Friday, March 28, 2014

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

[en la blog-columna del periódico español El País]

María Negroni, ¿el fuego, al menos, fue real?

Por:EL PAÍS29/03/2014
Por CRISTINA RIVERA-GARZA
La-anunciacion-maria-negroni_De entre todas las novelas habidas y por haber existe, sin duda, la novela de poeta. A la vez inclasificable y fácil de reconocer, este alebrije atraviesa tradiciones y hace su aparición en tantas lenguas. A diferencia de la novela de narrador (o la novela propiamente dicha) que se propone contar una historia con base en alguno o todos los elementos que se asocian a la ficción (personajes, diálogos, detalle concreto, arco narrativo, etc), la novela de poeta se presta al equívoco. Como si no supiera las reglas, o como si decidiera saltárselas olímpicamente sólo porque puede, la novela de poeta rompe, trasgrede, experimenta.
En tiempos en que encuestas varias dejan en claro que el campo de la novela es resbaladizo y mercurial, es menester aproximarse con sumo gozo, con murmullante exaltación, con lúdico desacato, a La anunciación (Seix Barral, 2007), la segunda novela de la poeta argentina María Negroni, quien también ha visitado con crítica precisión el ensayo y la traducción.
Parafraseando a una de las voces que componen este texto anunciaré que “en mi frente hay un cartel que dice Aquí se piensa. Aquí se piensa en contra. Esto incluye, claro, pensar en contra de mí mismo. Mi mismo es el que sueña; es también el desconfiado del poder, de cualquier bando que sea”. De la misma manera, contra el poder y, más aún, contra sí mismo, escribiéndose no tanto como prosa poética sino como prosa en poema, este texto ronda la historia moderna de Argentina pero, en lugar de construir una cronología o de consecuentar una trama (“Qué trama ni que trama, pompón”, murmura otra voz de esta novela, “A mí no me gustan los argumentos y, muchísimo menos, los desenlaces. Me dan pánico las soluciones finales”), Negroni privilegia un año (1976), un mes (marzo), un día (once).
“El 11 de marzo de 1976, tiene 22 años”, dice. Poblada por personajes que responden a los nombres de Vida Privada, la palabra casa, el ansia, el alma, lo desconocido o la voluntad, y con apariciones intempestivas de Huidobro y de Emma, La anunciación provoca “la impresión de estar leyendo un libro en el cual, de buenas a primeras, se instala el sinsentido”. ¿Y existe, me pregunto Yo Misma, manera más efectiva de conminar al pasado y de rondar a la política, más específicamente al estertor revolucionario de los 70s y a la brutal represión estatal que sustrajo de sus hogares a miles y miles de civiles, que instalándose de buenas a primeras en el sinsentido? Alguna vez le oí decir a Negroni (esto en Tijuana, ya hace bastantes años) que no existen los hechos estéticos dentro de la convencionalidad y, si esto es cierto, entoncesLa anunciación es, definitivamente, un hecho estético. A la vez una exploración de la historia que no es histórica en el sentido académico del término y una meditación sobre los lazos que van de la poesía a la prosa y viceversa, La anunciación enuncia, es decir, se enuncia, es decir, se escribe. Porque La anunciación es pura escritura, rara cosa en la novela de nuestros días tan dada a navegar con bandera de trama, es que el ansia declara: “[p]ara escribir sin escribir, no escribo. Imagínate, quería que me transformara en fotocopiadora, como si lo que se escribe sucediera en algún lado”.
Con guiños aparentes a la obra de Macedonio Fernández (aquí también existe un museo fantástico y filosófico que tiene la pretensión de durar toda la vida),La anunciación se desliza, sin anécdota propiamente dicha de por medio, lejos de los hábitos dominantes y los gustos dogmáticos para instalarse en un lugar excéntrico y propio donde las concesiones son pocas. En ese mismo sitio resbaladizo y alumbrado sólo a medias conviven, por ejemplo, Pedro Páramode Juan Rulfoo la Música Concreta de Amparo Dávila o gran parte de lo que escribió Salvador Elizondo, para citar a algunos pocos antecedentes mexicanos. Sin el asidero comercial de una trama, aunque sí con esa emoción del pensamiento que alguna vez la Negroni describiera como la definición misma de lo que es una idea (esto, una vez más, en Tijuana, hace ya bastantes años), algo le pasa al lenguaje dentro de las páginas de La anunciación. Y eso que es inasible y que es trémulo y que es inimputable, como la infancia, se niega a producir un nuevo o mayor entendimiento, una nueva zona de claridad, una serena (y muy final) solución.
“¿Habré tomado, como autor, el buen camino?”, se pregunta en una carta Tu Emperador Muy Noir. La respuesta: “Seguramente, puesto que la dirección fue siempre hacia un mayor silencio”. Eso. El muerto, en todo caso, se llama Humboldt. Se llama Emma. Se llama “¿Aprendimos algo, al menos? ¿Es verdad que lo perdimos todo? ¿El fuego, al menos, fue real?”. Alguien persigue todo eso en Roma, tantos años después: la militancia, el amor, la escritura. Otro tiempo (“Eso es lo que busco, sin tregua, en mis prositas prestadas: algo quieto, como una cosa sin trama, sin rumbo, sin punto culminante. Podría decirse, un presente”). Pero escribir sobre la muerte es una cosa y escribir la muerte es otra totalmente distinta. Esto lo sabe bien María Negroni. Sabe que cuando se escribe la muerte, con ella y a través, “se corre el riesgo de hacerla vivir sin pausa en los pliegues de lo dicho”.
La anunciación que enuncia ese instante que duró toda una eternidad (“pero no he escrito el poema de la patria herida”) tiene, como toda anunciación, tres misterios: “la aparición, el saludo y el coloquio con el ángel”. Así, cuando Emma, que es quien desea pintar una anunciación que enteramente no le pertenezca, reza, alguien la oye enunciar: “Protégeme, Dios mío, de la figura del Héroe, de todas las cárceles, incluidas las del pueblo, del relato de los fines, del verbo reeducar, de la pureza que es mortífera, de la trágica facilidad con que la gente buena puede convertirse, de buenas a primeras, en verdugo, de los hombres sin imaginación que tienen la boca desdeñosa y ojos que no ríen, y, en general, de los que piensan, sin que les tiemble el pulso, que el mejor enemigo es el enemigo muerto”.
La escritura, esto también se lo oí decir a Maria Negroni hace ya bastantes años y en Tijuana, siempre es más inteligente que nosotros.
* Cristina Rivera-Garza, su último libro es El mal de la taiga
@criveragarza (en twitter)
Cristina Rivera-Garza (en facebook)


Thursday, March 27, 2014

DESDE Ningún reloj cuenta esto


El motivo del doble en dos cuentos de Cristina Rivera Garza
Gerardo Bustamante Bermúdez
Espartaco.azc.uam.mx

Ensayo completo aquí

--crg

DESDE Nadie me verá llorar

Corpse Photography in Roberto Bolaño's Estrella distante and Cristina Rivera Garza's Nadie me verá llorar

DOI:
10.1080/14753820.2014.886904
Glen Closea 
pages 595-616

Bulletin of Spanish Studies: Hispanic Studies and Researches on Spain, Portugal and Latin America

Volume 91Issue 4, 2014


Abstract

This article considers corpse photography in novels by Bolaño (1996) and Rivera Garza (1999) and argues, following the ideas of Elizabeth Bronfen, that it serves male characters as a technique for the disavowal of two enigmas that permanently threaten the male subject: death and femininity. Parallels are drawn with necropornographic precedents in the novela negra and with contemporary Post-Boomnovels by Diamela Eltit and Tomás Eloy Martínez. Artistic practice in the novels is related to the photographic theories of Susan Sontag and Roland Barthes, affirming a profound association between the photographic medium and death, as well as to the Surrealist doll photographs of Hans Bellmer and the work of contemporary corpse photographers Joel-Peter Witkin and Andrés Serrano. Corpse photography is considered as an exemplary manifestation of major trends in twentieth-century art and mass-media culture, as described by theorists such as Néstor García Canclini (‘morbid spectacularity’), Alain Badiou (‘passion for the real’), Hal Foster (‘return of the real’) and Paul Virilio (‘pitiless art’). Corpse photographs are shown to set up a dynamic of approximation and distancing termed ‘t(h)an(a)talization’. The article concludes by arguing both photographic and literary representation, converging at the textual site of the corpse photograph, fail incessantly in their aspiration to apprehend the real.

Saturday, March 15, 2014

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Gerardo Arana Villarreal, toda cosa sirve para escribir una casa

Por:EL PAÍS15/03/2014
Por CRISTINA RIVERA-GARZA
Gerardo-aranaSeguramente es cierto aquello de que para conocer lo propio no hay como ir hacia lo ajeno. La ventaja de llevar a cabo este rodeo si se quiere comparativo y contrastante es que, aunque lo quisiera o por más que lo quisiera, el resultado nunca servirá para confirmar lo que se intuía o lo que se sabía. Sospecho que al que va hacia lo conocido por la ruta más larga lo guía su deseo de des-conocer, es decir, de asombrarse, más que su afán de confirmar el estado de las cosas. El periplo más largo, cuando es producto de la distracción o el azar, suele producir los nuevos ojos donde embona, a veces a la perfección, el asombro.
Gerardo Arana Villarreal (Querétaro 1987-2012) se aventuró por el camino más largo cuando decidió entrar en México por una de las vías menos esperadas: Bulgaria. Lo dice así literalmente: “Yo no sabía NADA DE BULGARIA/ hasta que decidí escribir un poema/ sobre México”. El libro, ilustrado por el mismo autor, quien para su oficio de muralista utilizaba el mote de Saúl Galo, inicia apropiadamente con un mapa, por decir lo menos, extraño. Ahí, dentro de la silueta de México, arrancando de su costa este y extendiéndose hacia el oeste por la meseta central, dando inicio un poco más al sur de la frontera con los Estados Unidos y, por lo tanto, cubriendo gran parte del territorio de Tamaulipas, se encuentra, sí, Bulgaria. “Toda cosa sirve para escribir una casa”, señala el texto que aparece en la base del mapa, “siempre que finques las bases del poema sobre tierra firme”. Son palabras de Rumen Sotoyanov. Otro poeta búlgaro, Sdravko Petrov, se encarga de presentar a la poesía de su país de origen como un cuerpo por donde corre “sangre plebeya”. Sin duda, la proclividad por la rebeldía, y el “odio a la monarquía y el fascismo“ que le adjudica, tienen mucho qué ver con que Bulgaria sea conocida, a decir de Petrov, como “el país de los poetas fusilados”.
Y es así, de la mano de los poetas fusilados, justo con ellos o siendo un poco ellos, que el lector puede entrar, poco a poco, en esa yuxtaposición de mapas y de textos, de información cuantitativa y de enigmáticas ilustraciones que conforman Bulgaria Mexicalli, una publicación que la editorial Herring, surgida en Querétaro, lanzó apenas en 2011.
¿Estamos en Bulgaria? ¿Estamos en México? ¿Es esto el Tercer Reich o la guerra contra el narcotráfico? ¿Es el norte o el sur? ¿Existe de verdad un Jesús norteño? ¿Es el pasado o es hoy en el tiempo del poema, o es hace rato o mañana mismo? Gerardo Arana Villarreal no contestará estas preguntas ni afirmativa ni negativamente, pero, a cambio, las recorrerá palmo a palmo, yuxtaponiendo (que no significa colocar elementos en oposición a, sino a lado de) material de tradiciones poéticas e históricas sólo en apariencia lejanas. “En México todos están muertos” dice Arana que “Dice Rulfo”. “60.000 mil nomás por la guerra./ Dice otro”.  Este peculiar intercambio entre un chileno y un mexicano, da pie a un tercer mapa, un mapa, a ojo de buen cubero, alargado. Debajo del mapa está, en efecto, el nombre de Bulgaria, pero dentro del mapa aparecen de manera indistinta no sólo nombres de estados y ciudades mexicanas (Tamaulipas y Monterrey, Veracruz y Hermosillo, por ejemplo) sino también otra designación, Santa Teresa, sitio fundacional de ese otro mapa que responde al nombre de 2666. Un poco más al norte está el Mexicalli del título.
No es extraño que un poema que pone en cuestión geografías y tradiciones nacionales, que un poema a cargo de producir contextos como tierras movedizas y palabras como caretas de otras palabras, se apropie y juegue y caiga en  grandes poemas cívicos de las tradiciones que invoca y, luego entonces, al menos en este caso, convoca. No son pocos los que han intentado re-escribir Suave Patria, uno de los grandes poemas fundacionales del México moderno, publicado en 1921 por ese gran poeta católico y de provincias al que seducían sin duda los espacios domésticos que fue Ramón López Velarde. El remix de Arana Villarreal, aptamente titulado Suave Septtembre, involucra palabras claves de esa Suave Patria con pasajes enteros de Septiembre, del poeta modernista búlgaro Geo Milev (en traducción de Pedro de Oraá), quien fuera asesinado en 1925.  A la vez familiar y absolutamente desconocida, la Suave Patria de Velarde, que es la patria que muchos aprendimos de memoria en las escuelas primarias públicas y no del siglo XX, se torna, más que nunca, en un aquí tremendamente vivo y dolido; tremendamente rabioso y veraz. Materia de hoy por hoy. Cosa ineludible. Vuelta “sardina” la de otra manera, hace tantos años ya, “épica sordina”, la patria es ahora pura “obscuridad y neblina”. “Grave Patria”, llama Arana, sólo para dejar la alocución pendiendo de los dos puntos. “Grave Patria:/ Estrangulada en la selva hambrienta./ Antes de la caída de las hachas/ Gritan muertas de miedo las muchachas”. ¿Y quién que haya leído u oído alguna vez ese poema de íntima inauguración nacional no sabe que está por aparecer “el pájaro de oficio carpintero”? El ave acude también. Ahí está también. Aquí, en el perplejo y oscuro, juguetón y crítico “Suave Settembre” de Arana Villarreal, pero “El pájaro carpintero destruye un teléfono/ negro”.
Muchas más páginas serán necesarias para acercarse apenas a este poema, acaso el esqueleto mismo de ese gran triste majestuoso rabiosamente contemporáneo libro que es Bulgaria Mexicalli. Pero antes de llenar todas esas otras páginas por venir, van éstas en forma de saludo o de bienvenida o de abrazo.  Ignoraba al leer el libro que Gerardo Arana Villarreal había muerto. Ignoraba que era muralista y DJ y que, en su haber, se cuentan algunas novelas a punto de dejar de ser inéditas. Ignoraba que, durante su funeral, @barbariana, una tuitera extraordinaria, leyó, entre otras tantas, las siguientes palabras:
“Dios bendiga a aquellos de quienes no podemos despedirnos nunca.
Dios bendiga a quienes hoy lloramos, porque somos cortos en tu luz misteriosa y porque no entendemos la distancia que separa los átomos de la creación del universo, porque seguimos sin saber si éste es otro de tus pases mágicos y si estás a punto, gitano, de saltar de la chistera en tu disfraz de conejito.
Nos dueles querido joven Werther. Nos pesa tu risa y tus ojos, tu inventiva y tus largas manos intentando abarcar el mundo. Nos penetra todavía tu voz cargada de caracoles y sombras; que nos explicó el pasado y la  geografía de Bulgaria, la Revolución Mexicana, el romanticismo tardío, los trenes, Allen Ginsberg y el verano sueco.
Ahora todos sabemos lo que se siente que nos crezca un nenúfar en el pecho.”
* Cristina Rivera-Garza, su último libro es El mal de la taiga
@criveragarza (en twitter)
Cristina Rivera-Garza (en facebook)

Friday, March 14, 2014

TUCSON FESTIVAL OF BOOKS

Scheduled events:
Mexicana and Chicana Author Panel
Women authors of Mexican and Maya heritage speak with Confluencenter Director Javier Duran about their challenges and achievements and why they aspired to be writers.

Stevie Eller Dance Theatre - Confluencenter (Seats 300)  View this venue on the Festival map
Sat, Mar 15, 10:00 am - 11:00 am
Literature/Fiction
Signing area: Signing Area #5 - East Mall (following presentation)  View this venue on the Festival map

Panelists: Norma CantúRosina CondeBriceida Cuevas CobCristina Rivera Garza
Moderator: Javier Duran
Border Lives
Four women who grew up on the border and have written about their experiences, talk about the family, folklore, traditions and navigating between cultures.

Stevie Eller Dance Theatre - Confluencenter (Seats 300)  View this venue on the Festival map
Sun, Mar 16, 11:30 am - 12:30 pm
Current Events/Culture
Signing area: Signing Area #5 - East Mall (following presentation)  View this venue on the Festival map

Panelists: Norma CantúRosina CondeCarmen DuarteCristina Rivera Garza
Moderator: Ernesto Portillo Jr.
Lectura de Obra en Español
Rosina Conde, Mexican poet, novelist and playwright and award-winning columnist and author Cristina Rivera Garza will read from their works. Briceida Cuevas Cob will read from her books of poetry. Readings are in Spanish.

Stevie Eller Dance Theatre - Confluencenter (Seats 300)  View this venue on the Festival map
Sun, Mar 16, 1:00 pm - 2:00 pm
Literature/Fiction
Signing area: Signing Area #5 - East Mall (following presentation)  View this venue on the Festival map

Panelists: Rosina CondeBriceida Cuevas CobCristina Rivera Garza
Moderator: Raul Aguirre


Toda la información aquí

Nos vemos en Tucson, puesn.

--crg 


Thursday, March 13, 2014

DESDE LOS MUERTOS INDÓCILES

[Escrituras contra el poder, Jorge Téllez sobre Los muertos indóciles. Necroescrituras y desaprobación, en Letras Libres]

Escrituras contra el poder

[Atento aviso: Aunque en la siguiente entrada se hable sobre un libro de ensayos, el autor se ha reservado el derecho de citar la famosa frase de Alfonso Reyes sobre los centauros y los géneros. Lamentamos cualquier molestia que eso pueda causar. Por su atención, gracias.]
 Por momentos da la impresión de que en el ambiente literario mexicano haber leído libros de crítica o teoría literaria es raro; haberlos entendido es sospechoso; pero citarlos o hablar favorablemente sobre ellos es motivo suficiente de escarnio. En este mundo torcido, las buenas conciencias quizá toleren que te guste el escritor de moda –creo que ahora mismo es Murakami–, pero no te perdonan que cites a Derrida, Butler, Deleuze o Rancière, en lo que parece el equivalente moderno a cuando la gente suponía que una cámara fotográfica te robaba el alma. Incluso contra la realidad más aparente e inmediata de cada vez más escritores que trabajan en la universidad, el lugar común indica que la creación literaria y la academia no se llevan.
Este es el primer prejuicio de muchos otros que no se reproduce ni se alienta en Los muertos indóciles de Cristina Rivera Garza, un ensayo anclado sin miedo, pero también sin presunción, en debates teóricos y críticos sobre el estado actual de los conceptos de literatura y escritura en el contexto digital. Una buena manera de presentar el libro es recordar algunas ideas que CRG puso a discusión en tuiter bajo el hashtag #escriturascontraelpoder en julio de 2012:
“¿Dices que el pasado se instauró en el poder pero sigues hablando de la originalidad como baluarte literario?”
“¿Te preocupa el estado de las cosas pero cuando escribes crees que la estética no va con la ética?”
“¿Quieres trastocarlo todo peor te parece que el texto publicado es intocable?”
“¿Cuestionas la autoridad pero te inclinas ante la autoría?”
“¿Crees que escribir es actuar y viceversa?”
“¿Estás contra el estado de las cosas pero sigues escribiendo como si en la página no pasara nada?”
Estas preguntas conforman la idea central del libro, el análisis de lo que se propone como la poética de la desapropiación, que “pone en duda la circulación de la escritura dentro del dominio de lo propio”. Que el lenguaje no es nuestro, sino que lo tomamos prestado para reutilizarlo, que la escritura es la forma más radical de leer, que el texto se piensa como un formato amplio en el que sucede la creación, que la escritura se piensa desde un lugar comunal y no privado, son algunas de las ideas que hay en el libro.
Hay razones suficientes para considerar este libro como una de esas ideas excepcionales o maneras de leer que nombran, con éxito, una época, tal y como en su momento lo hicieron, por ejemplo, los estudios de Margo Glantz con la literatura de la onda, o los de Wigberto Jiménez Moreno con la generación de medio siglo. Una de ellas es que el libro da noticia de un corpus extenso de textos ajeno al que proponen las maneras canónicas y tradicionales de pensar el texto y la escritura. Este corpus es una guía de lectura para entender de dónde viene, y hacia dónde va, la idea de la desapropiación. 
Para restringir la antología únicamente a la escritura en México, algunos nombres son: Hugo García Manríquez, Anti-Humbolt; Luis Felipe Fabre, Leyendo agujeros: Ensayos sobre desescritura, antiescritura y no escritura; María Rivera, Los muertos; Mónica Neponte, Hechos diversos; Dolores Dorantes, Querida fábrica; Gerardo Villanueva, Transterra; Alberto Chimal, El viajero del tiempo; Román Luján, Instrucciones para hacerse el valiente. Pero el libro, fiel a su propuesta, amplía los márgenes de la escritura para incluir también proyectos en tuiter, como los de @diamandina,@viajerovertical@hiperkarma@mutante@javier_raya,@cruzarzabal@harmodio, entre muchos, muchos otros.
Pero la mención de estos nombres, su estudio, no sería suficiente sin la certeza clara de que a toda nueva idea de escritura corresponde una nueva manera de pensar y de leer. El libro es la articulación de esas nuevas maneras, que puede explicarse con uno de los motivos recurrentes en el ensayo: 
"Si, como dijo Gertrude Stein, la única obligación del escritor es producirse como contemporáneo de su época, explorar las distintas formas de composición de una era es más una vocación crítica que una opción basada en el mero gusto personal."
El libro es la explicación de cómo las nuevas escrituras se presentan como contemporáneas a la era digital, pero también es el guión y la puesta en escena de cómo es posible leerlas y ensayarlas desde el análisis y la crítica. Una de las entradas del “Tractatus logico-tuiterus” incluido en el libro lo explica así: “un tuit no cuenta lo que pasó, constata que algo sucede”, y todo eso que está sucediendo ahora mismo en relación con la escritura está presente aquí. De haberlo leído hace unos meses, lo que desarticuladamente propuse como “La otra crítica literaria” habría muy bien podido llamarse, con elocuencia, Cristina Rivera Garza.


Saturday, March 08, 2014

DONDE ME SIENTO Y ME PARO


Cultura mixe: Donde me siento y me paro

Por:EL PAÍS08/03/2014
Mixe
Por CRISTINA RIVERA-GARZA
Es bien sabido que Juan Rulfo era un voraz lector de una amplia gama de literatura. A juzgar por sus elogiosos comentarios y por la influencia misma en sus propios escritos, nadie debería olvidar que Rulfo también fue un asiduo lector de libros de historia y que, como partícipe de la sección de publicaciones del Instituto Nacional Indigenista, leyó y editó numerosos libros de antropología. Tal vez en eso también tengamos mucho que aprenderle al escritor mexicano de limbos y fantasmas.
La mención a Rulfo no es gratuita. Aparece—aunque tal vez sería más preciso decirlo así: los lugares e instituciones por los que él pasó a mediados de siglo XX—en Escrito. Comunalidad: energía viva del pensamiento mixe, el libro que compila una docena de ensayos, reflexiones y crónicas del antropólogo mixe Floriberto Díaz, uno de los pensadores más originales de estos pueblos que atraviesan la sierra norte y sur del estado de Oaxaca. No es para nada casual que en su recorrido por la historia de los pueblos indígenas de la región, Díaz se detenga con crítica cautela en al menos tres de los proyectos públicos y privados que pusieron a Rulfo en contacto cercano con ese México que nunca se mantuvo quieto ante los retos de la modernización priísita, léase la Comisión del Papaloapan, la papelera Tuxtepec que se levantó cerca de Luvina (el título de cuento que Rulfo le pidió prestado al zapoteco), y el Instituto Nacional Indigenista. Estos no son de ninguna manera los temas centrales de este libro complejo y necesario, pero sí emergen en el texto como una especie de zona de confluencia en la que se entretejen los encuentros y los choques de esos tantos Méxicos de nuestro pasado reciente.
La mirada de Floriberto Díaz no sólo es relevante por haber nacido en Tlahuitoltepec, en la zona alta de la sierra norte de Oaxaca, y por haberse distinguido por una vida de activismo en el campo de los derechos indígenas, sino también porque en esa mirada convergen, y esto de maneras precisas y brillantes, la rigurosa experiencia intelectual y la experiencia concreta de la política. Pegados al cuerpo, en el centro mismo de la fiesta o de la asamblea, pero muy cerca también de las múltiples mediaciones tanto institucionales como comunitarias que han mantenido a los pueblos mixes en una interacción tensa y compleja, rica y desigual con los destinos de la nación, estos textos ofrecen una visión contemporánea que elude el maniqueísmo o la fácil (y a menudo falsa) empatía.
Conectándose a la compleja conversación sobre la comunalidad indígena, Díaz explora la producción material de la vida cotidiana mixe, enfatizando el papel crucial del tequio—forma de trabajo comunal, gratuita y obligatoria en MesoamÉrica—en la estructuración de formas de gobierno local y en la generación de prácticas de espiritualidad que conectan el trabajo humano con la tierra. Los antropólogos de la comunalidad reconstruyen la comunidad “como algo físico”, a saber, “el espacio en el cual las personas realizan acciones de recreación y transformación de la naturaleza, en tanto que la relación primera es de la tierra con la gente, a través del trabajo”[1]. Además de tener y reproducir una forma de existencia material, la comunidad también responde a una existencia espiritual, formando así ejes horizontales (“1. Donde me siento y me paro; 2. En la porción de la Tierra que ocupa la comunidad a la que pertenezco para poder ser yo; 3. La Tierra, como de todos los seres vivos”) y ejes verticales (3. El universo; 2.La montaña; 3. Dónde me siento y me paro). La comunidad deviene comunalidad en base a una serie de características que Díaz denomina como inmanentes: una relación con la Tierra que no es de propiedad sino de pertenencia mutua basada, además, en el trabajo, entendido este “como una labor de concreción, que finalmente significa también recreación de lo creado”.[2]
Una de las partes más reveladoras de estos ensayos tiene que ver con la educación y la enseñanza del mixe. En efecto, luego de cruentos debates en la comunidad, tuvo que aceptarse que la escritura de las lenguas indígenas “aumenta las posibilidades de comunicación entre los hablantes de una misma lengua… puede reforzar la identidad como base de unidad; es decir, la oralidad de nuestros pueblos se reforzaría con la escritura, con la cual se intercambiarían y mejor nuestras ideas e inquietudes… superando así la atomización”[3]. Acaso como pocos ejemplos, la discusión que se ha llevado a cabo de manera relativamente reciente para producir el mixe como una lengua escrita alumbren el trabajo comunal que da lugar a la escritura. Ciertamente, no ha sido sino hasta 1983 que, en los seminarios denominados como Vida y Lengua Mixes, llevados a cabo en Tlahuitoltepec, que emergió “la propuesta de escribir de una sola forma todas las variantes de nuestra lengua. Para ello tendríamos que ponernos de acuerdo en un alfabeto lo más amplio posible”.[4]
Se trata, por supuesto, de un acto, como lo denomina Díaz, de muchos. Se trata, además, de un acto en la historia y con la historia donde misioneros y hablantes del siglo XVIII ocupan un lugar privilegiado junto a los promotores culturales y traductores de libros religiosos, especialmente la Biblia, en épocas más cercanas. Se trata, pues, del trabajo de los hablantes de la comunidad y la serie de articulaciones que fueron capaces de establecer con antropólogos y lingüistas, con agencias del Estado y con organismos independientes para crear, de esta forma, un alfabeto, así como también las formas concretas, localmente determinadas, de su transmisión y enseñanza. Se trata del largo, dinámico, inarmónico y comunitario camino que la letra escrita recorre mientras se convierte, con el paso de la práctica y el uso colectivo, en un quehacer cotidiano con apariencia de ser, en las sociedades dominadas ya por la cultura escrita, algo no sólo natural sino también, acaso sobre todo, individual. Se trata, pues, de una discusión que no está lejos de formas contemporáneas de escritura interesada en subrayar el carácter plural y colectivo de toda autoría.
Y en eso, como en tantas otros aspectos relacionados a los derechos de las comunidades indígenas y su búsqueda de autonomía, este libro incide en discusiones contemporáneas de relevancia local, nacional e, incluso, internacional. De ahí la referencia al pensamiento mixe como una energía viva, actual, presente.
[1] Floriberto Díaz, “Comunidad y comunalidad”, Floriberto Díaz. Escrito. Comunalidad, energía viva del pensamiento mixe, Comp. Sofía Robles Hernández y Rafael Cardoso Jiménez (México: UNAM, 2007), 39.
[2] Ibid., 42. [3] Ibid., 263. [4] Ibid., 269.
* Cristina Rivera-Garza, su último libro es El mal de la taiga
@criveragarza (en twitter)
Cristina RiveraGarza (en facebook)

--crg

Tuesday, March 04, 2014

DESDE NADIE ME VERÁ LLORAR

[por Elidio LaTorre Lagares, en Nagari Magazine]


Estamos hechos de pasado.
Somos cúmulo de vivencias, conocimientos y actos que van hilando nuestra noción de la existencia. Así nace el tiempo, o el sentido de la experiencia que se va conformando como una serie de imágenes nombradas por el lenguaje y registradas en esa vasta inmaterialidad que llamamos memoria, que a su vez es tiempo y espacio. Perder la memoria, es perderse a uno mismo, que es como una especie de locura. Precisamente, la narradora mexicana Cristina Rivera Garza aparenta escribir un tratado sobre el espacio y la memoria en su novela Nadie me verá llorar, cuyo locus es el manicomio La Castañeda de Ciudad México a principios de siglo XX.
Lo que es disímil es rechazado. Aislado. Apartado.
El argumento de Nadie me vera llorar (reseñada anteriormente en las páginas deNagari, vol. 8, 2013) comienza y termina en el mismo lugar: el manicomio. Como en «Macario» de Juan Rulfo, aparenta no suceder nada (Nadie me verá llorar carece incluso de un momento culminante o climático), más se trata de una secuencia de eventos que se rememoran desde el anhelo, de manera ilógica y fragmentada, como semiótica vivencial de la protagonista femenina de la novela, Matilda Burgos. La novela es en sí una elegante esquizofrenia narrativa, en tanto Rivera Garza teje un texto que se va enunciado desde una variedad de voces narradoras. Por ejemplo, Matilda, desde su capacidad mnemónica, invoca otras voces que construyen su pasado; Joaquín Buitrago, fotógrafo de prostitutas y co-protagonista de la obra, presta voz a Alberta e incluso recrea a la propia Matilde; por su parte, el doctor Eduardo Oligochea se convierte en conductor de las voces de Diamantina y Cecilia, y así sucesivamente, la conciencia de los personajes que pueblan la novela se van desnudando en lo liminar. La ficción entonces se disuelve en la historia del llamado Porfiriato.

Ensayo completo: aquí.

--crg

Saturday, March 01, 2014

INQUIETANTEMENTE

[en Segundas Oportunidades, bolgcolumna del periódico español El País]


Goldsmith y amigos, inquietantemente

Por:EL PAÍS01/03/2014

Por CRISTINA RIVERA-GARZA
GoldsmithLa editorial española La Uña Rota acaba de publicar en enero de este año una traducción al español (la primera de un libro completo, si la red no me engaña) del poeta conceptualista norteamericano Kenneth Goldsmith. Se trata del experimento visual y sonoro que, gracias a la labor del traductor Carlos Bueno Vera, se titula ahoraInquieto. [Todos los movimientos que hizo el cuerpo de Kenneth Goldsmith el 16 de junio de 1997]. Aquí se encuentra registrado, en efecto, todo lo queGoldsmith dijo que su cuerpo hizo durante un día entero: el famoso 16 de junio de raigambre joyceana. En una prosa austera, meramente denotativa, casi forense (como bien anota en su prólogo Esteban Pujals), Goldsmith coloca en un contacto a la vez orgánico y atroz al cuerpo y el lenguaje. Desde la lengua que “abandona el interior de la boca pasando por los dientes” hasta ese vientre que “evacúa. Empuja. Empuja. Hilo de orina”, cada mínima acción se vuelve enigmática observada así con la lupa de los sustantivos y los verbos, y despojada de la interpretación resumida y lejana de los grandes conceptos.
Fundador de UbuWeb, uno de los más extensos archivos de arte de vanguardia en internet (al cual se puede acceder de manera gratuita, para colmo de bienes) y profesor en la Universidad de Pennsylvania, Goldsmith ha dado mucho de que hablar en los últimos años debido a su crítica acérrima contra el concepto de originalidad y su uso constante de estrategias de apropiación literal para hacer libros que nadie en su sano juicio leería, pero de los que nadie, igualmente en su sano juicio, debería perderse.
En su bibliografía resaltan textos de su autoría personal como Day, la transcripción literal de un día de noticias en el New York Times que fue publicada en forma de libro en 2003, o como Uncreative WritingManaging Language in the Digital Era, el libro de ensayos que igual discute sus ideas de una estética citacionista como comparte las estrategias didácticas que utiliza en su salón de clase. En su lista de co-autorías, por otra parte, tiene un lugar preponderante Against Expression, una antología de poesía conceptual que llevó a cabo con Craig Dworkin, y que es sin lugar a dudas uno de los dos libros que todo lector debe leer si quiere enterarse de lo que está sucediendo en este rubro en los Estados Unidos. El otro libro de lectura necesaria es, sin duda, I´ll drown my book, Conceptual Writing by Women, editado por Bergvall, Browne, Carmody y Place, y publicado en 2013 por Les Figues Press.

Pocas traducciones al español ponen en claro, y de manera por demás inquietante, lo que hay en común en las estrategias utilizadas por una plétora de escritores en lengua española en nuestro momento digital. Como lo he anotado en otros sitios, preocupaciones y sospechas similares respecto al lenguaje, y respecto a los retos y puertas que abre la tecnología digital, han llevado a escritores tanto peninsulares como latinoamericanos a reflexionar acerca de y experimentar con acciones apropiativas, tales como el Homo Sampler de Fernández Porta, el Remakede Fernández Mallo, o el Aleph engordado de Pablo Katchadjian. Tal vez la publicación de Inquieto, y la discusión que circunda y da sentido al trabajo experimental del conceptualismo norteamericano hoy, pueda contribuir a generar una discusión sobre apropiación literaria más allá de los cotos de la propiedad (tanto económica como moral). Acaso entonces se pueda leer de manera más rica a todo una legión de escritores que, como Hugo García Manríquez desde Berkeley, o Sara Uribe, desde el norte de México, copian y pegan pedazos de lenguaje público (el de los grandes tratados de comercio, en el primer caso; y el de las víctimas de la guerra contra el narco, en el segundo) para generar inquietudes estéticas y políticas de absoluta relevancia.
Igualmente, para poder extender de manera crítica este diálogo sobre las prácticas del conceptualismo de hoy, habrá que ir más allá de las figuras más mediáticas, como es el caso del mismo Goldsmith, y llevar a cabo traducciones de los trabajos recientes de esos otros poetas para quienes la exploración conceptualista va ligada orgánicamente a preocupaciones por y acerca de las comunidades donde se genera el lenguaje en proceso de re-apropiación. Vale la pena mencionar aquí y ahora el trabajo del poeta Mark Nowak con testimonios de trabajadores de minas, tanto en Estados Unidos como en China, y la yuxtaposición con manuales de gramática y otras lecciones escolares que generan tensiones inquietantes en el sustrato mismo de Coal Mountain Elementary. Un caso también relevante es el de la novelista y poeta Bhanu Kapil, cuyo uso indistinto y estratégico del verso y del párrafo en Humanimal consigue  interrogar de manera punzante la condición feral de las dos niñas lobo encontradas en Bengal en 1921. Lo mismo vale para autores imprescindibles y pensadores de riesgo como Juliana Sphar, Caroline Bergvall o Julie Carr.
Lo que empieza de manera inquietante, sólo puede continuar inquietantemente. En efecto.

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