HISTORIAR Y FICCIONAR: Notas para leer documentos históricos en modo etnográfico II
Todo junto, todo a la vez: el collage como principio de construcción de la página. Desde que escribo historia, que es mucho después de que empezara a escribir novelas, tuve la sospecha de que el público en general no lee libros de historia porque la gran mayoría, independientemente del tema que traten o la anécdota que intenten desarrollar, van escritos de la misma forma. Me refiero, por supuesto, a los libros de historia académica, a los libros académicos de historia que suelen explorar, por cierto, temas de suyo interesantes y anécdotas por demás amenas o escandalosas. Sin embargo, organizados de acuerdo a principios inculcados, ya subrepticia o ya de manera evidente, por manuales de reglas metodológicas o libros de consejos acerca de cómo escribir una tesis, muchos de estos textos se conforman de acuerdo a, y de paso confirman, una narrativa lineal en modo aristotélico, la cual incluye, a saber, tres pasos: la elaboración de un contexto estable y debidamente documentado; la descripción, de preferencia en gran detalle, del conflicto y/o hecho que ocurre en dicho contexto; y la producción de una resolución final. Esta narrativa, que tiende a reproducir una idea lineal, es decir, secuencial, es decir visual, de lo narrado, tiene como consecuencia el ocluir el sentido de impermanencia y de simultaneidad tan asociadas a las labores del oído y la presencia. Una escritura histórica en modo etnográfico, luego entonces, precisará de estrategias narrativas que contrarresten este fenómeno y abran las posibilidades dialógicas del texto. Y aquí es donde los consejos de Walter Benjamín, y sus peculiares notas para una filosofía de la historia, vuelven a hacer su aparición: el collage como estrategia para componer una página de alto contraste cuyo resultado es el conocimiento no como explicación del "objeto de estudio" sino como redención del mismo.
El expediente de Matilda Burgos, como otros tantos del Manicomio General La Castañeda, está compuesto, de hecho, de acuerdo a un principio semejante. Aunque firmado por un médico, el diagnóstico no es ni lineal ni definitivo. Todo lo contrario: una lectura detallada de este material textual pone en evidencia que el diagnóstico, como el expediente mismo, es un constructo multi-vocal y, además, contradictorio. Para muestra basta un botón. En la boleta de admisión, la primera hoja del expediente de Matilda Burgos, se responde a la pregunta acerca de la causa de su admisión con las siguientes dos alternativas: Confusión mental amoralidad. Demencia precoz hebefrénica. La primera de estas anotaciones está conspicua y significativamente tachada. A manera de palimpsesto o de capa geológica, el expediente acoge ésta y otras revisiones pero sin borrar las notas precedentes y, de más importancia para el lector en modo etno-historiográfico, sin incorporar las nuevas versiones a las anteriores, es decir, sin normalizarlas. El texto, en este sentido, no sólo es una colección de marcas sino una colección de marcas o inscripciones en permanente y perpetua competencia. Una escritura histórica en modo etnográfico, una escritura histórica que se pensara ante todo como escritura, tendría que proponerse como reto el encarnar en la página del libro este sentido de composición competitiva y tensa, esta estructura dialógica propia de e interna al documento mismo. El collage, así, no sería una medida de representación arbitraria o externa al documento, sino una estrategia que, en ciertos casos, en casos como el de Matilda Burgos, contribuiría a llevar al papel su historia y la manera en que esa historia fue compuesta a inicios de siglo XX dentro de las instalaciones del Manicomio General La Castañeda. Así entonces, no basta con identificar "todas" las versiones posibles y rechazar sólo una, la versión final, sino que habría que mostrarlo.
La función el collage es sostener tantas versiones como sea posible, colocándolas tan cerca una de la otra como para provocar el contraste, el asombro, el gozo—ese conocimiento producido por la epifanía no enunciada sino compuesta o fabricada por el mero tendido del texto, su arquitectura.
Lo que esto significa en términos de la posición del autor dentro del texto, especialmente en una era en que se experimenta con la muerte de la muerte del autor, es importante. El historiador en modo etnográfico que escribe de acuerdo a los principios del collage no puede preservar su posición hermenéutica como intérprete de documentos o como descifrador de signos. No se trata de un historiador que ande en busca de la verdad escondida de las cosas. Este otro historiador, y aquí utilizo un símil del mundo de la música contemporánea, cumplirá más bien las funciones de compositor o, aún mejor, de director de orquesta gestual muy a la Boulez. Lo cito: "El director debe tener en todo momento disponible en su cabeza, y de manera instantánea, el dibujo de la disposición, tanto más cuanto que los acontecimientos que se quieren suscitar no se producen de raíz de una secuencia fija, o porque dicha secuencia puede ser improvisada y puede cambiar en cualquier momento. Hay que "tocar" a los músicos, como si fueran las teclas de un piano". Hay que "tocar" a los documentos, parafraseo ahora, como si fueran las teclas de un piano.
--crg
Wednesday, August 23, 2006
Thursday, August 17, 2006
AS IF IT WERE NO LONGER THE PRESENT
It seems likely at this stage that the truest way to treat a piece of the past is as such: as if it were no longer the present.
James Agee, Let’s Praise Famous Men
He aimed at utmost concreteness: he failed.
The Ur-Jack Keruac
over whom all the Jack Keruacs of the world were later based.
The naturalist of objects
lost in the forest of description and disbelief
a beat of a heart under the eyelid.
The communist who drank cheap gin and longed for the immediacy of a tree.
The hunter of syncopated silhouettes
seeing music in rusted machinery and freshly printed newspapers
hearing the colors accumulated in cotton fields
the land, in its largeness: stretches: is stretched:
James Agee dove into objects the way other men dive into themselves.
In Alabama amongst cotton sharecroppers
under heavy rectangles of southern light
he placed his eyes on the surface of shapes
listening to the language of symmetry and vertigo
bare artifice
morbid imprints of time.
He found philosophy in the wrinkles of a calico dress
truth in the sudden movement of approximation.
He dissected the ingredients of odors:
The odor of pine lumber, wide thin cards of it, heated in the sun, in no way doubled or insulated, in closed and darkened air. The odor of woodsmoke, hickory, oak, and cedar. The odors of cooking. Among these, most strongly, the odors of fried salt pork and fried and boiled pork lard, and second, the odor of cooked corn. The odors of sweat in many stages of age and freshness. The odors of sleep, of bedding and of breathing, for the ventilation is poor. The odors of all the dirt that in course of time can accumulate in a quilt and mattress. Odors of staleness from clothes hung or stored away, not washed.
He described the contours of a spoon with the gestures of an unrequited lover.
The minimalist
the man who died at forty five in a New York taxi cab
knowing that objects look back and flee (the backward gaze)
knowing that the courtship of language is destined to unfinish
the book. The big-hearted one
walked on the slippery pastures of meaning
seeking joy and finding joy and failure
the quietness of water broken within
his eyes.
I invoke James Agee’s eyes in this night vault
I want to see the nocturnal
choreography of man, woman, and tree
in utmost concreteness
in lingering actuality.
I try and see
nothing but the angle of approximation
the speed.
James Agee tells me:
Watch from the crackling mattress how the stars, through the roof, though strong, are yet so tired.
--crg
It seems likely at this stage that the truest way to treat a piece of the past is as such: as if it were no longer the present.
James Agee, Let’s Praise Famous Men
He aimed at utmost concreteness: he failed.
The Ur-Jack Keruac
over whom all the Jack Keruacs of the world were later based.
The naturalist of objects
lost in the forest of description and disbelief
a beat of a heart under the eyelid.
The communist who drank cheap gin and longed for the immediacy of a tree.
The hunter of syncopated silhouettes
seeing music in rusted machinery and freshly printed newspapers
hearing the colors accumulated in cotton fields
the land, in its largeness: stretches: is stretched:
James Agee dove into objects the way other men dive into themselves.
In Alabama amongst cotton sharecroppers
under heavy rectangles of southern light
he placed his eyes on the surface of shapes
listening to the language of symmetry and vertigo
bare artifice
morbid imprints of time.
He found philosophy in the wrinkles of a calico dress
truth in the sudden movement of approximation.
He dissected the ingredients of odors:
The odor of pine lumber, wide thin cards of it, heated in the sun, in no way doubled or insulated, in closed and darkened air. The odor of woodsmoke, hickory, oak, and cedar. The odors of cooking. Among these, most strongly, the odors of fried salt pork and fried and boiled pork lard, and second, the odor of cooked corn. The odors of sweat in many stages of age and freshness. The odors of sleep, of bedding and of breathing, for the ventilation is poor. The odors of all the dirt that in course of time can accumulate in a quilt and mattress. Odors of staleness from clothes hung or stored away, not washed.
He described the contours of a spoon with the gestures of an unrequited lover.
The minimalist
the man who died at forty five in a New York taxi cab
knowing that objects look back and flee (the backward gaze)
knowing that the courtship of language is destined to unfinish
the book. The big-hearted one
walked on the slippery pastures of meaning
seeking joy and finding joy and failure
the quietness of water broken within
his eyes.
I invoke James Agee’s eyes in this night vault
I want to see the nocturnal
choreography of man, woman, and tree
in utmost concreteness
in lingering actuality.
I try and see
nothing but the angle of approximation
the speed.
James Agee tells me:
Watch from the crackling mattress how the stars, through the roof, though strong, are yet so tired.
--crg
Wednesday, August 16, 2006
HISTORIAR Y FICCIONAR: Notas para leer documentos históricos en modo etonográfico
Muchas cosas suceden cuando intento leer un documento histórico como-si estuviera entrevistando a un muerto. Ésta es una de ellas:
No como pasó, sino como refulge en un momento de peligro. La frase, refulgente en sí misma, le pertenece a Walter Benjamín, más específicamente a sus tesis sobre la filosofía de la historia. La recuerdo ahora para señalar que éste, como todos los momentos en que se enuncia un deseo, es uno de esos momentos de peligro. Otro presente. Otro presente-ahora. No me interesa en este presente-ahora, como nunca me interesó en otros presentes-ahora, contar la vida de Matilda Burgos como pasó. Quiero decir que reconocí, desde el inicio, que ésa era una tarea o verdaderamente imposible o irremediablemente condenada al fracaso. En este presente-ahora en el que, o través del cual, busco esbozar algunas cuestiones sobre la aproximación, en el sentido más enigmático del término, entre lector y el texto histórico, voy hacia ese expediente que, de hecho, viene ahora de regreso de su viaje, y estancia, en la ficción. Vuelvo al expediente para oírla a ella. Y sucede, por supuesto, por principio de cuentas, que no me encuentro con ella, sino con ellos: los policías, los médicos, los laboratoristas, los comisarios, y las internas junto con quienes produjo el expediente y, dentro del expediente, la entrevista que es todo diagnóstico. No sé si todo expediente es, efectivamente, una entrevista, es decir, un punto de confluencia, un cruce de caminos, una negociación, pero sí sospecho que toda pieza escrita lo es. En el caso de los expedientes clínicos, éstos ofrecen al ojo histórico una colección de textos elaborados desde puntos de vista muy diversos. Ahí están, para empezar, las preguntas que formuló un equipo interdisciplinario, financiado por la Beneficencia Pública, las cuales constituyen El Cuestionario oficial de la institución. Y están, también, las respuestas transcritas, es decir, citadas textualmente, por un médico y, con menos frecuencia, escritas por los pacientes mismos. Las respuestas, además, vienen de distintas fuentes: los agentes de policía, los médicos que se ha consultado con anterioridad, el interno mismo, los parientes o amigos del interno. Estas respuestas tan diversas son, además, copiadas una y otra vez, especialmente cuando se trata de un interno peculiar, por los médicos del establecimiento: de letra manuscrita a la letra que produce una máquina de escribir, por ejemplo. Todas estas escrituras que conforman el expediente, las escrituras ya "originales" o ya "copiadas", incorporan cambios de perspectiva que impiden cualquier posibilidad de formular sin duda alguna la manera en como pasaron los hechos.
Ahí donde La Situación Típica clama, entonces, por una explicación, un recuento de daños, una versión en singular entre todas las posibles versiones plurales de los hechos, vuelvo a elegir, ahora con plena, y buscada, conciencia las varias escrituras que, por serlo, se convierten al instante en las escrituras entredichas y, luego entonces, en las escrituras cuestionadas. Y ese, ése y no otro, es el punto de partida para producir el efecto de impermanencia que me invita a sentir como-si-estuviera entrevistando a un grupo de personas. Como-si-estuviera oyéndolas. Sospecho que tal efecto tiene algo que ver tanto con identificar y aceptar todas las versiones accesibles del caso, como con rechazar una, sólo una: la versión final. Retrasar, desviar, posponer, rodear esa versión final debe ser una de las principales tareas de la escritura histórica en modo etnográfico.
En otras palabras: el momento de peligro es un fulgor, no una luz.
--crg
Muchas cosas suceden cuando intento leer un documento histórico como-si estuviera entrevistando a un muerto. Ésta es una de ellas:
No como pasó, sino como refulge en un momento de peligro. La frase, refulgente en sí misma, le pertenece a Walter Benjamín, más específicamente a sus tesis sobre la filosofía de la historia. La recuerdo ahora para señalar que éste, como todos los momentos en que se enuncia un deseo, es uno de esos momentos de peligro. Otro presente. Otro presente-ahora. No me interesa en este presente-ahora, como nunca me interesó en otros presentes-ahora, contar la vida de Matilda Burgos como pasó. Quiero decir que reconocí, desde el inicio, que ésa era una tarea o verdaderamente imposible o irremediablemente condenada al fracaso. En este presente-ahora en el que, o través del cual, busco esbozar algunas cuestiones sobre la aproximación, en el sentido más enigmático del término, entre lector y el texto histórico, voy hacia ese expediente que, de hecho, viene ahora de regreso de su viaje, y estancia, en la ficción. Vuelvo al expediente para oírla a ella. Y sucede, por supuesto, por principio de cuentas, que no me encuentro con ella, sino con ellos: los policías, los médicos, los laboratoristas, los comisarios, y las internas junto con quienes produjo el expediente y, dentro del expediente, la entrevista que es todo diagnóstico. No sé si todo expediente es, efectivamente, una entrevista, es decir, un punto de confluencia, un cruce de caminos, una negociación, pero sí sospecho que toda pieza escrita lo es. En el caso de los expedientes clínicos, éstos ofrecen al ojo histórico una colección de textos elaborados desde puntos de vista muy diversos. Ahí están, para empezar, las preguntas que formuló un equipo interdisciplinario, financiado por la Beneficencia Pública, las cuales constituyen El Cuestionario oficial de la institución. Y están, también, las respuestas transcritas, es decir, citadas textualmente, por un médico y, con menos frecuencia, escritas por los pacientes mismos. Las respuestas, además, vienen de distintas fuentes: los agentes de policía, los médicos que se ha consultado con anterioridad, el interno mismo, los parientes o amigos del interno. Estas respuestas tan diversas son, además, copiadas una y otra vez, especialmente cuando se trata de un interno peculiar, por los médicos del establecimiento: de letra manuscrita a la letra que produce una máquina de escribir, por ejemplo. Todas estas escrituras que conforman el expediente, las escrituras ya "originales" o ya "copiadas", incorporan cambios de perspectiva que impiden cualquier posibilidad de formular sin duda alguna la manera en como pasaron los hechos.
Ahí donde La Situación Típica clama, entonces, por una explicación, un recuento de daños, una versión en singular entre todas las posibles versiones plurales de los hechos, vuelvo a elegir, ahora con plena, y buscada, conciencia las varias escrituras que, por serlo, se convierten al instante en las escrituras entredichas y, luego entonces, en las escrituras cuestionadas. Y ese, ése y no otro, es el punto de partida para producir el efecto de impermanencia que me invita a sentir como-si-estuviera entrevistando a un grupo de personas. Como-si-estuviera oyéndolas. Sospecho que tal efecto tiene algo que ver tanto con identificar y aceptar todas las versiones accesibles del caso, como con rechazar una, sólo una: la versión final. Retrasar, desviar, posponer, rodear esa versión final debe ser una de las principales tareas de la escritura histórica en modo etnográfico.
En otras palabras: el momento de peligro es un fulgor, no una luz.
--crg
Monday, August 14, 2006
LA PRIMERA DAMA
Publicado originalmente en la columna del Colectivo La Primera Dama
El Universal, Agosto 11, 2006
Tijuana, la diurna
I. Al amanecer, ya cuando se fueron los últimos seres nocturnos, la Revo es ese mítico paisaje después de la batalla. La Cahuila. La Sexta. Algo borroso o gris. El viento que arrastra minucias. Una especie de Neo-Comala, a juzgar por los murmullos. Hay una apenas luz bajo la cual una extraña soledad, una soledad de ropas diluidas y pesados miembros, se entretiene pateando bolsas de plástico sobre las aceras. Nadie canta.
II. Ahí cerquita, bajando por la Juárez y casi sin tocar la vía rápida, las colas de autos en espera de cruzar al otro lado son las mismas. A eso también se le llama la Línea Exponencial. A cualquier hora, sin menoscabo alguno por horarios de invierno o de verano. Una constatación del infinito. Una imagen de la incesante repetición. Lo que pienso: Dios existe, o debería. El calor aumenta: los motores encendidos, el uso del clutch . Aquí siempre es la hora de los espejismos.
III. El coche parece deportivo, pero no lo es. Un buen trabajo de pintura, algo que ver con la afinación. Aquí se simula. El brazo montado sobre la puerta, el codo por fuera: ese tipo de postura. Una cadena de oro. Un cigarro encendido. Los lentes: oscuros. La música a todo volumen, en inglés. Acaso por eso me extraña que el muchacho que maneja haga tanta alharaca para llamar a la anciana que, parada en la esquina, vende chicles. Un rectángulo apenas. Algo casi vacío. Se aproxima: cabellos grises, blusa desabotonada, boca sin dientes. El hombre le sonríe mientras toma la mercancía.
-Pero deme su bendición, jefita -le pide antes de colocar algunas monedas sobre su palma abierta. Ya con ellas en la palma cerrada, la anciana extiende el brazo derecho y, con los dedos en cruz, marca la frente, las sienes y, al final, los labios. Lentamente. La sonrisa chimuela. El semáforo en verde. Algo que se desvanece.
IV. Es el restaurante donde la Tijuana-de-Alcurnia celebra sus cumpleaños. Dos por visita, al menos. Con frecuencia tres. Recomiendo el atún local sellado con ajonjolí, la lonja de pez espada de las costas de Baja California. Todas y cada una de sus ensaladas. Por sobre todas las cosas recomiendo su carta de vinos: un homenaje a las vitivinícolas del Guadalupe, un valle enclavado entre lomas áridas salpicadas de rocas extraterrestres por donde alguna vez pudo haberse extraviado un mudo. Recomiendo, ya en plano de la más absoluta honestidad, el Jardín Secreto, una botella de la casa Adobe -donde se combinan los sabores de las uvas cabernet y grenache- firmada por el enólogo Hugo D´Acosta (el mismo, en efecto, de los vinos Casa de Piedra). Un expresso cortado, después. El trío de chocolate. Al salir, todavía con los ecos del último happy-birthday en la cabeza, no es posible dejar de ver la obra reciente de Jaime Ruiz Otis sobre las paredes del bar -retazos de maquila, viejos destellos dorados, el mundo de más allá.
V. Lo bueno de Tijuana es que, cuando todo se acaba, uno puede darse el lujo de ser literal. Ahí está siempre el mar, el mar al que he llamado, por puro cariño y de manera por demás errónea, el Mar-del-Norte. ¿Ha estado usted alguna vez? Me gusta cuando es mercurial. Me gustan las familias que se extienden-ruidosas, en movimiento, pura energía sobre la arena. Los niños. Los partidos de futbol que congregan. Me gustan los elotes con sal y limón o con queso y chile; los tostilocos; los vasos de frutas. Un clamato preparado, dicen. Me gusta verlo de lejos, en paz. Gris sobre gris. El delfín de rigor. Un horizonte más presentido que real. Es la orilla de la orilla. Es el fin. El monumento lo expresa, litoralmente y en pura piedra, límite de la República Mexicana. Es, bien visto, el principio. Yo ya no vivo aquí (dixit).
--crg
Publicado originalmente en la columna del Colectivo La Primera Dama
El Universal, Agosto 11, 2006
Tijuana, la diurna
I. Al amanecer, ya cuando se fueron los últimos seres nocturnos, la Revo es ese mítico paisaje después de la batalla. La Cahuila. La Sexta. Algo borroso o gris. El viento que arrastra minucias. Una especie de Neo-Comala, a juzgar por los murmullos. Hay una apenas luz bajo la cual una extraña soledad, una soledad de ropas diluidas y pesados miembros, se entretiene pateando bolsas de plástico sobre las aceras. Nadie canta.
II. Ahí cerquita, bajando por la Juárez y casi sin tocar la vía rápida, las colas de autos en espera de cruzar al otro lado son las mismas. A eso también se le llama la Línea Exponencial. A cualquier hora, sin menoscabo alguno por horarios de invierno o de verano. Una constatación del infinito. Una imagen de la incesante repetición. Lo que pienso: Dios existe, o debería. El calor aumenta: los motores encendidos, el uso del clutch . Aquí siempre es la hora de los espejismos.
III. El coche parece deportivo, pero no lo es. Un buen trabajo de pintura, algo que ver con la afinación. Aquí se simula. El brazo montado sobre la puerta, el codo por fuera: ese tipo de postura. Una cadena de oro. Un cigarro encendido. Los lentes: oscuros. La música a todo volumen, en inglés. Acaso por eso me extraña que el muchacho que maneja haga tanta alharaca para llamar a la anciana que, parada en la esquina, vende chicles. Un rectángulo apenas. Algo casi vacío. Se aproxima: cabellos grises, blusa desabotonada, boca sin dientes. El hombre le sonríe mientras toma la mercancía.
-Pero deme su bendición, jefita -le pide antes de colocar algunas monedas sobre su palma abierta. Ya con ellas en la palma cerrada, la anciana extiende el brazo derecho y, con los dedos en cruz, marca la frente, las sienes y, al final, los labios. Lentamente. La sonrisa chimuela. El semáforo en verde. Algo que se desvanece.
IV. Es el restaurante donde la Tijuana-de-Alcurnia celebra sus cumpleaños. Dos por visita, al menos. Con frecuencia tres. Recomiendo el atún local sellado con ajonjolí, la lonja de pez espada de las costas de Baja California. Todas y cada una de sus ensaladas. Por sobre todas las cosas recomiendo su carta de vinos: un homenaje a las vitivinícolas del Guadalupe, un valle enclavado entre lomas áridas salpicadas de rocas extraterrestres por donde alguna vez pudo haberse extraviado un mudo. Recomiendo, ya en plano de la más absoluta honestidad, el Jardín Secreto, una botella de la casa Adobe -donde se combinan los sabores de las uvas cabernet y grenache- firmada por el enólogo Hugo D´Acosta (el mismo, en efecto, de los vinos Casa de Piedra). Un expresso cortado, después. El trío de chocolate. Al salir, todavía con los ecos del último happy-birthday en la cabeza, no es posible dejar de ver la obra reciente de Jaime Ruiz Otis sobre las paredes del bar -retazos de maquila, viejos destellos dorados, el mundo de más allá.
V. Lo bueno de Tijuana es que, cuando todo se acaba, uno puede darse el lujo de ser literal. Ahí está siempre el mar, el mar al que he llamado, por puro cariño y de manera por demás errónea, el Mar-del-Norte. ¿Ha estado usted alguna vez? Me gusta cuando es mercurial. Me gustan las familias que se extienden-ruidosas, en movimiento, pura energía sobre la arena. Los niños. Los partidos de futbol que congregan. Me gustan los elotes con sal y limón o con queso y chile; los tostilocos; los vasos de frutas. Un clamato preparado, dicen. Me gusta verlo de lejos, en paz. Gris sobre gris. El delfín de rigor. Un horizonte más presentido que real. Es la orilla de la orilla. Es el fin. El monumento lo expresa, litoralmente y en pura piedra, límite de la República Mexicana. Es, bien visto, el principio. Yo ya no vivo aquí (dixit).
--crg
Wednesday, August 02, 2006
AHORA QUE VIVO EN EL ORIENTE
Yo vivía en el nombre de una heroína. Cuando alguien me preguntaba mi dirección tenía que recurrir, forzosamente, a la historia libertaria del país. Una causa independentista. Me gustaba que su nombre implicaba, de manera nada subliminal, un rugido y que su apellido, azarosamente, también le pertenecía a Diamantina, La Verdadera. La ficción que se vuelve ficción, aunque por doble partida.
Todo eso cambió ya. Mientras no estaba, le cambiaron de nombre a mi calle. Ahora vivo en el oriente. Así. Sin más. Asepsia.
Supongo que son los signos de los tiempos. Así también se hace la política.
Lo que me recuerda la silenciosa y no por ello menos cruenta guerra de denominaciones que sufrieron (¿o gozaron?) las calles de la ciudad de México a fines del silgo XIX. Deseosos de tener la última palabra, gobiernos de distintas índoles se dieron a la tarea de marcar el territorio de la urbe con la orina del nombre. Una lectura con consecuencias. La exégesis de la inscripción. Por debajo de todo ello, ya con anuncio o ya sin él, seguramente por la fuerza de la costumbre que es una verdadera fuerza, transeúntes y locatarios, vecinos y visitantes, siguieron llamando a las calles, a sus calles, de las maneras íntimas o consabidas. Resistencia pasiva (dirían algunos teóricos). Tradición oral (dirían otros más). Fanatismo. Será el sereno, digo yo, pero a uno no le pueden cambiar el nombre de su calle así como así. Mucho menos in absentia. I´d rather not, contestaba Bartelby a toda provocación. No, gracias, digo yo en eco apropiadamente mexicano. Las buenas maneras. O lo que es lo mismo: aunque oficialmente yo me encuentre en el oriente del mundo, y mi correo llegue en efecto ahí, prefiero seguir habitando en la calle que me recuerda, entre otras tantas anécdotas, a una mujer que hizo de un tacón un arma política.
--crg
Yo vivía en el nombre de una heroína. Cuando alguien me preguntaba mi dirección tenía que recurrir, forzosamente, a la historia libertaria del país. Una causa independentista. Me gustaba que su nombre implicaba, de manera nada subliminal, un rugido y que su apellido, azarosamente, también le pertenecía a Diamantina, La Verdadera. La ficción que se vuelve ficción, aunque por doble partida.
Todo eso cambió ya. Mientras no estaba, le cambiaron de nombre a mi calle. Ahora vivo en el oriente. Así. Sin más. Asepsia.
Supongo que son los signos de los tiempos. Así también se hace la política.
Lo que me recuerda la silenciosa y no por ello menos cruenta guerra de denominaciones que sufrieron (¿o gozaron?) las calles de la ciudad de México a fines del silgo XIX. Deseosos de tener la última palabra, gobiernos de distintas índoles se dieron a la tarea de marcar el territorio de la urbe con la orina del nombre. Una lectura con consecuencias. La exégesis de la inscripción. Por debajo de todo ello, ya con anuncio o ya sin él, seguramente por la fuerza de la costumbre que es una verdadera fuerza, transeúntes y locatarios, vecinos y visitantes, siguieron llamando a las calles, a sus calles, de las maneras íntimas o consabidas. Resistencia pasiva (dirían algunos teóricos). Tradición oral (dirían otros más). Fanatismo. Será el sereno, digo yo, pero a uno no le pueden cambiar el nombre de su calle así como así. Mucho menos in absentia. I´d rather not, contestaba Bartelby a toda provocación. No, gracias, digo yo en eco apropiadamente mexicano. Las buenas maneras. O lo que es lo mismo: aunque oficialmente yo me encuentre en el oriente del mundo, y mi correo llegue en efecto ahí, prefiero seguir habitando en la calle que me recuerda, entre otras tantas anécdotas, a una mujer que hizo de un tacón un arma política.
--crg
Saturday, July 22, 2006
EL CUERPO, QUE TIENE DOS PIES
Uno va al mar. Uno va al mar y se detiene. Distancia anecdótica. El cuerpo tiene dos pies. Tiene dedos. Uñas. Quién es uno? Alguien se aproxima. Alguno se moja los dedos de un pie. Alguien deja huella. Uno no es dos. Me gusta el adjetivo "trémulo". Mientras todo esto pasa yo pienso en otra cosa. Eso es lo que escribe en mí. La otra cosa que pasa mientras. Pero me quedé en que iba al mar. Me quedé adentro. Algo se aleja.
--crg
Uno va al mar. Uno va al mar y se detiene. Distancia anecdótica. El cuerpo tiene dos pies. Tiene dedos. Uñas. Quién es uno? Alguien se aproxima. Alguno se moja los dedos de un pie. Alguien deja huella. Uno no es dos. Me gusta el adjetivo "trémulo". Mientras todo esto pasa yo pienso en otra cosa. Eso es lo que escribe en mí. La otra cosa que pasa mientras. Pero me quedé en que iba al mar. Me quedé adentro. Algo se aleja.
--crg
LA GUILLOTINA ANECDÓTICA
Alguien ha perdido para siempre a una mujer. Hace calor. La paleta de grosella es pura infancia. La lengua roja. Quien da el regalo no sabe que da el regalo. Quien recibe el regalo no sabe que lo recibe. Alguien ha perdido. Un callejón bajo la luz que es una pesa que es una guillotina. El sol. El regalo es la enunciación del regalo. El personaje no existe en la imaginación. Hay una diferencia letal entre lo anécdotico y lo concreto. El personaje sólo existe en la escritura. Niña malcriada. La lengua roja. Lo concreto es la oración. Ha perdido alguien. Fantasmático, el regalo. Una lengua concreta de color rojo, grosella como la infancia. Y la niña? Una guillotina anecdótica. Se trata de no saber. Calor, demasiado. Se trata de la pérdida.
--crg
Alguien ha perdido para siempre a una mujer. Hace calor. La paleta de grosella es pura infancia. La lengua roja. Quien da el regalo no sabe que da el regalo. Quien recibe el regalo no sabe que lo recibe. Alguien ha perdido. Un callejón bajo la luz que es una pesa que es una guillotina. El sol. El regalo es la enunciación del regalo. El personaje no existe en la imaginación. Hay una diferencia letal entre lo anécdotico y lo concreto. El personaje sólo existe en la escritura. Niña malcriada. La lengua roja. Lo concreto es la oración. Ha perdido alguien. Fantasmático, el regalo. Una lengua concreta de color rojo, grosella como la infancia. Y la niña? Una guillotina anecdótica. Se trata de no saber. Calor, demasiado. Se trata de la pérdida.
--crg
Wednesday, July 19, 2006
LA ESCRITURA ES SIEMPRE MÁS INTELIGENTE QUE NOSOTROS
Uno tiene que poner las tripas. En el momento que domina la forma muere la obsesión. La idea es una emoción del pensamiento. Tiene que haber un cierto crecendo. No existen los hechos estéticos dentro de la convencionalidad. Jorge Monteleone, El relato de viaje. Me gustaría discrepar. De qué manera se puede emocionar el lenguaje. Un escritor no se hace en años; se hace en décadas. Necesitas un vidrio. Eso es lo que es: necesitas un vidrio. Nicolás Peyceré, Los días sentimentales. Empieza a escribir a ciegas. A mí las anécdotas no me importan, la verdad. Perfecta quiere decir la emoción que tú le quieres dar. Ella tiene un ritmo interior en que respira y sufre y es feliz. Cada quien tiene que descubrir, que es construir, ese ritmo. El ácido. Lo que uno no domina. Lo que va en contra de los que sabes hacer. En otro archivo, en la desesperación.
Todo esto, y más, lo ha dicho Maria Negroni en la sala del Laboratorio Fronterizo de Escritores del FCE/San Diego.
--crg
Uno tiene que poner las tripas. En el momento que domina la forma muere la obsesión. La idea es una emoción del pensamiento. Tiene que haber un cierto crecendo. No existen los hechos estéticos dentro de la convencionalidad. Jorge Monteleone, El relato de viaje. Me gustaría discrepar. De qué manera se puede emocionar el lenguaje. Un escritor no se hace en años; se hace en décadas. Necesitas un vidrio. Eso es lo que es: necesitas un vidrio. Nicolás Peyceré, Los días sentimentales. Empieza a escribir a ciegas. A mí las anécdotas no me importan, la verdad. Perfecta quiere decir la emoción que tú le quieres dar. Ella tiene un ritmo interior en que respira y sufre y es feliz. Cada quien tiene que descubrir, que es construir, ese ritmo. El ácido. Lo que uno no domina. Lo que va en contra de los que sabes hacer. En otro archivo, en la desesperación.
Todo esto, y más, lo ha dicho Maria Negroni en la sala del Laboratorio Fronterizo de Escritores del FCE/San Diego.
--crg
Sunday, July 16, 2006
Tuesday, July 04, 2006
Sunday, July 02, 2006
Thursday, June 29, 2006
EL PLURAL QUE CRUZA: dos inoportunas preguntillas
I.
Cruzamos todos los días, o casi. Una caravana bajo un sol al que sólo puedo calificar de blistering. No hay pases especiales. No hay privilegio. Cruzamos como cruza todo mundo: lentamente, a regañadientes, cuidándose de que nadie, jugando a la distracción, se meta en la fila. Cruzamos para ir a trabajar (en los textos). El cruce como un lento estado de alerta. El cruce como un arresto. ¿Quién que haya cruzado así, todos los días, para ir a trabajar o para regresar de trabajar pudo haber pensado que las palabras "fluir", "movedizo", "combinatoria" le pertenecían a estos pasos?
Este es, por supuesto, un pensamiento insolado y anti-cool. Estoy de acuerdo.
II.
Antes, cuando cruzaba sola, utilizaba el par de horas que me tomaba ir de un lado al otro para pensar en la inmortalidad del cangrejo, los tres pies del gato o el punto de fuga de la hipotenusa. Cruzar era meditar. Un viaje hacia adentro. El lujo de estar en silencio. Ahora que cruzo en plural, platico. Platicamos. Sobre el cruce. Sobre lo que dejamos atrás. Sobre lo que avizoramos adelante. Una forma extraña de la socialidad. Esta conversación. Este otro cruce.
--crg
I.
Cruzamos todos los días, o casi. Una caravana bajo un sol al que sólo puedo calificar de blistering. No hay pases especiales. No hay privilegio. Cruzamos como cruza todo mundo: lentamente, a regañadientes, cuidándose de que nadie, jugando a la distracción, se meta en la fila. Cruzamos para ir a trabajar (en los textos). El cruce como un lento estado de alerta. El cruce como un arresto. ¿Quién que haya cruzado así, todos los días, para ir a trabajar o para regresar de trabajar pudo haber pensado que las palabras "fluir", "movedizo", "combinatoria" le pertenecían a estos pasos?
Este es, por supuesto, un pensamiento insolado y anti-cool. Estoy de acuerdo.
II.
Antes, cuando cruzaba sola, utilizaba el par de horas que me tomaba ir de un lado al otro para pensar en la inmortalidad del cangrejo, los tres pies del gato o el punto de fuga de la hipotenusa. Cruzar era meditar. Un viaje hacia adentro. El lujo de estar en silencio. Ahora que cruzo en plural, platico. Platicamos. Sobre el cruce. Sobre lo que dejamos atrás. Sobre lo que avizoramos adelante. Una forma extraña de la socialidad. Esta conversación. Este otro cruce.
--crg
Monday, June 26, 2006
BORDER WATCH: LAB CASUALTIES (segunda semana)
Domingo 25 de junio del 2006: John Pluecker y Pepe Vazquez confiesan escribir short-stoetry.
Lunes 26 de junio del 2006: Reynaldo Jiménez pasa de revisión en revisión migratoria, sale, regresa, vuelve a pasar, hasta que obtiene, tiempo después como dicen los narradores, el permiso que le permitirá cruzar. El coche de Lorena Mancilla se queda sin luz cuando regresa (esto a causa, sin duda alguna, de la envidia universal) del concierto de radiohead. Abraham Morales Moreno stranded in Tijuana´s airport.
Martes 27 de junio del 2006: Jenny Donovan, Paloma Gonzalez, Abril Castro, Lorena Mancilla, y Sylvia Aguilar se enfrentan a un migra cuyo apellido es Loveless. da.
Miercoles 28 de junio del 2006: Roman Lujan pierde tarjeta de debito en hambriento banquero automatico fronterizo. Computadora fronteriza borra archivo de escritura de Paloma Gonzalez.
Jueves 29 de junio del 2006: Jenny Donovan y Cristina Rivera Garza se reúnen en Tijuana para hablar del proyecto. Hablan. Hablan mucho. Cuando salen de la cenaduría donde almorzaron (sic) ven la instalación que ha dejado sobre sus parabrisas el policía de tránsito: multa por exceder el tiempo del parquímetro. Costo MUY nacional: 14 dólares (7 por pagarla a tiempo). Luego, en otro lado de la ciudad, Arcadio Leos al volante, de este lado, y con dirección al CECUT. Arcadio Leos se aproxima, casi llega. Pero termina, oh no, en la línea. !Mira que tener que cruzar cuando no hay que cruzar!
Viernes 30 d ejunio 2006: si hubo casualties, yo no me enteré.
--crg
Domingo 25 de junio del 2006: John Pluecker y Pepe Vazquez confiesan escribir short-stoetry.
Lunes 26 de junio del 2006: Reynaldo Jiménez pasa de revisión en revisión migratoria, sale, regresa, vuelve a pasar, hasta que obtiene, tiempo después como dicen los narradores, el permiso que le permitirá cruzar. El coche de Lorena Mancilla se queda sin luz cuando regresa (esto a causa, sin duda alguna, de la envidia universal) del concierto de radiohead. Abraham Morales Moreno stranded in Tijuana´s airport.
Martes 27 de junio del 2006: Jenny Donovan, Paloma Gonzalez, Abril Castro, Lorena Mancilla, y Sylvia Aguilar se enfrentan a un migra cuyo apellido es Loveless. da.
Miercoles 28 de junio del 2006: Roman Lujan pierde tarjeta de debito en hambriento banquero automatico fronterizo. Computadora fronteriza borra archivo de escritura de Paloma Gonzalez.
Jueves 29 de junio del 2006: Jenny Donovan y Cristina Rivera Garza se reúnen en Tijuana para hablar del proyecto. Hablan. Hablan mucho. Cuando salen de la cenaduría donde almorzaron (sic) ven la instalación que ha dejado sobre sus parabrisas el policía de tránsito: multa por exceder el tiempo del parquímetro. Costo MUY nacional: 14 dólares (7 por pagarla a tiempo). Luego, en otro lado de la ciudad, Arcadio Leos al volante, de este lado, y con dirección al CECUT. Arcadio Leos se aproxima, casi llega. Pero termina, oh no, en la línea. !Mira que tener que cruzar cuando no hay que cruzar!
Viernes 30 d ejunio 2006: si hubo casualties, yo no me enteré.
--crg
Wednesday, June 21, 2006
BORDER WATCH: LAB CASUALTIES (primera semana)
Domingo 18 de junio 2006: Román Luján perdido por dos horas en distintas zonas de Playas de Tijuana. Noé Morales Muñoz stranded in Tijuana´s airport.
Lunes 19 de junio 2006: Lorena Mancilla olvida su visa en Rosarito. Amaranta Caballero stranded in Palm Ave. trolley station without a map.
Martes 20 de junio 2006: Cristna Rivera Garza y Pepe Porcayo perdidos por dos horas entre Imperial Beach y Chula Vista.
Miércoles 21 de junio 2006: Cristina Rivera Garza, Pepe Porcayo, y Paty Blake sobre carro súbitamente desclochado justo en la línea de cruce fronterizo. Costo de grúa binacional: 100 dólares. Diálogo entre migra-en-plan-de-feroz-crítico-literario y van llena de laboratoristas fronterizos: ¿y pertenecen a una congregación o secta? ¿y ustedes qué escriben? Imaginación radical requerida para poder escuchar los titubeos (y las mentiras a medias) de los que cruzan géneros. Jaime Romero y Arcadio Leos stranded in orange line.
Jueves 22 de junio 2006: casualty-free day.
Viernes 23 de junio 2006: Pepe Porcayo, John Pluecker, Cristina Rivera Garza, Pepe Vázquez y Amaranta Caballero impávidos frente a las puertas MUY cerradas del Zaca.
--crg
Domingo 18 de junio 2006: Román Luján perdido por dos horas en distintas zonas de Playas de Tijuana. Noé Morales Muñoz stranded in Tijuana´s airport.
Lunes 19 de junio 2006: Lorena Mancilla olvida su visa en Rosarito. Amaranta Caballero stranded in Palm Ave. trolley station without a map.
Martes 20 de junio 2006: Cristna Rivera Garza y Pepe Porcayo perdidos por dos horas entre Imperial Beach y Chula Vista.
Miércoles 21 de junio 2006: Cristina Rivera Garza, Pepe Porcayo, y Paty Blake sobre carro súbitamente desclochado justo en la línea de cruce fronterizo. Costo de grúa binacional: 100 dólares. Diálogo entre migra-en-plan-de-feroz-crítico-literario y van llena de laboratoristas fronterizos: ¿y pertenecen a una congregación o secta? ¿y ustedes qué escriben? Imaginación radical requerida para poder escuchar los titubeos (y las mentiras a medias) de los que cruzan géneros. Jaime Romero y Arcadio Leos stranded in orange line.
Jueves 22 de junio 2006: casualty-free day.
Viernes 23 de junio 2006: Pepe Porcayo, John Pluecker, Cristina Rivera Garza, Pepe Vázquez y Amaranta Caballero impávidos frente a las puertas MUY cerradas del Zaca.
--crg
Friday, June 16, 2006
LA PRIMERA DAMA
El UniversalViernes 09 de junio de 2006
Sección Cultural, pág. 3
EL SUEÑO DE DERECHAS
AGM
Hace poco, una amiga mía anhelaba encontrar al hombre de su vida: un Pedro Armendáriz que la domine. Habla tres idiomas, tiene un doctorado y una prometedora profesión transnacional, es muy bonita. Le pregunté por qué necesita soñar ese sueño de derecha. Y en los últimos días no he dejado de preguntarme si todos nosotros, como sociedad, no estamos atrapados en una fantasía patética y muy similar. ¿Quién es el Pedro Armendáriz que merece nuestro suspiro y nuestro voto para dominarnos durante seis años?
(Adelantándose o respondiendo a esta fantasía, algunas fuerzas políticas se han asegurado de producir y llevar a los medios el espectáculo de muchas mujeres golpeadas, violadas, expulsadas del país. ¿Eso queremos? ¿Un Pedro Armendáriz que nos dé de toletazos, con todas las posibilidades metafóricas de tan bella frase? Sin duda eso quisieron los votantes hace seis años: un señor altote, de sombrero y botas, de humor populachero. ¿A quién echarle la culpa si no colmaron nuestros más íntimos anhelos?)
Debo reconocer que el paralelismo entre mi amiga y la Patria no es muy original: pasé mi infancia leyendo los libros de texto gratuitos, que me infundieron la certeza de que la Patria es una mestiza guapota, digna coestelar de cualquier producción de la Edad de Oro del Cine Nacional. ¿Cuáles serían sus fantasías eróticas? ¿Se limitaría a ceñirle las cananas a su Pedro Armendáriz, o tendría deseos más audaces? ¿Quién ha soñado otros sueños? ¿Cómo es un sueño de izquierda, o un sueño que pueda salir de esas limitadas direcciones binarias y merezca ser soñado en estos días?
Quizás existan en algunos lugares remotos de este país algunos votantes ilusionados, capaces de entregar sus esperanzas a alguno de los candidatos que se esmeran por pasar inadvertidos mientras llega el gran día. A mí lo que me queda claro es que ninguno quiere arriesgarse ni a levantar la voz, ni a salirse de lo permitido. No lo vaya a oír alguien que altere las encuestas o pueda organizar otro numerito no previsto en sus planes de campaña. Nosotros, sus votantes que esperamos la serenata en el balcón, somos lo último que les interesa. Apenas si alguno se ha dado un paseíto a caballo para convencernos de que es sexy.
Que ellos no puedan soñar un sueño digno del momento me parece normal en un burócrata. Pero la desilusión que escucho en todas partes, el hartazgo, el deseo de incinerar la credencial del IFE, ¿querrá decir que nos cansamos del sueño de derecha? ¿Alguno de nosotros estará a punto de soñar algo que nos inspire, nos excite, nos permita comprometernos durante seis años?
¿DE QUÉ COLOR ES TU TRAJE, PEDRO ARMENDÁRIZ?
GHD
¿Un superhéroe electoral? ¿Un Superman mexicano vestido de urna con todo y capa? ¿Acaso aquel hermano desconocido del Zorro (The Gay Blade ) interpretado por George Hamilton en los 80?
Pareciera el guión de un cómic que aun no acaba de dibujarse, pues no se puede retratar lo invisible. Para muchas de las personas integrantes de la disidencia a la heterosexualidad LGBT (Lesbianas Gays Bisexuales y Transexuales o Transgenéricas mexicanas) nuestra visibilidad política equivale a lo mismo: a la del vapor.
Como mujer transexual veo muy difícil que un Pedro Armendáriz venga cabalgando con su traje de charro y me ofrezca defender mis derechos ciudadanos en una pelea de seis años contra los malvados.
No lo creo, pues el recuerdo de Pedro Armendáriz que tengo está en blanco y negro. En este momento el multicolor panorama electoral es todo menos el arco iris que nos representa.
¿Podrá venir Pedro vestido de azul combinado con las blancas páginas de una Biblia abierta a asegurarme que peleará por la salvación de mi alma? Sin duda no por mis derechos, pese a que los pago con los impuestos de mis pantimedias.
¿Podrá venir vestido de sandía a mostrarme su testosterónica fuerza para garantizar que su machismo me hará sentir segura?
¿O quizá se pondrá su traje color yema de huevo y, con la bravura de un pez fuera del agua, saldrá dando coletazos hacia aquellos que aún me dicen que no existo, pese a que uno de los más importantes ideólogos de la izquierda española haya dicho que la homofobia en la izquierda es un acto contra natura?
¿Y si cambiamos a los tres Pedros, con todo y sus pistolas y sus trajes de charro camaleónico, por un sencillo ser humano con la sensibilidad de Rodríguez Zapatero?
En unos días España aprobará la Ley de Identidad de Género que permitirá a las mujeres transexuales como yo obtener su identidad legal. Pedro Zerolo, Miguel Fernández y Carla Antonelli lo lograrán, al igual que se ha logrado que todas las personas homosexuales tengan los mismos derechos que las heterosexuales, incluso la posibilidad de casarse y adoptar hijos. En Inglaterra el gobierno de Blair ya otorga la identidad femenina a las mujeres transexuales y permite las bodas homosexuales.
¿Y si sentamos a nuestro Pedro Armendáriz y lo ponemos a escuchar durante horas discos de Elton John y a ver películas de Almodóvar?
¿Y si le quitamos el complejo de machista Chapulín Colorado electoral listo para que lo invoque un votante heterosexual en problemas y en busca de una despensa o de un crédito en el Fobaproa? ¡Oh!, y ahora, ¿quién podrá defenderme?
El buen superhéroe armado de su urna justiciera me ofrece una cómoda invisibilidad, la transparencia decolorada. Ofrece ser mi fantasía sexual, hacerme sentirme mujer en una credencial oficial sólo si estoy dormida. Pero de alguna forma coincidimos: ambos queremos cambiar nuestros nombres legalmente.
Yo sueño con una credencial con mi nombre: Gloria, y él con el suyo: Peter.
Pero mientras él se acerca a lograrlo, yo espero con tedio la madrugada, abrazada a mi gato de peluche y viendo aquellas películas blanconegras de Pedro Armendáriz. Con un nada culpable dejo de imaginación puedo verlo filmarlas vestido de un flamante traje de charro color rosa.
Primera Dama es un colectivo formado por: Vizania Amezcua, Ishtar Cardona, Alberto Chimal, Juan Carlos Bautista, Adriana González Mateos, Saúl Gutiérrez, Noé Morales Muñoz y Cristina Rivera-Garza.
--crg
El UniversalViernes 09 de junio de 2006
Sección Cultural, pág. 3
EL SUEÑO DE DERECHAS
AGM
Hace poco, una amiga mía anhelaba encontrar al hombre de su vida: un Pedro Armendáriz que la domine. Habla tres idiomas, tiene un doctorado y una prometedora profesión transnacional, es muy bonita. Le pregunté por qué necesita soñar ese sueño de derecha. Y en los últimos días no he dejado de preguntarme si todos nosotros, como sociedad, no estamos atrapados en una fantasía patética y muy similar. ¿Quién es el Pedro Armendáriz que merece nuestro suspiro y nuestro voto para dominarnos durante seis años?
(Adelantándose o respondiendo a esta fantasía, algunas fuerzas políticas se han asegurado de producir y llevar a los medios el espectáculo de muchas mujeres golpeadas, violadas, expulsadas del país. ¿Eso queremos? ¿Un Pedro Armendáriz que nos dé de toletazos, con todas las posibilidades metafóricas de tan bella frase? Sin duda eso quisieron los votantes hace seis años: un señor altote, de sombrero y botas, de humor populachero. ¿A quién echarle la culpa si no colmaron nuestros más íntimos anhelos?)
Debo reconocer que el paralelismo entre mi amiga y la Patria no es muy original: pasé mi infancia leyendo los libros de texto gratuitos, que me infundieron la certeza de que la Patria es una mestiza guapota, digna coestelar de cualquier producción de la Edad de Oro del Cine Nacional. ¿Cuáles serían sus fantasías eróticas? ¿Se limitaría a ceñirle las cananas a su Pedro Armendáriz, o tendría deseos más audaces? ¿Quién ha soñado otros sueños? ¿Cómo es un sueño de izquierda, o un sueño que pueda salir de esas limitadas direcciones binarias y merezca ser soñado en estos días?
Quizás existan en algunos lugares remotos de este país algunos votantes ilusionados, capaces de entregar sus esperanzas a alguno de los candidatos que se esmeran por pasar inadvertidos mientras llega el gran día. A mí lo que me queda claro es que ninguno quiere arriesgarse ni a levantar la voz, ni a salirse de lo permitido. No lo vaya a oír alguien que altere las encuestas o pueda organizar otro numerito no previsto en sus planes de campaña. Nosotros, sus votantes que esperamos la serenata en el balcón, somos lo último que les interesa. Apenas si alguno se ha dado un paseíto a caballo para convencernos de que es sexy.
Que ellos no puedan soñar un sueño digno del momento me parece normal en un burócrata. Pero la desilusión que escucho en todas partes, el hartazgo, el deseo de incinerar la credencial del IFE, ¿querrá decir que nos cansamos del sueño de derecha? ¿Alguno de nosotros estará a punto de soñar algo que nos inspire, nos excite, nos permita comprometernos durante seis años?
¿DE QUÉ COLOR ES TU TRAJE, PEDRO ARMENDÁRIZ?
GHD
¿Un superhéroe electoral? ¿Un Superman mexicano vestido de urna con todo y capa? ¿Acaso aquel hermano desconocido del Zorro (The Gay Blade ) interpretado por George Hamilton en los 80?
Pareciera el guión de un cómic que aun no acaba de dibujarse, pues no se puede retratar lo invisible. Para muchas de las personas integrantes de la disidencia a la heterosexualidad LGBT (Lesbianas Gays Bisexuales y Transexuales o Transgenéricas mexicanas) nuestra visibilidad política equivale a lo mismo: a la del vapor.
Como mujer transexual veo muy difícil que un Pedro Armendáriz venga cabalgando con su traje de charro y me ofrezca defender mis derechos ciudadanos en una pelea de seis años contra los malvados.
No lo creo, pues el recuerdo de Pedro Armendáriz que tengo está en blanco y negro. En este momento el multicolor panorama electoral es todo menos el arco iris que nos representa.
¿Podrá venir Pedro vestido de azul combinado con las blancas páginas de una Biblia abierta a asegurarme que peleará por la salvación de mi alma? Sin duda no por mis derechos, pese a que los pago con los impuestos de mis pantimedias.
¿Podrá venir vestido de sandía a mostrarme su testosterónica fuerza para garantizar que su machismo me hará sentir segura?
¿O quizá se pondrá su traje color yema de huevo y, con la bravura de un pez fuera del agua, saldrá dando coletazos hacia aquellos que aún me dicen que no existo, pese a que uno de los más importantes ideólogos de la izquierda española haya dicho que la homofobia en la izquierda es un acto contra natura?
¿Y si cambiamos a los tres Pedros, con todo y sus pistolas y sus trajes de charro camaleónico, por un sencillo ser humano con la sensibilidad de Rodríguez Zapatero?
En unos días España aprobará la Ley de Identidad de Género que permitirá a las mujeres transexuales como yo obtener su identidad legal. Pedro Zerolo, Miguel Fernández y Carla Antonelli lo lograrán, al igual que se ha logrado que todas las personas homosexuales tengan los mismos derechos que las heterosexuales, incluso la posibilidad de casarse y adoptar hijos. En Inglaterra el gobierno de Blair ya otorga la identidad femenina a las mujeres transexuales y permite las bodas homosexuales.
¿Y si sentamos a nuestro Pedro Armendáriz y lo ponemos a escuchar durante horas discos de Elton John y a ver películas de Almodóvar?
¿Y si le quitamos el complejo de machista Chapulín Colorado electoral listo para que lo invoque un votante heterosexual en problemas y en busca de una despensa o de un crédito en el Fobaproa? ¡Oh!, y ahora, ¿quién podrá defenderme?
El buen superhéroe armado de su urna justiciera me ofrece una cómoda invisibilidad, la transparencia decolorada. Ofrece ser mi fantasía sexual, hacerme sentirme mujer en una credencial oficial sólo si estoy dormida. Pero de alguna forma coincidimos: ambos queremos cambiar nuestros nombres legalmente.
Yo sueño con una credencial con mi nombre: Gloria, y él con el suyo: Peter.
Pero mientras él se acerca a lograrlo, yo espero con tedio la madrugada, abrazada a mi gato de peluche y viendo aquellas películas blanconegras de Pedro Armendáriz. Con un nada culpable dejo de imaginación puedo verlo filmarlas vestido de un flamante traje de charro color rosa.
Primera Dama es un colectivo formado por: Vizania Amezcua, Ishtar Cardona, Alberto Chimal, Juan Carlos Bautista, Adriana González Mateos, Saúl Gutiérrez, Noé Morales Muñoz y Cristina Rivera-Garza.
--crg
Tuesday, June 13, 2006
EVE DICE:
Los invito a leer esta nota de mi blog referente a la Semana de la Mujer Invisible:
AQUÍ
Gracias, besos
ev
Puedes leerla en:
www.evetrenzas.blogspot.com
www.evegil.blogspot.com
Por segundo año consecutivo, Cristina Rivera Garza monta un evento que bajo un tamiz divertido logra su real propósito de invitar a la reflexión a sus participantes. La Internacional Semana de la Mujer Invisible reunió a un grupo de mujeres artistas de diversas disciplinas que echaron a volar su imaginación para manifestar su respectiva experiencia con la invisibilidad, pues de hecho la de la invisibilidad es una experiencia prácticamente inherente a la condición femenina, como dejaron asentado Virginia Woolf en Mrs. Dalloway, o Rosario Castellanos en Balún Canán; fenómeno, aclaremos, más cultural que físico -aunque evidentemente la mayoría de nosotras recurrió, para su representación, a los símiles de la Sue Storm de Los cuatro fantásticos y el referente novelístico de H.G Wells-, que las obras antes citadas abordan no sin ironía: por un lado, la invisibilidad de la esposa del hombre importante en relación con este, y la de una niña pequeña respecto a su hermanito varón. Se trata, por supuesto, de una circunstancia relativa, pues la presencia corpórea de estas personajes en advertida por quienes las rodean. Lo que definitivamente pasa desapercibido para todo mundo, es la importancia de ese ser, es decir, su calidad de ser humano, al grado de que a la madre de la niña narradora de Balún Canán la presencia de esta no la frena para lamentarse, en el lecho de muerte de su hijo, que sea el varón y no la hembra quien haya muerto.
La mayoría de nosotras tiene experiencias de invisibilidad qué contar. Me viene a la mente una que me contó mi madre, que en su juventud fue muy acosada por tenorios callejeros debido a su gran belleza. "Un día, de repente, dejaron de voltearse en la calle para mirarme; prácticamente se estrellaban contra mí cuando caminaba sobre la acera. Cesaron abruptamente los piropos y los dependientes ya no me sonreían. Supe, de un momento a otro, que había dejado de ser joven, y fue el día más horrible de mi vida." La mujer, pareciera ser, se transforma en un ser transparente apenas se aleja de los estereotipos vigentes de belleza, y por supuesto no faltan las que, buscando desesperadamente recuperar presencia, recurren a soluciones verdaderamente extremas como, por ejemplo, ropa llamativa o implantes de silicona; esfuerzos que llegan a resultar patéticos, sobre todo cuando estas mujeres invisibles se transforman en una prótesis que camina. Otra experiencia de invisibilidad es la que cotidianamente lidian las mujeres que anteponen el cerebro a la apariencia física. Ejemplo: Patricia Mercado es una candidata presidencial invisible. Si fuera un requisito medir el coeficiente intelectual de los cinco presidenciables -sí, son cinco y no cuatro-, es un hecho que la candidata invisible superaría con creces a sus contrincantes, sin embargo nadie la ve, ni la oye. En este tenor, la académica Maricruz Castro Ricalde sorprendió a los asistentes a la Internacional Semana de la Mujer Invisible con una instalación en la que se exhibían las portadas de todas las antologías en lengua castellana que han omitido a las escritoras. Salvo las dos o tres féminas incluidas como de cajón, pudiéramos enumerar entre las más ilustres invisibles de la literatura mexicana a la mismísima Elena Garro (de esa especie de invisible chocarrera que nadie ve pero todos oyen), seguida de Nellie Campobello, Guadalupe Dueñas, Ámparo Dávila, Emma Dolujanoff, Aurora Reyes, Josefina Vicens, Luisa Josefina Hernández, María Luisa Mendoza, María Elvia Bermúdez, Vilma Fuentes, Gabriela Rábago Palafox, Emma Godoy, María Luisa Puga y un etcétera interminable que debiera incluir asimismo a otras tantas extraordinarias escritoras latinoamericanas poco conocidas, no obstante su genialidad, entre otras la argentina Luisa Valenzuela, la uruguaya Cristina Peri Rossi, la chilena Diamela Eltit, la peruana Patricia de Souza, la ecuatoriana Alicia Yanez Cossio, la costarricense Carmen Naranjo, la venezolana Victoria Stefano, la puertorriqueña Mayra Santos Febres, la colombiana Alba Lucía Angel, y otro larguísimo etcétera.
Por supuesto, no falta el ingenuo (a) que considere que es un problema de ausencia; que la razón de la escasez de nombres femeninos en la historia del arte, de la política, de la ciencia y de la religión se debe a la falta de coraje de las propias mujeres, peor aún, a la falta de talento e inteligencia, y si bien debe ser cierto que muchas mujeres optaron por doblar las manos (pienso, por ejemplo, en Alma Mahler que eligió no eclipsar a su célebre marido y de motu propio guardó sus partituras en un baúl), pero muchas otras, no obstante no haber cejado en el empeño y haber sorteado toda clase de vejaciones (pienso en la pintora Artemisia... en la escultora Camille Claudel... en la compositora Fanny Mendlesshon... en la dramaturga contemporánea de Shakespeare, Aphra Behn... en la mismísima Sor Juana). Invisibles permanecen precursoras de géneros literarios como Ann Radcliffe, iniciadora de la novela negra a finales del siglo XVIII; Mary Shelley, la ignorada autora de Frankenstein, a quien apenas Isaac Asimov le concede la gracia de reconocerla como creadora de la ciencia ficción; Josephina Niggli, la primera escritora mexicana que escribió una novela que puede calificarse de "tema fronterizo", cuarenta años antes que Crosrhwaite, Parra y anexas; Fanny Burney, autora de la primera novela epistolar, Evelina; Madame de Stäel, la iniciadora del romanticismo... todas permanecen invisibles en sus respectivos campos de acción, salvadas acaso por biógrafos y biógrafas sinceramente conmovidos por las dolorosas circunstancias en que estas artistas ejercieron su vocación sin esperar nada a cambio como no fuera la satisfacción de su propio arte. La lista continuaría si revisamos los libros de historia: le fue más fácil pasar a la posteridad a la reina María Antonieta, gracias a la inmolación con la que cierra una biografía surcada de aventuras galantes, que a la valerosa Madame, que virtualmente se jugó la cabeza escribiendo incendiarios artículos contra Robespierre. Quizá porque a los historiadores machistas les importa más resaltar los aspectos negativos de las mujeres que los negativos.
Por todo lo anterior, la convocatoria de Cristina Rivera Garza adquiere una relevancia por encima de un divertido reto de ingenio: invita, inevitablemente, a la reflexión respecto a una injusticia de suyo histórica.
Los invito a leer esta nota de mi blog referente a la Semana de la Mujer Invisible:
AQUÍ
Gracias, besos
ev
Puedes leerla en:
www.evetrenzas.blogspot.com
www.evegil.blogspot.com
Por segundo año consecutivo, Cristina Rivera Garza monta un evento que bajo un tamiz divertido logra su real propósito de invitar a la reflexión a sus participantes. La Internacional Semana de la Mujer Invisible reunió a un grupo de mujeres artistas de diversas disciplinas que echaron a volar su imaginación para manifestar su respectiva experiencia con la invisibilidad, pues de hecho la de la invisibilidad es una experiencia prácticamente inherente a la condición femenina, como dejaron asentado Virginia Woolf en Mrs. Dalloway, o Rosario Castellanos en Balún Canán; fenómeno, aclaremos, más cultural que físico -aunque evidentemente la mayoría de nosotras recurrió, para su representación, a los símiles de la Sue Storm de Los cuatro fantásticos y el referente novelístico de H.G Wells-, que las obras antes citadas abordan no sin ironía: por un lado, la invisibilidad de la esposa del hombre importante en relación con este, y la de una niña pequeña respecto a su hermanito varón. Se trata, por supuesto, de una circunstancia relativa, pues la presencia corpórea de estas personajes en advertida por quienes las rodean. Lo que definitivamente pasa desapercibido para todo mundo, es la importancia de ese ser, es decir, su calidad de ser humano, al grado de que a la madre de la niña narradora de Balún Canán la presencia de esta no la frena para lamentarse, en el lecho de muerte de su hijo, que sea el varón y no la hembra quien haya muerto.
La mayoría de nosotras tiene experiencias de invisibilidad qué contar. Me viene a la mente una que me contó mi madre, que en su juventud fue muy acosada por tenorios callejeros debido a su gran belleza. "Un día, de repente, dejaron de voltearse en la calle para mirarme; prácticamente se estrellaban contra mí cuando caminaba sobre la acera. Cesaron abruptamente los piropos y los dependientes ya no me sonreían. Supe, de un momento a otro, que había dejado de ser joven, y fue el día más horrible de mi vida." La mujer, pareciera ser, se transforma en un ser transparente apenas se aleja de los estereotipos vigentes de belleza, y por supuesto no faltan las que, buscando desesperadamente recuperar presencia, recurren a soluciones verdaderamente extremas como, por ejemplo, ropa llamativa o implantes de silicona; esfuerzos que llegan a resultar patéticos, sobre todo cuando estas mujeres invisibles se transforman en una prótesis que camina. Otra experiencia de invisibilidad es la que cotidianamente lidian las mujeres que anteponen el cerebro a la apariencia física. Ejemplo: Patricia Mercado es una candidata presidencial invisible. Si fuera un requisito medir el coeficiente intelectual de los cinco presidenciables -sí, son cinco y no cuatro-, es un hecho que la candidata invisible superaría con creces a sus contrincantes, sin embargo nadie la ve, ni la oye. En este tenor, la académica Maricruz Castro Ricalde sorprendió a los asistentes a la Internacional Semana de la Mujer Invisible con una instalación en la que se exhibían las portadas de todas las antologías en lengua castellana que han omitido a las escritoras. Salvo las dos o tres féminas incluidas como de cajón, pudiéramos enumerar entre las más ilustres invisibles de la literatura mexicana a la mismísima Elena Garro (de esa especie de invisible chocarrera que nadie ve pero todos oyen), seguida de Nellie Campobello, Guadalupe Dueñas, Ámparo Dávila, Emma Dolujanoff, Aurora Reyes, Josefina Vicens, Luisa Josefina Hernández, María Luisa Mendoza, María Elvia Bermúdez, Vilma Fuentes, Gabriela Rábago Palafox, Emma Godoy, María Luisa Puga y un etcétera interminable que debiera incluir asimismo a otras tantas extraordinarias escritoras latinoamericanas poco conocidas, no obstante su genialidad, entre otras la argentina Luisa Valenzuela, la uruguaya Cristina Peri Rossi, la chilena Diamela Eltit, la peruana Patricia de Souza, la ecuatoriana Alicia Yanez Cossio, la costarricense Carmen Naranjo, la venezolana Victoria Stefano, la puertorriqueña Mayra Santos Febres, la colombiana Alba Lucía Angel, y otro larguísimo etcétera.
Por supuesto, no falta el ingenuo (a) que considere que es un problema de ausencia; que la razón de la escasez de nombres femeninos en la historia del arte, de la política, de la ciencia y de la religión se debe a la falta de coraje de las propias mujeres, peor aún, a la falta de talento e inteligencia, y si bien debe ser cierto que muchas mujeres optaron por doblar las manos (pienso, por ejemplo, en Alma Mahler que eligió no eclipsar a su célebre marido y de motu propio guardó sus partituras en un baúl), pero muchas otras, no obstante no haber cejado en el empeño y haber sorteado toda clase de vejaciones (pienso en la pintora Artemisia... en la escultora Camille Claudel... en la compositora Fanny Mendlesshon... en la dramaturga contemporánea de Shakespeare, Aphra Behn... en la mismísima Sor Juana). Invisibles permanecen precursoras de géneros literarios como Ann Radcliffe, iniciadora de la novela negra a finales del siglo XVIII; Mary Shelley, la ignorada autora de Frankenstein, a quien apenas Isaac Asimov le concede la gracia de reconocerla como creadora de la ciencia ficción; Josephina Niggli, la primera escritora mexicana que escribió una novela que puede calificarse de "tema fronterizo", cuarenta años antes que Crosrhwaite, Parra y anexas; Fanny Burney, autora de la primera novela epistolar, Evelina; Madame de Stäel, la iniciadora del romanticismo... todas permanecen invisibles en sus respectivos campos de acción, salvadas acaso por biógrafos y biógrafas sinceramente conmovidos por las dolorosas circunstancias en que estas artistas ejercieron su vocación sin esperar nada a cambio como no fuera la satisfacción de su propio arte. La lista continuaría si revisamos los libros de historia: le fue más fácil pasar a la posteridad a la reina María Antonieta, gracias a la inmolación con la que cierra una biografía surcada de aventuras galantes, que a la valerosa Madame, que virtualmente se jugó la cabeza escribiendo incendiarios artículos contra Robespierre. Quizá porque a los historiadores machistas les importa más resaltar los aspectos negativos de las mujeres que los negativos.
Por todo lo anterior, la convocatoria de Cristina Rivera Garza adquiere una relevancia por encima de un divertido reto de ingenio: invita, inevitablemente, a la reflexión respecto a una injusticia de suyo histórica.
Monday, June 05, 2006
LA PRIMERA DAMA
El Universal
Viernes 2 de junio de 2006
Sección Cultura, pagina 3
Irreverente exploración de las prácticas contemporáneas desde nuestros cuerpos diversos, fragmentados, reunificados, inventados. Teatro, masculinidades, literatura, queernes, sociología, feminidades y no poco de frivolidad involucrados.
Las inciales son de Vizania Amezcua (narradora), Juan Carlos Bautista (poeta), Ishtar Cardona (doctora en sociología), Alberto Chimal (narrador), Adriana González Mateos (narradora y doctora en literatura), Saúl Gutiérrez (doctor en sociología), Noé Morales Muñoz (dramaturgo) y Cristina Rivera-Garza (narradora y doctora en historia).
Invasiones al territorio del cuerpo
V. A.
No es casualidad que a mayor grado de violencia de una imagen, mayor sea el número de veces que cualquier canal de televisión está dispuesto a exhibirla, bajo el consabido lema que dicta: “el miedo —entiéndase también como impacto del más explícito morbo o simulado “encausamiento” de la conciencia social— vende, y vende bien”. Como tampoco resulta casual que, más allá de su inicial impacto visual y la racional indignación, el miedo o la más visceral furia que pueda provocar, esa suerte de dejá vú y entusiasmo casi infantil que lleva a las televisoras a repetirla ad infinitum, permita a los espectadores generar para sí la idea de que por el simple hecho de verla en repetidas ocasiones, ya están enterados, ya forman parte de la “realidad”.
En días recientes, imágenes cargadas de una buena dosis de violencia, que en cada golpe, patada o palazo, dejaban escuchar el nombre de San Salvador Atenco, inundaron las pantallas chicas con una oleada de retransmisiones que se antojaba tan inagotable como la propia marea.
Pero poco tiempo después, los medios impresos, seguidos después por los electrónicos, se encargaron de darle una nueva vuelta de tuerca a lo sucedido en Atenco: más allá de los mamporros en cámara, otro tipo de agresiones se dieron en “lo oscurito”. Y si bien, en el caso de los textos que pudimos leer al respecto, la imagen y su repetición no fueron el motor encargado de generar el impacto, sino la imaginación que ante lo que “no ve”, potencializa —quizá de forma más siniestra— lo que apenas las palabras esbozan, con dos tipos de lenguaje informativo, el espectador se vio, aparte de otras múltiples aristas de lectura, frente a un común denominador: el cuerpo como espacio para la violencia, como territorio en que es posible la invasión y en que el muro que debería dividir lo público de lo privado se derrumba.
En efecto, la violencia hacia el cuerpo ha pasado de ser un secreto ignominioso, siempre insuficientemente guardado y regulado, a un aspecto que ocupa en nuestros días un lugar destacado entre los fenómenos de intervención mediática. Golpes en el rostro por televisión, invasiones a la intimidad del cuerpo descritas en la página, pero al final, ambas agresiones que vuelven a retomar la vulnerabilidad del cuerpo y a ponerla en un primer plano, bajo ese microscopio que parece arrojar: si el individuo se reconoce primero por su cuerpo, la violentación del mismo cuestiona su propia identidad. Una pregunta que quizá no apareció impresa o en voz en off acompañando las imágenes, pero que permanece suspendida: ¿todavía considera, querido lector, que su cuerpo es un espacio seguro?
Temer el cuerpo
NMM
Our bodies are our gardens,
to the which our wills are gardeners
Othello, I-III
La puesta en delirio emplazada por los medios de comunicación a raíz de los sucesos de Atenco resulta fácilmente descifrable: por un efecto de acumulación, se exacerban nuestros temores más acendrados respecto a un posible escenario de violencia generalizada, multitudinaria, a campo abierto. El temor, entonces, debía encausarse hacia una eventual balcanización del entorno cotidiano, algo que la metrópoli no alberga desde tiempos de la Decena Trágica o, a otra escala, desde el ocaso del diazordazismo.
Empero, las conciencias se perturban más ante la exposición de otra forma de violencia: la de un cuerpo avasallado por la fuerza en la intimidad. El relato de Valentina Palma (por nombrar el más conspicuo) opera en sentido contrario a la imagen una y mil veces vista: configuramos, a partir de su palabra, los episodios de una lucha privada, cara a cara, sin cámaras ni reflectores. Una lucha, además, desigual por necesidad. Asistimos a la degradación de lo poco que de nosotros mismos tenemos por cierto: nuestro cuerpo, continente de todo cuanto somos, representación concreta de nuestra identidad, puede reducirse, por la acción de otro, a un embalaje oprobioso, a los despojos de un conjunto que, al sernos arrebatado, ya no puede pertenecernos del todo. Somos, a partir de ello, cautivos de nuestros miedos, con el cuerpo como celda. Con el cuerpo como prisionero.
No sólo vemos surgir el temor lógico de la mujer que, sabiendo de sus desventajas físicas respecto al hombre, ve reflejada en el testimonio de otra mujer su propia vulnerabilidad. La cuestión tampoco se reduce a que algún hombre pueda identificar en la del verdugo la vertiente ominosa de su propia libido. Se trata de la revelación, como dejó dicho Deleuze antes de arrojarse por la ventana, del deseo como voluntad de poder, como generador activo de realidad. ¿Y se puede desear con el cuerpo alterado? ¿Qué porción de realidad podemos emanar en tal estado sino nuestra contribución a la espiral? Acallado y sometido, resaltada su fragilidad, nuestro instrumento deseante se ve amenazado ante la posibilidad de insertarse, activa o pasivamente, en una realidad signada por la brutalidad. Entonces, el cuerpo sufre su silencio. Lo han atemorizado.
Ante ello, ¿qué camino elegir? ¿El salto al vacío del filósofo? ¿El cultivo meticuloso de las obsesiones, como el del poeta? Yo, amable lector, ya he elegido mi ruta: dejaré que mi cuerpo, y yo con él, siga deseando. Así habré librado mi propia batalla.
--crg
El Universal
Viernes 2 de junio de 2006
Sección Cultura, pagina 3
Irreverente exploración de las prácticas contemporáneas desde nuestros cuerpos diversos, fragmentados, reunificados, inventados. Teatro, masculinidades, literatura, queernes, sociología, feminidades y no poco de frivolidad involucrados.
Las inciales son de Vizania Amezcua (narradora), Juan Carlos Bautista (poeta), Ishtar Cardona (doctora en sociología), Alberto Chimal (narrador), Adriana González Mateos (narradora y doctora en literatura), Saúl Gutiérrez (doctor en sociología), Noé Morales Muñoz (dramaturgo) y Cristina Rivera-Garza (narradora y doctora en historia).
Invasiones al territorio del cuerpo
V. A.
No es casualidad que a mayor grado de violencia de una imagen, mayor sea el número de veces que cualquier canal de televisión está dispuesto a exhibirla, bajo el consabido lema que dicta: “el miedo —entiéndase también como impacto del más explícito morbo o simulado “encausamiento” de la conciencia social— vende, y vende bien”. Como tampoco resulta casual que, más allá de su inicial impacto visual y la racional indignación, el miedo o la más visceral furia que pueda provocar, esa suerte de dejá vú y entusiasmo casi infantil que lleva a las televisoras a repetirla ad infinitum, permita a los espectadores generar para sí la idea de que por el simple hecho de verla en repetidas ocasiones, ya están enterados, ya forman parte de la “realidad”.
En días recientes, imágenes cargadas de una buena dosis de violencia, que en cada golpe, patada o palazo, dejaban escuchar el nombre de San Salvador Atenco, inundaron las pantallas chicas con una oleada de retransmisiones que se antojaba tan inagotable como la propia marea.
Pero poco tiempo después, los medios impresos, seguidos después por los electrónicos, se encargaron de darle una nueva vuelta de tuerca a lo sucedido en Atenco: más allá de los mamporros en cámara, otro tipo de agresiones se dieron en “lo oscurito”. Y si bien, en el caso de los textos que pudimos leer al respecto, la imagen y su repetición no fueron el motor encargado de generar el impacto, sino la imaginación que ante lo que “no ve”, potencializa —quizá de forma más siniestra— lo que apenas las palabras esbozan, con dos tipos de lenguaje informativo, el espectador se vio, aparte de otras múltiples aristas de lectura, frente a un común denominador: el cuerpo como espacio para la violencia, como territorio en que es posible la invasión y en que el muro que debería dividir lo público de lo privado se derrumba.
En efecto, la violencia hacia el cuerpo ha pasado de ser un secreto ignominioso, siempre insuficientemente guardado y regulado, a un aspecto que ocupa en nuestros días un lugar destacado entre los fenómenos de intervención mediática. Golpes en el rostro por televisión, invasiones a la intimidad del cuerpo descritas en la página, pero al final, ambas agresiones que vuelven a retomar la vulnerabilidad del cuerpo y a ponerla en un primer plano, bajo ese microscopio que parece arrojar: si el individuo se reconoce primero por su cuerpo, la violentación del mismo cuestiona su propia identidad. Una pregunta que quizá no apareció impresa o en voz en off acompañando las imágenes, pero que permanece suspendida: ¿todavía considera, querido lector, que su cuerpo es un espacio seguro?
Temer el cuerpo
NMM
Our bodies are our gardens,
to the which our wills are gardeners
Othello, I-III
La puesta en delirio emplazada por los medios de comunicación a raíz de los sucesos de Atenco resulta fácilmente descifrable: por un efecto de acumulación, se exacerban nuestros temores más acendrados respecto a un posible escenario de violencia generalizada, multitudinaria, a campo abierto. El temor, entonces, debía encausarse hacia una eventual balcanización del entorno cotidiano, algo que la metrópoli no alberga desde tiempos de la Decena Trágica o, a otra escala, desde el ocaso del diazordazismo.
Empero, las conciencias se perturban más ante la exposición de otra forma de violencia: la de un cuerpo avasallado por la fuerza en la intimidad. El relato de Valentina Palma (por nombrar el más conspicuo) opera en sentido contrario a la imagen una y mil veces vista: configuramos, a partir de su palabra, los episodios de una lucha privada, cara a cara, sin cámaras ni reflectores. Una lucha, además, desigual por necesidad. Asistimos a la degradación de lo poco que de nosotros mismos tenemos por cierto: nuestro cuerpo, continente de todo cuanto somos, representación concreta de nuestra identidad, puede reducirse, por la acción de otro, a un embalaje oprobioso, a los despojos de un conjunto que, al sernos arrebatado, ya no puede pertenecernos del todo. Somos, a partir de ello, cautivos de nuestros miedos, con el cuerpo como celda. Con el cuerpo como prisionero.
No sólo vemos surgir el temor lógico de la mujer que, sabiendo de sus desventajas físicas respecto al hombre, ve reflejada en el testimonio de otra mujer su propia vulnerabilidad. La cuestión tampoco se reduce a que algún hombre pueda identificar en la del verdugo la vertiente ominosa de su propia libido. Se trata de la revelación, como dejó dicho Deleuze antes de arrojarse por la ventana, del deseo como voluntad de poder, como generador activo de realidad. ¿Y se puede desear con el cuerpo alterado? ¿Qué porción de realidad podemos emanar en tal estado sino nuestra contribución a la espiral? Acallado y sometido, resaltada su fragilidad, nuestro instrumento deseante se ve amenazado ante la posibilidad de insertarse, activa o pasivamente, en una realidad signada por la brutalidad. Entonces, el cuerpo sufre su silencio. Lo han atemorizado.
Ante ello, ¿qué camino elegir? ¿El salto al vacío del filósofo? ¿El cultivo meticuloso de las obsesiones, como el del poeta? Yo, amable lector, ya he elegido mi ruta: dejaré que mi cuerpo, y yo con él, siga deseando. Así habré librado mi propia batalla.
--crg
Friday, June 02, 2006
TARDE PERO A TIEMPO: LA MUJER INVISIBLE: EURYDITH
Tanya Huntington
In her flight, she scarcely felt the sting that
firmly shut the windows of her senses
one by one and left her twitching on the grass.
She fell endless as we fall in dreams
into the creek, which claimed her soluble soul
and flowed with her upriver underground.
The second time she died it was the same
in terms of fear, the only difference was
the source.
Orpheus looked back and lost her,
Lot's wife looked back and was lost.
The closeof day leaned hard against the plains of sand,
pressing out the lives of men much like grapes
are flattened underneath a calloused heel.
Perhaps her mind wandered back through the streets
of Sodom, in search of something left behind.
She alone stands upright where the horizontal
slab of heaven meets the earth.
Her salt is that of tears, or sweat, or dirt.
--crg
Tanya Huntington
In her flight, she scarcely felt the sting that
firmly shut the windows of her senses
one by one and left her twitching on the grass.
She fell endless as we fall in dreams
into the creek, which claimed her soluble soul
and flowed with her upriver underground.
The second time she died it was the same
in terms of fear, the only difference was
the source.
Orpheus looked back and lost her,
Lot's wife looked back and was lost.
The closeof day leaned hard against the plains of sand,
pressing out the lives of men much like grapes
are flattened underneath a calloused heel.
Perhaps her mind wandered back through the streets
of Sodom, in search of something left behind.
She alone stands upright where the horizontal
slab of heaven meets the earth.
Her salt is that of tears, or sweat, or dirt.
--crg
Thursday, June 01, 2006
TEXTO JUSTO EN ESTE MOMENTO
(Leyéndolo Rosa Beltrán en la Casa Refugio Citlaltépetl de la ciudad de México)
Heme aquí
Por: Rosa Beltrán
Hace dos millones de años que surgió la presencia del hombre en la Tierra. La criatura que nosotros llamamos hombre apareció en África al principio de la época llamada Pleistoceno o período Glaciar. Desde su hogar africano aquel remoto fabricante de herramientas se desplazó gradualmente hacia Europa, el sur de Asia y finalmente América. Ahora bien, ¿qué factor permitió al hombre diferenciarse de sus antecesores animales? La primacía del hombre es el resultado de su capacidad cultural, de milenios de tradición y experiencia y no de sus características físicas que son en muchos aspectos inferiores a las de otros animales.El hombre ha tenido siempre un constante impulso de progreso.
El hombre es un primate, pero a diferencia de otros primates actuales, el hombre se orientó hacia el alimento animal, más difícil de obtener que el vegetal y esto hizo de él un cazador. El problema de encontrar alimento fue también un acicate para que los hombres se agruparan. Una vez agrupado, el hombre descubrió la palabra y a través de ésta, pudo transmitir sus ideas y sus técnicas para obtener alimentos a los más jóvenes. La existencia del cazador hubo de ser muy azarosa, pero garantizaba la libertad individual y ambas realidades, peligro y libertad de acción, debieron desempeñar un papel esencial en la aparición de los ideales religiosos, del arte y de la música producto de una evidente evolución del hombre. Con el surgimiento de la civilización urbana, la libertad personal del individuo continuó hasta la creación, por los griegos, de instituciones democráticas. El hombre ha tenido siempre curiosidad por explicarse el mundo. Al principio, tal conocimiento dependió de tradiciones orales, sustituidas más tarde por relatos escritos que llevaron finalmente a producir las grandes obras maestras de los grandes autores, la descripción del mundo que habitamos, la cura de enfermedades, el desarrollo tecnológico y los grandes descubrimientos del hombre que han dado como consecuencia lo que conocemos como civilización.
Pese a la deplorable realidad de la destrucción y la guerra, no cabe duda de que el paso del hombre por la Tierra es causa de un continuo asombro: domesticó animales, atravesó desiertos, migró hasta el último confín y se adueñó de su ambiente en las más adversas condiciones. En 1969 el hombre llegó a la luna. En definitiva, el despertar del hombre fue, en esencia, el hecho preliminar al desarrollo consciente de las ideas de libertad y de iniciativa personal que tanto contribuyeron luego al desarrollo de la humanidad.
*Tomado de Nueva Historia Universal, Barcelona y México, Promexa, 1984. Ed. original inglesa: The Hamlyn Publishing Group Limited.
(Leyéndolo Rosa Beltrán en la Casa Refugio Citlaltépetl de la ciudad de México)
Heme aquí
Por: Rosa Beltrán
Hace dos millones de años que surgió la presencia del hombre en la Tierra. La criatura que nosotros llamamos hombre apareció en África al principio de la época llamada Pleistoceno o período Glaciar. Desde su hogar africano aquel remoto fabricante de herramientas se desplazó gradualmente hacia Europa, el sur de Asia y finalmente América. Ahora bien, ¿qué factor permitió al hombre diferenciarse de sus antecesores animales? La primacía del hombre es el resultado de su capacidad cultural, de milenios de tradición y experiencia y no de sus características físicas que son en muchos aspectos inferiores a las de otros animales.El hombre ha tenido siempre un constante impulso de progreso.
El hombre es un primate, pero a diferencia de otros primates actuales, el hombre se orientó hacia el alimento animal, más difícil de obtener que el vegetal y esto hizo de él un cazador. El problema de encontrar alimento fue también un acicate para que los hombres se agruparan. Una vez agrupado, el hombre descubrió la palabra y a través de ésta, pudo transmitir sus ideas y sus técnicas para obtener alimentos a los más jóvenes. La existencia del cazador hubo de ser muy azarosa, pero garantizaba la libertad individual y ambas realidades, peligro y libertad de acción, debieron desempeñar un papel esencial en la aparición de los ideales religiosos, del arte y de la música producto de una evidente evolución del hombre. Con el surgimiento de la civilización urbana, la libertad personal del individuo continuó hasta la creación, por los griegos, de instituciones democráticas. El hombre ha tenido siempre curiosidad por explicarse el mundo. Al principio, tal conocimiento dependió de tradiciones orales, sustituidas más tarde por relatos escritos que llevaron finalmente a producir las grandes obras maestras de los grandes autores, la descripción del mundo que habitamos, la cura de enfermedades, el desarrollo tecnológico y los grandes descubrimientos del hombre que han dado como consecuencia lo que conocemos como civilización.
Pese a la deplorable realidad de la destrucción y la guerra, no cabe duda de que el paso del hombre por la Tierra es causa de un continuo asombro: domesticó animales, atravesó desiertos, migró hasta el último confín y se adueñó de su ambiente en las más adversas condiciones. En 1969 el hombre llegó a la luna. En definitiva, el despertar del hombre fue, en esencia, el hecho preliminar al desarrollo consciente de las ideas de libertad y de iniciativa personal que tanto contribuyeron luego al desarrollo de la humanidad.
*Tomado de Nueva Historia Universal, Barcelona y México, Promexa, 1984. Ed. original inglesa: The Hamlyn Publishing Group Limited.
Saturday, May 27, 2006
H O Y
La Inquietante (e Internacional) Semana de la Mujer Invisible
Lo que se dejará ver:
T E X T O S
F O T O G R A F Í A S
V I D E O
( Mujeres y Hombres Invisibles en un mero acto de aparición: P E R F O R M A )
HOY EN:
Casa Refugio Citlaltépetl
calle Citlaltépetl 25,
colonia Hipódromo Condesa,
México DF
19:00 hrs
On-line: Participe con sus comentarios en el foro Mujeres Invisibles en eluniversal.com.mx/cultura
--crg
La Inquietante (e Internacional) Semana de la Mujer Invisible
Lo que se dejará ver:
T E X T O S
F O T O G R A F Í A S
V I D E O
( Mujeres y Hombres Invisibles en un mero acto de aparición: P E R F O R M A )
HOY EN:
Casa Refugio Citlaltépetl
calle Citlaltépetl 25,
colonia Hipódromo Condesa,
México DF
19:00 hrs
On-line: Participe con sus comentarios en el foro Mujeres Invisibles en eluniversal.com.mx/cultura
--crg
Friday, May 26, 2006
LA PRIMERA DAMA
El Universal
Viernes 26 de mayo de 2006
Sección de Cultura, página 3
Hoy damos la bienvenida en estas páginas al colectivo La Primera Dama, integrado por: Vizania Amezcua (narradora), Juan Carlos Bautista (poeta), Ishtar Cardona (doctora en sociología), Alberto Chimal (narrador), Adriana González Mateos (narradora y doctora en literatura), Saúl Gutiérrez (doctor en sociología), Noé Morales Muñoz (dramaturgo) y Cristina Rivera-Garza (narradora y doctora en historia).
Este será un espacio, a decir de sus autores, dedicado a una "irreverente exploración de las prácticas contemporáneas desde nuestros cuerpos diversos, fragmentados, reunificados, inventados. Teatro, feminidad, literatura, queerness, sociología, masculinidad y no poco de frivolidad involucrados."
Cada viernes, un hombre y una mujer del colectivo escribirán sobre un tema contemporáneo. Aquí van los primeros dos.
MUTACIONES: DE PELOS A LO INVISIBLE
ic
Lo recuerdo bien:
El viernes 24 de enero comencé a desaparecer.
O mejor dicho, ese día preciso cruzó mi vida la conciencia de la invisibilidad. Y entonces reparé en cuán borrosa, vaporosa, translúcida, y a veces de plano transparente absoluta puedo llegar a ser.
Y eso no es nada. Hace un año, en enero también, me creció una barba matosa y enredada, que fui poco a poco podando hasta dejarla a mi gusto. Una piochita monona y sugerente. Supe que siempre la tuve conmigo, imán para los dedos cuando jugaba con mi (aparente) lampiño mentón, causa de mis desconciertos cuando no sabía explicar quién era la del espejo, qué no estaba en su lugar. Desde entonces veo cosas que, no sospechaba, me habitaban. Y ahora veo mi propia invisibilidad.
Lo particular de este asunto es que tales mutaciones no me son exclusivas: el año pasado una turba de mujeres barbudas tomó por asalto, y durante una semana, la Casa Refugio Clitlaltépetl, en ésta, la Ciudad de la Esperanza, para celebrar el en-vellecimento facial que nos hace reflexionar sobre nuestros variados rostros. En este abordaje también estuvieron presentes hombres de perilla arremangada que querían saber cómo se cabella en barbilla ajena.
Este año, la Casa Refugio será recorrida por meros movimientos de aire, por presencias no visibles pero profundamente sentidas. Por todas aquellas y aquellos que han aprendido que el "no me hallo" puede ser una sentencia totalmente literal.
En la base de este ejercicio de expresión gozosa, y a veces de meditación dolorosa, se halla un colectivo de escritoras, videoastas, fotógrafas y promotoras culturales que han invitado a otras y otros a narrarse desde lo que, supuestamente, no somos, pero que nos atraviesa de forma ineludible. Textos, performance, instalaciones, fotografías, todo sirve para tratar de recomponer nuestra imagen disgregada, para festejar durante toda una semana el hecho de no ser impasibles ante nuestras propias pertenencias múltiples.
En el rebote de ojos de los que se sintieron convocados por este retozo hemos descubierto que la visibilidad no es más que un juego especular. Por eso, junto con otras antiguas combatientes de lo capilar, ese 24 de enero decidimos preparar el nuevo ataque y hacer evidente nuestra calidad de no-evidentes. El momento ha llegado y espero que muchos más se sumen a las hordas invisibles.
La Inquietante (e Internacional) Semana de la Mujer Invisible se acerca.
LA OTRA MUJER INVISIBLE
ach
Con base (por supuesto) en El hombre invisible (1897) de H.G. Wells, el personaje de la "Chica Invisible" fue creado en 1961 para la revista Fantastic Four. La historieta, con guiones de Stan Lee y dibujos de Jack Kirby, fue el primer gran éxito de la empresa Marvel Comics, y era una cruza extraña de ciencia ficción y telenovela: más que pelear con villanos, Sue debía cubrir a un hermano prángana (la Antorcha Humana), atender a su marido distante y asexuado (el Hombre Elástico) y aguantar al amigote de su marido (la Mole). Rara vez se le forzaba a más que esconderse, quitarse del paso o desmayarse. Su situación no mejoró cuando (al modo de Lucille Ball) tuvo un hijo "¡por vez primera en su medio!", por el contrario, se convirtió en el Ama de Casa Fantástica. En algún momento se le otorgó la habilidad de proyectar "campos de fuerza invisible" para volverla más espectacular, pero el nuevo poder no era más que una ampliación de su metáfora: además de ser imperceptible, se ocultaba tras barreras de nada.
Sin embargo, el personaje sufrió una transformación interesante en los años 80: John Byrne, escritor y dibujante de la revista entre 1981 y 1986, decidió "aprovechar el potencial" de la Chica Invisible, quien primero se rebautizó como Mujer Invisible y luego, brevemente, se empoderó, como se dice ahora. Por primera vez Sue hizo más que esconderse y nulificarse con sus propios poderes; por primera vez resultó que había una personalidad bajo el cliché de la mujer abnegada. Con una inteligencia inusitada en su medio, y también "por primera vez", Byrne consiguió que el personaje fuese considerado el más poderoso de los cuatro: más que de ocultarse, capaz de actuar de maneras sutiles, la Mujer Invisible se convirtió en una especie de centro moral e intelectual que los hombres disfuncionales a su alrededor no podían igualar.
Pero estas cosas duran poco. Algunos años después de que Byrne dejara la revista, otro equipo de historietistas castigó al personaje poniéndole un bikini por uniforme y la devolvió a su posición subordinada. Y si usted logra recordar Los Cuatro Fantásticos, la película estrenada el año pasado, recordará también a la actriz Jessica Alba, quien tuvo el primer crédito en el filme y un papel típico de Hollywood: Sue Storm, una "científica" quejumbrosa y no muy lista que de pronto se ve en buena posición (en este caso, obtiene poderes sobrehumanos), pero que no le puede sacar mayor provecho y debe confiar en un hombre sensato y bueno para salir adelante. Está por verse si el icono puede cambiar una vez más.
La Inquietante (e Internacional) Semana de la Mujer Invisible inicia mañana, a las 19 horas en la Casa Refugio Citlaltépetl (calle Citlaltépetl 25, colonia Hipódromo Condesa, México DF).Pase a ver a las invisibles: http://www.cristinariveragarza.blogspot.com/ y http://www.amarantacaballero.blogspot.com/.
¿Se ha sentido alguna vez invisible? Participe con sus comentarios en el foro Mujeres Invisibles en eluniversal.com.mx/cultura.
--crg
El Universal
Viernes 26 de mayo de 2006
Sección de Cultura, página 3
Hoy damos la bienvenida en estas páginas al colectivo La Primera Dama, integrado por: Vizania Amezcua (narradora), Juan Carlos Bautista (poeta), Ishtar Cardona (doctora en sociología), Alberto Chimal (narrador), Adriana González Mateos (narradora y doctora en literatura), Saúl Gutiérrez (doctor en sociología), Noé Morales Muñoz (dramaturgo) y Cristina Rivera-Garza (narradora y doctora en historia).
Este será un espacio, a decir de sus autores, dedicado a una "irreverente exploración de las prácticas contemporáneas desde nuestros cuerpos diversos, fragmentados, reunificados, inventados. Teatro, feminidad, literatura, queerness, sociología, masculinidad y no poco de frivolidad involucrados."
Cada viernes, un hombre y una mujer del colectivo escribirán sobre un tema contemporáneo. Aquí van los primeros dos.
MUTACIONES: DE PELOS A LO INVISIBLE
ic
Lo recuerdo bien:
El viernes 24 de enero comencé a desaparecer.
O mejor dicho, ese día preciso cruzó mi vida la conciencia de la invisibilidad. Y entonces reparé en cuán borrosa, vaporosa, translúcida, y a veces de plano transparente absoluta puedo llegar a ser.
Y eso no es nada. Hace un año, en enero también, me creció una barba matosa y enredada, que fui poco a poco podando hasta dejarla a mi gusto. Una piochita monona y sugerente. Supe que siempre la tuve conmigo, imán para los dedos cuando jugaba con mi (aparente) lampiño mentón, causa de mis desconciertos cuando no sabía explicar quién era la del espejo, qué no estaba en su lugar. Desde entonces veo cosas que, no sospechaba, me habitaban. Y ahora veo mi propia invisibilidad.
Lo particular de este asunto es que tales mutaciones no me son exclusivas: el año pasado una turba de mujeres barbudas tomó por asalto, y durante una semana, la Casa Refugio Clitlaltépetl, en ésta, la Ciudad de la Esperanza, para celebrar el en-vellecimento facial que nos hace reflexionar sobre nuestros variados rostros. En este abordaje también estuvieron presentes hombres de perilla arremangada que querían saber cómo se cabella en barbilla ajena.
Este año, la Casa Refugio será recorrida por meros movimientos de aire, por presencias no visibles pero profundamente sentidas. Por todas aquellas y aquellos que han aprendido que el "no me hallo" puede ser una sentencia totalmente literal.
En la base de este ejercicio de expresión gozosa, y a veces de meditación dolorosa, se halla un colectivo de escritoras, videoastas, fotógrafas y promotoras culturales que han invitado a otras y otros a narrarse desde lo que, supuestamente, no somos, pero que nos atraviesa de forma ineludible. Textos, performance, instalaciones, fotografías, todo sirve para tratar de recomponer nuestra imagen disgregada, para festejar durante toda una semana el hecho de no ser impasibles ante nuestras propias pertenencias múltiples.
En el rebote de ojos de los que se sintieron convocados por este retozo hemos descubierto que la visibilidad no es más que un juego especular. Por eso, junto con otras antiguas combatientes de lo capilar, ese 24 de enero decidimos preparar el nuevo ataque y hacer evidente nuestra calidad de no-evidentes. El momento ha llegado y espero que muchos más se sumen a las hordas invisibles.
La Inquietante (e Internacional) Semana de la Mujer Invisible se acerca.
LA OTRA MUJER INVISIBLE
ach
Con base (por supuesto) en El hombre invisible (1897) de H.G. Wells, el personaje de la "Chica Invisible" fue creado en 1961 para la revista Fantastic Four. La historieta, con guiones de Stan Lee y dibujos de Jack Kirby, fue el primer gran éxito de la empresa Marvel Comics, y era una cruza extraña de ciencia ficción y telenovela: más que pelear con villanos, Sue debía cubrir a un hermano prángana (la Antorcha Humana), atender a su marido distante y asexuado (el Hombre Elástico) y aguantar al amigote de su marido (la Mole). Rara vez se le forzaba a más que esconderse, quitarse del paso o desmayarse. Su situación no mejoró cuando (al modo de Lucille Ball) tuvo un hijo "¡por vez primera en su medio!", por el contrario, se convirtió en el Ama de Casa Fantástica. En algún momento se le otorgó la habilidad de proyectar "campos de fuerza invisible" para volverla más espectacular, pero el nuevo poder no era más que una ampliación de su metáfora: además de ser imperceptible, se ocultaba tras barreras de nada.
Sin embargo, el personaje sufrió una transformación interesante en los años 80: John Byrne, escritor y dibujante de la revista entre 1981 y 1986, decidió "aprovechar el potencial" de la Chica Invisible, quien primero se rebautizó como Mujer Invisible y luego, brevemente, se empoderó, como se dice ahora. Por primera vez Sue hizo más que esconderse y nulificarse con sus propios poderes; por primera vez resultó que había una personalidad bajo el cliché de la mujer abnegada. Con una inteligencia inusitada en su medio, y también "por primera vez", Byrne consiguió que el personaje fuese considerado el más poderoso de los cuatro: más que de ocultarse, capaz de actuar de maneras sutiles, la Mujer Invisible se convirtió en una especie de centro moral e intelectual que los hombres disfuncionales a su alrededor no podían igualar.
Pero estas cosas duran poco. Algunos años después de que Byrne dejara la revista, otro equipo de historietistas castigó al personaje poniéndole un bikini por uniforme y la devolvió a su posición subordinada. Y si usted logra recordar Los Cuatro Fantásticos, la película estrenada el año pasado, recordará también a la actriz Jessica Alba, quien tuvo el primer crédito en el filme y un papel típico de Hollywood: Sue Storm, una "científica" quejumbrosa y no muy lista que de pronto se ve en buena posición (en este caso, obtiene poderes sobrehumanos), pero que no le puede sacar mayor provecho y debe confiar en un hombre sensato y bueno para salir adelante. Está por verse si el icono puede cambiar una vez más.
La Inquietante (e Internacional) Semana de la Mujer Invisible inicia mañana, a las 19 horas en la Casa Refugio Citlaltépetl (calle Citlaltépetl 25, colonia Hipódromo Condesa, México DF).Pase a ver a las invisibles: http://www.cristinariveragarza.blogspot.com/ y http://www.amarantacaballero.blogspot.com/.
¿Se ha sentido alguna vez invisible? Participe con sus comentarios en el foro Mujeres Invisibles en eluniversal.com.mx/cultura.
--crg
SIEMPRE ESTAREMOS AQUÍ
Atte. La Mujer Invisible
Gabriela Juárez, fotógrafarquitectafilósofa
Siempre
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Abril Castro
Intervención de Autora Completamente Pasajera
HAY UN PUNTO DONDE TODO SE SATURA, SE FRACTURA, SE INVISIBILIZA,DONDE LO VISIBLE SE SOBREVISIBILIZA.
Atte. La Mujer Invisible
Margarita Valencia Triana
Sobrevisible, es decir, Invisible.
Impresión Digital
8x10 cm
Fografía de Nuria Duarte
ENTRE LIBROS
Atte. La Mujer Invisible
Eve Gil, escritora
A, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde...
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Eve Gil
MUJER DILUÍDA
Atte. La Mujer Invisible
Nuria Duarte, geógrafa
Mujer diluída
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Nuria Duarte
PARA QUE TE VEAN
Atte. La Mujer Invisible
Nadia Villafuerte, escritora
Donde todos te ven
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Eduardo Rodríguez
PORQUE AUNQUE NO VE VEAS, MI HUELLA QUEDA. QUEDAN AHÍ LAS HUELLAS DE MI AUSENCIA.
Atte. La Mujer Invisible
Marina Bernal
La huella de mi invisible presencia
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Marina Bernal
LA QUE ESTUVO AHÍ Y YA NO ESTÁ
Atte. La Mujer Invisible
Perla Estrada del Río, pintora
Para ser invisible sólo se necesita una pluma o un pincel
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Perla Estrada del Río
--crg
Atte. La Mujer Invisible
Gabriela Juárez, fotógrafarquitectafilósofa
Siempre
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Abril Castro
Intervención de Autora Completamente Pasajera
HAY UN PUNTO DONDE TODO SE SATURA, SE FRACTURA, SE INVISIBILIZA,DONDE LO VISIBLE SE SOBREVISIBILIZA.
Atte. La Mujer Invisible
Margarita Valencia Triana
Sobrevisible, es decir, Invisible.
Impresión Digital
8x10 cm
Fografía de Nuria Duarte
ENTRE LIBROS
Atte. La Mujer Invisible
Eve Gil, escritora
A, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde...
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Eve Gil
MUJER DILUÍDA
Atte. La Mujer Invisible
Nuria Duarte, geógrafa
Mujer diluída
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Nuria Duarte
PARA QUE TE VEAN
Atte. La Mujer Invisible
Nadia Villafuerte, escritora
Donde todos te ven
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Eduardo Rodríguez
PORQUE AUNQUE NO VE VEAS, MI HUELLA QUEDA. QUEDAN AHÍ LAS HUELLAS DE MI AUSENCIA.
Atte. La Mujer Invisible
Marina Bernal
La huella de mi invisible presencia
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Marina Bernal
LA QUE ESTUVO AHÍ Y YA NO ESTÁ
Atte. La Mujer Invisible
Perla Estrada del Río, pintora
Para ser invisible sólo se necesita una pluma o un pincel
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Perla Estrada del Río
--crg
Thursday, May 25, 2006
HEME AQUÍ
Atte. La Mujer Invisible
Rosa Beltrán, escritora
Heme aquí
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Felipe Mendoza
LA PIEL
Atte. La Mujer Invisible
Lorena Mancilla, filósofa
La piel
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Lorena Mancilla
FOTO MÍA
Atte. La Mujer Invisble
Sergio Téllez-Pon, escritriz
Foto mía y de mi sombra 2006
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Sergio Téllez-Pon
Te he hablado ya, Natanael, de los cuerpos sin sombras. Mira, ahora, ni sombra sin cuerpo.
Gilberto Owen.
LA ETERNIDAD
Atte. La Mujer Invisible
Jenny Donnovan, artista plástica
Changes
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Jenny Donnovan
HUMO: SOMBRA: ¿QUÉ ES LO QUE VES?
Atte. La Mujer Invisible
Pepe Vázquez, poeta
De lo que no se ve
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Pepe Vázquez
DETRÁS DE LO QUE PUEDES VER
Atte. La Mujer Invisible
Laura Anlleu, artista plástica
De la serie Lo que puedes ver
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Laura Anlleu
--crg
Atte. La Mujer Invisible
Rosa Beltrán, escritora
Heme aquí
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Felipe Mendoza
LA PIEL
Atte. La Mujer Invisible
Lorena Mancilla, filósofa
La piel
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Lorena Mancilla
FOTO MÍA
Atte. La Mujer Invisble
Sergio Téllez-Pon, escritriz
Foto mía y de mi sombra 2006
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Sergio Téllez-Pon
Te he hablado ya, Natanael, de los cuerpos sin sombras. Mira, ahora, ni sombra sin cuerpo.
Gilberto Owen.
LA ETERNIDAD
Atte. La Mujer Invisible
Jenny Donnovan, artista plástica
Changes
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Jenny Donnovan
HUMO: SOMBRA: ¿QUÉ ES LO QUE VES?
Atte. La Mujer Invisible
Pepe Vázquez, poeta
De lo que no se ve
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Pepe Vázquez
DETRÁS DE LO QUE PUEDES VER
Atte. La Mujer Invisible
Laura Anlleu, artista plástica
De la serie Lo que puedes ver
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Laura Anlleu
--crg
Wednesday, May 24, 2006
OMBLIGO MORADO
Atte. La Mujer Invisible
Oliva Noguez, historiadora
Ombligo moradísimo
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Oliva Noguez
Al despertar del sueño descubrió su ombligo. Los recuerdos y el sudor olían a morado. Nadie tenía ojos para leer su memoria; en realidad nadie quería.
Se aventuró a los placeres jamás experimentados con su pasado y la construcción de un memorable presente. Cada que volaba, su sudor se teñía de un morado infinito...
MURIÓ DE TRISTEZA
Atte. La Mujer Invisible
Valeria Gascón, no sabe a qué se dedica (por el momento)
Mariposas Amarillas Mauricio Babilonia
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Valeria Gascón
La mujer invisible se murió de tristeza la vez que descubrió que ni ella misma podría, alguna vez, saber si de verdad existió.
FAMILIA INVISIBLE
Atte. La Mujer Invisible
Margarita Escamilla, ingeniera en sistemas
De la serie De tal palo...
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Margarita Escamilla
Desde Delicias, Chihuahua
--crg
Atte. La Mujer Invisible
Oliva Noguez, historiadora
Ombligo moradísimo
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Oliva Noguez
Al despertar del sueño descubrió su ombligo. Los recuerdos y el sudor olían a morado. Nadie tenía ojos para leer su memoria; en realidad nadie quería.
Se aventuró a los placeres jamás experimentados con su pasado y la construcción de un memorable presente. Cada que volaba, su sudor se teñía de un morado infinito...
MURIÓ DE TRISTEZA
Atte. La Mujer Invisible
Valeria Gascón, no sabe a qué se dedica (por el momento)
Mariposas Amarillas Mauricio Babilonia
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Valeria Gascón
La mujer invisible se murió de tristeza la vez que descubrió que ni ella misma podría, alguna vez, saber si de verdad existió.
FAMILIA INVISIBLE
Atte. La Mujer Invisible
Margarita Escamilla, ingeniera en sistemas
De la serie De tal palo...
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Margarita Escamilla
Desde Delicias, Chihuahua
--crg
Tuesday, May 23, 2006
HERE NOTHING HAPPENS
Atte. La Mujer Invisible
Ángela, waitress
Mojave Desert
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Marcel Croon
--crg
Atte. La Mujer Invisible
Ángela, waitress
Mojave Desert
Impresión digital
8 x 10 cm
Fotografía de Marcel Croon
--crg
Subscribe to:
Posts (Atom)