Tuesday, May 30, 2017

LA LENTA CANCELACIÓN DEL FUTURO

Pedro Hernández Martínez escribió sobre "Había mucha neblina o humo o no sé qué" en la revista Arquine.


Como EUA, México anduvo en la misma dirección y sufrió, desde directrices políticas marcadas por el propio Estado, todo un plan de remodelación: carreteras, viviendas e infraestructuras que habrían de introducir al país en la consabida modernidad. Como apunta Cristina Rivera Garza en su reciente libro Había mucha neblina o humo o no se qué, no se pueden entender el llamado milagro mexicano o la llegada del turismo al país sin construcciones como la Carretera Panamericana. Concebida como un eje que vertebra el país de norte a sur y que conecta México con todo el resto del continente, su desarrollo está ligado de forma directa a esa tan deseada transformación económica que permitiera a país abandonar el místico y empobrecido mundo rural. Toda esa transformación es analizada por Rivera Garza desde la figura de Juan Rulfo — que aparece más como excusa para trazar las propias ideas de la autora que como tema en sí — y, en particular, a partir de los textos del propio escritor mexicano. Rulfo vivió en su propio cuerpo ese cambio territorio, pues llegó a trabajar en la fábrica de llantas de Goodrich-Euzkadi, en la elaboración de guías turísticas, en la Comisión del Papaloapan y en el Instituto Indigenista; todos trabajos que, de una u otra manera, serán esenciales para entender los cambios sufridos por el país en aquel momento. Para ello, Rivera Garza compara la figura de Rulfo es con el Angelus Novus de Walter Benjamin, el Ángel de la Historia cuyo “rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.”
La preocupación de Rulfo en su obra será entonces, y de acuerdo a Rivera Garza, la de dar cuenta de ese mundo rural e indígena que desaparece bajo la avasalladora acción del progreso. Sus textos, por ello, no intentarán dar cuenta de la Historia (así, con mayúscula) de México, como sí hacía la literatura hasta entonces, sino que se va a centrar en contar la precaria vida de aquellos que han quedado excluidos de la misma. Esa es la razón de que en la obra del mexicano habiten seres fantasmales que se mueven en mundos completamente muertos. A ellos, nos parece decir, sólo les pertenece eso: los escombros del proceso, la nada.
Más allá de cualquier polémica que haya suscitado la publicación del libro, es cierto que la lectura de Rivera Garza permite establecer paralelismos con la propia contemporaneidad, que, para la escritora mexicana, pasa por establecer un acercamiento a la cultura indígena — por otra parte, uno de los temas que más le interesó a Juan Rulfo en textos y fotografías — así como a la explotación laboral y a la mala gestión de los recursos de la tierra existentes hoy en día. Con esa misma lectura, Irmgard Emmelhainz se aventura en un muy buen texto aparecido en e-flux hace poco — Fog or Smoke? Colonial Blindness and the Closure of Representation — con una lectura postcolonial y referida al cambio climático que haría aún vigente, y más allá de lo literario, una lectura de Juan Rulfo en su conjunto. En cualquier caso, la preocupación que puede abrir para nosotros, arquitectos, no es tan distante. Dado que el doble vinculo que proponen estas lecturas de la modernidad — de progreso y amenaza al mismo tiempo — aún puede establecerse como vigente y dado que las políticas e ideologías que se están construyendo hoy tienen repercusiones arquitectónicas y espaciales muy concretas en las que participa de forma directa el diseño, podemos pararnos a reflexionar sobre cómo las actuales políticas medioambientales, económicas y sociales dan forma a nuestro territorio, y establecer entonces si son justas o no, a fin de apuntar dónde se encuentran hoy los excluidos de la Historia.
El artículo completo aquí. 
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Thursday, May 25, 2017

RULFO EMANCIPADO

Christian Mendoza escribió "Rulfo emancipado" sobre Había mucha neblina o humo o no sé qué en Solitas.com:


Publicado a finales de 2016, Había mucha neblina o humo o no sé qué propone leer a Rulfo a partir de dos frentes: el ensayo crítico y la intervención escritural. El primero es un análisis de Rivera Garza en torno a la construcción de la modernidad mexicana en proyectos como la Comisión del Papaloapan o la construcción de carreteras en México bajo el alemanismo y, a mayor escala, bajo un incipiente priisimo cuyo imaginario y motor fue el progreso. Rulfo fue un discreto partícipe de ambas misiones, pero la autora especula, sin enunciar un juicio moral, que el responsable de Pedro Páramo pudo leer las contradicciones de la modernidad mexicana: por un lado, la promesa de mayores recursos naturales y de transporte para los mexicanos; por otro, el desplazamiento de las comunidades indígenas que habitaban los espacios donde después fueron trazadas las carreteras. Esa especulación está dada por una interpretación bastante cuidadosa  de cuentos como “Nos han dado la tierra”.

Rivera Garza no es la única en decir que la modernización tiene siempre un anverso violentador, y que aquello repercutió en las prácticas literarias no sólo de Rulfo, también de otros autores como Nellie Campobello, autora de Cartucho, una de las narraciones formalmente más arriesgadas sobre la Revolución. Otros críticos literarios, como Marshall Berman o Ricardo Roque-Baldovinos, han diseccionado las consecuencias del progreso en la literatura (como la fragmentación del sujeto y de su discurso, también la suspensión de la anécdota como hilo conductor del argumento narrativo). Lo único que sucede es que Rivera Garza traduce las mismas estrategias de análisis al entorno mexicano para señalar los matices políticos bajo los que operó la escritura de Rulfo. Esquivar las obviedades de un texto literario, mirar los contextos históricos como generadores de estéticas, es mucho más productivo. 
Además de la crítica, Rivera Garza propone algo inusitado en lo que respecta al análisis de un clásico. Había mucha neblina o humo o no sé qué también traza una teoría de la lectura que trabaja bajo la máxima “la lectura es producción y no consumo”. Leer, para Rivera Garza, es un acto creativo que puede traducirse a la escritura. Para el lector emancipado que se propone en Había mucha neblina o humo o no sé qué, la escritura es un artefacto móvil que puede ser manipulado a través de diversas fracturas y reconstrucciones. Además de la lectura crítica, para Rivera Garza cuentan los signos con los que se compone la literatura. De cierta manera, se actualiza a Rulfo leyéndolo bajo los embates de la modernidad, pero también reescribiéndolo. Rivera Garza transforma los formatos textuales de El llano en llamas Pedro Páramo y los convierte en fragmentos poéticos. Incide, también, entre los renglones de algunos cuentos ya sea interviniéndolos, o “engordándolos”, a la manera de Pablo Katchadjian, con sus propios ejercicios ficcionales. A partir de oraciones puntuales de Rulfo, Rivera Garza construye otros cuentos, crónicas, poesía. En suma, lenguaje. 
Había mucha neblina o humo o no sé qué no es un libro académico. Tampoco se suma a los títulos conmemorativos que irán apareciendo a lo largo de este año. Rivera Garza confiesa que su libro no surge de ninguna agenda legitimadora: no fue alumna de Rulfo, no tomó café con él, mucho menos trabajó a su lado. Rivera Garza sólo es una lectora de su obra. 
Había mucha neblina o humo o no sé qué plantea a la lectura como una práctica que funciona al margen de lo unilateral, y que, en su caso, aportó nuevas perspectivas alrededor de dos textos fundacionales de la literatura del siglo XX mexicano. Sin duda es un libro polémico, pero habría que cuestionarse si la incomodidad que provoca es por la libertad con la que Rivera Garza vuelve a Rulfo: no como una reliquia sagrada de sus herederos y del Estado, sino como un autor que puede criticarse y transitarse.

Artículo completo aquí.


CASA DEL POETA

2017, XXV aniversario de la Casa del Poeta "Ramón López Velarde"
La Casa del Poeta "Ramón López Velarde" festeja este año su vigésimo quinto aniversario. Para conmemorarlo, se celebrará el Encuentro Internacional de Poesía "Ramón López Velarde", en el que participarán 18 poetas de diversas nacionalidades: 


María Auxiliadora Álvarez (Venezuela)
Juan Carlos Bautista 
Coral Bracho
Elsa Cross
Antonio Deltoro
Jorge Esquinca
Luis Felipe Fabre
Jorge Fernández Granados
Julián Herbert

Elvira Hernández 
(Chile)
Claudia Hernández de Valle-Arizpe
David Huerta
Eduardo Hurtado
Eduardo Milán 
(Uruguay-México)
María Negroni (Argentina)
León Plascencia Ñol
María Rivera
Cristina Rivera Garza



Jueves 25 de mayo
a las 19:00 horas
en el Salón de Usos Múltiples
de la Casa del Poeta.



La Casa del Poeta 
agradece a la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal 
el apoyo proporcionado para la realización de este ciclo.



Álvaro Obregón 73, Colonia Roma
(entre Córdoba y Mérida)
55-33-54-56 y 52-07-93-36
www.casadelpoeta.iap.org.mx
www.casapoetalopezvelarde.blogspot.com
Twitter: @casadelpoetarlv

Friday, May 19, 2017

HABIA MUCHA NEBLINA O HUMO O NO SÉ QUÉ

Carlos Rojas escribe sobre Había mucha neblina o humo o no sé qué en Correo del Libro:
La estación más reciente en la búsqueda irresuelta de Cristina Rivera Garza por los vericuetos de la escritura es Había mucha neblina o humo o no sé qué, un crisol de estructuras narrativas que persigue las huellas humanas y literarias de Juan Rulfo, como ser humano y como el escritor que iluminó buena parte de la literatura en español del siglo XX.
En su exploración, Rivera Garza da continuidad al esfuerzo por construir un espacio de melancolía donde se pueda recrear eso que se ha perdido; al mismo tiempo hace palpable su propia relación con la lectura como proceso creativo y abre un espacio para apuntar ciertas preguntas sobre la vida y obra de uno de los pilares de la literatura mexicana.
Había mucha neblina… es la expresión de “amor sincero” que la escritora hace a Rulfo para adentrarse en él de la manera más literal posible: reescribir sus textos letra por letra, andar por los caminos que el famoso escritor recorrió, tratar de poner la mirada en lo que queda de los paisajes que el jalisciense miró, describió o capturó con su cámara fotográfica. De esa manera, procura acercarse al cuerpo que escribió Pedro Páramo, para decirle “quiero vivir dentro de ti”, y procurar así “contener ese algo que se desvanece”.
El artículo completo aquí. 

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Thursday, May 04, 2017

FOG OR SMOKE? COLONIAL BLINDNESS AND THE CLOSURE OF REPRESENTATION

Irmgard Emmelhainz, "Fog or Smoke? Colonial Blindness and the Closure of Representation" in E-Flux Journal #82,May 2017: 

Earlier this year, the Juan Rulfo Foundation withdrew from its plan to participate in the 9th annual Book and Rose Fair at the Universidad Nacional Autónoma de México. The Foundation objected to Cristina Rivera Garza’s scheduled presentation of her new book on Rulfo, Había mucha neblina o humo o no sé que (There was a lot of fog or smoke or I do not know), which it considered to be “defamatory.”
Garza’s book offers Juan Rulfo as an embodiment of modernity’s double bind. Known primarily for El Llano en Llamas (The Plain in Flames) a short story collection from 1953 and his novel Pedro Páramo from 1955, Rulfo worked also for Goodrich-Euzkadi, a transnational company responsible for expanding the tourism industry in Mexico. He was also an advisor and researcher for the Papaloapan Commission, the state organization charged with extracting “natural resources” from Southern Mexico; most notably, the commission installed the Miguel Alemán Dam in Nuevo Soyaltepec in Oaxaca. Rulfo legitimized the emblematic projects of Mexican modernity in the mid-twentieth century even as he memorialized the very peoples that his work risked erasing in his writing and photography.1 Rivera Garza compares Rulfo’s vision to that of Walter Benjamin’s Angel of History: a retrospective gaze that observes—even relishes—all the details of the disaster caused by the winds pulling it toward the future.
Modernization and memorilization coincided in Rulfo’s position as head of publishing at the Instituto Nacional Indigenista (INI), a state institution created to look after the needs of all indigenous Mexicans. Founded in 1948 with the goal of integrating indigenous peoples into “national” culture by “acculturating them,” and thus “elevating their condition,” INI’s policies were characterized by a homogenization of Mexico’s “ethnic groups. This understanding of indigenity as a problem to be solved is what links Goodrich-Euzkadi, the Papaloapan Commission, and the INI, which combined to threaten autonomous life and community work in the name of development and modernization. In the 1950s, the euphemism “reacomodo,” which means “rearrangement” or “reshuffling,” was coined to designate indigenous extermination while obscuring the colonial matrix.
That Rivera Garza’s contradictory portrait of Rulfo would be considered defamatory is itself representative of modernity’s colonial blind spot, which, like Freud’s neurotic, cannot bear to hear its past openly or honestly discussed. An active agent of the Mexican state’s modernization project and a passionate believer in progress, Rulfo’s reports to the Papaloapan Commission amplified 1950s attitudes about Oaxaca as one of Mexico’s “backwards” regions, whose natives were seen as primitive and thus nonexistent. Their territory was officially qualified as “virgin” (or empty). Describing the living conditions of Chinantecos and Mazatecos in the Soyaltepec Valley region, Rulfo took an active, first-hand role in their reacomodo, helping to justify the government’s efforts to displace and dispossess them. Nevertheless, Rivera Garza also portrays Rulfo as an advocate working in solidarity with indigenous communities, looking melancholically at their ruin and misery though his photographs that document the imminent loss of vital, indigenous material culture.
This tension is apparent in Rulfo’s other works as well, such as his short story “Talpa” (1953) and in the script for La fórmula secreta (Coca Cola en la sangre) (The secret formula: Coca-Cola in the blood, 1965), and El despojo (The plunder, 1976).2“Talpa” is a confessional monologue that describes the narrator’s travels with his brother, Tanilo, and his wife, Natalia, to see the legendary Virgin of Talpa in the hopes that she will heal Tanilo’s terminal illness. The narrator describes Tanilo’s mutilated body in detail as it disintegrates during the pilgrimage through arid, hot, and dusty land. The trip becomes an aimless voyage toward nothing but guilt: the narrator and Tanilo’s wife are in love, and both know that Tanilo will not survive the trip. Yet they press him onwards, secretly desiring to “finish him off” forever. Tanilo’s death march in search of the savior Virgin becomes an allegory for indigenous reacomodo. The displacement justified by the “progress” of modernity and the benefits of a nation-state is in fact an aimless, self-destructive trip towards annihilation.
In a sequence from La fórmula secreta, we see indigenous people in three distinct contexts: first as peasants; then in the baroque Santa María Tonanzintla church in San Andrés Cholula, Mexico (alluding to the hybridity of pre-Hispanic and Spanish culture in the country); and then wearing modern clothes and suspended from a ceiling. The sequence poses a question: How will originary peoples be figured or represented by the modernizing process? How will they be figured, that is, once they have “Coca-Cola in the blood”? What place or role will modern Mexico offer them? The film ends with a long list of transnational companies that were besieging Mexico in the 1960s. Although animated by a belief in a modern future for all, Rulfo’s literary and cinematic work depicts the suffering and abjection of indigenous peoples’ social and cultural deaths.
The double bind of modernity officially conceals the colonial carnage necessary for modern progress even as it strategically reveals this same carnage for the purpose of accruing cultural capital. The modern worlding of the world —which includes the production of objective reality by experimental science, knowledge, and design—coincides with the ruthless elimination and instrumentalizaton of certain creatures by others. This blind spot is the “habit” of coloniality. Habit, according to Elaine Scarry, either closes down sensation entirely or builds up perception as its own interior. Habit creates sentience either by opening or closing the world.3 The habit of coloniality is ingrained in the Western unconscious, predicating universality, progress, betterment, and growth on the eradication of alterity. This is the condition of modernity itself, even as it furnishes the resources for a critique of such systemic destruction. As Rolando Vázquez argues, “The narrative of salvation of modernity was built on the denial of the genocidal violence of colonialism.” The first mass colonial genocide was the early expression of a system geared towards the consumption of human and nonhuman life—that is, the consumption of the earth.4

See entire article here 

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PRIMERA LLAMADA. PRIMERA.


Ojalá podamos encontrarnos este 17 de mayo a las 7:30 pm en Casa Lamm.

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Tuesday, May 02, 2017

UN RULFO NUESTRO, EL DE CADA QUIÉN


Nora de la Cruz escribió sobre Había mucha neblina o humo o no sé qué en Casa del Tiempo. Revista de la Universidad Autónoma Metropolitana: 


A tiempo para celebrar el centenario, pero al margen del homenaje ofcial, Cristina Rivera Garza entrega un libro híbrido, experimental, en congruencia con sus obras más recientes y los intereses abordados en ellas. Había mucha neblina o humo o no sé qué es una exploración en torno al autor de Pedro Páramo y El llano en llamas, en sentido estricto. No se trata de la perspectiva teórica y distante, o de la observación científica y mediada; es, en cambio, una inmersión subjetiva en ciertos aspectos de la vida y la obra de Rulfo: se releen sus textos, pero también se reescriben y se reinterpretan; se observan las condiciones en las cuales se produjeron, con qué materiales, y se interactúa con ellos; se siguen los pasos del autor por los caminos que recorrió, en busca de su percepción posible, para ver lo que vio, para intuir sus sensaciones, como si acerca de su objeto de estudio la autora dijera, igual que el personaje rulfiano,“lo que yo quiero de él es su cuerpo”.

El título del libro es una cita de Pedro Páramo, que corresponde a la manera en la que Miguel explica cómo fue que perdió el camino de regreso a Contla; en realidad, alude a su condición de muerto y la imposibilidad de acceder a un mundo al que ya no pertenece. Este carácter liminal de la literatura rulfiana —entre la vida y la muerte, el pasado y el progreso, lo masculino y lo femenino, la tradición y la vanguardia— acompaña muy bien las búsquedas de Cristina Rivera Garza, quien desde hace algún tiempo está interesada en esas fronteras y algunas otras, como las que existen entre los géneros textuales, entre la creación individual y la comunal, entre la idea (el concepto, el precepto, el dato) y la materia (el cuerpo, la realidad física, la percepción). La conjunción entre los dos autores resulta armoniosa, orgánica, lo cual no siempre sucede cuando un autor escribe sobre otro, sobre todo si la única razón que tiene para hacerlo es la efeméride. Este no es el caso: en una breve introducción, la autora explica su relación con la obra de Rulfo y la aproximación que realiza en el libro, que es triple, podría decirse: la que recupera las coordenadas de su iden- tidad como individuo mediante el análisis de materiales de archivo; la que viaja por los lugares que él recorrió y se convirtieron en referentes para sus relatos y, finalmente, la que interpreta y reescribe la obra propiamente dicha. Es, sí, un libro sobre Juan Rulfo, pero también es una elaboración en torno a la creación literaria y al concepto de autor como sujeto histórico y como instancia del lenguaje, en tensión permanente entre la tradición y la renovación. En este sentido, este libro se relaciona con otras obras recientes de Rivera Garza, concretamente con su ensayo Los muertos indóciles y, en lo formal, con algunos aspectos de Viri- ditas y El disco de Newton.

La reseña completa aquí. 

--crg