Sara Uribe, "Reseña La imaginación pública", en El periódico de las señoras. Semanario escrito por señoras y señoritas. Expresamente para el sexo femenino:
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I. Hacer de la literatura (o con la literatura) otra cosa
Si los sujetos se definen por su pertenencia a ciertos territorios, como apunta Josefina Ludmer ¿cuáles son los territorios-sujetos del presente?
¿A qué territorios, a qué presente, se suscribe La imaginación pública?
La imagen es la de algo abierto y agujereado. Cito.
Porque cada vez, con más frecuencia, cuando leo ciertas noticias no puedo dejar de pensarlas como poemas.
Porque he leído poemas en manuales de derrumbes, recetas médicas y análisis clínicos, letreros luminosos con una de sus letras fundidas, señalética en aviones y aeropuertos, instrucciones en recetarios, panfletos mecanografiados y entregados de mano en mano, actas de defunción.
¿Hacia dónde camina (o trota) (o corre) (o zigzagea) la escritura cuando está hecha de materia prima “no literaria”?
¿Qué significa escribir con las palabras literarias y “no literarias” de otros?
¿En qué sentido esas palabras son suyas, o de quién? ¿Bajo qué procesos algo “no literario” deviene literario? ¿Puede el lenguaje ser y no ser literario al mismo tiempo?
¿Qué clase de pertenencias/autorías podemos establecer frente escrituras hechas de recortes de los recortes que otros hicieron previamente del presente?
Todo libro es una cita textual. Cito.
Un tejido. Un entretejido donde dejas ver todas las lecturas que has hecho, todas las conversaciones que estableces.
La imaginación pública dialoga, entre otros interlocutores, consigo misma, es decir, con todo lo que se produce y circula y nos penetra y es social y privado y público y real. ¿Qué otra cosa, si no, es Wikipedia?
II. Una interpretación catastrófica
¿Debí empezar este texto confesando que tengo prohibido, por mi terapeuta, buscar en internet los síntomas de las enfermedades que padezco o creo padecer? Eso explicaría por qué mi lectura de Interpretaciones catastróficas de los signos del cuerpo fue entrecortada, a trompicones.
En la lectura del síntoma, en mi lectura del síntoma, el lenguaje del síntoma se traduce en síntoma. Lengua o literatura como opuesto a realidad, desaparece.
Un tejido de palabras e imágenes de diferentes velocidades, grados y densidades. Cito.
Un tejido frente a la destrucción de los tejidos.
Frente a la desmineralización del autor,
el autor o la escritura quedan sin densidad, sin metáfora, sin ficción.
Una escritura transparente fabricada a partir de la realidad cotidiana, ¿y qué más cotidiano, en los tiempos y entornos escriturales digitales, que Wikipedia? ¿qué más real que un síntoma que se experimenta?
No olvidar la corporalidad del síntoma. Es real porque puedo sentirlo.
El desgaste. La edad. El sobrepeso. Cito.
Una drástica operación de vaciamiento de sentido: La imaginación pública cuestiona y reformula el registro de lo literario, y por ende, de lo real.
La mente ve lo que quiere ver. Cito.
La enfermedad en el centro de una escritura que habla de lo propio, es decir, de los padecimientos del autor, con el lenguaje de otros.
El síntoma como detonante común.
Wikipedia puede o no ser ficción. Puede o no ser real.
La imaginación pública es un territorio provisorio, un sujeto provisorio: una escritura que no suscribe la inútil, la irrelevante pureza de lo inmóvil.
Una escritura que nos reta a desmontar nuestras poéticas.
III. Otra episteme y otros modos de leer
Ninguna palabra fue omitida. Cito.
Una máquina que mezcla lenguaje es un mecanismo de producción de sentido.
La pre-producción está implícita en el acto de seleccionar la materia prima textual.
En la máquina de Lázaro,
cortar y mezclar son los pasos básicos del producir (esta poesía-máquina-otra).
[Mi casa es su casa se traduce como Mi domicilio es su disposición, a través de la poesía asistida por computadora, en El drama del lavaplatos, artefacto poético de Eugenio Tiselli.]
La postproducción es el después de la escritura mezclada por máquinas.
Sin embargo, en La imaginación pública, el texto salido de la mezcladora no es alterado.
En Lo propio de la máquina es cortar, Caso clínico de Guadalupe Dueñas y Cunt-ups de Doodie Bellamy (un texto descrito como una máquina deseante, una articulación fracturada, un desmembramiento del cuerpo y del género, un dispositivo que es también una prótesis) son licuados y servidos en el vaso-hoja sin ningún recorte posterior.
¿Por qué no retirar la rebaba, lo sobrante, lo que queda inconcluso, cercenado, lo que trasmina? ¿Por qué las tan prolongadas elipsis?
Vientre piernas huyen. Cito.
Avanza un de noche. Cito.
Danza éste me empuja. Cito.
Me he firmamento. Cito.
Me lo pregunté mientras leía, por contraste con la corrección poética(-política), con lo perfectamente pulido, con lo sinbordes; con la poesía que no hace sino mantener el statu quo.
La imaginación pública fabrica un presente que abre al lenguaje al riesgo, a la subversión, al ser-escribir con otros. Un lenguaje que, de facto, interpela para desarmar las anquilosadas fronteras entre el yo y el otro escritural.
IV. País desapareciendo o desaparecido
Un país es un mapa y todo mapa es un rostro.
Había que volver el rostro, por ejemplo. Manifestarse. Iniciar. Cito.
¿Qué hacen un par (¿o acaso una legión?) de forajidas recorriendo (¿acaso huyendo?) un país que es un territorio minado que se evanece, sino intentar sobrevivir?
La escritura telegráfica me recuerda mi infancia. Cobraban por palabra, así que había que tensar el lenguaje lo más posible. Apretarlo. Compactarlo. No dejar huecos en el sentido.
¿Con qué lenguaje, pues, hablar de lo ausente?
Me llamo cuerpo que no está. Cito.
En la última parte de La imaginación pública faltan palabras y faltan cuerpos. Hay oraciones muy cortas y lenguaje condensado, como si se tejiera una red con malla tupida para que no se esfumasen más cosas.
La forma es el hueco. Cito.
Había que (…) sentir el peso del cuerpo que no está. Cito.
Entrecortar. La respiración se corta cuando alguien llora. Cuando padres, madres, hermanas, tíos, rezan porque sus hijas, hermanas, sobrinas, regresen vivas. Cuando alguien se postra y ruega y se quiebra.
¿Dentro de la cajuela?
¿Atrás de rejas?
¿Bajo mucha tierra?
¿Colgando de un puente peatonal?
En La imaginación pública no sólo el lenguaje del otro es mi lenguaje también, el cuerpo del otro es mi cuerpo también. Lenguaje y cuerpo, alteridad e identidad, todo lo otro que soy yo también y que me importa y que hago mío y de todos. Una poesía que se manifiesta a sí misma como colectiva, política, insurrecta; una poesía temporal y diaspórica que avanza, que no se queda quieta, que nos insta a elaborar intersecciones con el otro, a construir lenguaje con el otro, a construirnos otros con los otros.
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