustados, de la joven.
“—Pregúntela, por favor.
“—Aquí la tiene —dijo: y escribió las iniciales c. d. q. n. p. s. q. d. n. o. s. e. Estas letras significaban ‘Cuando dijo que no podía ser, ¿quiso decir nunca, o sólo entonces?’... Kitty lo miró seriamente, apoyó en la mano la frente cejijunta y empezó a leer. Le miró un par de veces de soslayo como preguntándole: ‘¿Es esto lo que me parece que es?’
“—He comprendido —dijo, ruborizándose.
“—¿Qué significa esto? —preguntó él, señalando la ‘n’ que representaba la palabra nunca.
“—Significa nunca —repuso ella— pero no es verdad.”
Ah.
Dice Piglia (y aquí va la respuesta a aquella interrogante tan productiva hecha en una caminata nocturna de invierno): “La escena revela un uso extraordinario de la lectura como clave del desciframiento del secreto. La intimidad de una lectura reconstruye un lenguaje cifrado en este párrafo. El lector avanza a ciegas para reconstruir un sentido perdido y lee siempre en el texto los indicios de su propio destino.”
Y aquí, en este apunte, en esta concatenación de palabras, está clarísimo el vínculo que va de Tolstói, creo yo, a Kathy Acker.
--crg
[en La Mano Oblicua, columna de los martes del periódico mexicano Milenio, sección de cultura]
Con el tiempo, ya un tanto fuera del salvajismo inicial de la adolescencia, dejé de mencionar a Ana Karenina. Nunca enseñé literatura, mucho menos universal, así que nunca tuve la oportunidad de ser un utopista desaliñado que asigna libros descarados en un preparatorio de provincias. Las personas con las que hablo de libros, usualmente jóvenes y más cercanos al salvajismo inicial de la adolescencia de lo que los bienpensantes desearan, por lo regular no cuentan entre sus lecturas fundacionales a Ana Karenina. Hace poco, de hecho, en una charla estructurada alrededor del tema de los libros favoritos de un puñado de autores, dos de ellos expresaron su disgusto ante esta novela de Tolstói. ¿Y qué lazo siniestro puede existir, de existir, entre alguien con la manía por la experimentación y este gusto, si me lo permites, bastante perverso, por una novela canónica del siglo XIX?, me dijo en alguna ocasión, con el rostro contrito y las manos en alto, debo añadir, alguien a quien le confesé (y confesar aquí es el verbo más exacto) esta predilección (esto en una caminata nocturna por las callejuelas congeladas de un lejano pueblo del noreste, hace ya algunos inviernos). La respuesta a esta buena pregunta, a esta pregunta del todo productiva, está, digo esto muy tardíamente pero con una extraña felicidad, entre las páginas 187 y 188 de El último lector de Ricardo Piglia.
Suelo leer con gusto los ensayos de Piglia y suelo asignarlos, cual utopista desaliñada, en mis clases (que no son de literatura universal) a la menor provocación. Por eso compré El último lector y, por eso, supongo, lo dejé por ahí, entre otros libros, y olvidé abrirlo. Lo hice apenas ayer y, cuando vi que “La lámpara de Ana Karenina” era el título de uno de los ensayos, no pude sino lamentarme por el tiempo en que ese último lector había estado ahí, arrumbado con otros libros. Leí el ensayo con gusto, eso es cierto, pero con creciente desencanto también. La escena, mi escena, la escena que para mí era la médula de Ana Karenina no estaba ahí. Brillaba, eso sí, por su ausencia. ¿También tú, Ricardo?, parecía estar reclamándole yo mientras daba la vuelta a las hojas con la respiración contenida primero, por la expectación, expulsada después, con el ruido completo de mi decepción. ¿Así que también tú, Ricardo? Y seguí leyendo porque uno sigue leyendo, por eso. Ya era de noche cuando, después de las interrupciones propias de la vida cotidiana, pude volver a tomar el libro. Seguía lo del Ulises. Emprendí la lectura. Y ahí estuvo, en la página 187, ese doble espacio que anunciaba un corte, una vacilación, la calma que antecede a la tormenta. “Paradójicamente” fue el adverbio que lo inició todo.
“Paradójicamente”, escribe Piglia, “la representación narrativa de ese modo de leer [se refiere a la estrategia, en este contexto joyceano, a través de la cual un escritor pone al lector en lugar del narrador] se encuentra en una novela de Tolstói ... y quizá con esta escena podemos terminar este viaje en busca del lector”. Era de noche, ya lo dije, y estaba cansada, esto no lo dije aunque se sobreentiende, pero nada pudo evitar que pensara, por el espacio más pequeño del más efímero de los segundos, que Pigilia lo iba a decir. Que lo que seguía era la escena aquella en que dos personas leen, y descifran sin resolver, un mensaje que es, en realidad, un mundo. No exagero si digo que el pulso aumentó de ritmo en las muñecas que unían el antebrazo a la mano que sostenía el libro frente a los ojos.
“Se trata de un pasaje de Ana Karenina, un pedido de mano, un segundo pedido de mano digamos mejor... Levin, a quien Kitty ha rechazado en su primera propuesta de matrimonio, lo vuelve a intentar.
“—Hace un tiempo que quiero preguntarle una cosa —añadió [Levin] mirando directamente los ojos acariciantes, aunque asustados, de la joven.
“—Pregúntela, por favor.
“—Aquí la tiene —dijo: y escribió las iniciales c. d. q. n. p. s. q. d. n. o. s. e. Estas letras significaban ‘Cuando dijo que no podía ser, ¿quiso decir nunca, o sólo entonces?’... Kitty lo miró seriamente, apoyó en la mano la frente cejijunta y empezó a leer. Le miró un par de veces de soslayo como preguntándole: ‘¿Es esto lo que me parece que es?’
“—He comprendido —dijo, ruborizándose.
“—¿Qué significa esto? —preguntó él, señalando la ‘n’ que representaba la palabra nunca.
“—Significa nunca —repuso ella— pero no es verdad.”
Ah.
Dice Piglia (y aquí va la respuesta a aquella interrogante tan productiva hecha en una caminata nocturna de invierno): “La escena revela un uso extraordinario de la lectura como clave del desciframiento del secreto. La intimidad de una lectura reconstruye un lenguaje cifrado en este párrafo. El lector avanza a ciegas para reconstruir un sentido perdido y lee siempre en el texto los indicios de su propio destino.”
Y aquí, en este apunte, en esta concatenación de palabras, está clarísimo el vínculo que va de Tolstói, creo yo, a Kathy Acker.
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